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Nacionales PP.Catalans, Estado español, Venezuela :: 08/08/2017

Cataluña y Venezuela: El derecho a decidir de los Pueblos

Izquierda Castellana
Nos encontramos con unos escenarios geográficamente distantes, pero con un conflicto con muchas semejanzas: La negación del derecho a decidir de sus respectivos Pueblos

Nos encontramos con unos escenarios geográficamente distantes, pero con un conflicto con muchas semejanzas: La negación del derecho a decidir de sus respectivos Pueblos. En el primer caso, en Cataluña, esa negación del “derecho a decidir” se intenta imponer por el estado postfranquista español, es decir, el Régimen de 78. En el caso de Venezuela, por el imperialismo internacional con la colaboración entusiasta de la burguesía venezolana.

 ¿Qué se juega en esos dos escenarios para que la beligerancia en contra del elemental derecho democrático de los pueblos a decidir su futuro sea tan brutal y mediáticamente orquestada de una forma milimétrica? En el caso de Venezuela, como ejemplo, si en la tarde del domingo 5 de agosto se entraba en cualquier medio importante de imperialismo occidental, incluyendo los más templados como puede ser el caso de la BBC, la gran apertura informativa era el despliegue de la Guardia Nacional Republicana en la sede de la Fiscalía General y posteriormente la destitución de la titular de ésta, Luisa Ortega, por la Asamblea Constituyente. 

En nuestra opinión, en los procesos de Venezuela y Cataluña se juegan cuestiones esenciales en su ámbito territorial pero con importantes repercusiones mas allá de éste.

La proclamación de la República catalana, como parece obvio (los únicos que no lo entienden son algunos elementos que forman parte del nuevo decorado de una cierta “nueva izquierda española”) supondría el principio del fin del régimen monárquico del 78 y un gran impulso, si sabemos construir la hegemonía político-cultural correspondiente, del movimiento republicano en Castilla y en el conjunto de Pueblos del Estado español. No es de extrañar que el propio Régimen del 78 se defienda con uñas y dientes. En cualquier caso, y al margen de cómo se desarrollen los hechos el 1 de octubre y las semanas siguientes, lo que está claro es que la propia existencia del “Proces” está suponiendo una deslegitimación y debilitamiento del Régimen monárquico postfranquista que condicionará que éste difícilmente pueda levantar cabeza.

En el caso de Venezuela, el imperialismo mano a mano con la oligarquía venezolana y la de otros países limítrofes, especialmente Colombia, intenta impedir por todos los medios que el proceso bolivariano se consolide. Es muy cierto que en los últimos tiempos éste ha pasado por importantes complicaciones. Desde el día cero del chavismo, la reacción propia e internacional intentó tumbar el proceso. Esa situación compleja condicionaba que o bien se daba un paso adelante en las transformaciones revolucionarias y en el empoderamiento popular, o este se iba al traste. La Constituyente era y es el instrumento para lograr ese avance, y ha salido victoriosa.

El imperialismo y sus voceros lo están viviendo como una derrota amarga y además totalmente inesperada para ellos, al menos hasta hace unas pocas semanas.

Que Venezuela confirme su permanencia en el campo del antiimperialismo, la paz y la justicia social, es una fatal noticia para los guerreristas del imperio, a cuya cabeza está Trump, que seguramente percibirá cómo a sus proyectos de hegemonizar de nuevo el mundo a través de todos los medios, incluyendo la guerra global, les surge una dificultad más, de gran importancia.

En el plano nacional venezolano y en el regional latinoamericano, la profundización revolucionaria en el país caribeño supondrá una mejora progresiva en las condiciones de vida materiales, políticas y culturales para el conjunto de sus gentes y una gran esperanza para la de los pueblos vecinos. Además mejorará la correlación de fuerzas progresistas en la región y ayudará a consolidar los proyectos de unidad latinoamericana.

El triunfo de la Cataluña republicana y de la Venezuela bolivariana son, pues, dos cuestiones que afectan de lleno a sus espacios regionales, pero que además tendrán una importante repercusión global.

Es por ello que los/las comuneros/comuneras del siglo XXI apoyamos sin duda alguna el derecho a decidir de los Pueblos en general, pero muy especialmente apoyamos aquí y ahora el derecho a decidir de Cataluña y Venezuela.

Para finalizar esta editorial queremos destacar la posición no solo absolutamente reaccionaria, sino imbécil, del gobierno de la derecha mafiosa española encabezado por Rajoy.

En el caso de Cataluña a través de un armazón político absolutamente intragable a estas alturas: el de la defensa de Búnker Constitucional como única solución. En el caso de Venezuela, con unos planteamientos que demuestran una auténtica falta de miras, de perspectivas. El propio Presidente francés, que es consciente de la importancia de tener una buena relación con Venezuela, se ha desmarcado de la política instigada por el Gobierno español en la UE, declarándose partidario de un proceso negociado. Cuando el fascismo y la imbecilidad confluyen, los resultados son calamitosos.

 

IzCa, 6 de agosto de 2017

 

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