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Venezuela :: 11/01/2017

Ramos Allup: el gran perdedor de 2016

Miguel Leonardo Rodríguez
El 5 de enero dijo desde la presidencia de la Asamblea Nacional que en un lapso no mayor a seis meses encontrarían la vía para tumbar al presidente Maduro

A pocos días de haber finalizado este difícil y complicado año para todos, se hace imposible no recordar a Henry Ramos Allup, quien desde el mismo 5 de enero daba al chavismo como liquidado. Decía desde la tribuna de oradores de la Asamblea Nacional que en un lapso no mayor a seis meses encontrarían la vía para tumbar al presidente Maduro. Se creía tan cerca del poder como lo está el palacio legislativo de Miraflores. La miopía adeca es también política y no hay anteojos que corrijan ese padecimiento.

De ahí en adelante la dirigencia antichavista se encargó de malbaratar su capital político con promesas incumplibles y falsas expectativas, llenando su corta instancia en el poder legislativo de derrotas, fracasos y sobre todo, generando una gran decepción en quienes depositaron su confianza en ellos.

Es fácil enumerar ese como el primero de los continuos desaciertos, quien le dio la bienvenida al resto. Aun ostentando un poder del Estado que les otorgaba la oportunidad de impulsar leyes y políticas públicas en pro de mejorar la crítica situación económica del venezolano de pie, optaron más por profundizar el sabotaje, las solicitudes de intervención extranjera y la guerra política contra el resto del Estado, como una vía exprés para tomar el poder político, sin importar los costos humanos y sociales. Ha quedado una vez más en evidencia su desprecio por los humildes de este país.

La guerra económica contra nuestro pueblo, más que un método para alcanzar posiciones de poder por parte del antichavismo es lo que ellos entienden por ejercicio de la política. En tal sentido, era natural que esa práctica la transfirieran a la Asamblea Nacional y la convirtieran en agenda legislativa.

Tuvieron una oportunidad de oro de ganar legitimidad en la gente, de demostrar que utilizarían esa pata del poder público para coadyuvar esfuerzos con el Gobierno Bolivariano con el fin de ir solucionando la emergencia de esta crisis económica inducida y que todavía no cesa.
Según la encuestadora Hinterlaces, más del 70% de los venezolanos apoyan el diálogo entre el chavismo y la MUD. Este aspecto también lo han desestimado, y abruptamente se han levantado de la mesa como muchachos malcriados.

El pueblo, más allá de los que votaron y los que no, de los que se abstuvieron con razones legítimas y los que votaron fielmente por la Revolución, ganadores y perdedores de aquella jornada, esperaban un gesto para un esfuerzo conjunto. La pelota estaba del lado de su cancha y prefirieron trancar el juego.

Eso nunca llegó, por el contrario, lo han descalificado como método necesario para el entendimiento, aun cuando el Gobierno Bolivariano les tendió la mano nuevamente para dialogar desde el mismo mes de enero. Profundizaron entonces el ataque político, el desconocimiento del Estado como institución y del chavismo como fuerza política, y volvieron a explorar, esta vez con más fuerza que en 2002-2003, vías golpistas para el asalto del poder en Venezuela.

Su intención sigue siendo la de destruir la nación venezolana para revender y beneficiarse de sus ingentes recursos energéticos y minerales. Un país arruinado y envilecido es por lo que conspiran sin descanso.

Y fue así cómo de forma descarada y ruin en el mes de febrero armaron un lobby internacional con Luis Almagro y la derecha regional para presionar por la aplicación de la Carta Democrática de la OEA. Ese objetivo, que no era más que el frente internacional de la solicitud fraudulenta para un referendo revocatorio, también terminó fracasando. El chavismo logró desmantelar esta operación internacional. Segundo fracaso que se suma al corolario antichavista del año 2016.

El tercero y no menos importante tiene que ver con las cuatro ocasiones que intentaron rechazar y dejar inoperante los Decretos de Estados de Excepción y Emergencia Económica dictaminados por el presidente Nicolás Maduro para solucionar aspectos específicos y generales de la situación económica nacional, afectada no sólo por el sabotaje interno sino por golpes externos como la caída de los precios del petróleo y el bloqueo financiero. Tampoco pudieron evitar su entrada en vigencia y que medidas y planes como la Gran Misión Abastecimiento Soberano y la salida de circulación del billete de 100 bolívares a partir del 2 de enero se pudieran aplicar. Tercer fracaso.

En el marco del desconocimiento al Estado venezolano y sus poderes comentados más arriba, fue punto de honor de la nueva Asamblea Nacional sustituir ilegalmente al Tribunal Supremo de Justicia y Consejo Nacional Electoral con magistrados y rectores aliados a sus intereses políticos. Esto tampoco lo lograron. El TSJ sigue cumpliendo sus funciones constitucionales y dado el desacato de la Asamblea Nacional, situación que mantiene luego de no proceder nuevamente a desincorporar formalmente a tres diputados electos bajo denuncias de fraude en el estado Amazonas, ha ratificado dos rectores del CNE que tenían su período vencido.

El cuarto tiene que ver con la ansiada apertura de un "canal humanitario" para abrir definitivamente el escenario de una intervención dosificada de nuestro país. Esta fue una de las exigencias realizadas con mayor énfasis por la Asamblea Nacional, mientras el lobby de Luis Almagro desde la OEA y la campaña de la "crisis humanitaria" aumentaban su despliegue. Aunque intentaran mostrar como una victoria política que el Gobierno Bolivariano activase mecanismos desde la ONU y la OMS, a los cuales está adherido desde hace años, para mejorar el abastecimiento de medicinas, casi terminando el año la ausencia del "canal humanitario" es otro fracaso que se suma a la lista.

Las leyes de amnistía, de estafa inmobiliaria, de telecomunicaciones, del sector eléctrico y otras tantas que se quedaron con los crespos hechos, buscaban entre otras cosas devolverle a los empresarios privados sectores estratégicos de la economía nacional y autoperdonar a criminales responsables de la muerte de venezolanos por razones políticas. Todas fracasaron por estar al margen de la Constitución. Y no sólo fracasaron por eso: como ninguna buscaba resolver los problemas económicos cotidianos del venezolano de a pie, no despertaron ningún apoyo o intereses por parte de la población. Eran tan lejanas como sus chances de tomar el poder político en 2016. Con estas pretendidas leyes, quedaron también al descubierto sus reales intenciones ante una posibilidad hipotética de llegar a gobernar nuevamente este país.

Y quizás el mayor de sus fracasos lo produjo seguir convenciéndose de que en Venezuela el ritmo político lo marcan las instituciones representativas. Que el corazón político del país se ubicaba desde los inicios de este año, en ese palacio donde sesiona la Asamblea Nacional en el centro de Caracas.

La democracia participativa y protagónica llegó para quedarse, y en nuestra Amazonas, por ejemplo, está viva, floreciente y construyéndose paso a paso sobre la base del legado del Comandante Hugo Chávez y la dirección del presidente Nicolás Maduro. Y esto lo decimos sin ninguna otra pretensión que no sea describir la verdad de lo que aquí está pasando. A pesar de las dificultades que por lejanía y estado fronterizo nos ha tocado vivir, sentimos del pueblo originario y bueno de esta tierra, su decisión a resistir y creer para construir la Amazonas del futuro, como parte de esta hermosa patria bolivariana.

Es ahí donde yace el poder de la Revolución Bolivariana, su esperanza de futuro, donde Henry Ramos Allup sigue siendo el adeco que siempre salía hablando por televisión.

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