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Europa :: 12/07/2017

La bandera de EEUU ondea sobre los tres mares de Europa

Manlio Dinucci
El régimen de EEUU arrastra a la UE a una gran reorganización militar del centro y el este de Europa bajo la denominación de "Iniciativa de los Tres Mares"

Para el presidente Trump es un triunfo haber llegado el 5 de julio en visita a Varsovia. Polonia, asegura la Casa Blanca, es un «fiel miembro de la OTAN y uno de los más cercanos amigos de América» (léase EEUU).

Polonia es, en efecto, la punta de lanza de la estrategia EEUU/OTAN que ha arrastrado a Europa a una nueva guerra fría contra Rusia. En Polonia, país al que se trasladó en enero la 3ª Brigada Blindada de EEUU, está acantonado –con fines anti-rusos y bajo la autoridad de un mando estadounidense– uno de los cuatro grupos de batalla de la OTAN «con presencia avanzada reforzada».

Polonia tiene también el mérito de ser uno de los 4 miembros europeos de la OTAN que ha alcanzado el objetivo, requerido por EEUU en 2014, de dedicar al sector militar más de un 2% de su PIB. Como compensación, anuncia Varsovia, Polonia no tendrá que contribuir al «Fondo para la Defensa» que la Unión Europea inició el 22 de junio.

O sea que, para washington, la Polonia del presidente Andrzej Duda reúne las características necesarias para asumir otro importante papel, el de iniciar y dirigir la «Iniciativa de los Tres Mares», un nuevo proyecto en el que participan 12 países situados entre el Mar Báltico, el Mar Negro y el Adriático: Polonia, Lituania, Letonia, Estonia, Hungría, Chequia, Austria, Bulgaria, Rumania, Croacia, Eslovaquia y Eslovenia. Todos esos países son también miembros de la Unión Europea, y por esa razón el presidente polaco Duda define la Iniciativa como «un nuevo concepto para promover la unidad europea».

Pero todos esos países –con excepción de Austria– son también miembros de la OTAN, que responde a un mando estadounidense, por lo cual están más vinculados a Washington que a la Unión Europea.

La «Iniciativa de los Tres Mares» tuvo como padrino al presidente Trump, durante la conferencia que se realizó el 6 de julio en Varsovia, pero fue concebida por la administración Obama. Se anunció el 25 de agosto de 2016, con la Declaración Conjunta de Dubrovnik, que la presentaba como una iniciativa tendiente a «conectar las economías y las infraestructuras en los sectores de la energía, los transportes, las comunicaciones digitales y, en general, la economía». Objetivo oficial: «hacer que el centro y el este de Europa sean más seguros y competitivos». ¡EEUU se ocupará de eso!

Antes del encuentro, se anunció que en su discurso ante la Conferencia de los Tres Mares Donald Trump «se concentrará en el desarrollo de las infraestructuras y en la seguridad energética, poniendo de relieve sobre todo los primeros envíos de LNG (gas natural licuado) estadounidense a Polonia rápidamente en el próximo mes». Una terminal construida en el puerto báltico de Swinoujscie, con un costo de 1 000 millones de dólares, permitirá a Polonia importar anualmente 5 000 millones metros cúbicos de gas licuado estadounidense, volumen que podría elevarse a 7 500 millones de metros cúbicos.

A través de esa terminal y otras, como la prevista para su apertura en Croacia, el gas proveniente de EEUU, o de otros países pero siempre a través de compañías estadounidenses, se distribuirá mediante gasoductos creados para ello en toda la «región de los Tres Mares».

El objetivo no puede ser más evidente: afectar a Rusia provocando una disminución de las compras europeas de gas ruso –objetivo realizable únicamente si la exportación de gas estadounidense, más caro que el gas ruso, goza de fuertes subvenciones estatales–; amarrar aún más Europa Central y Europa Oriental a EEUU no sólo en el plano militar sino económicamente, creando en ese sentido una competencia con Alemania y con otras potencias europeas; crear en Europa una macro-región (la de los «Tres Mares») de soberanía limitada, bajo la influencia directa de EEUU, que de hecho quebraría la Unión Europea y se extendería hacia Ucrania y más allá de esta.

El mapa de Europa está a punto de cambiar, pero la bandera de las barras y las estrellas sigue clavada en suelo europeo.

Il Manifesto / Red Voltaire

 

 

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