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Estado español, Europa :: 13/07/2022

"En España hubo una estrategia de eliminación de las comunidades gitanas"

Leandro Albani
Entrevista con María José Jiménez, integrante de la Asociación Gitanas Feministas por la Diversidad, que explicó las luchas que encabezan en España y toda Europa

María José Jiménez, o Guru –como le dicen sus compañeras-, se apasiona cuando habla sobre su pueblo. Su voz cambia mientras avanza la charla con La tinta: la potencia de sus palabras van de menor a mayor y encuentran su dureza más pura cuando critica a las mujeres payas blancas, las cuales –en muchas ocasiones- se atreven a ubicarse como portavoces del pueblo gitano que vive en España.

Guru es integrante de la Asociación Gitanas Feministas por la Diversidad, una organización que ya tiene casi diez años de lucha en las calles, discusiones profundas y apuestas claras por un feminismo antirracista que aporte a la liberación del pueblo gitano en toda Europa.

La historia de la comunidad gitana se remonta a varios milenios atrás. Los y la gitanas –también llamadas romaníes, cíngaros o rom- son originarias de la región del Punyab, en las zonas que se encuentran entre India y Pakistán. Según diferentes estudios, la primera migración hacia Occidente se produjo en el siglo XI (de nuestra Era), aunque también se ubica cuatro siglos antes. En Europa, la llegada del pueblo gitano fue documentada en los primeros años del siglo XV. 

Perseguido, cazado, exterminado y demonizado, el pueblo gitano en el continente europeo se sostuvo como comunidad para continuar sus vidas, pese a las calificaciones sistemáticas en su contra. Y en España, esto no fue (ni es) diferente. Es común que cualquier gitano o gitana tenga que escuchar cómo se los acusa de ladrones, sucias o vagos, debido a una estrategia histórica de denigración. 

En la España actual, se calcula que viven un millón de pobladores gitanos, siendo la mayor comunidad la que habita en la región de Andalucía. Durante mucho tiempo, el Estado español intentó expulsarla, matarla o, más cercano en el tiempo, “integrarla”. 

“¿En qué nos tenemos que integrar? -se pregunta Guru-. ¿En un país que es nuestro? ¿Tengo que llevar el pelo corto para que me vean integrada? ¿Me tengo que quitar los aros para eso? ¿Tengo que blanquearme la piel para estar integrada? ¿En qué me tengo que integrar? Esto es un absurdo. Ha habido durante muchos años programas voraces, agresivos, violentos para querer integrar a la población gitana en no sé dónde”.

Las historias y reflexiones de Guru conforman un pequeño prólogo para adentrarnos en la historia milenaria de un pueblo que siempre decidió mantener la cabeza en alto y defender sus derechos más preciados.

Hijas de la resistencia 

Quienes formamos Gitanas Feministas somos de muy distintos perfiles, de distintas profesiones, religiones, orientaciones sexuales, etcétera. Venimos de un activismo desde niñas. Yo empecé en asociaciones de mujeres gitanas a los 12 años de edad. Y mis compañeras también. Venimos de la resistencia en la calle. No nos quedaba otra. 

Nos organizamos con el nombre de Gitanas Feministas por la Diversidad a causa del hartazgo, del cansancio, del “basta ya” por un episodio muy puntual, que ocurrió en septiembre de 2013, con la expulsión de la niña gitana, Leonarda Dibrani, de Francia. Su autobús escolar fue detenido por las fuerzas de seguridad francesas, que sacaron a la niña. Ella, con su familia, tenía todo su arraigo y su vínculo establecido en Francia: padres con casa, con trabajo, escuela. A ella, la sacaron del autobús y la apresaron junto a su familia, y luego los expulsaron a Kosovo, donde no hay raíz, no hay origen, no hay vínculos, no hay familia, no hay posibilidad de proyecto de vida de una familia perfectamente establecida en Francia. 

Esto se orquestó con el ex primer ministro francés, Manuel Valls, que impulsó una campaña de expulsión de gitanos y gitanas. Lo mismo sucedió con el gobierno en Italia de Silvio Berlusconi. Él fue brutal. Cuando ascendió a la presidencia, tuvo un discurso totalmente antigitano. Si buscamos en la hemeroteca, podemos ver cómo eran todas sus intervenciones a nivel público y político para una ciudadanía italiana que, por supuesto, no admitía al pueblo gitano, a pesar de tener el reconocimiento de mucha gente en Italia. Además, coincidió con la época del auge de la extrema derecha. A esa extrema derecha, ahora la tenemos casi presente y hay que tolerarla en las estructuras de gobierno.

Cuando comenzamos, los objetivos eran pocos, pero estratégicos. A partir de lo sucedido con Leonarda, nos reunimos diversas mujeres de todo el Estado español y empezamos a pensar un discurso político desde la perspectiva del feminismo. Las pretensiones de la organización son muy claras, aunque complicadas de conseguir, porque solas no podemos. Esto es una cuestión de Estados, no de cuatro gitanas que se ponen a organizar un movimiento social feminista. 

Queremos que se reconozca la identidad de nuestro pueblo milenario y que se nos reconozca como feministas gitanas. Que no se nos niegue la posibilidad de ser feministas, porque se considera que las mujeres gitanas no tienen un nivel de discurso político que represente a un sujeto político de base.
Pero no hay mayor sujeto político de base que el pueblo gitano. Además, cuestionamos, en todos los niveles, un feminismo que no desarrolla estrategias y acciones antirracistas. Se pueden colgar todas las medallas, puede representarse en el gobierno, en cualquier institución, pero si no hay un desarrollo de estrategias y de acciones que incluyan, al mismo nivel, raza, clase y género, eso no es ningún feminismo. Si no es así, que se olviden las feministas europeas de que son feministas. Dentro de sus proyectos políticos, no hay una sola línea desarrollada, con contenido estratégico y acciones, antirracista. En ese lugar no se posicionan. Por lo tanto, el feminismo europeo es una falacia.

Un trato criminal

Históricamente, en toda Europa, se ha orquestado, a nivel Estado-nación, una línea de exterminio del pueblo gitano. Esto ha existido siempre, pero no se conoce. De esto no se habla en los libros de textos. Cuando mencionamos el holocausto nazi, nunca se nombra el holocausto gitano. Nunca se mencionan las galeras a las que metieron a los gitanos, nunca se menciona las leyes pragmáticas que hubo para perseguirlos, para prohibir su lengua, la vestimenta y el desplazamiento, para vigilarlos escrupulosamente, para que tengan que justificar cualquier pertenencia que llevan en una mochila. Esto es histórico. Esta construcción de discriminación y antigitanismo es una cuestión de racismo consentido, diseñado para la eliminación de la comunidad a nivel europeo. Y está cargado de estereotipos, de prejuicios, de racismo, de xenofobia. No es que los gitanos se lo hayan ganado. 

Es muy extraño que un pueblo milenario, que hace más de 700 años ingresó a la península y se dispersó por toda Europa, entre en un cajón tan pequeñito que los define como vagos, malos, maleantes, ladrones, ignorantes y gente despreciable. La gente se tiene que cuestionar esto, se tiene que preguntar de dónde viene esto, cuál es la historia del pueblo gitano, cuáles son sus señas de identidad, cómo ha tenido que sobrevivir y resistir frente al payo para seguir siendo una comunidad solidaria y pacífica. Porque el pueblo gitano nunca se ha levantado en armas contra nada ni nadie ni hemos realizado ningún acto vandálico organizado a nivel comunidad. 

La cuestión está afuera: en la administración pública, porque ejerce un racismo consentido y orquestado a nivel estatal, y que no tiene ninguna pereza ni ningún tipo de miramientos a la hora de ejercerlo contra los gitanos y, en particular, contra las gitanas. Si ahora salimos afuera y me sigues, vas a ver cómo me tratan en una ventanilla única, para alquilar una vivienda, para acceder a un trabajo o al entrar a un supermercado y comprar leche para los niños. La cuestión del trato, la discriminación y la vejación a la que es sometido cada gitano y gitana que puede ser identificado en esta sociedad es criminal. 

Estrategia de muerte

Los gitanos en España no disfrutan de los derechos en igualdad de condiciones como un ciudadano payo. Hay cuestiones de emergencia a reconocer por parte del Estado español. Aquí , a las que había que expulsar, perseguir, encarcelar y asesinar. Esto lo tenemos muy reconocido. Tuvimos la expulsión de los moriscos en España, la expulsión de todo el Al Andalus. A la vez, coincidía la época política con la represión de los judíos y los campos de concentración. Y coincidía con el apresamiento y la gran redada que se hizo con los gitanos en España. Esto fue en 1749. Hablo de la época en que se estaba fraguando, casi a nivel mundial, una estrategia de eliminación de aquello que no representaba los valores europeos, blancos y privilegiados. 

Se reconoce la organización que hubo para eliminar al pueblo judío, también cómo se actuó en contra de los moriscos en España. Se sabe que hubo persecuciones, expulsiones, matanzas, represión del Estado, de la iglesia y los cuerpos de seguridad. Esas tres fuerzas se juntaron a nivel casi mundial. Y esto se repite en toda Europa: con las kurdas, con las comunidades árabes y forma parte de la estrategia de muerte del Estado-nación contra las comunidades minoritarias. Pero nunca se ha reconocido la estrategia que se desarrolló en Europa y en España contra los gitanos, y que fue en la misma línea: el Estado, la iglesia y los cuerpos de seguridad se organizaron para, en una noche, apresar a todos los gitanos en España, hacerlos esclavos en galeras y, a las mujeres, meterlas en fábricas. La misión era tenernos separados y que no hubiese más población gitana, que no naciesen gitanitos y gitanitas. Esta ha estado ocurriendo desde el desarrollo de la política de exterminio de las comunidades minoritarias. Pero estos hechos no se reconocen como orquestados y diseñados estratégicamente contra los gitanos. Se reconocen como casos puntuales, aislados y desvinculados del hecho político, económico y racista. Nadie habla de esto ni nadie lo pone encima de la mesa. No ha habido una reparación política ni un pedido de perdón político. Tampoco hubo un cuestionamiento del Estado por cómo se comportó con el pueblo gitano.

Invisibilizadas

¿Qué ha sucedido con las mujeres gitanas? Que las gitanas no están visibilizadas ni siquiera como mujeres. Están visibilizadas como “las gitanas”. Todas somos iguales, todas necesitamos la manito de la mujer paya que nos guíe y nos lleve. Además, en casi toda Europa, la cuestión gitana está guardada o limitada al cajón de servicios sociales, de la caridad, del paternalismo, de la iglesia, de las grande ONG payocentristas y nunca del Estado. Estas ONG no reconocen para nada nuestra identidad, porque nunca han vivido y reconocido la idiosincrasia del pueblo y de las mujeres gitanas, sus formas de pensar, sus formas de organizarse, sus reivindicaciones y sus formas de resiliencia. Porque las mujeres más resilientes de la historia en todo el mundo son las gitanas. 

Los problemas de la comunidad gitana no son internos. Mi comunidad no es más o menos racista que en otras sociedades del patriarcado. No hay tampoco un machismo gitano distinto a otros machismos. Esto no existe. Internamente, somos capaces porque tenemos muchos aliados, varones gitanos, que entienden que la lucha es de comunidad. 

Nuestro movimiento feminista es de cuestionamiento a los privilegios blancos payos y, a su vez, es para liberar a nuestro pueblo. No solo estamos discriminadas las mujeres gitanas, no solo los Estados nos niegan nuestros proyectos de vida y nuestras propias decisiones. Decisiones hasta en lo más mínimo, como dónde puedo ir a comprar o en qué supermercado no me va a seguir el guardia de seguridad. Y los hombres gitanos están igual de discriminados. Las mujeres payas ejercen una discriminación y tienen un privilegio blanco hegemónico -y si quieres, se puede llamar feminista- frente a los hombres gitanos. Por lo tanto, en nuestra comunidad gitana, puede haber cuestionamientos, incluso el desarrollo de estrategias que nos pueden llevar más o menos tiempo, más o menos explicaciones, pero estamos perfectamente validadas por un pueblo que ve que el discurso feminista de las mujeres gitanas lo que pretende es liberarnos del yugo de la colonización, de la instrumentalización, de la manipulación y del racismo blanco.

El feminismo es una lucha de empoderamiento, de igualdad, de derechos. Pero el movimiento feminista hegemónico y europeísta se olvida de una parte muy importante, y no incluye jamás la lucha antirracista. En una lucha de conquista de derechos y de puesta al frente de mujeres. Por eso, las únicas mujeres no pueden ser las blancas, de clase media, que ya han conquistado muchas cosas. La política a nivel Estado-nación se ha desarrollado con mecanismos de protección y de garantías para un grupo hegemónico y blanco. No estoy diciendo nada del otro mundo, a este tema ya lo abordaron las mujeres afrodescendientes y latinoamericanas. Cuando las afrodescendientes y latinoamericanas se ponen al frente de un discurso que tiene que incluir el discurso de raza, género y clase, parece que se va entendiendo, pero a veces con muchas resistencias. Hay una hipervalidez de las blancas para poner límites, para ver cuáles son las mujeres negras o latinas que deben tener significado en el feminismo. 

Aliadas y hermanas

Al deseo lo planteamos cada día que nos levantamos. Es verdad que siempre trabajamos con mucha creatividad y con mucha ilusión, porque, de otra forma, no podríamos resistir. La realidad, dentro de diez años, va seguir siendo muy cruda, porque no hay nada que asegure el futuro de los y las niñas gitanas. El futuro es complicado, porque el Estado no está adquiriendo la responsabilidad económica, social, cultural y de reconocimiento de una minoría étnica nacional. No hay muchas posibilidades sobre esto. 

Vivimos en un sistema económico depredador, incluso para los blancos de clase media-baja, con sueldos de 1.000 euros, que no pueden llegar a fin de mes. Si para ellos está complicado, para los gitanos el futuro está muy desdibujado. Igual, continuamos cuestionando, reivindicando, luchando y peleando, incluyendo siempre a más personas, no solo a gitanas, sino a otras minorías, a otras comunidades racializadas y también a algunas aliadas blancas que saben o que empiezan a saber que el privilegio blanco existe. Eso es el primer paso, reconocer esto, echarse a un lado y reconocerse como aliadas y no como voz de la comunidad gitana.

Consideramos aliadas a las hermanas aymaras, a las hermanas kurdas, a las hermanas árabes, a las latinoamericanas, a las afrodescendientes, a las personas que están en una situación de lucha para un reconocimiento de raza. Es verdad que todos estos movimientos tienen una historia más larga en el tiempo de visibilización, porque tienen comunidades donde se ha reconocido a escritoras, a periodistas. Existen mujeres gitanas periodistas, políticas, artistas, poetisas y siempre han existido, pero no se han visibilizado y reconocido. Por lo tanto, los espejos donde hemos podido ver ese feminismo, a esa resiliencia, a ese cuestionamiento al privilegio blanco, vienen de nuestras madres y abuelas, de nuestro sujeto político de base.

Hemos conseguido a nivel europeo y español que exista el nominalismo de feminismo gitano. Esto no existía hasta que Gitanas Feministas se denominaron de esta manera y desarrollamos un discurso político no solo en España, sino también en Europa. Tenemos muchas aliadas gitanas en Europa, con las que vinculamos líneas de acción. Estamos con entidades de mujeres gitanas en Rumania, en Bulgaria, Alemania, Italia, Francia, Portugal y Bulgaria. No hemos construido una estructura potente con trabajadoras, con oficinas, pero intentamos conseguir esto porque hay que organizarse a nivel europeo. Lo que tenemos ahora son micro-organizaciones y tres veces al año coincidimos en algunos de los países donde estamos las feministas gitanas. 

A raíz de que la asociación empieza a denominarse Gitanas Feministas, aparecemos con un discurso político en acciones desarrolladas en todas las líneas de la diversidad y no solo en la etnia, sino en lo sexual, lo cultural, lo religioso. Porque el pueblo gitano es heterogéneo, donde cabe absolutamente todo y donde se dan todas sus diversidades, como en cualquier otra comunidad. Pero esto es complicado de hacer ver, porque entramos en el saco de la imagen grotesca, analfabeta, ladrona. Igualmente, hemos conseguido que el feminismo gitano irrumpa en el panorama político y de los discursos feministas europeos. Nos reconocen, saben que hay una organización que tiene las cosas muy claras, que desarrolla un discurso político con sujeto político de base y que cuestionamos todo aquello que nos oprime y consideramos privilegio.

La tinta

 

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