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Estado español, Mundo :: 10/02/2024

Desafío a la ceguera

Maité Campillo
El capitalismo se encuentra como pez en el agua, que el fascismo avanza de frente, no es un eslogan. Es frontera de vida juntarnos restando supervivencia a las cadenas

La única lucha que se pierde es la que se abandona

Corría a ritmo relajado iluminando la oscuridad con los ojos cuando a la entrada de una rotonda, observo una flecha sobre un panel con la indicación ‘KILÓMETRO 0’. Volví con la inquietud sembrada en la noche hacia el mismo punto del itinerario al día siguiente, el sol se encontraba ya bajo cuando llegué a ver el letrero con su flecha en pleno centro de la ciudad, me dio un subidón de adrenalina no me pregunten por qué, no sabría responder, y sin pensarlo mucho, lo hago siempre que se trata de desafiarme a mi misma es como una sed que me regocija cuerpo y mente por lo que me enrolé a la deriva. Trotaba buscando una lógica, una llave que fuera abriendo el sentido de mi súbita, no se si llamarla inquietud o inspiración, buscaba la transformación vital de la escena percibida en el trotar del silencio cuando inexplicablemente, y ya sobre el K-5, me sentí rodeada de oscuros nubarrones amenazantes. Me impresionó la soledad de aquella avenida, por lo que salí como del relámpago sobre un desafiado sprint consciente de la carga de adrenalina que aporta. Crucé calles en las que de nuevo presentí un sufragio titánico en bocanadas de humo gigantes, hice un intento de cambiar de dirección, cuando vi las casas ya sin tejados ni azoteas me pareció entre las llamas ver solo muros sin puertas ni ventanas, un zumbido de gritos llenó repentinamente las calles, observé y no vi a nadie, algo inexplicable, todo está allí me dije, allí dentro en el corazón de las casas donde el fuego de la metralla persiste acabar con ellos. Entre el flotar de las llamas aquellos tenebrosos nubarrones de humo se esparcían devorando el oxígeno, a distancia creí sentir otro embotellamiento de gritos, gente despavorida corriendo de un lado para otro sin definir ningún camino ni meta. No hay quien respire, no pude percibir su imagen, solo la lucha sonora de su inquietud desesperada galopando a trote sobre sus plantas, volví a sentir el impulso, corrí hacia ellos en busca de una salida de un socorro a los gritos que de las llamas surgen.

La ceguera es patente, creí llegar al lugar, no encontré a nadie solo la indicación burlona de una nueva flecha, me encuentro a la altura del K-10. Es como si la ciudad se hubiera convertido en un laberinto, en una trampa, me da vueltas y vueltas entorno a ella como un espejo cóncavo que al preguntar el por qué ríe sin pudor. Sobre una de las esquinas asoma una luz abrasadora nuevas casas en llamas van acordonando la ciudad, surgen gritos de dolor y el pánico empieza a apoderarse a esta altura, la ceguera no responde. Como Alfredo Uría, el barakaldés entrañable compañero de fatigas y aventuras que superó todas las edades en marcha, sigo y sigo rumbo desafiando kilómetros. Avanzo con impulso veloz aparentemente desterrando el vacío del vértigo, cuando al final de la calle sobre una gran recta un coro de voces de mando de intermitente sonido lanza ladridos tomándome por asalto, como ahuyentando las partículas de los negros nubarrones mis brazos y piernas responden encabritadas a manotazos y patadas, fue como si un pelotón de pulgas descargara sobre mi cuerpo, salí en estampida ganadora cargada de energía. Nueva flecha con la indicación ‘K-15’. Intenté pensar, romper con aquél itinerario que presentí acorralarme, cuando de súbito sentí la investida de una camisa de fuerza, eran la ofensiva de los nubarrones cerrados ciñendo por cintura, el látigo del escalofrío volvió a soplarme las orejas como una persecución pisándome los talones. El sprint no se hizo esperar, cuando me detuve no vi casas ni gente solo portones blindados por los que no pasa la luz, devorando el paisaje cuando al aullido de una alarma estridente unas fieras salían de aquellos espermáticos portones ciegos de luz formando escuadrones de bozal ostentoso. Cerca de la glorieta que da acceso al Hospital, una placa consistorial brinda homenaje a las fuerzas armadas, me pregunté si dicho ayuntamiento había pedido permiso a la ciudadanía para tal macabra iniciativa, su desafío atenta mi dignidad a la suma de adrenalina. Estampida contrarreloj, giro a la izquierda y giro a la derecha, se trata de ubicarse. Me detengo, hacia la derecha, veo una tremenda multitud buscando la fe entre señales de alarma, poses y muecas, que entre jaulas y velones improvisan un altar, observo sin encontrar sentido a los golpes de pecho imposibilitando los encuentros a la vida. Más allá del misterio indescifrable de lamentaciones y del por qué de aquél afán por la ceguera ante los sucesos devorando la mañana envuelta en estampidas de humo de gritos y llamas; giro hacia la izquierda el ímpetu en oleadas de mar.

El ‘K- 20’, se encuentra indicado del lado de una fuente, voy directa hacia su cascada e impotente observo como se va extinguiendo, siento la boca seca, intento a la desesperada salivar y humectar la garganta, al fondo mujeres que caminan, me dirijo a ellas, me encuentro de súbito al menos eso siento y creo que sentimos el temor de la ceguera invadiendo las calles de los barrios arrasando avenidas. La nausea se impone, se avecina el vómito, la asfixia no se hace esperar, la amenaza se presiente, según ellas está invadiendo y arrasando casa por casa una peregrina pandemia insaciable, que amenaza con tal sutileza e infrahumano objetivo, que la confianza entre vecinos se extingue. El miedo se impone agresivo, los toques de alarma se imponen por toda la ciudad y extrarradios llaman a encerrarse a cal y canto, la gente se aterroriza, cada vez más casas en llamas. Una coraza de supervivencia de carácter individualista se expande por segundos en un sálvese quien pueda; y, mientras acaso yo, tu, él, nos miramos el ombligo. En el fondo no somos muy diferentes, la ceguera va penetrando, perforando el mundo como un pañuelo manejable: acaso nos creemos libres de sus intenciones? El tiempo pasa… ‘K- 30’, terror y ceguera sobre la misma vía, cómo es posible? Kilómetro a kilómetro vamos siendo devoradxs sin verlo devorando acaso tu vida, la suya, la mía, la de todas. Kilómetro a kilómetro clavando su intensidad en mi estómago como espejo cóncavo, en el se refleja la sustancia sabia de vida deteriorándose, absorta en su mundo sin mirar a nada de lo que acontece fuera de sus frontera, hasta el punto de no reconocerse envuelta sobre la misma masa de asfixia. Topé con un circulo alegremente optimista ajenos pareciera a los tentáculos que provoca el grito, el miedo y terror, como si pareciera todo mentira nada fuera verdad y el sueño todo lo borrara. Pero la ceguera es voraz los tentáculos no entiende sino de sus intereses el mundo es un pañuelo en sus manos. Pesa el cuerpo sobre el cansancio del hacer por hacer del correr por correr sin rumbo ni alternativa, se convierte en aliado del tentáculo que abrasa. Para que no me condicione fuerzo mis talones, intento respirar otro oxígeno, no dejo de pensar, luego me hago preguntas, todo es complejo, sigo con el grupo de mujeres que al lado de la trinchera se encuentran, confiamos en nosotras no nos separamos.

Sobre el ‘K- 40’ observo a los inseparables corredores de fondo de los 100K, que en otras ocasiones he apoyado a superar metas, noches y días en días de la semana completa, a Kalera, y más cientos a Uría, cruzamos las miradas vienen trotando hacia nosotras. Así les imaginé en la fiebre del humo en fuga de las muertas fábricas de lo que representó la ciudad febril del cinturón de hierro. No he competido carreras tan grandes con ellos, pero si he trabajado en equipo para conseguir juntos metas kilométricas antiimperialista a favor de Cuba y otros países de Latinoamérica y otras zonas del mundo bajo las garras invadidos.
Recuerdo la maratón de Mondragón, gané al veterano experto en los cien kilómetros, Kalera, al terminar me miró y nos echamos los dos a reír abrazados en atronador aplauso solidario. Somos y hemos mostrado ser más que korrikalaris los tres inseparables sobre la pista, y entre montes, carretera, senderos de tierra, de barro campo a través, de ríos y playas al mar abierto. Hoy nos encontramos juntos una vez más sobre este laberinto una estrella nos refresca. Les observo sobre el día que entrenando entorno a Galdames vimos una pareja de la Guardia Civil, en busca de víctimas, seguro que eran de Galindo.

Carretera arriba sigo junto a Kalera, y otro de los cuatro inseparables, el gran guitarrista y gran duro maratoniano, Carlos, dominando a su lado las subidas monte arriba y abajo las pistas bordeando el Regato hacia montes en desafío, hacia La Arboleda, cuando juntos redoblamos el esfuerzo sobre el punto crucial complejo de súbito, encontramos al recors entre los recors del Estado, y más allá, nuestro entrañable del equipo diario el popular Alfredo Uría, resistiendo silencioso, sonriente, solidario como si los kilómetros formaran parte de si mismo.

‘K- 50’. El capitalismo se encuentra como pez en el agua, que el fascismo avanza de frente, no es un eslogan. Es frontera de vida juntarnos restando supervivencia a las cadenas. La muerte achanta como muro infranqueable sobre todo Oriente, lo democrático huele a Pentágono; presiento los disparos de la OTAN, apuntar están apuntando, no dejan nunca de apuntar, por igual el sionismo está desgarrando Palestina.
Camino arriba camino abajo, de nuevo entre el grupo de mujeres, exploramos las alternativas del ocio político haciendo estragos, avanzan su algarabía sobre la medida exacta ‘correcta’ a apuntalar la perpetuidad de la destrucción tras las grandes fábricas, toca el campo y otras pequeñas industrias además del calentamiento de tierra que acelerará en su proceso hacer del pulmón un desierto estéril. ‘K- 60’.
Entre los países “democráticos del 1º mundo” en uno de ellos es que asomo a la vida al intento de ver otro mundo posible, más sencillo y humano, menos democrático en imitación al primer mundo. Bajo nuestras plantas la plana mayor de la degradación social del capitalismo, aletean las garras vividoras del buitre humano de la la rapiña sin escrúpulos: quién paga manda y quién cobra vive de lujo. Es lo que tiene el primer mundo, infecto en su democracia, lo que de positivo pudieran tener lo que en otros tiempos fueron culturas no marionetas vía en política de corrupción. El ‘K- 90’, se encuentra en la encrucijada de la oferta y demanda, sobre el abanico político la causa perdida, desfilan cabecillas al lado del patrón del mundo a cuestas. La causa gota a gota se desangra sobre el anonimato destronando ideales empecinando el manantial de la utopía, camuflando sus zarpas entre misteriosos asesores para el festín del entierro, provocar fracciones y divisiones que ensalcen nuevas banderas, despolitizando la paloma por la paz en bienvenida de clavos (y esclavos) encaramados al desequilibrio del verdadero sentido y vía de libertad. La economía con sus crisis e inflaciones destruyendo la industria, donde la banca gana desahuciando ciudadanos, se encargó de forjar la cobardía, volcada en las armas aflorando y globalizando aliados triunfales como aliados incondicionales de sus arcas.

‘KILÓMETRO 100’

La independencia de los pueblos y culturas se aplaza a esta altura, optando por un futuro “mejor” del lado del capitalismo. Los tentáculos del poder mantienen agitado para mayor confusión el circo parlamentario, siguen horadando la inteligencia con las fugas de capital y robo de doblones: y me pregunto, y te pregunto camarada libertad, ¿quién trabaja para hundirte? Las operaciones de impresión de dinero sigue intensificando el control absoluto. Los más ricos de su mundo son los más ladrones, su España y su reino, es un ejemplo de casta. Invierten en yates además de cañones donde destacan explotaciones petroleras y trata de blancas en prostitución sin limite, campos de tiro y aviones privados además de tanques y bombas especulando con la ciencia; abundan los esclavos, a jornal de mierda. El yanqui capitalista reina en sus mazmorras y galerías de la muerte, donde su economía triunfa, tal es su filosofía. Generan focos de miseria marginales, fomentan al lumpen y al delincuente mercenario, mientras van aboliendo la lucha de clases. El tendido eléctrico atraviesa nuestras gargantas, el precio de luz es una amenaza además de un desprecio del gobierno, en alta velocidad de irradiación y parásitos de sillón, en visión de drones y coches que vuelan en derroche de millones. No olvides que lo que hacen con los pueblos, les perfila; y, lo que comen, les alimenta de la misma manera: hay egoísmos sin nombre, en gentes de mente baja, que exigen para la vaca lo que le niegan al hombre (metáfora de Carlos Puebla). Y es que hay intereses en engordar las deformaciones, la ceguera esclaviza, cuanto más instalada y segura se encuentra: dime el precio de tu interés, y te podre yo responder en mezcla de ácidos, dosis y esencias en E d` Economía, E d` Europa y E d` Esclavo. Se impone la E d` Empeño en economía, vía satélite para pudrir un nuevo planeta más, y seguir blanqueando a dimensión gigante, torres gemelas enarbolando con E, de Enfermedades el planeta, y en E, de Encarcelamiento de sueños, a favor de la E d` Excesos, sobre las y los oprimidos, que se niegan a inclinar cabeza en E, de Expolio de balanza. Dólar y Crimen, se convierten en el motor principal, del mundo contra el plan E d` Empuje en carga de aliento y raíz, rama de tronco internacionalista, contra el opresor de ayer y también de hoy. Morada que brota nombres a borbotones de héroes ocultos en las aulas universitarias donde lo “culto”, huele a represión, y no a R d` Revolución: jamás blanqueará la lluvia su piel curtida de interminables horas de empeño ejemplo que vivo sobre la escena que cobija la obra de los que luchan.

Maité Campillo (actriz y directora d` Teatro Indoamericano Hatuey)
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