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Pensamiento :: 30/09/2007

El laberinto del fauno. Una conversación con Fernanda Romeu y Miguel R. Cabot

El Viejo Topo
Para hablar de El laberinto del fauno, el film de Guillermo del Toro, hemos reunido a dos personas de distinta generación y con distinta formación. Fernanda Romeu, especialista en el tema de los maquis, y Miguel R. Cabot, entre otras cosas, y al margen de su afición al cine fantástico, actor, diseñador gráfico, y pieza importante en El Viejo Topo. Esto es lo que opinan.

El Viejo Topo: Las dos personas que os prestáis a la pequeña tortura de este diálogo sois de edades bien distintas, y por tanto de formación diferente. Os pediría para empezar una valoración general de la película, que resaltarais los aspectos que os han parecido más interesantes.

Fernanda Romeu: Antes de iniciar esta aventura tan interesante –al menos para mí–, quiero recordarte que no soy ninguna experta en cine. No soy más que una aficionada,
y especialmente a aquellos filmes donde se reivindique la libertad de pensamiento (como en este caso), el mundo de la Utopía, denuncias sociales... Sobre técnicas,
poco podría argumentar; todo lo contrario sería en el tema de los sentimientos.

Intervenir en esta conversación con una persona mucho más joven que yo, como es Miguel, creo que puede ser interesante. Yo desde una visión madura del contexto histórico y él desde su perspectiva de una generación joven, a la que se le ha transmitido una determinada “Memoria Histórica”, que no siempre coincide con la verdad objetiva y científica.

Mis respuestas acerca de esta película no estarán exentas de cierto apasionamiento no solo por el contexto histórico que aparece, sino por la forma tan brillante que
Guillermo del Toro ha tratado el tema. Desde los años ochenta he venido trabajando sobre el tema del maquis. Creo conocerlo muy bien. Y es la primera película que ha
sabido tratar con una veracidad histórica un tema tan difícil y tan manipulado por todos.Y cuando me refiero a todos, estoy hablando de la derecha más “carca” y de cierta progresía de izquierdas.

La sutil relación entre la historia fantástica y la real, es magistral. No veo que lo fantástico sea un escape del mundo real, sino una manera de formularlo.

El Viejo Topo: Entonces, desde el punto de vista histórico, la visión que se da del maquis te parece correcta.

Fernanda Romeu: Aquellos hombres y mujeres se comportaban así, con apenas recursos de cualquier tipo, pero con esa valentía y entrega solidaria que hoy, en este mundo tan deshumanizado, nos parece exagerado. Los hombres y mujeres del medio rural de los que durante tanto tiempo recogí sus testimonios de vida, en esos pueblos
escondidos en las montañas, me contaban escenas como las que vemos en la película. Las mujeres, cuyo papel de ayuda fue fundamental, eran todas “Mercedes”, el papel que desempeña Maribel Verdú. La interpretación de esta actriz es de una veracidad total: su voz, sus gestos, su odio contenido, la falta de sumisión aunque parezca lo
contrario...

El Viejo Topo: Esa veracidad, ¿es extensiva al resto de los personajes?

Fernanda Romeu: De Ofelia, ¡qué voy a decir que no se haya comentado! Del capitán Vidal, su machismo prepotente, su arrogancia... ¡Ah! no quiero olvidarme del
Doctor. Me recordó enormemente a un veterinario que conocí en un pueblecito de Cuenca, que había ayudado a los maquis en diversas ocasiones y que era un hombre
tranquilo, educado, sereno y que si se hubiera encontrado en la misma escena final del Doctor, también hubiera contestado: “Obedecer por obedecer, sin pensarlo,
eso sólo lo hace la gente como Vd”. En este momento no pude retener las lágrimas, no me avergüenza decirlo. Algunas frases me han quedado grabadas. Como el sonido de la lluvia, del viento y el canto sin palabras de la nana...

Miguel R. Cabot: Estoy muy de acuerdo con Fernanda respecto a la veracidad en el trato que da Del Toro respecto a los maquis. Aunque espero que Fernanda se equivoque en que hoy esa actitud, honesta, sacrificada y orgullosa nos parezca hoy en día “exagerada”. Hablamos de hombres y mujeres que no se conformaron, que resistieron,
que a pesar de no tener posibilidades de una victoria final, o por lo menos que fuera muy dudosa, se sacrificaron por lo que ellos entendían como “justo”. También coincido con Fernanda en que “Mercedes” nos enseña de manera cristalina lo importante que fueron las esposas, hermanas, madres de todos esos hombres que se habían subido al monte. Me llamó mucho la atención una frase de Mercedes a su hermano cuando ésta consigue subirles al monte comida, medicinas, tabaco, información de los militares, e incluso al doctor, cuando le dice “soy una cobarde”. Para el espectador ella es una heroína, algo así como una súper espía indispensable
para los maquis, y sin embargo ella cree que lo que hace no vale, que lo valiente es pegar tiros. ¿Es posible que esa fuera la visión de esas mujeres? A mí me siguen
pareciendo heroínas.

El ViejoTopo: ¿Y los restantes personajes?

Miguel R. Cabot: Respecto al resto de personajes y su veracidad no estoy tan de acuerdo con Fernanda. Con la e xcepción del doctor, que me parece el personaje más
humano, entendiendo humano como alguien que duda, que tiene miedo, alguien que actúa a pesar de que su razón le invita a no hacerlo... el resto de personajes los veo dentro de esa “sutil relación entre la historia fantástica y la real” que ha mencionado Fernanda. Tampoco creo que lo fantástico sea un escape de lo real, aunque esa sería una lectura, pienso más bien que Del Toro ha permitido que las dos historias tengan un terreno común y se alimenten mutuamente. En el caso de la historia fantástica es evidente que los sucesos de la historia real empujan a Ofelia a sumergirse más y más en la fantasía, no sólo para huir, sino para resolver situaciones reales. En el caso de la historia real, algunos personajes e incluso la decisión final de Ofelia necesitan de la fantasía, que acaba por convertir a la película en algo así como una fábula. Una fábula de final feliz, gracias a la fantasía y a los maquis.

ElViejo Topo: He insistido en el tema de la veracidad, por ciertas acusaciones de maniqueísmo que la película ha recibido. ¿Puede hablarse de maniqueísmo?

Fernanda Romeu: Antes de contestar a la pregunta, dos matizaciones: la primera es que quizás no ha sido adecuado utilizar por mí el término “exagerado” cuando me
refería al compromiso entre maquis y campesinos. Por supuesto estas actitudes se dan también hoy en todas las personas que luchan contra la injusticia.

La segunda matización: cuando hablo de “veracidad” estoy refiriéndome sólo al tratamiento del momento histórico, y no a los personajes.

Cuando se habla de guerrilla o de maquis (es el mismo fenómeno, sólo cambia el término), hay que hablar inevitablemente de Muerte. Al terminar la guerra en España,
en muchos puntos de su geografía, grupos de personas se quedan al margen de la “retirada”, por lo que su único refugio son los “montes”. Además, el final de la guerra coincide con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, y existía la esperanza de que el movimiento de resistencia española contaría con la ayuda de Europa. Esto no va a ser así. Justo en el año 1944, año en que se centra el desarrollo de la película, la represión llega a situaciones extremas. La misión del capitán Vidal es la de acabar con los últimos vestigios de la resistencia republicana, panorama que se da por igual en muchos lugares de la España montañosa y abrupta. No importaba la forma de “acabar”. Fijaros, la idea que se extendió después del trágico fin de la guerrilla era ésta: “La Guardia Civil salvó a la España de Franco de un derrumbamiento interno frente a la ofensiva exterior”. Actuaban con toda impunidad, como se ve en la película, además contaban con el “servilismo” de las fuerzas vivas de los pueblos: alcaldes, falange, cura... La cena con los invitados está perfectamente conseguida.

Escuchando a los guerrilleros que pude entrevistar, coincidían en un tema que aparece en una de las escenas en el interior de la cueva: la lectura del “tartamudo” (posiblemente era de los pocos que sabría leer) sobre el triunfo de los aliados y que se preparaba una invasión, por el Valle de Arán, de gentes que venía dispuesta a ayudarles y a traer armas. Y esto les iba a facilitar la victoria. ¡Por desgracia no fue así!

Al centrar Guillermo del Toro, con tanta inteligencia, su película en este momento –1944– no tiene que entrar en planteamientos ideológicos y políticos, discutibles
muchos de ellos, que se darán en el interior de las agrupaciones organizadas justo a partir de esta fecha, y ahí, posiblemente, podría haber caído en algún maniqueísmo.
Aunque dudo que llegara a ello, porque su intención no es hacer una peli de malos y buenos. Sería demasiado frívolo por su parte. Una de las imágenes que recuerdo
del final, cuando aparece ese grupo numeroso de maquis, (eso sí, demasiados maquis), me hizo pensar en una cosa, que realmente quienes habían ganado en esa lucha
eran la Esperanza y la Revolución, que en todo caso, serían “los buenos” de la película.

Miguel R.Cabot: En cuanto al maniqueísmo, yo diría que sí, pero no, o algo parecido. En cualquier caso no es una película totalmente maniquea, aunque en algunos aspectos
toma posturas maniqueas, y también a veces las evita, quizá para bien del desarrollo de la película. Un ejemplo de lo último es lo que mencionaba Fernanda sobre la ausencia de un discurso ideológico entre los maquis. Un gran acierto desde el punto de vista cinematográfico, que ayuda a que nos fijemos casi exclusivamente en sus acciones, sobre todo las de Mercedes, que como ya dije son de heroína. En contraposición tenemos al capitán Vidal y los suyos, que por cierto tampoco desarrollan discurso político más allá de su actitud vital, con acciones salvajes e inhumanas. Creo que el espectador entiende perfectamente quiénes son los buenos, y quienes los malos malísimos. Pero sin embargo, y regreso al tema del equilibrio entre lo fantástico y lo real, eso ayuda a la película en el encaje de las dos historias. Quiero decir que, como en todo cuento, la historia fantástica necesita de su lobo, de su bruja malvada; y como en todo cuento necesita que este lobo sea inequívocamente malvado. A la vez, un maniqueísmo demasiado explícito acaba con todo intento de vérité que intente el director. En este caso, para que esta complicada estructura con dos historias paralelas pero de naturaleza antagónica funcione necesita medir muy bien las dosis de maniqueísmo o de vérité para alimentar a los dos discursos.

Evidentemente hay secuencias de lo cotidiano que explican muy bien situaciones que se daban con toda seguridad, de hecho los personajes del bando de los buenos, si me permites que los agrupe así, son un ejemplo de descripción limpia, para mí casi educativa.

Respecto a los fascistas, podría aceptar que se trata de un retrato poco maniqueo, pero el capitán Vidal come aparte. Me parece un personaje fascinante. Por cierto, fenomenalmente interpretado por Sergi López. Es el instrumento final de la fantasía para que Ofelia huya de lo real. Un personaje absolutamente maniqueo, pero que encaja en la misión final que le reserva la película. Me refiero al sacrificio- homicidio.

Por cierto, a mí también me parecieron muchos 50 maquis salidos de la nada, pero me alegré de que llegaran. Y es que, insisto, es fácil sentir empatía con Mercedes.

El Viejo Topo: ¿Sacrificio-homicidio? ¿Te refieres a la escena final?

Miguel R. Cabot: Sí. Esa es la escena más clara donde fantasía y realidad no sólo coexisten si no que son mutuamente causa y efecto. Ofelia debe realizar un sacrificio en lo real para poder huir a la fantasía, un sacrificio que sólo puede completar con la colaboración de quien causa sus deseos de huida, del ejecutor. Vidal no sólo la empuja a que escape, sino que es la llave final para poder huir. En el momento en que el fauno sentencia a Ofelia con un “pues muere”, Vidal aparece como un personaje más de la fantasía, como el brazo ejecutor del fauno. De repente
Vidal ya no es libre, sino que es una pieza más, un instrumento destinado a estar allí y que ha cometido cada una de sus acciones para conducir la historia a ese punto concreto. Con su acto terrible, en el terreno de lo real, salva a Ofelia, que se sacrifica. El lobo muere y caperucita recupera a su familia. Y todos nosotros no lloramos la muerte de una niña dulce, sino que sonreímos tras la sentencia de Mercedes: “no, tu hijo no sabrá de ti ni tu nombre”, antes de que ese monstruo que es el capitán Vidal muera.

ElViejo Topo: Ambos habéis apuntado la ausencia de discurso ideológico. Algunas personas han señalado que eso conduce a la banalización del maquis. ¿Qué opináis?

Fernanda Romeu: Antes de responder a la pregunta, quisiera retomar un tema que Miguel ha mencionado en dos ocasiones y que yo no he respondido pensando que se
trataría en otro momento de la conversación. Posiblemente no le ha llegado todavía su turno, pero no quiero mantenerme en silencio.

Miguel en dos ocasiones cita a Mercedes, la trata de “heroína”. Incluso ha añadido: “... ella cree que lo que hace no vale, que lo valiente es pegar tiros. ¿Es posible que esa fuera la visión de esas mujeres?”

Aparte de que yo nunca empleo el término “heroína”, ya que no me gusta, ni tampoco el de “héroe” –me recuerda escenas que tienen que ver con “los señores de la guerra”–, la frase de Mercedes “soy una cobarde”, no es más que un reflejo de la influencia de una cultura patriarcal que nos ha sido transmitida, y en la que, en el tema de la guerra, sólo las acciones de enfrentamientos con el enemigo, acompañadas de armas, tiros, etc., son las que demuestran el valor y el riesgo. A través de esa frase ella está expresando lo que le han enseñado. Lo que ha vivido. Pero estoy segura de que ella se sabe capaz de ir todavía más lejos. De asumir mayor riesgo. Y ahí está ese gesto suyo de limpiar el cuchillo cada vez que lo emplea, de
esconderlo con esa naturalidad, doblando el delantal. Y lo emplea en uno de los momentos más fuertes de la película. Viendo a Mercedes he recordado a tantas mujeres
que conocí recogiendo testimonios, mujeres que ayudaban como enlaces o puntos apoyo a los maquis, que antes de iniciar yo las preguntas, todas me decían lo mismo: “¡si lo que yo hice no tenía ninguna importancia!” En cambio, cuando nombraban a su marido o padre, siempre contestaban lo mismo “él sí que tiene que contar, lo valiente que era...” Estaban todas marcadas por el “rol” que la sociedad les había asignado.

El Viejo Topo: ¿Y en cuanto a esa presunta banalización?

Fernanda Romeu: Esto que acabo de decir tiene conexión con la pregunta que haces, ya que Mercedes es el prototipo de aquellas mujeres campesinas que apoyaban al maquis. Y en El laberinto del fauno no existe banalización, ni del tema, ni de sus protagonistas. Pero Insisto en que no es una película del “maquis”. Creo que Guillermo del Toro ha sabido plantear la realidad del maquis en un marco de fantasía, aplicando las convenciones del cine de terror o gótico, bebiendo de fuentes diversas, incluyendo los mitos clásicos, como el “laberinto”, hadas... Y
precisamente por juntar estas dos historias paralelas centrando la historia en 1944, como ya comenté en otro momento, justo cuando se inicia el recrudecimiento de la
lucha armada junto con la organización de las agrupaciones en donde se plantearán diferencias ideológicas, Del Toro termina su película, ahí, en el comienzo de lo
que va a ser un proceso duro, más violento de lo que vemos en la pantalla, en donde, a lo mejor, en esas circunstancias él sí hubiera tenido que tomar una postura comprometida, ya que los problemas que se dieron en el seno de la propia guerrilla fueron muy duros, contradictorios y... bueno, de los que muy pocos historiadores se atreven a hablar.

Hay una frase que recuerdo, en la cena, que resume el clima de violencia fascista que se vivió a lo largo de la dictadura franquista: “...la diferencia entre ellos y nosotros, es que nosotros ganamos la guerra. Y ellos no. Si para que esto se entienda hay que matar a estos hijos de puta, pues los matamos.Y ya está”. Pues así de simple fue. ¿Qué banalización se puede encontrar en esta frase?

Miguel R. Cabot: Fernanda ha dado en el clavo: En mi opinión no es una película de
maquis, aunque es posible que haya gente que la vea así. Todo el contexto histórico es sobre todo un instrumento. Todo está al servicio de la historia fantástica. La película empieza con el cuento de la princesa huida y termina con la princesa regresada. Del Toro escoge un momento histórico convulso, brutal, lleno de secretos, miedos, disimulos… ¿no es una situación ideal para que la magia se pasee entre los hombres sin que nadie se percate?

Quizás lo que suscita polémica es que Del Toro retrata demasiado bien este periodo
para una película no historicista. Si pudiéramos transportarnos a ese momento de la historia a una cueva como la que sale en la película, ¿actuarían los maquis de la cueva de distinta manera de la que lo hacían en el film? Yo pienso que no. Como antes mencionaba Fernanda, estarían resguardados del frío, curándose las heridas, quizá con un “tartamudo” leyendo las noticias que habían llegado a sus manos. Pero para Del Toro eso no es lo más importante, porque él quiere contar otra historia. Y sin discursos ni panfletos, nos deja ver. Probablemente es más pedagógico mostrar que perderse en disquisiciones políticas, ideológicas o morales. Dicho todo esto, y por esas razones, no creo que pueda hablarse de banalidad.

ElViejo Topo: Hablemos del Fauno. ¿No os parece que Del Toro le tiende trampas al espectador con ese personaje?

Miguel R. Cabot: Supongo que te refieres a que nunca esté claro si es de fiar o no. Creo que simplemente es para crear tensión en la trama. Mantiene cierta incertidumbre respecto a sus intenciones, lo que permite cierta sorpresa final. Aunque quizá es la parte menos conseguida de la película. En realidad los personajes fantásticos quedan dibujados sin mucha definición. Apunta detalles en todos, pero faltan minutos para explicarlos mejor. Bueno, esa es la sensación que tuve. No deja de ser curioso que en una película fantástica los actores y el contexto estén tan bien desarrollados, y flojee en cambio la parte que corresponde más estrictamente al propio género.

Fernanda Romeu: Estoy de acuerdo con Miguel. Este personaje crea cierta tensión a lo largo de la película. A mí me desconcertó en varios pasajes. Cuando aparece en el Laberinto, siempre las escenas son en claroscuro, no sé si para acentuar más la fantasía, ese tono de voz “exagerado”, que recuerda a las narraciones de los cuentos
de hadas, cuando tiene que explicarle a Ofelia las tres pruebas; la entrega a Ofelia de la mandrágora para salvar a la madre enferma, un rasgo bondadoso, y luego el sorprendente final.

No entiendo como algunos críticos, han querido encontrar un paralelismo entre el Fauno y el capitán Vidal. ¡A Vidal no se le hubiera ocurrido entregar ni una ramita de olivo a ningún integrante del maquis!

ElViejo Topo: Hemos de ir concluyendo. ¿Alguna observación más?

Miguel R. Cabot: Sólo invitar a los lectores a que vayan a ver la película y saquen sus propias conclusiones. Como mínimo verán un retrato de una historia pocas veces
mostrada. Pero en la película hay más; escenas que permiten tirar de ellas para analizar el film desde distintas perspectivas. Las más ricas, a mi entender, son las que conciernen al Capitán Vidal y que van más allá de su bestialidad: el reloj del padre de Vidal; la necesidad del capitán de no dejar que su padre muera del todo, intentando continuar con su labor. Vidal quiere hacer méritos ante su padre, necesita un heredero que continúe portando la antorcha del padre. También la escena del espejo, al estilo Lynch, que refleja a la bestia frente a lo que queda de
humano que no puede sobrevivir, etc...

Fernanda Romeu: Con más tiempo me hubiera gustado haber hablado más de las mujeres. ¡Por fin poder ver una película que trata, entre otras cosas, de los maquis, y que
no “vende” ningún producto comercial en donde aparezca una forzada historia amorosa con su clásica escena de cama! Y donde, además, “el traidor” de la película sea una
mujer, como ocurre en Silencio roto –un film de triste memoria para mi buen amigo el escritor Alfons Cervera y para mí–. Ya sólo eso justificaría el tono apasionado y de
admiración que en algún momento he empleado con El laberinto del fauno. Mi agradecimiento sincero a Guillermo del Toro, por haber sabido tratar con tanto realismo a estas mujeres que con tanto riesgo lucharon contra la dura represión franquista.


Artículo extraído de la revista El Viejo Topo nº 227
http://www.elviejotopo.com

 

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