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Pensamiento, Venezuela :: 07/03/2014

Comunismo o Nada

Amílcar Figueroa Salazar
Texto publicado inicialmente como proemio para el libro 'Comunismo o Nada' de Jorge Beinstein, en Editorial Trinchera.

Sostenida fundamentalmente sobre dos pilares –haber logrado instalar a escala planetaria sus valores culturales, apoyándose en un formidable aparato mediático, y poseer una colosal capacidad militar– la actual dominación del sistema del capital, vista a través de una lectura poco rigurosa, pareciera inexpugnable. Ello ha llevado a que muchas voluntades que aspiran a cambios sociales, algunas de ellas inspiradas en posturas realmente humanistas, no visualicen por ahora salidas distintas al reformismo. Cosa distinta acontece cuando se estudia en profundidad la actual crisis civilizatoria de decadencia de la sociedad burguesa, puesta en evidencia de muy diversas maneras como una crisis múltiple –que lo es– y recurrente, frente a la cual no cabe otra opción que su superación revolucionaria.

Urge entonces completar la crítica al capitalismo globalizado del siglo XXI, con profundidad análoga a la emprendida por Marx respecto al capitalismo, en su fase industrialista de “libre competencia”, donde le correspondió vivir.

He aquí la importancia de esta obra, 'Comunismo o Nada', del pensador argentino Jorge Beinstein, quien con gran capacidad de síntesis pone de relieve una serie de elementos que muestran con claridad la diferencia de cualidad de la actual crisis del sistema global -cuyos orígenes ubica por las décadas del 60/70 del siglo pasado, pero que se hace visible a partir de 2008- respecto a las crisis cíclicas a las cuales nos tenía acostumbrados el capitalismo, a lo largo de su desarrollo histórico, algunos de los cuales puntualizamos a continuación:

Estancamiento productivo global, incapacidad de la economía mundial para seguir creciendo, contracción económica del sistema, no como fenómeno de corta duración, sino más bien con tendencia a prolongarse. Volumen de la masa financiera (economía de papel), equivalente a veinte veces el Producto Interno Bruto Mundial, devenido en hipertrofia financiera, que ahora ha entrado en estancamiento y declive; gigantesco endeudamiento público y privado de los países ricos; incremento de dicho endeudamiento con los auxilios otorgados a las mafias financieras; fracaso de los intentos de superación de la crisis financiera iniciada en 2008. A la par de una acelerada concentración del capital, aplastamiento de salarios y en general deterioro de las condiciones de trabajo, millones de trabajadoras y trabajadores arrojados al desempleo en los países centrales y, a escala planetaria, miles de millones de seres humanos lanzados a la marginalidad. Desestructuración y caotización de varias zonas periféricas (Afganistán, Iraq, Libia, Siria, México) e incapacidad del imperialismo actual de instalar sistemas coloniales o semi-coloniales con negocios productivos estables, tal como lo lograron con las ocupaciones militares en siglos pasados. Mutación del sistema de intervención militar de los Estados Unidos. Declinación de los recursos naturales, particularmente energéticos, y destrucción ambiental con grave afectación para el planeta y la continuidad de la vida.

Por todo ello, el mismo Beinstein señala…“la necesidad de la irrupción de un voluntarismo insurgente (anticapitalista) capaz de impedir que el derrumbe nos arrastre a todos”. Es la apuesta que nos plantea quien, como él, se ha especializado en prospectiva.

De tal forma, están marcadas las tendencias del momento actual: para “el mundo del capital”, su clase, su intelectualidad, sus partidos, no cabe otra que plegarse a la hegemonía del capital financiero internacional e impulsar, donde quiera controlen el poder, un nítido programa neoliberal; una dictadura de corte fascista en lo político se les hace imperativa para poder imponer dicho programa; la extensión del militarismo y la guerra con su carga de destrucción y saqueo a cuanto confín le sea posible, en su política más agresiva por preservar su dominación, copará la escena. Del otro lado, para “el mundo del trabajo”, de los factores explotados y ofendidos por la civilización burguesa, de lo que se trata es de una nueva insurgencia contra el capital, donde se replantea con absoluta pertinencia: ¡Comunismo o Nada!

Ahora bien, la rebeldía frente al sistema del capital encontró en esta época histórica un escenario de arranque en Nuestra América, a partir del rechazo a la aplicación del programa neoliberal, con la rebelión popular de 1989 acaecida en Venezuela y las insurgencias militares de 1992, lideradas por Hugo Chávez, quien luego de acceder al poder por vía electoral en 1998, irradió una serie de cambios políticos de diferente cualidad y profundidad hacia otros países del continente. Posteriormente, ya cuando la crisis se manifiesta en pleno desarrollo –2008 en adelante– es cuando se hacen presentes grandes movilizaciones de masas en el sur europeo, el norte de África o en los Estados Unidos. Sin embargo, tales reacciones frente a los efectos de la crisis todavía no exhiben un definido programa anti-sistémico. Empero, no nos cabe duda de que el tiempo que corre a escala planetaria estará signado por una intensa lucha, de un lado, por el sistema del capital que desatará toda su agresividad, en un intento desesperado por recomponerse, con la recurrencia de su crisis multifacética, y del otro, los pueblos y sus vanguardias insurgentes, en procura de la construcción de un nuevo modelo ciIvilizatorio. En este último sentido, la búsqueda creadora generada desde el proceso bolivariano, a fin de superar el capitalismo, marcó un hito importantísimo cuando, en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, Hugo Chávez reconoció la inconveniencia para la humanidad de prolongar el actual modo de vida. De ahí en adelante, el líder revolucionario reinstaló el debate sobre el Socialismo, más allá de las fronteras venezolanas.

Pensar el Socialismo, para las condiciones del siglo XXI, supone un esfuerzo de elaboración teórica para el cual, evaluar los procesos de cambio en desarrollo en este lado del mundo, resulta enriquecedor. Téngase en cuenta que el nuevo Socialismo aspira ser un reto superador, no sólo del capitalismo, sino a la vez de la experiencia socialista euroasiática del siglo XX. De ahí que, valoramos como aportes sustantivos que, por ejemplo, en Bolivia se tomen elementos de la vida comunitaria de los pueblos originarios para ensamblarlos a la teoría socialista clásica, a fin de dar respuesta a las especificidades de esa sociedad; como también, la exploración en que andaba Hugo Chávez cuando, bajo el grito de Comuna o Nada, recalcó la necesidad de avanzar en la ruptura de la reproducción metabólica del capital. Por supuesto, teorías en construcción que enfrentan las realidades de las correlaciones políticas vigentes y que ameritan dibujar con más precisión la transición socialista en las actuales condiciones históricas, sin renunciar a los objetivos estratégicos que propuso el socialismo histórico, a saber: superación de la enajenación del trabajo, la división social del trabajo y la sociedad jerárquica. Todo lo cual ha de construirse en el marco de la democracia sustantiva, popular.

En consecuencia, Editorial Trinchera evalúa como necesidad impostergable debatir este texto de Jorge Beinstein que, desnudando la actual crisis civilizatoria, nos invita a la batalla de ideas para prefigurar la sociedad postcapitalista.

Palenque, 27 de febrero de 2014

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