Barcelona: Respuestas a la represión

x Oscar Grácia
Especial para La Haine

La policía antidisturbios, igual que hizo el 12 de Octubre de 2002, impidió en la entrada a la Plaça Catalunya el avance de la manifestación en solidaridad y apoyo a los 4 compañeros de Valencia acusados de terrorismo por romper unos cristales. Se trata de un salto cualitativo pues ya no es necesario el engorro de justificar la ilegalización de una manifestación sinó que, de hecho, en cualquier momento se disuelve por la fuerza de la porra del capital. Esa acción implicaba enfrentamientos directos en defensa de nuestra libertad de expresión y manifestación que, como derechos que son, se exigen y no se discuten ni negocian.

Todo ello era conocido y preferido por Delegación de Gobierno, llevando las protestas 'radicales' al terreno limitado donde se sienten más cómodos y pueden lanzar la habitual demagogia y desinformación a las masas que, sin conocer nada de la movilización ni el por qué de su disolución, encienden el televisor para que les expliquen qué ha pasado en el mundo. Para el estado todo son ventajas:

- Se impide que una manifestación combativa interrumpa la normalidad de un día de consumo en pleno centro turístico y comercial de Barcelona, molestamos.

- Toman la iniciativa de la represión: Al escoger un punto abierto e impedir nuestra entrada en los callejones de los lados de La Rambla facilitan el movimiento policial y dificultan la organización de grupos resistentes, así como las grandes facilidades de escape que ofrece ciutat vella.

- La represión violenta hace que los que no la esperaban difícilmente vuelvan, se escarmienta a los disconformes y se abre una brecha entre los que no quieren caer en el juego policial y los que no están dispuestos a ceder ante la violencia del estado.

- El guión desinformativo está ya muy trillado y es fácil poner la máquina de la mentira en funcionamiento con los mismos textos pero con fotos actualizadas de los 'violentos'.

Ante este panorama y teniendo en cuenta que no se trata de casos aislados sinó de acciones metódicamente seguidas, debemos abrir un debate sobre cómo ha de ser nuestra respuesta para anticiparnos a un estilo represivo policial que está empezando a ser previsible y por tanto superable.

Las alternativas son muchas, seguramente sería necesario un replanteamiento de los recorridos de las manifestaciones para no facilitar la violencia policial y en todo caso contar con la seguridad de las cargas al empezar a movernos, no hay una solución única a la actitud del estado. Parece bastante claro porqué les interesa imágenes violentas, pero no lo es tanto si el combate a esa posición tiene que ser la postura contraria para no hacerles el juego, es decir las 'performances' lúdico-festivas muy correctas para pasárselo bien y bailar pero no muy útiles si pretendemos 'subvertir el orden económico' como señala, y con razón, el padrino Berlusconi. Si estamos atacando su sistema, seremos tratados con tanta intensidad y fuerza como cerca estemos de ser, algún día, un peligro real para su funcionamiento, debemos aceptar entonces que mantener esta postura implica represión y enfrentamiento directo, y que de la misma forma que sacan partido del choque con la policía, más satisfechos y seguros estarán si la moderación en nuestras exigencias nos hace volver al lugar que corresponde a un movimiento de protesta reformista más.

Haríamos así el camino de la autodomesticación para impedir ser objetivo de la represión directa, sin plantearnos que ya no sería necesaria pues seríamos completamente inofensivos: Comprendemos cuál es el límite de la expresión y la lucha y nos comprometemos a no traspasarlo.

La locura de esta estrategia continua al identificar a aquellos que no aceptan los límites impuestos sobre la movilización como 'infiltrados' o 'incontrolados' que pueden hacer fracasar el intento de no atraer la atención policial, creando enfrentamientos entre los mismos participantes y aumentando la división que la represión plantó en su día. El paso siguiente es la marginación de los inconformistas o su control mediante servicios de orden que hacen el papel policiaco pero formado por unos manifestantes que parecen más interesados en que todo acabe 'sin incidentes' que en unos objetivos iniciales dejados ya en un segundo y lejano plano.

Si la estrategia represora es totalmente conocida, también lo es su antídoto: Solidaridad, unión y firmeza en los principios que nos hacen salir a la calle; quizás como decía una pancarta de la mani seamos para ellos 'las cobayas de Cotino', pero también es posible que seamos algo más y que la táctica del palo y la zanahoria sólo nos haga más listos y no más dóciles.

 
         
   
 

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