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Medio Oriente :: 07/11/2023

Los colonos sionistas expulsan a los beduinos de Cisjordania

Emma Graham-Harrison, Quique Kierszenbaum
Los pastores denuncian la violencia física y económica que les expulsa de sus hogares en una campaña acelerada, agresiva y muy eficaz

"La estrategia de apropiación de tierras más eficaz desde 1967"

El diminuto asentamiento de colonos que domina la aldea beduina de Ein Rashash se llama "Ángeles de la Paz", pero, según Sliman al-Zawahri, sus residentes sólo han traído violencia, miedo y desesperación a su familia.

Esta semana, la comunidad beduina empaquetó la mayoría de sus pertenencias y se llevó a todas las mujeres, niños y ancianos de la cresta de Cisjordania que habían llamado hogar durante casi cuatro décadas, encaramada sobre un manantial y junto a un yacimiento arqueológico.

"No nos dejaron ni respirar", dijo Zawahri, de 52 años, describiendo una campaña de violencia e intimidación que duró meses y se intensificó en las dos últimas semanas. Primero prohibieron a los aldeanos el acceso a las tierras de pastoreo y al manantial, y luego la violencia llegó a sus hogares.

"Entraron en el pueblo y destruyeron casas y corrales de ovejas, golpearon a un hombre de 85 años, asustaron a nuestros hijos. Poco a poco nuestras vidas se hicieron invivibles".

Unos pocos hombres intentan sobrevivir entre los restos de las casas, los corrales vacíos, los paneles solares destrozados y las ventanas rotas, reivindicando frágilmente su propio pueblo.

No se trata de una tragedia individual. Los hombres de "Ángeles de la Paz" forman parte de un amplio, violento y muy exitoso proyecto político para ampliar el control israelí de Cisjordania que se ha acelerado, dicen los activistas, desde que los ataques del 7 de octubre de Hamás desencadenaron una nueva guerra con Israel.

Los improbables agentes de esta apropiación de tierras son ovejas y cabras, pastoreadas por colonos radicales en pequeños puestos avanzados.

Tomar tierras construyendo viviendas y comunidades en ellas es lento y costoso. Tomar el control de grandes extensiones de colinas secas necesarias para alimentar a un rebaño de animales, intimidando y aislando a los pastores palestinos y trayendo otro rebaño, es mucho más eficiente.

"Esta ha sido la estrategia de apropiación de tierras que más éxito ha tenido desde 1967", afirma Yehuda Shaul, destacado activista, director del Centro Israelí para Asuntos Públicos y fundador de Breaking the Silence, una ONG que denuncia los abusos militares en las zonas ocupadas.

Sólo en el último año, 110.000 dunams, o 110 km2, fueron anexionados de hecho por colonos en puestos avanzados de pastoreo, afirmó. Todas las zonas de asentamientos construidas desde 1967 abarcaban sólo 80 km2.

Fue también el mayor desplazamiento de beduinos palestinos desde 1972, cuando al menos 5.000 personas -y quizá hasta 20.000- fueron desplazadas del norte del Sinaí para dejar paso a los asentamientos, añadió Shaul.

Los colonos sionistas y sus aliados políticos han celebrado este enfoque relativamente nuevo.

"Una acción que hemos ampliado a lo largo de los años son las granjas de pastoreo", dijo Ze'ev "Zambish" Hever, secretario general de la organización de colonos Amana, en una conferencia celebrada en 2021. "Hoy cubren cerca del doble de terreno que las comunidades edificadas... comprendemos la importancia del asunto: mira, es mucho".

Unos 450.000 israelíes se han asentado en lo que hoy es la zona C de Cisjordania -la zona bajo pleno control militar y político del régimen israelí- desde que comenzó la ocupación de los territorios palestinos en 1967, algunos motivados por razones religiosas o nacionalistas, y otros por el menor coste de la vida.

La mayor parte de la comunidad internacional considera su presencia un obstáculo importante para una paz duradera, pero hasta hace poco la atención se centraba más en las comunidades de casas que en los puestos avanzados de pastores.

En septiembre, la ONU alertó sobre el aumento de la violencia de los colonos contra los pastores palestinos y su expulsión de sus hogares y tierras.

"Un total de 1.105 personas de 28 comunidades -alrededor del 12% de su población- se han visto desplazadas de sus lugares de residencia desde 2022, citando como razón principal la violencia de los colonos y el impedimento de acceso a las tierras de pastoreo por parte de éstos", declaró la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA).

Ahora que el ejército israelí está intentando (sin mucho éxito) una invasión terrestre de Gaza, y que los diplomáticos sólo están preocupados por rescatar a los rehenes judíos en Gaza -y no por las miles de muertes de civiles palestinos- y evitar una guerra regional, y que el estado de ánimo nacional es de furia tras la muerte de 1.400 personas entre soldados y colonos el 7 de octubre, la atención se centra poco en Cisjordania.

En un clima de miedo para los palestinos -el grupo israelí de DDHH B'Tselem afirmó que soldados y colonos han matado a decenas de palestinos en 10 días en Cisjordania-, el desplazamiento de pastores se ha acelerado, dicen los activistas.

The Guardian visitó dos pueblos abandonados en menos de una semana, Ein Rashash y Wadi a-Seeq, y un tercero en el que algunas familias estaban debatiendo su marcha.

"Éste ya era el desplazamiento más importante que hemos visto desde la década de 1970. Ahora hemos visto dos pueblos abandonados en una semana", dijo Shaul. "Esto es como los esteroides".

Los colonos judíos de Herder que viven cerca de la aldea de al-Mu'arrajat habían comenzado a detener a los palestinos, pidiéndoles sus documentos de identidad y diciéndoles que tenían 24 horas para abandonar sus hogares, dijo Alia Mlehat, de 27 años.

Habían impedido a la gente salir del pueblo, sacado a la gente de sus coches y conducido entre las casas, dijo. Todos llevaban fusiles de asalto y a veces disparaban al aire.

"Desde el comienzo de la guerra, nadie puede ir a ninguna parte", dijo. "Es un proceso lento de profundización del miedo... no hay salida, ya que la guerra ha restringido nuestras vidas".

Los únicos viajes fuera de su comunidad ahora eran viajes de ida. "Un hombre ya se ha marchado con su mujer y sus hijos. Otras cinco familias están pensando en marcharse", dijo.

Los colonos pastores sionistas se han hecho con el control del 10% de la zona C y del 6% de toda Cisjordania en unos cinco años, afirmó Shaul, citando cifras recopiladas por Kerem Navot, una ONG que hace un seguimiento de la actividad de los colonos.

La denegación del acceso a los pastos añade la guerra económica a la violencia física. El recorte de tierras de pastoreo y cultivo de forraje obliga a los pastores a vender algunos animales, y con rebaños más pequeños, ganan menos dinero y son más vulnerables a enfermedades, lesiones u otras pérdidas.

"Los pastores palestinos deberían ser autosuficientes gracias a sus medios de subsistencia. En lugar de ello, necesitan ayuda humanitaria debido a la violencia de los colonos y a la incapacidad del régimen israelí para hacer rendir cuentas a los autores", señala el informe de la OCHA de la ONU .

El impacto fue tan grave que puede equivaler a un crimen de guerra, añadía la declaración. Junto con las demoliciones, los desalojos y las restricciones a la circulación y la construcción, los ataques contra los pastores crearon "un entorno coercitivo que contribuye a desplazamientos que pueden equivaler a traslados forzosos, una grave violación del Cuarto Convenio de Ginebra".

El cercado de las tierras de pastoreo también ha dejado prácticamente sitiadas algunas aldeas, en las que la gente se ve obligada a tomar largas y tortuosas rutas para llegar a tierras que están cerca de su casa pero al otro lado de una sección reclamada por los colonos.

En los casos más extremos, los aldeanos tienen tanto miedo de viajar por carreteras controladas por colonos que activistas israelíes de grupos que intentan proteger a las comunidades beduinas -viviendo con ellos, caminando con ellos mientras pastorean rebaños y documentando los abusos- les llevan comida y agua.

También ellos se convierten a veces en objetivos. El año pasado, Hagar Gefen, de 71 años, recibió una paliza tan violenta que acabó en el hospital con las costillas rotas y un pulmón perforado.

"Nada me haría parar", afirma Gefen, una antropóloga cuyo sentido del humor está a la altura de su valentía. "A no ser que me cortaran las piernas: hay que poder andar para estar con los pastores".

Nadie ha sido procesado por ese ataque, y activistas y palestinos dicen tener poca fe en las autoridades israelíes de Cisjordania. Según la ONU, en cuatro de cada cinco comunidades, los residentes habían presentado denuncias por violencia de los colonos supremacistas, pero sólo en el 6% de los casos hubo algún seguimiento.

Para muchas comunidades, el desplazamiento es un segundo trastorno impulsado por el régimen israelí y sus ciudadanos. La familia de Al-Zawahri se vio obligada a abandonar la zona del Néguev en 1948, y vagó durante varios años antes de establecerse en sus actuales hogares.

Esperan que, cuando termine la guerra, el régimen israelí -o la presión internacional- garantice que este nuevo exilio no sea permanente.

"Estamos deseando que termine la guerra para intentar volver a casa", afirma Ayoub al-Zawahri, de 50 años. "Vivimos en lugares que no nos pertenecen".

The Guardian. Traducción: Antoni Soy Casals para Sinpermiso. Revisada por La Haine.

 

Enlace al artículo: https://www.lahaine.org/fK74