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Venezuela :: 25/01/2019

¿¿Y ahora qué??

Insurgente
Hoy, como siempre, la disyuntiva es entre socialismo o barbarie, entre soberanía o dependencia.

Los sacerdotes de la equidistancia, del “ni unos ni otros”, cuando suceden acontecimientos que enseñan con suma claridad la lucha de clases, la lucha contra el imperialismo, son descubiertos como lo que son: unos meros peones al servicio de.

Mientras esto no sucede lo van llevando con el favor de lo que siembra el capitalismo, esto es, desideologización masiva, argumentario de que dentro del sistema se pueden hacer reformas para que la gente viva mejor, paz social, “rostro humano”, no agredir a los poderes sino persuadirlos para que cambien de actitud, que los emporios económicos paguen algo más para redistribuir mejor la riqueza… . Tienen como aliado el cacareado “fin de la historia” (según la cual el capitalismo es imbatible y eterno), los tiempos modernos del 2.0, el riego constante de la idea que la clase media (y sus aspirantes) con su religión consumista es del todo importante y pone epílogo al “antiguo” concepto de “burgueses y proletarios”. La gente -nos dicen- no quiere más nada, la militancia es vintage, y el querer cambiar las cosas de raíz un club utópico que habitan los más irredentos pero que, inevitablemente, están condenados a morir en alguna esquina solitaria.

Y sin embargo se mueve. Y tanto. En ese contexto de desesperanza que se la ha transmitido a la izquierda, y que sus acomodaticios representantes han comprado con urgencia, resurge el fascismo y -curiosamente- encuentra a parte de la izquierda en el sueño profundo o anexada al sistema a cambio de cuatro prebendas. Sospechoso.

Hace unas horas, EE.UU ha intentado un nuevo golpe (y van…) en América latina. El neo-fascista Donald Trump, en un estado de desesperación al comprobar que con todo lo hecho contra la revolución bolivariana (sabotajes, asesinatos, acaparamiento de alimentos, fake news, intento de asesinato de Maduro, millones y millones de dólares para sus afines de la extrema derecha, trabajo permanente de la OEA, ataques desde Colombia, saqueos … ) no ha podido instaurar un régimen a su imagen y semejanza, recurre a nuevos protagonistas y viejas situaciones. El apoyo de sus medios de desinformación masiva opera, en estos casos, como un coro aleccionado.

Pero, sin querer, el tal Trump, se lo ha puesto complicado a los “ni-ni”, ¿y ahora qué? ¿Con Venezuela y su soberanía o con el imperialismo? Una vez más se les cae la careta. La socialdemocracia se ve en un brete porque es descubierta en el lado que realmente habita, es como si las máscaras se le cayesen, y esta situación no les place porque les rompe el guión del engaño permanente. Los que a su lado han hecho excusa con el menosmalismo, y pactan con el “centro-izquierda” una y otra vez, porque “esto es lo que hay”, no tienen donde esconder en estas horas la vergüenza de vivir junto a los que, llegado el caso de agudización de un escenario político, están con el imperio (y el fascismo).

Hoy, como siempre, la disyuntiva es entre socialismo o barbarie, entre soberanía o dependencia. Entre el golpe de Trump o la resistencia bolivariana. Y no hay tercera vía, por mucho que la hayan promocionado sus cómplices desclasados.

 

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