¡Viva la revuelta de la juventud proletaria!
¡A la revuelta contra la miseria y la desocupación la burguesía magrebí responde con la masacre!
Túnez también ha sufrido los efectos de la crisis económica de estos
últimos años. Y como en cualquier otro país, más o menos avanzado, los
efectos negativos de la crisis capitalista han sido violentamente
descargados sobre las espaldas de las masas proletarias. Las
estadísticas dicen que Túnez es el país africano con el más alto
rédito pro capital; pero dicen también que la desocupación es,
oficialmente, de un 14% sobre una población de diez millones de
habitantes, pero que, realmente, alcanza el 30% con una gran cantidad
de trabajo negro. Los desocupados son, mayoritariamente, los más
jóvenes. Túnez es un país donde reina un régimen que, a través de la
represión, ofrece a los imperialismo europeos una mano de obra a buen
precio y estrictamente controlada por la policía y que, por ello,
obtiene de estos apoyo y protección. El reciente aumento de los
precios de artículos de primera necesidad es el motivo de fondo de las
violentas protestas iniciadas en las ciudades del sur del país para
después extenderse, en las últimas semanas, a todo el territorio y a
la capital Tunicia.
17 de diciembre de 2010: la policía confisca, en la ciudad de Sidi
Bouzid, un carro de fruto y verdura a un joven desocupado, licenciado
en informática, de 26 años porque “no tenía licencia de venta
ambulante” Llevado a la desesperación por la pérdida de lo única
fuente de dinero para él y su familia, el joven se pega fuego delante
del palacio del gobierno; morirá el 5 de enero. Es la chispa que
prende la pólvora. Centenares de jóvenes bajan a protestar en las
calles, se enfrentan con la policía armada en todas partes lanzándoles
piedras y cócteles molotov. ¡La policía responde tirando a matar! A
tres semanas del inicio de los enfrentamientos los muertos ascienden a
más de 60, los heridos se cuentan por centenares igual que los
arrestados. Al hambre, a la desocupación, a la miseria, el gobierno
republicano de Zine el Abidine Ben Alí aferrado sólidamente al poder
con su clan desde hace 23 años, une la represión más dura. Y sólo
después de semanas de represión continuada y oculta no sólo por el
gobierno de Tunisia sino también por los medios de toda Europa, Ben
Alí, en un intento de apagar el fuego de las protestas, hace la
promesa de dar trescientos mil puestos de trabajo entre 2011 y 2012.
Pero nadie le cree y las protestas no han terminado. Entre tanto han
llegado a la capital, Tunisia.
Sidi Bouzid, Kasserine, Thala, Regueb, Feriana, Menassi, Ariana, Mezel
Bouzayane: no son lugares turísticos donde los burgueses y los
pequeñoburgueses europeos van a pasar sus vacaciones a buen precio.
Son las ciudades donde la policía tunecina, defendiendo al gobierno
corrupto y especulador del presidente Ben Alí, ha disparado y ha
asesinado.
La protesta proletaria, la “revuelta del pan”, no sólo no se acaba
sino que supera las fornteras. Y es Argelia, el país más rico del
Magreb gracias sobre todo al petróleo y al gas natural, el siguiente
en la lista. Orano, Boumerdes, Msila, Bou Smail y el mismo Argel, han
sido escenario de las violentas protestas de los jóvenes proletarios
argelinos, exactamente por las mismas razones: alza explosiva de los
precios de productos de primera necesidad y desocupación creciente.
También aquí la juventud se rebela contra una sociedad que no da
garantía de vida ni de futuro no obstante los altísimos ingresos
nacionales debidos sobre todo al petróleo y al gas natural, contra una
sociedad que no garantiza ni siquiera la vida de sus esclavos
asalariados.
La policía que dispara, contra los proletarios que protestan con
algunos actos de violencia contra la sistemática violencia económica y
física que sufren cada día, es la representación más clara del dominio
de clase burgués sobre toda la sociedad y sobre el proletariado en
particular. Y al mismo tiempo la más clara demostración de que en la
sociedad burguesa, en la sociedad en la cual el capitalismo marca
dictatorialmente las reglas de la vida y de la muerte, la única fuerza
social que potencialmente tiene la posibilidad de levantarse contra
este poder asesino, cortarle la cabeza y colocarle finalmente en
situación de no perjudicar más, es la clase proletaria.
El silencio con el cual todos los países civilizados, democráticos, en
los cuales la libertad de expresión y de manifestación se encuentra
“garantizada” por las constituciones, en Europa y en América, han
intentado esconder la violencia policial de los países benjamines
cuyos gobiernos autoritarios aderezados con un velo de false
democracia controlan con mano de hierro, este silencio indica el temor
que la burguesía siente respecto a la posibilidad de que los
proletarios no sólo de Túnez y Argelia sino de los otros países del
Norte de África, con sus revueltas enciendan el fuego de la
sublevación antigubernamental también de los países de Europa donde la
gran parte de la emigración tunecina y argelina podría jugar el papel
de mecha de combustión rápida.
La policía que dispara sobre los manifestantes, el silencio forzoso de
los medios de comunicación nacionales y, sobre todo, la complicidad de
las organizaciones sindicales vendidas al poder burgués, demuestran
que cualquier llamada “al diálogo” constituyen
un cobarde engañoa las masas proletarias que se rebelan contra la
violencia sufrida, contra las reducciones de los salariaos ya
aplicadas, contra le miseria y el hambre ya generalizadas. Demuestran,
sobre todo, que sólo con la fuerza se puede responder a la fuerza,
sólo con la organización de la fuerza proletaria se puede enfrentar la
organización de la fuerza burguesa.
Hoy, en Túnez y en Argelia no han entrado en juego las fuerzas de
conservación burguesa más reaccionarias, las religiosas. Pero los
proletarios lo esperan porque, antes o después, las clases burguesas
dominantes que hoy alardean de su propio “poder laico” si para
reprimir los motines proletarios no tienen suficiente con las fusiles
de la policía, recurrirán abierta o subrepticiamente, a la vía
religiosa– islámica en este caso - o directamente al ejército, quizá
para derribar al mismo Ben Alí igual que recurren sistemáticamente a
la vía democrática y nacionalista.
Los proletarios deben darse cuenta de que la burguesía violará siempre
los “derechos democráticos” que de vez en vez escribe en sus leyes,
que la burguesía no tiene ni tendrá nunca escrúpulos en usar todos los
medios disponibles –de los más violentos los más insidiosamente
pacíficos- para plegar al proletariado a las exigencias de su dominio
de clase, dominio político, social y militar que le sirve para extraer
del trabajo asalariado un volumen cada vez mayor de plusvalor y, por
tanto, de beneficio capitalista.
Los proletarios tienen potencialmente la posibilidad de vencer a la
burguesía y a su poder político con la única condición de volverse del
todo independientes de las políticas y de los aparatos interclasistas
de los sindicatos y de los partidos colaboracionistas que se llaman
“obreros” con el único objetivo de paralizar la fuerza y la
independencia de clase del proletariado. Las manifestaciones
proletarias en Túnez y en Argelia han sido provocadas por los mismo
motivos económicos de fondo: aumento de los precios de los productos
de primera necesidad, aumento del desempleo y por tanto de la miseria
y del hambre para centenares de miles de proletarios. Una organización
de defensa proletaria, auténticamente de clase y por tanto
independiente de las exigencias de conservación social y de sumisión
al capital, no sólo organizaría la lucha con métodos de clase
–llamando a la huelga a todas las categorías de trabajadores, formando
piquetes y comités de defensa de las luchas, organizando la defensa
contra la represión policial- sino que se uniría con la lucha de los
proletarios del país vecino para unificar las acciones de huelga, para
reforzar el movimiento de defensa de las condiciones de vida y de
trabajo de los proletarios sobre el terreno que la misma burguesía ha
elegido: el terreno del enfrentamiento abierto y violento.
Hoy se encuentran, por enésima vez, en primera fila, los proletarios
de los países del capitalismo menos avanzados. Son ellos quienes
indican una vez más a los proletarios de los países más ricos, y por
tanto más opresores, que la vía a seguir no es la de la pacífica e
impotente negociación condicionada por las exigencias primarias del
beneficio capitalista sino aquella de la vigorosa rebelión contra los
abusos continuados de las fuerzas de conservación social. Los
proletarios europeos, sobre todo en Italia, Francia, España, Alemania,
pero también los proletarios de EEUU, países que más que cualquier
otro protegen a los regímenes burgueses del Magreb deben rebelarse
como sus hermanos de clase magrebíes, y deben aportarles su
contribución histórica de las grandes luchas del pasado.
Sólo por esta vía los proletarios pueden reconquistar su fuerza de
clase y representar no sólo un vago temor sino un peligro real para el
régimen de la explotación capitalista hacia el cual, el proletariado
de todos los países, tiene la responsabilidad de darle fin abatiéndolo
para siempre.
¡Viva la revelta de los jóvenes proletarios tunecinos y argelinos!
¡Contra la represión policial de los gobiernos burgueses, defensa
proletaria independiente de cualquier forma sindical y política de
colaboracionismo!
¡Abajo el capitalismo y cualquiera de los regímenes burgueses que lo
defienden!
¡Por la reanudación de la lucha de clase y la solidaridad proletaria
por encima de las fronteras!
¡Abajo la patria burguesa, patria de la explotación, el asesinato
legalizado, de la masacre de proletarios!
¡Por la emancipación del proletariado del capitalismo! ¡Por la
revolución comunista en todos los países!
11 de enero de 2011
PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONAL (EL PROGRAMA COMUNISTA)
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