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Estado español :: 15/08/2019

España recupera su coherencia histórica: Más Trumpistas que Trump

Aday Quesada / Canarias Semanal
Ha sido siempre un poder político que traspasa las fronteras de la servidumbre. De ahí, nuestra alusión inicial al "síndrome del capataz"

Históricamente España ha sufrido, con más frecuencia de lo que debiera, lo que comúnmente se ha dado en denominar el "síndrome del capataz". ¿En qué consiste esta perseverante dolencia psíquica que suele afectar a quienes han asumido históricamente la gobernanza en ese país? El pasado martes 13 de agosto un avión F18, perteneciente a las fuerzas armadas españolas al servicio de la OTAN, revalidó nuestra consigna histórica de seguir siendo "más papistas que el Papa".

POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL

 Históricamente España ha sufrido, con más frecuencia de lo que debiera, lo que comúnmente se ha dado en denominar el "síndrome del capataz". ¿En qué consiste esta perseverante dolencia psíquica que suele afectar a quienes han asumido históricamente la gobernanza en ese país?

 Cuando, durante los siglos XV y XVI, Europa era un cruento escenario de las luchas cainitas entre protestantes y católicos, los monarcas españoles decidieron que no debía ser Roma la que blandiera la espada en la batalla por la salvaguardia de la "pureza" cristiana, sino que iba a ser la propia Corona española la que asumiría esta defensa frente a las aviesas desviaciones heréticas de Martín Lutero. Ahí tiene su origen aquella famosa frase de ser "más papistas que el Papa".

 En el curso del siglo XIX, mientras Europa inauguraba con las revoluciones burguesas un indómito avance hacia el desarrollo capitalista, en España un intelectual, miembro de la Real Academia Española y diputado a Cortes, Marcelino Menéndez Pelayo, se entretenía escribiendo una incendiaria "Historia de los heterodoxos españoles", en la que anatemizaba en un macabro balance a aquellos compatriotas suyos que, en la más absoluta de las soledades, se habían atrevido a desafiar a la ignorancia y al poder político y eclesiástico que hegemonizaba la vida en este país. Con siglos de retraso, don Marcelino continuó defendiendo el lema de que España debía ser el martillo de los herejes, hasta tal punto que la dictadura de Franco quiso elevarlo a los altares de la suma sapiencia de las esencias patrias.

  En otro orden cronológico, pero con el mismo tipo de patología, en el curso del pasado siglo XX, concluida ya la dictadura de Franco, el PSOE español, construido en base a los mimbres rescatados de los cargos intermedios del franquismo - secretarios de departamentos, concejales, burócratas etc.-, rebasó por la derecha a la antigua UCD. Las organizaciones políticas creadas por los viejos franquistas reconvertidos fueron incapaces durante los años de su mandato "democrático", de poner en marcha las "transformaciones" que el PSOE iba a realizar a partir su ascenso al gobierno en 1982.

 Los socialdemócratas, olvidándose de viejas zarandajas y sin ruborizarse por ello, se encargaron de privatizar todo lo que había de público en la economía española. No lo hicieron porque eso formara parte intrínseca de su propia naturaleza reaccionaria, sino porque los nuevos y auténticos dueños del chiringuito, es decir, la Unión europea -entonces CEE - así lo mandataba ahora. Y por si fuera poco, cuando llegó otra orden desde Washington  en la que se nos urgía a ponernos en posición de firmes y entrar sin dilación en la OTAN, nuestros pusilánimes socialdemócratas obedecieron sin rechistar aquella orden allende los mares. 

 La conclusión a la que estas y otras secuencias históricas nos conduce, es que el poder político en este país ha sido siempre un poder político que traspasa las fronteras de la servidumbre. De ahí, nuestra alusión inicial al "síndrome del capataz", en el sentido de que los capataces son frecuentemente más brutales que el propio patrón con sus subordinados.

Viene esto a colación de un incidente acaecido el pasado martes 13 agosto.Ese día, un caza F-18 adscrito a las fuerzas de la OTAN, se aproximó peligrosamente al avión en el que viajaba el ministro de Defensa de RusiaSerguéi Shoigú. tanto el avión gubernamental ruso como el F-18 volaban sobre aguas neutrales en el Mar Báltico, al norte del continente europeo. La OTAN, al igual que los propios rusos, suelen cuidarse muy mucho de este tipo de peligrosas"aproximaciones", pues además de ser impropias en tiempos de paz, pueden tener gravísimas repercusiones si se llegar a producir un desenlace imprevisto .

 La sorpresa vino cuando se dio a conocer cuál era la nacionalidad de la aeronave protagonista de la "aproximación". Era, naturalmente, española. O sea, que una vez más nuestro comportamiento ha correspondido al de Seguir siendo en pleno siglo XXI, "más papistas que el Papa". O, trasladándonos a la terminología contemporánea, "más trumpistas que Trump". Que así quedamos bien ante el patrón.

 

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