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Pensamiento :: 04/08/2015

'Conducta': Cine revolucionario cubano... ¿o no?

Mauricio Castro
Son ejemplos como el cubano los que nos hacen creer que otro mundo es posible. Son películas como 'Conducta' las que que nos reconcilian con el arte

Este último fin de semana fui sorprendido por la presencia nada habitual de una película cubana en los viejos cines del ferrolano barrio de Esteiro. ¡No podía perdérmelo!

 Vale. Empiezo por admitir que no soy nada neutral en asuntos cubanos. Mi viejo amor platónico por ese heroico pueblo, medio galego, parte de mi infáncia más remota, entre acordes de Silvio Rodríguez en viejos cassetes de los 70. Continuó materializándose en mi viaje de tres inolvidables semanas a la isla en el 91, para encontrar un anciano familiar, de más de 90 años, que había abandonado su aldea galega con menos de 15 y que, cuando dormía, aún hablaba en un idioma que nadie de la familia caribeña comprendia. Después de aquel breve contacto material, mi viejo amor volvió a ser tan platónico como incondicional. Hasta hoy.

 Cuando estaba asistiendo esta película de tema educativo (los problemas sociales que confluyen numha escuela de primaria de La Habana), me vinieron enseguida a la memoria dos películas que vi hace ya unos cuantos años: la brasileña 'Estación Central de Brasil' y la alemana 'Good Bye Lenin!'

 Con la primera de ellas, 'Conducta' comparte tener como protagonistas a un ninño y a una señora mayor, ambos com carencias afectivas, que construyen una bella y profunda relación de amistad entre las penurias y hostilidad del mundo que los rodea.

 Con el segundo, la evocación crítica, contraditória, nostáligica, del otro mundo posible, que quería ser socialista, y la dureza con que chocó en sus concreciones hasta hoy: en la cinta alemana era la Alemania Democrática en el 89, en esta es la Cuba post-Periodo Especial de nuestros días.

 Un tono semejante al de aquellas dos magníficas películas resonaba en mi memoria al ritmo que esta historia habanera avanzaba, contada con idéntica maestría. No es ningún descubrimiento la calidad del cine cubano, tantas veces acreditada, pero siempre demostrando que no son necesarios grandes presupuestos para realizar pequeñas obras de arte como esta.

 No he leído aún críticas o comentarios sobre esta 'Conducta', pero me temo que algunas podrán tener otro aspecto en común con las de 'Good Bye Lenin!': Ser utilizadas en el argumentário anticomunista para así atacar al sistema cubano, como la película alemana fue interpretada por buena parte de la crítica como ataque a la DDR. En cuanto a mí, como espectador con simpatías comunistas previas para cualesquiera tentativas de superación del capitalismo como esas, no hago la lectura anticomunista en este caso, como no la hice en la historia de Wolfgang Becker en 2003.

 En el caso de 'Conducta', película del realizador cubano Ernesto Daranas, asistimos a una Cuba actual con carencias económicas y presencia visible de marginalidade social en un sistema imperfecto: delante de nosotros pasean el burocratismo en la enseñanza, peleas ilegales de perros, presos políticos, madres alcohólicas, emigrantes e inmigrantes sin derechos... Una realidade impactante y expuesta en toda su crudeza con financiación pública del propio Estado cubano.

 Entre las situaciones a que asistimos, se encuentra la del niño protagonista, Chala, que vive con una mae nueva, sin recursos y toxicodependente, lo que lo obliga, con 11 años, a compatibilizar la escuela con la participación indirecta en la organización de luchas clandestinas de perros con apuestas. Amenazado en la Escuela con ser llevado a una escuela especial (los llamados “Centros de Conducta”), el niño recibe el apoyo de su vieja profesora Carmela, que se enfrenta a la maquinaria burocrática para evitar que se aplique el protocolo.

 ¿Estaremos entonces delante de una firme denuncia de la “dictadura cubana” hecha desde el interior de su propia producción cultural?

 Veamos.

 Me parece indudable la existencia en Cuba de los numerosos problemas que se retratan a lo largo de esta historia de 108 minutos. Seguramente podrían ser presentados otros muchos parecidos. Sin embargo, para cualquier observador atento y no fanatizado, llaman la atención algunos hechos igualmente reales, que contrastan fuertemente con la realidad no sólo de cualquier país del “tercer mundo” como Cuba, sino también con la de la Galiza de hoy.

 A lo largo del largometraje, queda claro que en Cuba no hay niños sin escolarizar. En el drama de Chala, el protagonista, eso está fuera de dudas. El conflicto se sitúa en si debe continuar en su escuela de siempre o ser enviado para una en que reciba una educación especial para niños conflitivos. Es discutible, incluso criticable, la existencia de ese tipo de centros, pero cualquier otro país latinoamericano estaría encantado com el privilegio de no tener niños fuera del sistema educativo.

 Basta comparar la realidad de Chala con la de Josué, protagonista de 'Estación Central de Brasil'. Para quién no la haya visto, el niño pierde a su madre en un desgraciado accidente. Entonces, ve como un guardia privado mata a tiros a outro niño que robó alguna cosa sin valor en un pequeño negocio. A continuación, él mismo se queda condenado a ser un “menino da rua” y, más tarde, gracias a la ayuda de la vieja Dora, consigue huir de un secuestro por parte de una banda criminal que pretendía comerciar con sus órgaos. Ese es el contraste entre los “dramas infantiles” cubanos y los brasileños, retratados de manera realista en dos grandes películas como son 'Conducta' y 'Estación Central de Brasil'.

 En cuanto al “burocratismo intolerable” del sistema de enseñanza cubano, parte de una premisa que nadie en la trama discute: máxima cobertura para el niño, discutiéndose únicamente que vía será más adecuada para ayudarle. La inspección estatal se empeña en la aplicación del protocolo, mientras la veterana profesora y amiga de Chala denuncia esa maquinaria poco sensible con las peculiaridades del caso.

 En la película asistimos también, como historias paralelas, a las dificultades de una niña inmigrante, procedente de otra provincia y que el sistema quiere devolver, juntado a su padre, al lugar de origen. También conocemos a un chico cuyo padre está en prisión por motivos políticos, así como la enfermedad grave de otro niño, que está ingresado en un hospital con todos los cuidados que la ciencia cubana disponibiliza para cualquier niño.

 Todo eso no excluye a “dureza” del sistema educativo cubano: La administración se empeña en retirar una postal religiosa de un aula, donde fue colocada por una de las niñas. La profesora rebelde, Carmela, una mulata de origen pobre que solo consiguió llegar la profesora gracias al triunfo revolucionario, se enfrenta al sistema para mantener la estampa religiosa colgada, yendo contra el principio laico de la enseñanza en el País. No lo hace porque ella misma sea religiosa, sino porque considera dogmático evitar cualquier excepción sin importancia como esa...

 Las indisciplinas e insubordinaciones de Carmela para defender a sus alumnos frente a la rigidez del sistema provocan reunions y debates en los organismos administrativos para abordar la crisis. La discusión es abierta, la “acusada” se defiende y ninguna medida es tomada contra ella, que continúa en su puesto. ¿Alguien se imagina a cualquier profesor o profesora galega de la red pública (si es en la privada, ¡ya ni ni tecuento!) desobedeciendo reiteradamente las directrices superiores e imponiendo hechos consumados en el referente a la hoja de ruta educativa que debe corresponder a un niño o niña?

 Llama la atención igualmente el papel de la policía en los líos en que el niño protagonista se mete continuamente.

Viéndola, recuerdo yo mismo el papel real de la policía cubana los primeros años 90, cuando estuve allí, como fuerza pública democrática y a años luz de los cuerpos ultrarrepressivos que también tuve ocasión de conocer en Brasil...y en Galiza.

 Podría comentar otros aspectos de esta bella y cubanísima 'Conducta', que considero una digna representante del arte más comprometido y revolucionario. Me remito para afirmar esto nada menos que a Karl Marx y a su insistente convicción sobre la necesidad revolucionaria de hacer crítica de todo lo existente. Eso hace la película que comentamos: crítica abierta e implacable de todo lo existente en el propio país que produjo este digno producto cultural.

 Sabemos que Cuba es un país pequeño, con escasos recursos y un bravo pueblo luchando hace más de medio siglo por el socialismo. Sabemos también que Cuba no va a llegar sola al socialismo, a pesar de su intento serio. No podría hacerlo, porque no hay condiciones para que ella sola lo consiga. Sin embargo, su firme afirmación patriótica, junto a su heroico intento de transición hacia el socialismo merecen toda nuestra simpatía, sea cuál sea el desenlace de tan linda experiencia.

 En el camino, Cuba ha dado al mundo suficientes muestras de que el socialismo es posible, con fulgurantes fogonazos de justicia, con duraderas conquistas de verdadera humanidad, esa que el viejo barbudo alemán solo consideraba posible a partir del comunismo. Y todo eso en medio de un mundo de barbarie sin fin como el que aún habitamos.

 Son ejemplos como el cubano los que nos hacen creer que otro mundo es posible. Son películas como 'Conducta' las que que nos reconcilian con el arte como expresión del compromiso en tiempos de cultura mercantil y servil al servicio de la alienación capitalista más deshumanizadora y aberrante.

 PS: Cuando acabo de redactar estas líneas, veo que hace unos días murió en Cuba Alina Rodríguez, la actriz que da vida a la profesora Carmela. Mi homenaje final es para ella y en su nombre para el mundo cinematográfico y cultural cubano.

Maurício Castro (@fromgaliza)


 

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