En un proceso generalizado de urbanización, la condición macrocéfala del Área Metropolitana de Buenos Aires genera una sinergia de fenómenos de grandes contrastes, gravitacionales, hacia la centralidad por un lado y de dispersión hacia los bordes por el otro.1En un escenario de crecimiento difuso, caótico y desmesurado, las migraciones externas e internas imponen movilidades residenciales centrípetas y centrífugas que producen grandes mutaciones socio-espaciales en la metrópoli sobreurbanizada y suburbanizada. Mientras los sectores privilegiados pueden optar entre emigrar hacia la suburbanización en barrios cerrados o vivir en protegidos condominios verticalesen las zonas centrales de la ciudad, los menos favorecidos son parte de un mecanismo expulsivo hacia la periferia, que acumula población precarizada y los confina en barrios de extrema pobreza.