Dos mundos: Socialismo revolucionario para no socialistas y no revolucionarios

x Josep Garganté

Hasta hace muy poco siempre había pensado que había un solo mundo. Ya sabes, un planeta, tres dimensiones, una realidad. Algo lógico ¿no?

Pues no. Hacía tiempo que tenía ganas de pillar a Xavier Sala y su libro Economia liberal para no economistas y no liberales. Desde que en Génova nos llamó "circo ambulante" y "defensores de los privilegios" le tenía ganas, para qué engañarse. Así que leí el libro y, entonces, justo en ese momento, descubrí que no había un mundo, sino dos.

En el mundo de Xavier Sala, resumiendo, la pobreza está desapareciendo gracias a los organismos internacionales, el nivel de vida de la mayoría de ciudadanos está aumentando e, increíblemente, la gente en vez de estar más contenta, está más enfadada. Si es que no nos merecemos lo que nos dan. ¡Desgraciados!

Así que, muy confundido yo, me dirigí a otros libros. En este caso a Ignacio Ramonet, Vicenç Navarro y Naomi Klein. ¡Cielos santo! Pero si hay un mundo paralelo al de Xavier Sala, ya que, según estos señores y señoras, la pobreza está aumentando gracias a los organismos internacionales, el nivel de vida de la mayoría de los ciudadanos está disminuyendo e, increíblemente, la gente en vez de estar más enfadada, está más consumista. Si es que somos unos conformistas con lo que tenemos. ¡Desgraciados!

Lo acepto, estaba confundido. No sabía muy bien que pensar. Así que al final utilice la vieja estrategia de analizarlo basándome en mis propias experiencias. De hecho, pienso que la gente de izquierdas debería hacerlo más a menudo. A veces se enredan en teorías complicadas que han leído en no sé que libro de no sé que autor, en vez de tomar su propia vida como un libro abierto sobre en que tipo de mundo vivimos. Pero, bueno, vayamos al tema. Estaba yo dándole vueltas a la cabeza cuando, de repente, leo en The Economist que una articulista de esa revista ponía en duda la situación laboral en el Este Asiático, que Naomi Klein describe en su libro No Logo.

Para resumir, Klein afirma que en las empresas textiles del Este Asiático los horarios laborales se alargan según la conveniencia de la empresa por sacar el producto. ¡Joder!, pensé yo, vaya sorpresa...En el Este Asiático y en todas partes. Vale, no digo que sea igual, pero hacer se hace. Y, entonces, lo vi claro, a lo de los dos mundos, me refiero.

Cuando tenía 18 años empecé a trabajar en Eurosit, una subcontrata de SEAT. Bueno, en realidad, empecé a trabajar a los 16 en CIDISA, una empresa de lamparas, como la mayoría de mis amigotes del barrio, que se buscaban la vida trabajando en floristerías, estancos u otras tiendas y empresas del estilo.

A lo que iba, así que me pasé tres años montando asientos del SEAT Ibiza. De hecho, cuando me subo a un coche siempre reviso inconscientemente el asiento, lo sé, como Chaplin en Tiempos Modernos. Bueno, pues sucedió que en tres años, uno, por muy antisocial que sea, acaba conociendo a todo dios en la fábrica. Diré más, acaba yendo a las bodas de los compañeros de trabajo, montando fiestas de aniversario en la cadena de montaje o comprándole los preservativos a un compañero del trabajo porque le daba vergüenza entrar en una farmacia a pedirlos.

Así que, con el tiempo, se empieza a hablar de porque no nos dan ropa de trabajo, porque no nos dan las vacaciones que nos corresponden, porque cojones no encienden la calefacción en diciembre a las seis de la mañana con el frío que hace aquí en la Zona Franca. En total, que pasamos de no saber nada de nadie a saber todo de todos y querer tener un trabajo en condiciones. Tampoco creo que sea pedir mucho ¿no?

Así las cosas, seis compañeros nos vamos a CCOO a enterarnos que podemos hacer. La respuesta: Elecciones sindicales. ¡Uauh! Elecciones sindicales. Tengo que aceptarlo, sonaba a tener problemas serios, pero yo tenía 20 años, al igual que más o menos el resto de la plantilla, y todo hay que decirlo a esa edad tener problemas tampoco te viene de nuevo. Primer problema: En aquella época, honestamente no sé si aún funciona igual, una empresa tenía el derecho durante los tres primero años a no tener representación sindical. ¡Cabrones!

Así que empezamos a hacer parones en la cadena de montaje para exigir nuestros derechos. De ahí pasamos a una huelga de un día, con todas las tensiones, los "te voy a partir la cara cuando salgas de la fabrica" del encargado y las amenazas del tipo "así que estáis en este plan, pues se os va a acabar el ir al lavabo a fumar". ¡Joder que amenaza! Al final, después de cuatro meses de conflicto, vienen y nos dicen que nos cambian de fabrica y que nos llevan a Martorell a una nueva...y con calefacción. ¡Bien! El día antes nos reúnen a todos en la cafetería de la fábrica y nos dicen que ya que empezamos mañana en la fabrica nueva, en vez de empezar a las seis de la mañana, empezaremos a las siete. Unos autobuses nos estarán esperando para llevarnos allí.

Llega el gran día, nos llevan a Martorell, y a las dos, la hora de plegar, viene el encargado y suelta que como no se han sacado todos los coches que había que hacer nos quedaremos hasta las tres. Instantáneamente, ruido y gritos de "No hay derecho, que os habéis creído". A lo que el encargado responde con un "No os canséis, los autobuses no vendrán hasta las tres, así que no tenéis opción". ¡Será hijo de puta!

Me voy para el encargado y le suelto que yo no hago un coche más y que me voy a la cafetería hasta que vengan los autobuses. "Tú mismo" me responde.

Al día siguiente el jefe de la empresa, sí, sí, el mismísimo Boss, me está esperando con el encargado para darme la carta del despido y la consiguiente lección, "Tú te lo has buscado". ¿Por qué cojones siempre que te echan te tienen que dar lecciones, como si no las hubieras aprendido antes?

Así que, en definitiva, que no me vengan los del The Economist a negar mi propia vida, ni los salvadores de pobrecitos a decirme que mal están allí y que conformistas somos aquí.

Hay un mundo, no dos, y Xavier Sala es un cabrón que vive muy bien gracias a defender un mundo virtual en donde el despido no es una putada, sino una forma de fortalecer el carácter y buscar nuevas metas en esta vida... como por ejemplo pasar a las filas del INEM.

jgargante@hotmail.com

[IndyBCN]

 
         
   
 

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