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Euskal Herria :: 30/05/2018

La historia de un hijo de puta

Mikel Arizaleta

Fue por la mañana, cuando tras echar una ojeada al debatido tema de Panera, entre sorbo y sorbo del café mañanero, recordé aquel bello poema de Charles Bukowski desconocido hasta hace unos años: The History Of One Tough Motherfucker, La historia de un duro hijo de puta: Vino a la puerta una noche mojado flaco golpeado y aterrado un gato blanco bizco sin cola lo entré y alimenté y se quedó empezó a confiar en mí hasta que un amigo subió por mi calle y lo atropelló llevé lo que quedó a un veterinario que dijo, “no mucho por hacer… dele estas píldoras… su columna está destrozada, pero estuvo destrozado antes y de algún modo se arregló, si vive nunca caminará, mire estos rayos X, ha sido disparado, mire aquí, los perdigones están aún ahí… también, una vez tuvo cola, alguien se la cortó…” El poema completo lo encontrarán en internet, y merece ser leído.


Y también se lee en el Quijote de Cervantes: -¡Oh hi de puta, bellaco, y cómo es católico! -¿Véis ahí -dijo el del Bosque en oyendo el hi de puta de Sancho- como habéis alabado este vino llamándole hi de puta? -Digo -respondió Sancho- que confieso que no es deshonra llamar hijo de puta a nadie, cuando cae debajo del entendimiento de alabarle.
Es habitual, sentencia una juez de Palma, que en una discusión entre dos persona surjan insultos por ambas partes y que, si la disputa sube de tono, califique a su oponente de "hijo de puta". No se refiere directamente a él, sino que califica a la madre, por lo que puede sentirse injuriado. Sin embargo, con el tiempo la expresión ha evolucionado perdiendo su sentido literal y, según señala ahora en su sentencia, que a su juicio la expresión "hijo de puta" ya no puede considerarse como una injuria, sino como una grosería o expresión de mal gusto.


Es posible que la jueza, en su argumentación, recordara aquel viejo diálogo del Quijote.


En parecida discusión y subida de tono metida se halla desde 1984 la Asociación de Vecinos de Uribarri con el matrimonio de conveniencia y mordida: Panera y Ayuntamiento de Bilbao. En los años 70 se construyó una autovía en unos terrenos, que aunque ocupados por el víal y, por tanto, de propiedad municipal, siguieron registrados a nombre privado, Panera. Y no sólo en la finca de 19.000 m2, de la que forma parte el terreno de 5000 m2 ocupado por la autovía, se han construido 246 viviendas ilegales por encima del volumen autorizado en el Plan urbanístico, sino que ahora, de nuevo, se utilizan esos 5000 m2, ocupados por el víal pero registrados de modo ilegal y por consentimiento del Ayuntamiento a nombre privado, hoy de Amenabar, para edificar una torre de 19 alturas. Podemos estar hablando de un beneficio con mordida de 72 millones de €. Todo apunta a la mordida más gruesa de la que se tiene constancia en Euskal Herria. Por la lucha, los papeles presentados, las discusio nes y argumentos habidos en plenos, los dimes y diretes entre las partes se descarta el posible desconocimiento. Sencillamente, hablamos de corrupción con los papeles en la mano. Y se piden responsabilidades, porque esos 5000 m2, ocupados por la autovía pero corridos y ubicados ahora en otro lugar, se asientan en solar ya registrado a nombre de particulares. Por lo que las consecuencias son imprevisiblemente graves.


Ya venía advirtiendo entre nosotros el periodista y criminólogo Ahoztar Zelaieta en varios trabajos, pero sobre todo en su libro de 2017: “Euzkadi S.A. El gen corrupto del PNV”, “la corrupción tejida en torno al partido, que lleva 40 años en el poder en el País Vasco”: medio centenar de ayuntamientos del PNV bajo sospecha, más de 30 excargos procesados, un centenar de procedimientos por denuncia, altos cargos del Gobierno Vasco en activo imputados, reproches del Tribunal de Cuentas sobre “posible financiación ilegal” del partido, clientelismo, tramas de financiación ligadas al partido, que están siendo investigadas, comisiones del 4% en el caso de De Miguel, que estos días se ve en tribunales judiciales de Gateiz… El Panera de ayer y hoy Amenabar es una irregularidad tan grave, clara y tercamente llevada por el Ayuntamiento del PNV de Bilbao, con la colaboración sumisa del compañero de gobierno, el PSOE, que sólo se justifica por una gruesa mordida de años. Por otra parte, nada extraño a la luz de los numerosos casos de corrupción, que van aflorando tras la huella del PNV en las diversas instituciones de nuestro territorio, como apunta Zelaieta en sus numerosos trabajos.


Lo que hoy el alcalde Aburto certifica con su firma, otros alcaldes anteriores, como Robles y Gorordo, lo denunciaron con la suya.
La lucha y denuncia sigue en pie.

 

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