El diseño.

Volvemos del verano, los que hemos tenido la fortuna de asistir a ese espacio y tiempo donde saborear unos instantes de silencio en algún lugar mágico, y nos encontramos, así de sopetón y sin anestesia, que no sólo la crisis sobrevenida y calculada por los nuevos emperadores sigue haciendo estragos en las colas de las oficinas de empleo, ya abarrotadas desde el amanecer, sino que además, el científico británico Stephen Hawking afirma en su nuevo libro, The Grand Design (El Magnífico Diseño), que el Big Bang fue una consecuencia inevitable de las leyes de la física, que Dios no creó el Universo y que las teorías científicas más actuales convierten en redundante la figura de un creador. Que "Dado que existe una ley como la de la gravedad, el Universo pudo crearse a sí mismo -y de hecho lo hizo- de la nada y que la creación espontánea es la razón de que exista algo, de que exista el Universo, de que nosotros existamos. Por tanto, añade, "no es necesario invocar a Dios" para que haya cosmos.
¿Y entonces, qué hace ahora esa mujer que esta mañana en la cola del paro y con ojeras y un bebé en brazos se santiguaba antes de saber si pasado mañana fregará algún pasillo subcontratada por las ETTs?
Porque ya sabemos que ni los pomposos y chulescos individuos que mandan, arrodillando a países enteros para seguir destruyendo el planeta mientras ellos se bañan en champán no creen en dios ni puta falta que les hace, aunque salgan en la foto comulgando de la mano de los arzobispos, que tampoco creen en ningún dios pacífico y bondadoso. Pero ¿y esa madre de la fila? sabio Hawking, ¿qué le va a decir ahora la monja bienintencionada de la caridad que le pone el cazo con la sopa y le da el biberón en el comedor de la Caridad si se le da a la monjita por leer su libro? Se me ocurre que se nos hace más necesario que nunca, ahora que se acercan los fríos, abrir comedores laicos, ateos incluso, para abrigar a esta mujer, y que cuando crezca ese bebé que recién asoma a la vida, sea educado y querido por gentes bondadosas e inteligentes para no necesitar ya invocar a ningún dios envuelto en iglesias ni templos. Para intuir, siquiera intuir, por dónde se abre la esperanza de un planeta enfermado, sabiendo de sobra señalar a los culpables de tanta tragedia y cómo vivir para ser él mismo, anunciando el “nosotros” construido desde abajo. Él, el hijo de la “ilustre fregona”.

x Gonzalo Romero*

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*Gonzalo Romero es miembro de la Asociación Cultural Candela
(Botón de muestra emitido el 4 de septiembre de 2010 en El Candelero, RVK, 107.5 FM)
www.nodo50.org/candela