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Nacionales PP.Catalans :: 02/03/2018

El pantano de la tibieza

Carlo Frabetti - La Haine
El trastorno tripolar o la grosería del término medio en el "conflicto" catalán

Cundo un conflicto sociopolítico se polariza, tendemos a pensar en dos polos, como en los planetas o en los imanes; pero al hacerlo nos olvidamos del tercer polo, el de los oportunistas, los necios y los cobardes del “término medio”. En una discusión digna de ese nombre, no pueden tener “parte de razón” ambos interlocutores: eso solo es posible si se discute superficialmente, o sobre cuestiones irrelevantes, o cuando el tema no está bien definido. Cuando se discute en profundidad y con las premisas claras, pueden estar equivocadas ambas partes, pero no pueden tener razón las dos. Lo que equivale a decir que los “equidistantes” se equivocan siempre. Y aunque por exigencias de la presunción de inocencia haya que empezar diciendo que se equivocan, en algunos casos es inevitable pensar que, más que de un error, se trata de una estrategia deliberada para intentar sacar provecho de una situación conflictiva.

En la mal llamada “guerra civil” española, no todo lo que se hizo en nombre de la República fue correcto; pero la asimetría entre la parte agresora y la parte agredida era y sigue siendo evidente, y solo los necios o los canallas pueden hablar del conflicto desde la neutralidad o la equidistancia. (En cierta ocasión le pregunté a Peter Weiss por qué en su obra teatral Discurso sobre el Vietnam había vestido a los vietnamitas de blanco inmaculado y a los estadounidenses de negro. “Porque unos son los buenos y otros los malos”, contestó).

En el mal llamado “conflicto catalán”, quienes defienden el derecho de autodeterminación y la libertad de expresión, no todo lo han hecho bien, ni son todos iguales. Pero hay un bando de los agresores -los que pegan, disparan, encarcelan y amordazan- y un bando de los agredidos, un bando de los carceleros y un bando de los presos políticos, un bando de la infamia y un bando de la dignidad, y solo un necio o un canalla puede negar esta distinción básica, que, antes que con el independentismo, tiene que ver con los derechos humanos. Lo que significa que el Gobierno, la judicatura y los grandes medios de comunicación están en manos de necios y canallas.

Ese es el verdadero conflicto, que solo es catalán en la medida en que son los catalanes quienes más están sufriendo sus consecuencias, y los cómplices necesarios de los agresores son, una vez más, quienes intentan nadar y guardar la ropa.

En este sentido, me parece significativo (sin ánimo de convertirlo en chivo expiatorio de una impostura por desgracia muy frecuente) el papel de un personaje como Joan Coscubiela. Personaje, sí, porque “el Coscu”, como cariñosamente se autodenomina en su blog, es ante todo, y como todos los políticos de oficio y beneficio, un personaje teatral en busca de protagonismo, que, como delata su autorreferente libro Empantanados, se ha instalado en el pantano de la tibieza, al igual que Podemos, los “comunes” y tantos intelectuales cautelosos, valga el eufemismo.

“La solución, si existe -dice el Coscu en su blog-, no vendrá de la mano de la ‘victoria’ y mucho menos si va acompañada de humillación –así se sienten muchas personas en Catalunya-. La solución a este tipo de conflictos empantanados es muy compleja, especialmente cuando están implicadas millones de personas y contiene fuertes elementos emocionales. Y solo puede venir de la mano de salidas imperfectas. Pactar el desacuerdo siempre es mejor que el espejismo de una falsa solución construida sobre la victoria y la derrota. Desgraciadamente todo parece apuntar a otro camino. De un lado la tendencia suicida del independentismo a despeñarse de nuevo hacia la derrota y de otro, un Gobierno Rajoy tentado por la victoria”.

Solo un ex secretario de CCOO curtido en la retórica de la vacuidad podía decir tan poco con tanta palabrería, que lo único que deja claro es su torpe oportunismo político. Y lamentablemente hay muchos como él, engrosando el engañoso tercer polo del conflicto.

“Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”, sentencia el Apocalipsis, una cita que los creyentes harían bien en recordar. Y los ateos no deberíamos olvidar a Machado: “¿Dijiste media verdad? Dirán que mientes dos veces si dices la otra mitad”.

 

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