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Pensamiento :: 28/04/2019

El voto del miedo

Ali Manzano
Elegir entre la derecha o PSOE no es una opción porque ambas representan los intereses de la misma clase social

Hemos llegado al final de una campaña electoral caracterizada por una enorme presión -desde medios de comunicación, partidos y redes sociales- para frenar la abstención e incitar a la gente a votar, mediante la utilización instrumental de un partido de extrema derecha, Vox.

La incitación al voto no se ha hecho por medio de propuestas atrayentes para el electorado, sino lanzando mensajes emocionales que provocan el miedo, y por lo tanto la paralización de la capacidad de pensar y decidir.

El miedo es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o a una amenaza. El miedo, que siempre ha sido utilizado como arma de manipulación de masas por regímenes autoritarios, también es utilizado por las burguesías ostentadoras del poder real en las democracias occidentales o “democracias burguesas” para cambiar gobiernos o afianzar a los existentes, o introducir cambios políticos o económicos. En las democracias formales, cuando el Estado siente el riesgo de perder poder, o decide implementar políticas contrarias en un principio a la opinión pública, se activa este mecanismo de control y a continuación se ofrecen las soluciones que beneficien a las clases dominantes y que de antemano ya estaban decididas. Un ejemplo de esto fue el temor generado por los medios de comunicación ante la falsa amenaza Iraquí por las inexistentes “armas de destrucción masiva” que nunca se encontraron. El miedo generado a la población permitió que la opinión pública norteamericana aceptara la destrucción de Irak.

En el Estado español, tras la crisis política surgida por el pulso del independentismo catalán al y por el desapego de la ciudadanía a los partidos políticos con el aumento de la abstención, el Estado ha reaccionado con un giro de todo el espectro político a la derecha, con planteamientos recentralizadores y una posición unánime de la “clase política” contra el derecho a decidir del pueblo catalán. Esto ha sido posible por la irrupción en el tablero político de un partido de extrema derecha, franquista y ultraliberal, introduciendo en el debate político, de una forma descarada, cuestiones sobre las que pensábamos había un amplio consenso social. El apoyo mediático y financiero que la burguesía ha proporcionado a este partido, ha conseguido que todo el franquismo sociológico que aún existe en el Estado español, le de un apoyo que ha sido sobredimensionado por los medios de comunicación para provocar ese deslizamiento de los partidos del Régimen del 78 hacia la derecha y generar miedo en la población ante la amenaza de perder los derechos que aún conserva. Una vez creado el “monstruo” y generado el miedo a lo que el “monstruo” nos pueda hacer, viene la segunda parte, ofrecernos soluciones para que el monstruo no consiga sus propósitos: votar.

Pero el voto no va a frenar a la extrema derecha, no va a desaparecer ni se va a disolver, entre otras cosas, porque la extrema derecha no ha surgido ahora; siempre ha estado entre nosotros, actuando en silencio y sirviéndose de las instituciones y de los partidos del Régimen para dar una apariencia de normalidad democrática.

La “transición” y la “democracia a la española” no acabaron con el franquismo ni con la ideología que lo sustentaba, el Nacional-catolicismo. Los crímenes de guerra y contra los derechos humanos de miles de personas nunca han sido juzgados, incluso el Estado español ha impedido que algunos de estos crímenes fueran juzgados en otros países; los funcionarios franquistas no fueron purgados: jueces, militares, policías, periodistas, empresarios, clero... mantuvieron y mantienen su posición de influencia y privilegio, controlando el acceso y promoción a las carreras militar, policial o judicial. El poder económico ha continuado en manos de los que fueron beneficiados por el franquismo, siendo los ostentadores del poder real, influyendo en los procesos electorales a través de sus medios de comunicación, dirigiendo a los partidos desde la sombra, comprando voluntades, etc.

Incluso los partidos a los que los medios de comunicación españoles llaman de “izquierda” han facilitado el avance de la ideología que sustenta los planteamientos de la extrema derecha: los avances conseguidos por la clase trabajadora a costa de lucha y de sufrir la represión del Estado, han sido desmantelados, primero por el PSOE y después por el PP. La Reforma Laboral del 2010, la Ley Mordaza, la LOMCE, la reforma constitucional del art. 135 que daba preferencia al pago de la deuda sobre los gastos sociales, la reforma de las pensiones, la aplicación del art. 155 de la Constitución española en Catalunya, han supuesto una vuelta de tuerca más a los recortes de derechos sociales y laborales que acometió el PSOE.

En los nueve meses de gobierno de Pedro Sánchez, no se han revertido las leyes aprobadas por los gobiernos de Rajoy; se han continuado las políticas represivas, a pesar de lavar la cara con migajas a las clases más desfavorecidas; no se han eliminado las concertinas de las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla, a las ONGs que trabajan en el salvamento de seres humanos en el Mediterráneo se les ha obligado a mantener sus barcos en los puertos, caso del Open Arms y del Aita Mari; tampoco han retirado los privilegios que el Estado concede a torturadores franquistas como Billy e niño.

Andalucía.

Nuestra tierra es un claro ejemplo de manipulación desde el poder. El PSOE ha gobernado durante 40 años la autonomía andaluza, con políticas claramente de derechas, liberales y colonialistas. La diferencia con las políticas del PP o de la extrema derecha son mínimas, pero a pesar de ello, se le ve como un partido de “izquierdas”. Este juego izquierdas-derechas es de vital importancia para el sistema capitalista que rige el Estado español; facilita la creencia de que el pueblo puede elegir, de que hay libertad y de que las decisiones las tomas tú. La Junta de Andalucía ha sido un mero instrumento al servicio de las políticas del Estado, cumpliendo una función de control de la población a través de una red clientelal de subvenciones y privilegios. La corrupción generalizada en todas las instituciones de la Junta demuestra como se ha repartido el dinero de las andaluzas, de forma arbitraria y sin el más mínimo respeto a las leyes que ellos mismos han elaborado. La corrupción y las políticas económicas les hacen hermanos gemelos del PP.

Estos 40 años de “socialismo español” en Andalucía han servido para allanar el camino a la extrema derecha:

La educación se ha ido privatizando lenta y paulatinamente hasta conseguir que la Iglesia Católica a través de los centros concertados controle un gran porcentaje de alumnas. La renuncia al control de los contenidos de los libros de texto ha supuesto el adoctrinamiento de los jóvenes andaluces en ideologías conservadoras y reaccionarias. A través de la manipulación de la historia se está fomentando el “españolismo”. En los libros de texto ha desaparecido la historia de Andalucía para ser sustituida por los Mitos y Leyendas que justifican el Estado español.

La sanidad, el gran negocio del capital, también se ha ido privatizando, al mismo tiempo que se recortaban los presupuestos de la sanidad pública.

El fomento de los marcadores culturales del españolismo a través de la TV pública andaluza, Canal Sur, ha sido otra de las formas de contribución a la llegada de la extrema derecha: toros, futbol, Semana Santa, Navidad, Rocío, otras múltiples romerias y un sinfín de actos religiosos católicos; programas de vasallaje a la aristocracia colonial en Andalucía, privilegiada y subvencionada, marginación de nuestras hablas, remitiéndolas a personajes populares, mientras presentadores y personajes supuestamente cultos hablan un español standarizado.

La celebración de las “Tomas” y “Pendones” ha sido otra constante de la “españolización” de Andalucía. Desde los gobiernos municipales del PSOE y desde la Junta de Andalucía se han promocionado las fiestas de la conquista de las ciudades andaluzas por Castilla, en actos en los que se ha puesto en bandeja un escenario para que la extrema derecha se visibilice y despliegue todo el odio a nuestra propia cultura e historia. La celebración de estas fiestas con un marcado carácter xenófobo, homófobo, misógino, islamófobo y andalufobo, ha sido un altavoz para la llamada de la extrema derecha española que año tras año se concentra en “fiestas” como la Toma de Granada.

Las políticas económicas ultraliberales desplegadas por los gobiernos del PSOE en la Junta de Andalucía, el sometimiento a los dictados económicos de los gobiernos de España, de la UE y del FMI, han normalizado, por similitud, las propuestas económicas de la extrema derecha.

En Andalucía ha gobernado el PSOE durante 40 años, con la complicidad del PA, de IU y últimamente de Ciudadanos, sin que se produjeran cambios de calado en los distintos gobiernos de la Junta. Es más, en los tres meses de gobierno del trifachito en Andalucía, tampoco se notan cambios con los periodos anteriores; incluso, el partido que gobernaba con el PSOE, Ciudadanos, ahora gobierna la Junta con sus dos compañeros ideológicos.

Nada ha cambiado en Andalucía, salvo el miedo que va a posibilitar que en Madrid haya un gobierno de la “izquierda española”.

Podemos.

La formación de Pablo Iglesias ha pasado de presentarse como un partido anticapitalista, contrario a la UE y a la OTAN, antimonárquico, a un partido que tiene por referente político la Constitución española, aceptando de facto el sistema capitalista, la monarquía, la UE, la OTAN, la democracia burguesa como única forma de cambio; ha pasado del “sorpasso” al PSOE y de llamarle “casta” y “corrupto”, a denominarle de “izquierdas”, y de pretender pactar con el PSOE un futuro gobierno de España.

Podemos se ha convertido en una herramienta imprescindible para apuntalar al Régimen del 78. A través de sus propuestas de pacto y del cambio en la percepción del mismo, ha ayudado enormemente a blanquear a un partido que sirve a los intereses del capital español y que desde su fundación ha sido una herramienta del capital para contener las revueltas populares y dotar al Estado de la “paz social” imprescindible para los beneficios empresariales.

Las políticas que han llevado a cabo los ayuntamientos gobernados por Podemos, nos muestran la incapacidad de esta organización para llevar a cabo cambios de calado que beneficien a la clase trabajadora. Las limitaciones de las políticas municipales impuestas por la Constitución española, los gobiernos de España y el sometimiento del Estado español a las políticas españolas, son una losa insuperable desde el respeto a la legislación y al orden establecido. Por otra parte, cambiar la sociedad desde arriba, desde el gobierno del Estado es algo imposible, pues ya lo dijo el dictador antes de morir, cuando comentó que todo estaba “atado y bien atado”. Efectivamente, los mecanismos para cambiar la constitución hacen necesaria un mayoría parlamentaria de 2/3 de los representantes del Congreso y otro 2/3 de representantes del Senado, lo que en la práctica supone la imposibilidad de cambiar nada desde el respeto a la ley y a la Constitución española.

Voto o abstención

La propaganda mediática y el miedo inducido ante la “amenaza” de Vox, está haciendo que mucha gente haya decidido ir a votar. Y si el objetivo del voto es frenar a la extrema derecha, solo se pueden votar dos opciones: PSOE o Podemos -Hay opciones de carácter revolucionario, pero que por su condición de fuerzas minoritarias no van a tener el apoyo de aquellas personas que han decidido votar contra Vox-. Votar a uno u a otro, es votar por la continuidad del sistema, es darle aire al Régimen del 78, es consentir que las reformas políticas y económicas que han perjudicado gravemente a las clases trabajadoras se queden para siempre, contentándonos exclusivamente con evitar una vuelta de tuerca más del capital, renunciando a luchar contra el fascismo, contra los recortes, contra el retroceso en derechos y libertades.

Elegir entre la derecha o PSOE no es una opción porque ambas representan los intereses de la misma clase social, la burguesía española y transnacional. Si queremos luchar contra el fascismo y la derecha, contra la burguesía y el capital, la solución no está en el voto, sino en la lucha diaria, en el compromiso con las organizaciones de clase, en la auto organización de la clase trabajadora, en la desobediencia a las leyes del Estado y en la solidaridad entre los pueblos.

Por todo lo anteriormente expuesto, YO NO VOTO,

Alí Manzano.

 

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