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Estado español :: 30/04/2024

Ayer escribí que hoy mi hijo entraría en la cárcel

Francho Aijón / Plataforma Libertad 6 de Zaragoza
No es así. Tampoco dije ninguna mentira. Es lo que sabíamos en ese momento. Nos habíamos hecho a la idea… una vez más.

Esa noche no se duerme bien. Yo no lo hice, no puedo ni imaginar la noche que pasó mi hijo. Esa publicación del hilo en X que encabezaba con un “Mi hijo entra mañana en la cárcel” provocó un apoyo masivo en más de 180.000 visitas. Buscamos visibilizarnos y, a cambio, perdemos espacios privados para sentir dolor, también así recibimos amor y comprensión. Después de ese tuit, el abogado de mi hijo nos confirmó que de momento no era necesario que entrara en prisión. Compartimos, dentro de la Plataforma Libertad 6 de Zaragoza, un extraño alivio por repetido, por el cansancio de estos años, porque aquí cuando vienen las “buenas noticias” son menos malas, y las lágrimas que querían desbordarse legítimamente vuelven al dibujo de tus ojos y esperan romper el dique otro día. Ya fue jodido cuando entraron los dos primeros. No lo habíamos conseguido. Sus vidas quedaban truncadas durante años. Ahora ya hay un tercero dentro. Que los otros tres chavales condenados ya estén dentro y mi hijo no, tiene una explicación: su abogado se está dejando la piel y todavía tenemos un recurso pendiente en el Constitucional.

Ayer, no entró en la cárcel. Ese día se posterga y la meta, en este caso como una metáfora amarga, se aleja unos metros más. Pero después de cinco años, las piernas están terriblemente cansadas, no así la fuerza por seguir defendiendo su inocencia, ni la entereza que te da saber que tu hijo es la mejor persona posible y que quizá tú (y sin duda, su madre) habéis tenido algo que ver.

Es un día de la Marmota que va haciéndonos subir arriba del todo de un tobogán y caer con el estómago en la boca, pero que, cuando vas a alcanzar el final de la rampa para apoyar los pies en tierra firme, te devuelve de nuevo a la parte de arriba. Llevamos así mucho tiempo, este tobogán de cinco años se intensificó más cuando el Tribunal Supremo consideró que mi hijo y los otros tres mayores de edad, debían entrar en prisión durante cuatro años y nueve meses, a pesar de que nunca han existido pruebas que sustenten las condenas, más allá de la palabra de la policía y que los chavales admitieran estar en una manifestación contra el fascismo. Durante todo este tiempo ni mi hijo ni ninguno de los otros tres, han podido planificarse un futuro más allá del próximo recurso. A esto lo llaman pena de banquillo y funciona como una tortura en la que el ciudadano y su familia no es capaz de articular ningún paso sin perder de vista que cualquier día puede suceder una sentencia, otra, la definitiva, la posible entrada, o no… o sí… ahora parece… no, al final se libra él, pero los otros dos no… ahora el tercero… puede que dentro de una semana.

Por eso puedo entender por lo que pasa el presidente del Gobierno. Nunca antes podría haber escrito algo así, tienen que creerme. Escuché a algunos periodistas quitándole hierro al asunto porque decía que como las diligencias quedarán en nada no debía preocuparse de las consecuencias legales. Que se lo digan a Isa Serra, Alberto Rodríguez, por mencionar solo casos del ámbito político en el que unos jueces decidieron abrir diligencias sin pruebas y sentenciar sin pruebas como culpables a miembros de un partido político con representación. Nosotras sabemos la indefensión en la que te quedas expuesta, y que eso supone una rabia y un dolor indescriptible porque te sientes pequeño contra un aparato que puede aplastarte como una mosca. También vulnerable porque hablamos del alma y por eso, también, muchos no le van a entender como yo. Y es que muchos llegan a sus puestos despojándose el alma. Esa parte, querido Pedro Sánchez, la entiendo. En lo humano nos encontramos. Pero la hay otra en la que seguimos muy alejados. Permíteme que le describa mi enfado: , lleva todo este tiempo sin derogar la ley Mordaza y sus leyes paralelas, sigue permitiendo actuar a sus anchas a los jueces que entienden su sede judicial como un cortijo ideológico y cuando pasa como con Mónica Oltra, no hay consecuencias, bueno sí, que se les arrebate a unos miles de valencianos la opción de votarla o que cientos de personas inocentes se jueguen su futuro delante de un juez al que no le cuesta nada mandarles a la cárcel. Y si lo hacen es porque la judicatura no tiene contrapoderes y el código penal se lo permite. Esta otra parte, no es que no la entienda. Y, permítame, presidente, que le incluya en este plural que nos acoge a todas las personas víctimas de las diligencias en las que un trabajador del Estado con toga entra para acabar con nuestras vidas.

Mi hijo no ha entrado hoy en la cárcel. Llevamos cinco años con un grillete que no nos deja movernos con libertad porque a mi hijo se le ocurrió salir a manifestarse contra los mensajes de odio que propaga la extrema derecha. Desde mi humilde portátil escribo “cosas”, por si resuenan. Ojalá logré que usted, como representante de una voluntad popular progresista, comprenda que más allá de sus discursos y sus micrófonos en Moncloa, hay una ciudadanía que sufre todo lo que ustedes hacen y también, lo que dejan de hacer.

Seguimos en pie. No reblamos. Por los 6 de Zaragoza, por las que vendrán.

https://arainfo.org/ayer-escribi-que-hoy-mi-hijo-entraria-en-la-carcel/

 

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