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Nacionales E.Herria :: 06/12/2018

De estar en contra, a derrocar la constitución española

Borroka Garaia
La constitución española más allá del rey español, la cabra de la legión y manolo el del bombo, en Euskal Herria significa autonomía

Nadie recuerda que fuerzas democráticas o anti-fascistas derrocaran al enano de franco. Nadie lo recuerda porque eso nunca llegó a ocurrir. La oligarquía española, verdadera fuerza motor del régimen franquista, ante la necesidad de abrirse al capitalismo expansivo y de fortalecer a la burguesía para generar ciclos de acumulación mas eficientes para el estado burgués español decidió ella misma reformarse. Tras las cunetas y largas décadas represivas ya no tenía apenas oposición, salvo pequeños grupos anarquistas y comunistas, además de una organización vasca que se acababa de refundar y tenía como objetivo el estado socialista vasco independiente. Por otro lado sí tenía fuertes aliados internacionales como por ejemplo EEUU, que había visto durante muchos años con buenos ojos el “bastión anti-comunista” que representaba el régimen franquista en Europa y que supervisó todo el proceso de integración en el bloque occidental del capital y no es sorpresa que como resultado final llegara la OTAN y el acuerdo con el capitalismo europeo.

De esta manera el franquismo, dirigiendo la alianza con todas las fuerzas burguesas y socialdemócratas españolas y reprimiendo con furia a las aun rupturistas, se sacó de la manga la “reconciliación nacional”. El colaboracionismo reformista del PCE y del PSOE echando paladas sobre las cunetas pero sobre todo sobre las ideas que defendieron los que las habitan, hicieron el resto, y de un día a otro el franquismo se hizo “democrático” y la desmemoria habitual. La oligarquía española seguía dominando y ahora re-legitimizada mediante la constitución española que abriría las puertas hacia el desarrollo de la burguesía española, es decir, hacia unos niveles de explotación y ganancia superior.

El siguiente amarre lo fue con las burguesías de “la periferia” estatal geográfica mediante los procesos autonomistas cediendo parte de la gestión para que estas puedan controlar y explotar a sus pueblos trabajadores mientras la dependencia e integración se iba asentando.

En Euskal Herria el concierto (y el convenio) representaban la materialización efectiva de las ambiciones de la burguesía regionalista, abriendo al mismo tiempo espacio a esa burguesía vasca emergente para acelerar el nuevo ciclo de explotación que necesitaba el nuevo régimen hijo del franquismo. Por lo que el estatuto de autonomía a fin de cuentas negaba a Euskal Herria su derecho a independizarse y al mismo tiempo ponía en manos de la burguesía vasca la gestión económica dejando a la clase trabajadora vasca sin ninguna capacidad de decisión y presa del capitalismo español e internacional. A lo que hay que unir la cesión más tarde a la burguesía vasca de una parte del monopolio de la violencia de estado: la ertzaintza.

No se puede desatar un nudo si no se sabe cómo está hecho. Para derrocar la constitución española en Euskal Herria hace falta desatar el nudo que propicia que siga ejerciendo su poder por encima de la voluntad de la clase trabajadora vasca. La constitución española más allá del rey español, la cabra de la legión y manolo el del bombo, en Euskal Herria significa autonomía, estatuto, concierto económico o convenio, subvención, “oasis”, ”empresariado jatorra” y folclorismo. Esos son sus pilares, y una clase, la burguesa, que por encima de identitarismos superficiales y diversos en lo esencial defiende lo mismo y no por casualidad.

El régimen español y su constitución en Euskal Herria solo puede caer cuando entre en crisis todo el conglomerado autonómico y la burguesía que lo sostiene y esa crisis provenga del ejercicio revolucionario de una clase trabajadora vasca que vele solo por sus intereses, elevando las contradicciones sociales en una lucha contra el capital en todos sus frentes que destruya lo viejo y construya lo nuevo, y esté unida en cuanto al ejercicio de la autodeterminación para independizarse de españa y también de la burguesía para que esta tampoco tenga el poder de decidir por encima del pueblo trabajador vasco como hace ahora . Por eso estamos hoy relativamente lejos de la independencia, por lo que con urgencia cabe restaurar los puentes y retejer hilos de los abajos y perder los miedos para impulsar las nuevas rebeldías auto-organizadas que dejen atrás la fase meramente reivindicativa de cara a la galería y el politiqueo de salón institucional para dar inicio a una nueva ofensiva político-social que no tendrá otra opción y destino que acabar en una revuelta o levantamiento que abra una ventana de oportunidad.

 

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