Tiempo y anarquismo
Todo intento de análisis de la realidad sea muy sofisticado o muy simple tiene tras de sí una serie de principios, valores explícitos o implícitos sobre los que se sotiene una determinada concepción del mundo: así el movimiento anarquista, ha sostenido su acción social y cultural sobre una determinada concepción del tiempo, del cambio y de la evolución social.
Los partidarios de la idea anarquista, desde sus albores allá en el s. XIX, se caracterizaron por sostener su crítica radical del mundo que les vio nacer sobre una visión del tiempo lineal. Consciente o insconcientemente, creyeron que la sociedad de su época se sostenía sobre la injusticia social, pero eso no quitaba que fuera una sociedad más avanzada que todas las anteriores y por suspuesto, mucho más atrasada que la sociedad futura libertaria.
El optimismo sobre el que se sostenía la Idea durante el siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, sustentado en dicha forma de entender el progreso iba de la mano de la confianza en la ciencia (que
se encontraba ya unida indiscerniblemente a la tecnología) y el conocimiento como herramientas de mejoramiento social y personal. Todo ello suponía que la Anarquía más que necesaria, era inevitable.
A grandes rasgos muchos presuntos académicos señalan que entre las ideologías de corte progresista existe una confianza o idealización del futuro frente a las ideologías de corte conservador que tienden a idealizar bien el pasado, bien el presente. Obviamente esto es algo simplificador pues las concepciones del progreso esconden muchos más elementos a tener en cuenta. Para el anarquismo, pese a su variedad, el desarrollo del siglo XX ha deparado cambios muy extendidos en su concepción de algunos de los aspectos mencionados. La concepción del tiempo que configuraba la historia casi como una mera acumulación de conocimientos y avances científicos (que provocaban el progreso de la humanidad), se resquebraja bajo una crítica de hondo calado. Aún así la concepción unilineal del tiempo se abandona como un anacronismo ingenuo y como fórmula mayoritaria surge la visión del progreso en espiral o muelle según la cual la historia es una sucesión de avances y retrocesos en la que parece que predominan los primeros aunque esto habría que matizarlo por su indudable complejidad. No obstante, el laberinto de dudas y pesimismo que atormenta a la segunda mitad del siglo XX ha influido también en el movimiento anarquista que tiene entre sus partidarios a muchos escépticos que critican la visión de la historia como una sucesión temporal que haya conducido a la humanidad por senda del avance y sustentan una visión de la historia que tiende a reflejar una visión del tiempo circular o estanca.
La historia, un constructo abstracto Estas palabras, por si a alguien le suenan a lo rancio propio de la
academia, no quieren decir otra cosa que lo siguiente: el modo de entender la historia es cultural y está atravesado por una serie de valores sociales. Por todo eso no podemos olvidar que tras toda forma de entender la realidad hay detrás una ideología, un discurso que tenemos el deber de analizar y criticar.
La idea de progreso
Como ya hemos señalado, había en los albores (y no tan albores) del anarquismo una visión positiva del progreso que implicaba una confianza en el paralelo e inseparable desarrollo de lo material y lo
moral. Hay en el movimiento anarquista de las últimas décadas una cierta división entre los que mantienen unas premisas similares a las señaladas y algunas teorías, como las antidesarrollistas, que han
denunciado que la idea de progreso (sobre todo el progreso económico y material) durante décadas ha estado unida a los intereses de las clases dominantes que han convertido el progreso material en ideología del capitalismo llegando a enfrentarlo por completo al avance y desarrollo de una sociedad.
Parece que la posición expresada por el pensador Ferrater Mora es la que mejor resume un posicionamiento frecuente entre los anarquistas: el progreso material, sin el progreso moral no sirve de nada.
Vale, ¿y ahora qué?
Si la historia no es un elemento autónomo fuera de la cultura y sólo es una invención humana, sólo nos queda declararnos en guerra contra todos los discursos que hacen de la historia una herramienta para la dominación. Abandonada su posición como escultura esculpida por manos expertas para la contemplación museística, debe ocupar su posición al servicio de la vida. Otórguese la historia el papel liberador que debe
servir de barricada para todos los que hemos sufrido el expolio de nuestra memoria para traer ante nosotros a todos los vencidos, esos que fueron convertidos en mierda o en nada o en menos que nada.
¿Y, entonces, qué es del tiempo para los anarquistas? El tiempo transcurre y nuestra vida apenas está en manos de nosotros mismos. Hay más esferas de nuestras vidas gobernadas por otros que las que nosotros mismos gobernamos. Eso es el tiempo. ¿Qué más queremos saber sobre el tiempo? Avance mucho, avance poco o nada avance. Los tiempos cambian, la dominación persiste.
Contra toda forma de poder. Por la anarquía.