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Andalucía :: 25/02/2017

La izquierda independentista andaluza en la encrucijada

Alí Manzano
El reto que se le plantea a la izquierda independentista andaluza es el de recuperar su espacio político natural, ese que les ha arrebatado el SAT para entregarlo a Podemos

Antecedentes.
En los años 70 del pasado siglo resurge en Andalucía la idea de la Independencia como necesidad social y política para superar el largo período de represión franquista y de siglos de miserias y explotación, recogiendo el testigo de Blas Infante y de las luchas sociales y revolucionarias de la primera mitad del S.XX.


En los años 80 se empiezan a configurar organizaciones políticas que recogen esa idea de Independencia y Socialismo que germinaba en los años 70, mediante la construcción de herramientas que aglutinaran a todas las organizaciones que hicieron propias esos ideales de una Andalucía Libre a través de la lucha de clases y de la organización del pueblo andaluz en torno a una ideología que empezaba vislumbrarse.


Entre estas organizaciones que comienzan su andadura política en esta década, estaba la CUT, que se desmarca del proceso de creación de un partido declaradamente independentista, para integrarse en IU. Era Marzo de 1989, y la CUT se decide por una política de integración en el sistema a través de su inclusión en IU que le posibilitara la creación de una estructura política consolidada a través de una dirección “profesionalizada” en cargos institucionales, renunciando a la vía “rupturista” que planteaban el resto de organizaciones.
Durante esos años la CUT fue un socio “fiable” de IU y sus dirigentes se sumaban a la estética progre de IU y del PC, siendo los abanderados del “Republicanismo español” en Andalucía.


A pesar de la renuncia de la CUT, en Diciembre de 1990 se celebra la Asamblea Constituyente de la organización política NACIÓN ANDALUZA, en Marbella, como resultado de la confluencia de distintos grupos que representaban la práctica totalidad de las provincias andaluzas.

En septiembre de 2007 se crea el SAT (Sindicato Andaluz de Trabajadores), a partir del SOC y de la CUT, y en el que se integran diversas organizaciones independentistas, entre ellas NACIÓN ANDALUZA.


La apertura del SOC a colectivos nacionalistas con su reconversión en SAT, le proporciona la expansión territorial que anteriormente se limitaba a parte de la provincia de Sevilla. Se aprovechan de la izquierda independentista para su expansión, pero controlando la organización, a través de un liderazgo férreo y casi mesiánico de Cañamero y de las purgas de la disidencia, con la anuencia de algunos líderes “independentistas” que miraban hacia otro lado a cambio de algún cargo y del acceso al protagonismo mediático que algunos buscaban.


En el año 2014 surge el “caso Almería”, cuando la dirección del sindicato en esta ciudad, compuesta por miembros de NA entre otros, denuncia ante la dirección nacional del sindicato las prácticas corruptas de la anterior dirección provincial, sufriendo las tácticas dilatorias de la dirección nacional, hasta que esta, por motivos económicos, apoya a la anterior dirección provincial, lo que provoca una auditoría justificativa de las denuncias efectuadas y la expulsión de la dirección provincial de Almería.


Fagocitación


Si analizamos la evolución de las organizaciones independentistas en ese periodo, nos llama la atención la pérdida de fuerza, la disminución de militantes, el descenso de asambleas, el declive de la presencia pública en la política nacional o local, supeditadas siempre a las acciones llevadas a cabo por el SAT, al final de la comitiva, como cola “crítica” en el mejor de los casos y con nula presencia mediática que es acaparada perennemente por Cañamero y su “burocracia”.


Esta participación de la izquierda independentista en todos los actos del SAT, unida a la ausencia de políticas y estrategias propias ha favorecido que el SAT se hiciera con el espacio político de la izquierda independentista, agravando la situación de ésta y abocándola a la extinción o a un cambio radical en las estrategias seguidas hasta el momento.


La ausencia de un análisis serio y riguroso en la izquierda independentista, la está conduciendo a repetir los mismos errores una y otra vez, sin ser conscientes del origen de su ocaso, buscando su salvación a través del SAT, mediante la captación de militantes y la influencia en esta organización, con una ingenuidad impropia de organizaciones políticas serias, porque desde el 2007 hasta hoy, casi diez años después, la izquierda independentista sigue sin sacar provecho de su relación con el SAT, pierde poder, presencia social, influencia política en favor de una organización que se ha apropiado de su espacio político y de su simbología, para unos fines muy diferentes de los que la izquierda independentista dice defender.

La Izquierda independentista en Podemos


Como hemos visto, en las años 80 cuando se fraguaba la organización de los independentistas andaluces, la CUT, brazo político del SAT, rechaza su integración en la izquierda independentista andaluza para integrarse en Izquierda Unida, organización españolista, reformista y republicana española, muy alejada de los planteamientos independentistas andaluces. En la dicotomía planteada entre ruptura o reforma, la CUT de Cañamero y Gordillo se decide por la reforma y los privilegios que integrarse en el sistema conlleva, aunque sin cerrar la puerta a la izquierda independentista, utilizándola como amenaza a IU para conseguir puestos de salida en las listas electorales de las diferentes convocatorias. De esta forma, y con las subvenciones que desde la comunidad europea llegan al SAT, se va constituyendo una burocracia profesionalizada que dirige el SAT y CUT de forma endogámica, con carencia de democracia interna y un sistema de control basado en la idealización de los líderes y sustentado sobre los privilegios económicos de su burocracia.


Tras la irrupción de Podemos en el espectro político del Estado español y en Andalucía, la más que previsible debacle de IU, ponía en peligro los privilegios de la “burocracia profesionalizada”, por lo que la salida de IU para buscar nuevos horizontes, solo era cuestión de tiempo.


La negociación y entrada en Podemos les lleva a conseguir dos diputadas autonómicas, algunos concejales y varios asesores en Diputación de Sevilla y Junta de Andalucía, con lo que los intereses económicos de la burocracia estaban a salvo.
Pero a Podemos no solo se llevaron a sus liberados y a sus seguidores; se llevaron también la simbología independentista y la influencia en ese espacio político. Esa posición de control en la izquierda independentista les suponía unos miles de votos como bien sabía Podemos, sirviendo a esta organización para darle un carácter más andaluz ante el rechazo que en ciertos sectores de la izquierda andaluza provocaba Iglesias y sus progresivas rebajas electorales.


Diez años después de la entrada de la izquierda independentista en el SAT, el resultado ha sido favorecer los intereses económicos de la burocracia del SAT-CUT, favorecer los intereses políticos y mediáticos de sus líderes, y favorecer electoralmente a Podemos.


¿Hay alternativas?


Si la izquierda independentista andaluza quiere tener la posibilidad de construir la República Andaluza, se tiene que desmarcar del camino seguido por el SAT-CUT, porque nunca llegaremos a construir una Andalucía soberana desde instituciones españolas, supeditados a los intereses políticos que se juegan en Madrid o Bruselas; y porque estos grupos defienden en exclusividad su estatus-quo económico y político como hemos visto tras su cambio de cartel electoral.


El primer reto que se le plantea a la izquierda independentista andaluza es el de recuperar su espacio político natural, ese que les ha arrebatado el SAT para entregarlo a Podemos. Y recuperarlo es pelearlo con acciones políticas propias, estrategias dirigidas a la construcción de alianzas encaminadas a la consecución de la República Andaluza, desarrollo organizativo y fortalecimiento de los grupos independentistas, acción social y participación en los conflictos que afectan a la vida cotidiana de los andaluces/as, desde la ideología liberadora de la izquierda independentista, sin intermediarios, sin dependencias y sin participar en el “circo” mediático al que algunas organizaciones nos tienen acostumbrados. No se trata de enfrentamientos personales con aquellos que ingenuamente han caído en las redes de ese reformismo españolista camuflado de soberanismo andaluz, ni de boicotear actos de nadie, sino de rediseñar estrategias y tácticas para encaminarlas a la consecución de los fines por los hemos decidido luchar: la liberación nacional y social del pueblo andaluz.


La recuperación del espacio político de la izquierda independentista, es el primer reto y el más importante con el que se enfrenta el soberanismo andaluz, y solo se puede conseguir enfrentando ideas y acciones con los actuales detentadores de ese espacio.


El ocupar un espacio político, y mucho menos el liderarlo, no es una decisión unilateral de un grupo político, social o sindical, sino el reconocimiento de la sociedad y de sus actores políticos, sindicales y sociales. Conseguir ese reconocimiento no se hace participando en los actos de las organizaciones a las que necesitamos desbancar para encauzar el capital humano del soberanismo hacia posiciones realmente independentistas y rupturistas, puesto que de esa forma les reconocemos como líderes de ese espacio político y lo afianzamos en la percepción popular.


Conseguir ese reconocimiento que en la actualidad se hace imprescindible para que la izquierda independentista tenga opciones de influir en el devenir político de nuestra nación, pasa por el enfrentamiento político e ideológico con los arribistas y encantadores de serpientes que nos llevan hacia posiciones estatales y reformistas. El reconocimiento de las organizaciones independentistas por parte de organizaciones similares en otras naciones del Estado es el principio para que los actores políticos y sindicales andaluces nos reconozcan y nuestra acción política pueda redundar en el fortalecimiento de nuestras organizaciones y el avance en los objetivos políticos.


El camino no es fácil; hay que luchar contra maquinarias mediáticas y electoralistas que tienen en el montaje escénico su punto fuerte para la manipulación y el encauzamiento de la ingenuidad popular hacia las posiciones que política y económicamente les interesan.
El primer paso es la denuncia y el debate.


Alí Manzano.

 

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