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Andalucía :: 15/04/2005

::Continua la especulación en Granada:: El Opus Dei ataca la huerta comunal de la Lona

Huerta comunal de la lona / La haine-Granada
El miercoles 13 de Abril el Opus Dei arrasó literalmente todo el trabajo realizdo en las huertas, elevó los muros del solar y tapió una puerta que llevaba meses abierta.

El Solar situado en el Carril de la Lona S/N lleva 25 años abandonado y despreciado. El solar está sometido a la propiedad de la Fundación Cultura y Sociedad (Opus Dei: Iglesia de San Ildefonso, C.M. Aalbaicin, C.M Alsajara, Asociación cultural y deportiva Alayos, Club Montañero de Estudiantes, Instituto de Estudios de la Familia, etc), la cual proyecta levantar en él una nueva Residencia Universitaria, que no podrá ser construida hasta que los nuevos planes urbanisticos de la zona estén definidos - mínimo 2 años - . Pues bien, después de la visita sin mediar palabra del párroco de la Iglesia de San Ildefonso y de los responsables del Colegio Mayor Albaicín, el miercoles 13 de Abril el Opus Dei tuvo una respuesta brutal: arrasó literalmente todo el trabajo realizdo en las huertas, elevó los muros del solar y tapió una puerta que llevaba meses abierta. Así están las cosas en un barrio suculento (el Abayzin) para las babosas ambiciones especulativas de los propietarios del mundo, que reaccionan con violencia ante la posibilidad de que un tomate les evite la ganancia de un puto y nuevo maldito duro.

Algunas lineas sobre el proyecto de Huerta Comunitaria

En cada uno de nuestros días, nos vemos atados al círculo del trabajo-consumo. Se trata para nosotros de un nuevo tipo de esclavitud: mientras se nos dice constantemente que somos libres para elegir entre un maravilloso abanico de mercancías , nuestra vida se ve reducida violentamente a la búsqueda constante de recursos para cubrir una serie de necesidades que nos son impuestas. Incluso la vida misma parece a veces una imposición. Las cadenas de este nuevo servilismo son más inteligentes, ya que la continua persuasión para que compremos todo tipo de objetos nos sumerge en un estado de aletargo y estupidez, y somos capaces de dejarnos seducir por la idea de que comer plástico en lugar de comida es lo mejor que nos puede pasar. Incluso cuando la razon mercantil lleva al planeta hacia el desastre ecológico absoluto, y las respuestas contra este sistema se hacen cada vez más urgente, más parece que las prácticas antagonistas se agotan y desaparecen.

Nuestras vidas dan vueltas infinitas sobre un solo eje: producir beneficios y generar efectividad, somos movilizados permanentemente en aras de la productividad. Estos son los mismos principios del aparato tecnológico, que dicen que el dios del siglo XXI es la efectividad, al precio que sea. Y el precio que pagamos es que todos nuestros recursos han sido diezmados según las reglas del juego capitalista. Nuetros alimentos se han convertido en objetos para el beneficio, y un tomate solo es importante en relación al dinero que genere, aunque para ello tenga que inflarse a pesticidas o manipularse genéticamente, degradando las especies y poniendo en riesgo nuestras vidas y las de los que nos seguirán.

Buscamos respuestas y alternativas concretas a esta absurda situación. Sencillamente, necesitamos comer todos los días, y en lugar de depender del mercado, decidimos autogestionar nuestros propios alimentos. Por eso mismo, nos hemos reapropiado de un espacio para darle un uso radicamente diferente, construyendo una huerta urbana entre todos, recuperando algo básico que hemos olvidado: el uso común de la tierra. Queremos comer cosas sanas, cuya producción este basada en el trabajo común, en un proceso de democracia directa donde podamos tener el control sobre lo que producimos y con lo que nos nutrimos.

Esta es la manera más concreta que tenemos para acabar con el principio de eficacia que rige este mundo, buscando nuestro propios ritmos, autogestionando nuestra comida, dándole otro uso al suelo, reencontrándonos con el conocimiento perdido sobre la naturaleza. Y también, intentando romper el círculo vicioso que nos ata al trabajo asalariado para poder cubrir nuestras necesidades más básicas, como son la necesidad de espacio y alimento.

Hemos elegido el entorno urbano por ser el lugar en el que habitamos y en el que las máquina especulativa nos ha expropiado las posibilidades de uso y conocimiento de la tierra. Es precisamente aquí, donde la tierra se ha convertido en una mercancía generadora de beneficios, donde queremos reapropiarnos de ella para llevar a cabo la huerta, haciendo frente al negocio de unos pocos, recuperando nuestro espacio.

En estas condiciones que intentamos generar, un tomate - sí, un tomate - en mitad de esta maremagnum urbano, sería para nosotros la respuesta más eficaz y contundente contra el estado actual de las cosas. A por ello vamos.

 

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