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Nacionales E.Herria :: 29/04/2019

Todo atado y bien atado

Borroka Garaia
El régimen del 78 y su sistema autonómico está afianzado y no se siente amenazado. El ataque a la clase trabajadora no remite ni la proletarización de cada vez más sectores

Como decía un colega, elecciones, manifestaciones y deporte asistencial. Son algunas de las cosas en las que, casi nunca, se ponen de acuerdo poder y oposición. Con ellas la rebelión de las masas se canaliza dentro de un orden, hasta que pasa el peligro. La indignación, la protesta, la ansiedad social de cualquier tipo caben en estos eventos, donde el “ciudadano” reprimido, que se sabe un cero absoluto cotidiano, tiene la experiencia engañosa de ser protagonista político, social o deportivo… por unas y ajenas horas. Durante ese tiempo, los indignados toman la calle, las urnas y los estadios, debidamente ordenados detrás de una pancarta o sentados en sus butacas… y sin pisar la flores. Después de un rato, todo vuelve a la calma y nada cambia, porque ninguna de estas “participaciones” tiene poder fáctico alguno.

El capital internacional en alianza con la oligarquía española lleva gobernando más de medio siglo al estado español cosa que no va a cambiar por muchas elecciones españolas que se hagan. Y así seguirá siendo independientemente de qué gobierno del capital lo gestione. Hoy, la apuesta del capital internacional es el PSOE como gestor, para ello y ante el cada vez mayor desenganche social con los partidos políticos no quedó otra que apelar al miedo ante la “ultraderecha” (que viene el coco) y a mercadear con sentimientos identitarios. Mientras que los anteriormente aupados mediáticamente dejaban de serlo, para ser sustituidos por otros.

Las decisiones económicas de calado y estratégicas no las toman ningún gobierno, es por ello que existe una linealidad absoluta en las políticas llevadas a cabo en el estado español desde la emergencia de la falsa democracia española. El continuismo es de tal calibre que si tomamos una por una todas las medidas que ha ido adoptando el estado español desde los 70 hasta hoy la conclusión no podría ser otra de que siempre han gobernado los mismos. Son precisamente esas decisiones económicas que se toman sobre un campo de juego ya trampeado de antemano las que definen después cómo será la gestión. Y al capital le interesa que sea la socialdemocracia, en vez de la derecha más o menos abierta la que llegue a estadios de estabilidad porque la socialdemocracia institucional tiene la capacidad de apagar la protesta social y aplacar la inestabilidad en el caso de que la clase trabajadora esté desorientada, desmoralizada o tenga miedo, y sobre todo en ausencia de una izquierda realmente confrontativa. Lo que unido a una situación de crisis, hace que el capitalismo respire tranquilo con el PSOE en el estado español, pero con Syriza en Grecia también, o en cualquier lugar donde existan ventanas de oportunidad que deberían ser cerradas.

De esta manera en el estado español, no se va a dejar de promover una política de y para el capital y contra los pueblos, por un partido que se presenta como “la izquierda” que ha sido “la salvadora” de la supuesta amenaza “ultradechista”, para que en un tiempo prudencial si los gestores del gobierno quedan erosionados, se abran espacio otras opciones, pero ya con otros sectores centrifugados y dependientes del pactismo, lo que eso se traduce en una ERC que intenta transacionar con la gestión española, abandonado ya para ese partido cualquier tipo de proceso de autodeterminación, y dejando en situación similar aunque con otras características desde hace tiempo a Podemos. La tarea por tanto del PSOE sería gestionar esa “peneuvización” del soberanismo y de la supuesta izquierda institucional, y debido a la ya existente centrifugación y dependencia, y en ausencia ya de procesos políticos que puedan confrontar el ordenamiento y supongan algún riesgo, gestionar en solitario o con la ayuda de Podemos o Ciudadanos.

En cualquiera de los casos el bucle institucional español ha salido reforzado, la derecha en su sentido amplio y como salvaguarda del capital también. Esto en Euskal Herria se traduce en un mismo continuismo, que precisamente se atrinchera en la “defensa” de la institucionalidad autonómica como deseo transversal de la burguesía vasca en búsqueda de su propia estabilidad que hoy es más fuerte que ayer, y por tanto crea más dificultad para salir de su laberinto. Una salida del laberinto que se tendrá que fraguar de diferentes formas hechas hasta ahora para que la clase trabajadora vasca deje de ser dependiente en todos los sentidos, ni que vaya a remolque de intereses que no son los suyos, lo cual requerirá un salto tanto en las formas como en lo métodos para que así sea, de lo contrario no espera otro futuro que otro casi medio siglo de bucle electoral en la ratonera de los estados junto con sus quesitos y descargas eléctricas. Nunca se conseguirá nada mientras la inestabilidad no se abra paso por todo el marco institucional impuesto en Euskal Herria

Hoy el régimen del 78 y su sistema autonómico está más afianzado y no se siente amenazado. Pero las consecuencias del ataque a la clase trabajadora no van a remitir ni tampoco la proletarización de cada vez más sectores, lo cual, en el caso de que se configure una izquierda vasca no auto-centrada en el institucionalismo y el reparto de cromos, que sepa aunar reivindicaciones básicas rupturistas y que no tenga miedo a confrontar y a desplegar la lucha en espacios no controlados actuando con independencia podrá dar cuerpo a la nueva amenaza rupturista con tijeras para cortar lo atado, pues la reforma es la rueda del hamster.

 

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