Los grandes festivales de música acusan el llamamiento al boicot contra el fondo proisraelí

A mediados de mayo, el periódico El Salto desveló que un fondo proisraelí se había hecho con el control de muchos de los grandes festivales españoles. Tras invertir en firmas israelíes de ciberseguridad, aportar capital para centros de datos y poseer la propiedad mayoritaria del conglomerado mediático que ofrece viviendas en territorios palestinos, el fondo Kohlberg Kravis Roberts, más conocido por las siglas KKR, es también desde enero uno de los principales proveedores de ocio y espectáculos musicales a nivel mundial.
Desde hace poco, festivales como Sónar, Viña Rock, Resurrection Fest, O Son do Camiño, Monegros Desert Festival, Arenal Sound, Tsunami o el FIB de Benicàssim funcionan bajo la estructura de Superstruct (que organiza mas de 80 festivas en toda Europa) y, por tanto, de KKR, que cerró el acuerdo de compra de la promotora por 1.400 millones de euros.
KKR, un fondo que se lucra con el apartheid
KKR participa en la promoción inmobiliaria en los territorios ocupados ilegalmente por Israel en Palestina. Lo hace a través de otro conocido conglomerado, el grupo alemán Axel Springer, del que KKR es principal inversor desde 2019. Axel Springer --dueño de medios de comunicación como Bild, Die Welt, Business Insider, Politico o Upday-- tiene también una línea inmobiliaria similar a la española Idealista, llamada Yad2, que oferta viviendas en territorios ocupados, en zonas como Jerusalén Este, Gaza y Cisjordania. Además, KKR controla también Guesty, plataforma de software de gestión de propiedades inmobiliarias con sede en Israel. También tiene inversiones en software, ciberseguridad, tecnología financiera, internet, datos e información en empresas y startup de Norteamérica, Europa e Israel. En materia de ciberseguridad, KKR entró en el mercado israelí a través de la compañía Optiv, que estableció colaboración con la firma Israel IntSights, fundada por exoficiales de inteligencia de las Fuerzas Armadas de Israel (FDI).
KKR, un fondo conocido en EEUU por ser parte del lobby profracking, está dirigido por Henry Kravis y George Roberts. Kravis fue donante de Nikki Haley en la campaña de primarias del Partido Republicano de 2024. Haley es recordada, entre otros mensajes, por escribir el mensaje "acaben con ellos" en un misil israelí dirigido a Gaza. En sus "comentarios de mercado", los analistas de KKR señalaban la victoria de Trump como positiva, en tanto podían servir para dinamizar los llamados Acuerdos de Abraham firmados por Israel con distintos países de mayoría árabe.
Llamadas al boicot y cancelaciones
Uno de los mensajes públicos que ha denunciado los vínculos entre los macroeventos de ocio y esta firma ha venido desde el BDS Galiza. Desde la organización propalestina han llamado a las empresas creadoras y principales anunciantes, así como a sus trabajadores y trabajadoras, a tomar una posición clara al respecto y distanciarse públicamente de la participación de KKR en la ocupación de tierras palestinas por parte del Estado de Israel.
Desde que El Salto hizo pública la conexión entre estos festivales y KKR, los movimientos sociales y las organizaciones propalestinas han exigido a los grandes festivales españoles que tomen medidas para frenar cualquier complicidad con el genocidio que Israel está perpetrando. Y, acto segudio, el aluvión de cancelaciones de artistas en eventos como el Viña Rock o el Sónar fueabrumador. Grupos como Reincidentes, Tremenda Jauría, Porretas, La Fúmiga, La Élite, Sons of Aguirre, Dakidarría, Kaos Urbano, Los de Marras, Ska-P, Boikot, Arca, ABADIR, Akyute & Alice Sparkly Kat, Animistic Beliefs & Jeisson Drenth, Dania + Mau Morgó, Juliana Huxtable, Rone o KEBRA se han desmarcado de los carteles, ya sea comprometiéndose a no volver o rompiendo su contrato con cada uno de los festivales. El festival donde más impacto ha tenido el boicot ha sido el Sónar, donde cincuenta bandas se han negado a participar.
Los festivales acusan la campaña
La organización colectiva ha superado cualquier expectativa. Cientos de artistas se han negado a actuar y, lo que es más importante, miles de consumidoras han dejado de alimentar sus negocios, anunciando que no acudirían a los eventos o exigiendo un reembolso de sus entradas(1).
Después de varias semanas en el punto de mira, el fondo de inversión ha dado los primeros síntomas del impacto económico de la presión social. ¿El más evidente? Superstruct se ha visto obligada a emitir un comunicado para tratar defender su vínculo financiero con el fondo proisraelí: "Todos los ingresos y beneficios de los eventos y festivales de Superstruct permanecen íntegramente dentro de nuestro negocio y se destinan al desarrollo y la realización continuos de nuestros festivales en todo el mundo". En la jerga mercantil esto quiere decir que han comunicado "una renuncia a los dividendos" que producen esos casi cien macroeventos durante el año, para evitar que KKR se lucre.
El texto también señala "lo que está sucediendo en Gaza e Israel", pero de una manera aséptica sin hacer referencia a la limpieza étnica ni el genocidio y sin mencionar de ninguna manera al pueblo palestino. En este sentido, se distancia de comunicados que han emitido festivales como el Resurrection Fest o el Viña Rock, que sí han "condenado sin matices la masacre que está sufriendo el pueblo palestino".
Tanto Superstruct como los grandes festivales se enfrentan a la mayor crisis reputacional de su breve historia. Gracias o a causa de dos grandes factores: la fuerza de artistas y público y la presión internacional. Y es que el movimiento de boicot, desinversión y sanciones (BDS), que persigue la retirada del apoyo a Israel y a las empresas israelíes e internacionales que están involucradas en la violación de los derechos humanos palestinos, ha pedido el boicot explícito al Sónar y el resto de festivales que "no han eliminado todas sus asociaciones cómplices con objetivos prioritarios" del pueblo palestino. "Sónar ha dejado de colaborar con Coca-Cola pero sigue asociado con McFlurry, un producto de McDonald's, otro objetivo prioritario del BDS debido a su complicidad en el genocidio de Israel contra los palestinos en Gaza y el régimen subyacente de apartheid colonialista. El recinto principal de Sónar es Fira, del que el ayuntamiento de Barcelona pidió recientemente que eliminara los pabellones israelíes y a los fabricantes de armas. Sónar aún no ha respaldado públicamente el llamado del ayuntamiento a Fira".
En una Carta abierta por Palestina que ha sido enviada a artistas y proyectos que van a participar en Sónar + D, un colectivo de trabajadoras culturales señalaba que además de los 30 artistas que ya han anunciado su boicot a Sónar otros doce proyectos e instituciones, entre las que se encuentra la Universitat Pompeu Fabra; Cracks in the Foundation: Curation in 2025; Listen, the Stars are Talking y Más Mujeres Creativas han renunciado también a participar en la parte de programación pedagógica y divulgativa del festival.
"En su último comunicado público del 29 de mayo el equipo del Sónar anunciaba, entre otras cuestiones, que ninguno de los ingresos y beneficios que recauda van destinados a KKR", recuerda Carta abierta por Palestina, "sin embargo, omiten que los beneficios de los fondos de inversión dependen mayoritariamente del valor en bolsa de sus activos. Si Sónar es rentable su valor se incrementa y KKR se beneficia de ello. Si a Sónar le va bien, a KKR también. Dentro de está lógica, lxs artistas, organizaciones, instituciones, universidades, entre otras entidades que participan en el festival, se convierten en activos intangibles del fondo de inversión KKR. Sin la suma de sus participantes el festival Sónar no es rentable", concluye la carta.
El Sónar, por su parte, ha aclarado que permitirá la entrada al festival con simbología a favor del pueblo palestino.
Las trabajadoras se movilizan: «Que inviertan en nuestros salarios y no en enriquecer a Israel»
En la misma línea que muchas de las bandas, varias trabajadoras que forman parte del personal eventual sobre los que se sostienen estos eventos - montadoras, camareras, taquilleras, etc. - han empezado a organizarse para reivindicar su posición. Algunas hablan ya de posibles acciones de protesta, como las trabajadoras del O Son do Camiño, que han elabadora un panfleto que llama al boicot activo, y que ya circula entre varios sectores como carga, descarga, montaje o barras del festival. La intención, aseguran, es sumar fuerzas suficientes para que la protesta tenga un verdadero impacto. En la nota se lanza un llamamiento directo al boicot: «Huelga de brazos caídos, sabotaje, difusión, inoperancia, deserción, mirar hacia otro lado o cualquier medio que tengas a tu alcance para aguar esta fiesta que enriquecerá a los asesinos de un pueblo que demuestra día a día dignidad. [...] Que se contagie la dignidad. Dejemos de enriquecer a quien nos empobrece y precariza. ¡Que inviertan en nuestros salarios y no en enriquecer a Israel! ¡Que viva la lucha del pueblo palestino!«.
En el panfleto difundido dejan claro que apoyan la campaña de BDS «que exige cuatro mínimos éticos a los festivales propiedad de KKR«. Estos puntos mínimos se basan en que la organización del festival se pronuncie públicamente en cuanto a valores y que no cuente con patrocinios de empresas señaladas por su implicación en violaciones de derechos humanos en Palestina ni aceptar financiación o patrocinio de entidades cómplices con Israel. Además, buscan que se promueva la colaboración activa con organizaciones y artistas palestinos, como una forma de apoyo real.
Además, las trabajadoras denuncian que las condiciones laborales en los festivales siguen siendo precarias. Recuerdan que en 2022 dos operarios sufrieron un accidente grave mientras montaban el escenario principal del festival O Son do Camiño, un hecho que expuso los riesgos a los que están sometidos. «Los horarios nunca se cumplen, trabajamos bajo una presión constante, y la tarifa por hora lleva años congelada«, explican en un artículo en Público. Ahora, con la polémica en torno a la vinculación política del fondo que gestiona el festival, el malestar ha alcanzado un nuevo nivel.
Las otras inversiones de KKR en el Estado español
KKR no sólo está detrás de los grandes festivales de música que amenizan los veranos. El fondo estadounidense tiene dinero invertido en una decena de empresas españolas, tal y como reveló Público: posee participaciones del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) y las clínicas de Generalife, el 40% de Telxius (una empresa de infraestructuras de telecomunicaciones que gestiona una red de cables submarinos), la fotovoltaica T-Solar, la empresa X-Elio (fibra óptica), financió a la mercantil Ignis para invertir 400 millones en proyectos de hidrógeno y amoníaco verdes para aplicaciones industriales en sectores industriales de difícil descarbonización, posee el 13,4% de MasOrange, el 49% de Reintel (dedicada al mantenimiento y alquiler de cables de fibra óptica), el 49% del parque de atracciones Port Aventura, una parte de Telepizza, numerosas inmobiliarias y constructoras, financió Dentix hasta que se hundió, ha comprado diferentes activos de BBVA y Santander e, incluso, controla una gestora inmobiliaria que se encarga de la comercialización de los pisos de la Sareb.
Efectivamente, KKR administra desde hace tres años el 55% del mercado residencial del banco malo. Lo hace a través de su servicer Hipoges, cuyos contratos con la Sareb finalizan en principio este verano. Es por ello que el movimiento de vivienda está presionando actualmente al Gobierno y a los partidos de la izquierda parlamentaria para que no se renueven. Estad atentas, porque podría haber movilizaciones en este sentido en las próximas semanas.
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1. Desde aquí, animamos a cualquiera que tenga ya comprada una entrada para uno de los festivales mencionados, que exija el reembolso de su dinero. Y es que la legislación española ampara a los consumidores cuando se produce una modificación sustancial en las condiciones del evento, como puede ser la cancelación de artistas destacados o un cambio notable en la programación. Evidemente, los grupos que van al festival son un elemento básico del contrato y, si cambian, podría conllevar la solicitud de devolución de los importes. Además, según el artículo 1124 del Código Civil, también cubriría los daños y perjuicios, como podría ser el coste de los billetes de avión en el caso de asistentes que vengan desde el extranjero, indican desde la federación. Aunque habría que mirar cada caso concreto, en general desde CECU consideran que el festival no podría denegar la devolución aludiendo a la publicidad o alguna letra pequeña de las condiciones generales, dado que sería una cláusula abusiva -según los artículos 85.2 o 86.1 del Texto Refundido de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios.