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Pensamiento :: 09/02/2004

"Good Bye, Lenin!", fantasía y realidad en la RDA

Antonio J. Torres
República Democrática Alemana (RDA), octubre de 1989, la madre del joven Alex Kerner, ferviente y firme partidaria de la Alemania Socialista

, cae en un coma profundo del que despertará 8 meses después.

Al despertar la madre de Alex, el médico que la atiende advierte al joven de la delicada situación de su madre, a la que cualquier alteración o contradicción podría provocarle trastornos graves, y no digamos ya lo que le podría suceder si se enterará de la descomposición de la RDA. Por ello, Alex decide aislar a su madre del mundo exterior haciéndola creer que todo sigue igual, que ningún cambio se está produciendo en la RDA, en la Patria Socialista que ella tanto ama. En su pequeño y modesto piso del Berlín Oriental, Alex recreará con humor e imaginación una RDA de fantasía, o como él mismo reconoce, la RDA en la que él hubiera deseado vivir, ajena a esa otra RDA, que con la presencia "estelar" del máximo traidor revisionista Mikhail Gorbachov, celebraba su 40 aniversario alejada del Pueblo y las masas populares, ya indiferentes a este tipo de celebraciones.

Alex reinventa la RDA, sin embargo, eso tiene sus consecuencias, positivas, en la realidad; por ejemplo, este montaje sirve para que el nuevo compañero de trabajo de Alex, un germano occidental, despliegue su talento artístico produciendo videos para hacer creer a la madre de Alex que la televisión de la RDA sigue emitiendo, o sirve también al propio Alex para no olvidar su sentimiento de clase; en otro sentido, Alex descubrirá como los ya "viejos" para él lemas de la Alemania Socialista le sirven para estimularle en su vida personal, en concreto, para ligar con la enfermera rusa Lara, que atiende a su madre en el hospital.

Una virtud muy importante, dado los tiempos que corren, y que "Good Bye, Lenin!" posee, es la de no ser una película anticomunista, o anti Alemania del Este, para ser más exactos; por supuesto, eso no quiere decir que sea una película acrítica con la RDA; existe la critica y muy dura en ocasiones. Ante todo, es una visión entre tierna y nostálgica de un país en trance de desaparecer, hoy ya desaparecido.

Va a hacer ya casi 15 años de la caída del Muro de Berlín, y para 13 que la URSS se desintegrara, y aún hoy cuesta trabajo sacar en claro qué ocurrió en el denominado "campo socialista", básicamente, porque la mayoría de las veces el análisis crítico, científico y sistemático es sustituido por el subjetivismo, el idealismo o la manipulación descarada; ya sea por culpa de aquellos que todavía hoy son incapaces de articular la más mínima crítica coherente a los tantísimos errores que se cometieron, muchos de ellos imperdonables e injustificables; o ya sea por la supervivencia de los viejos mitos antisoviéticos y antisocialistas en general desplegados por el imperialismo durante la "Guerra Fría", o el sectarismo, la falta de rigor, y el odio ciego irracional desplegado por parte de determinados grupos de izquierda en Occidente. Por eso, justamente, "Good Bye, Lenin!" es de apreciar, porque la RDA no es reflejada ni como un "paraíso" ni como un "infierno", quizá porque, según la película, era las dos cosas a la vez. ¡Sí!, en el "campo socialista", en la RDA en particular, y gracias a la revisión tergiversadora de la ideología y la práctica marxista-leninistas, entre otros muchos factores internos y externos, había injusticias, burócratas impasibles, funcionarios corruptos, mafiosos aspirantes a grandes burgueses, o trabajadores apáticos obnubilados con el derroche consumista de Occidente; pero también había gente luchadora y trabajadora, como la propia madre de Alex, con un alto sentido de la solidaridad, del bien común, del progreso y de la justicia social, valores todos estos que, como se aprecia en la película, son barridos por la introducción del capitalismo salvaje; gente, en definitiva, que aún con un idealismo desproporcionado querían, deseaban y luchaban por un mundo mejor. De ahí esa mirada nostálgica que posee la película, ya que la desaparición de la RDA comportaba también, a su vez, la desaparición de toda una serie de valores superiores moralmente a los que estaba imponiendo la otra Alemania.

Son muchas las paradojas, contradicciones y matices como para tener una visión simplista y unilateral de la RDA: por ejemplo, la "famosa" STASI (servicios de información de la Alemania Oriental) pudo ser en muchas ocasiones implacable, arbitraria, y cruel (habría que tener igualmente en cuenta las circunstancias en las que se creó ese "organismo"), pero también colaboró resueltamente con la resistencia anti-Pinochet en Chile, o con la lucha de los progresistas etíopes contra el reaccionario Haile Selassie, o con la lucha de los palestinos, o de la Nicaragua Sandinista, de los mozambiqueños del FRELIMO, etc., y por supuesto con la lucha armada revolucionaria en la República Federal Alemana...

Tampoco podemos olvidar la auténtica "caza de brujas", no reflejada en la película, con tintes de vendetta que la Alemania Occidental desató en la RDA: censura de libros, persecución a miembros del PSUA (Partido Socialista Unificado Alemán) despidiéndolos de sus trabajos en la administración o en la educación, reduciéndoles en unos casos o quitándoles en otras las pensiones a los jubilados militantes del Partido, o del ENP (Ejército Nacional Popular, el ejército de la RDA), etc. Sin olvidar los juicios y las condenas a las que fueron sometidos numerosos dirigentes de la RDA, que ni tan siquiera fueron juzgados por jueces de la Alemania Oriental, es decir, por sus propios compatriotas, sino por jueces de la Occidental, que, por supuesto, tenían un veredicto ya decidido de antemano. Es curioso que la Alemania Occidental se convirtiera en juez de la Oriental, cuando la RFA ilegalizó al Partido Comunista en 1956, o en determinados momentos de su historia hiciera de la tortura, el asesinato, las leyes de excepción, el asfixiante control social o la paranoia anticomunista su principal modus operandi contra la disidencia ya fuera armada o política.

Tampoco "Good Bye, Lenin!" nos viene a dejar demasiado claro que todo aquello no fue una unión voluntaria de dos países, sino una imposición, una anexión en toda regla, en la que la Alemania Occidental pretendía, y pretende hoy, hacer tabla rasa de la Oriental, de la Alemania que un día llegó a ser la décima potencia industrial del mundo, con una industria valorada en 650 billones de marcos, y que ha sido reducida a un mercado consumidor de productos del Oeste, una auténtica colonia, como también lo son gran parte de Europa del Este y los Balcanes. Sí vemos en la película cierta actitud arrogante de los occidentales hacia los orientales, despreciando el dinero de la antigua Alemania, por ejemplo, ese mismo dinero que para la familia Kerner son los frutos de toda una vida de trabajo.

"Good Bye, Lenin!" no refleja detenidamente la degradación que la introducción del capitalismo produjo, y hoy está produciendo, en la Alemania Oriental, a pesar de ello, en la película vemos como la hermana de Alex, que viene a ser el ejemplo más claro de esa degradación, abandona sus estudios universitarios de Económicas por un trabajo basura en un Burger King, es egoísta y consumista, y entabla una relación con un germano occidental frívolo y decadente; vemos también como el primer cosmonauta alemán, Sigmund Jähn, el héroe de Alex durante la infancia, acaba ganándose la vida como puede de taxista en Berlín, o como un vecino del barrio después de 40 años de duro trabajo es despedido sin más, sí, vemos despidos masivos, inseguridad, o lo impensable hacía solo unos meses: una swástica nazi pintada en el ascensor del bloque de los Kerner; pero todo ello tapado por la posibilidad de consumir y consumir hasta no poder más toda clase de productos, eso sí, a un precio mucho más elevado, y una vez que los productos de la antigua Alemania han sido eliminados de las tiendas. Pero el producto estrella de la introducción del capitalismo será, como nos muestra la película, la antena parabólica, con la que ocultar aún más si cabía la creciente degradación germano oriental, gracias a aquel mundial de fútbol de Italia 90 que tan oportunamente ganó la selección alemana.

Por todos estos motivos, 15 años después de todo aquello, la ya Alemania reunificada se pregunta cómo era de verdad la vida en general o la cultura en la Alemania Oriental, sin mentiras y sin manipulaciones. Hay curiosidad sana por la RDA, como lo demuestra no solamente esta película, sino también el éxito de un programa de televisión conducido por la antigua campeona olímpica de la Alemania Oriental Katerina Witt, donde se analizan diversos aspectos sociales, políticos o culturales de la RDA. Lógicamente, este programa ha recibido multitud de críticas de los sectores más reaccionarios de la sociedad alemana, pero en su defensa la Televisión alemana ha alegado lo siguiente: "La gente quiere recordar cómo era la vida diaria de los alemanes del Este, porque no todo era malo, en realidad, era justo lo contrario". Durante estos casi 15 años se ha demonizado sistemáticamente todo lo que tuviese que ver con la RDA, es normal que ahora surjan este tipo de actitudes.

"Good Bye, Lenin!" tiene dos finales: uno real y otro de ficción. El real es de sobra conocido por todos, es un final histórico donde la RDA desaparece engullida por la RFA, sin embargo, el final de ficción, el de la fantasía desarrollada por Alex en su piso del Berlín Oriental es muy diferente al final histórico, al real, es un final ideal, es el final que su madre, y el propio Alex, deseaban para su país. Alex nos comenta que él siempre asociará a la RDA con su madre, debemos entender igualmente con los valores positivos que ella poseía y que permanecerán, aunque ya tristemente, en su recuerdo, en su pasado; quizá esa conclusión nos pueda dejar un mal sabor de boca.

Quisiera finalizar con unas palabras que vienen muy al caso de esta película, sobre todo de sus dos finales, y que fueron pronunciadas por el último Presidente de la RDA, Egon Krenz, durante el juicio al que fue sometido por la Alemania "vencedora" que le acusó y condenó, sin apenas base legal, de las últimas 4 muertes de germanos orientales en la frontera:

"Mientras viva me perseguirá la pregunta: ¿Por qué fue derrotada la RDA, y que parte de responsabilidad recae sobre mí? Me lo pregunto no porque entonces yo viviese mejor, sino porque yo trabajaba por el socialismo por convencimiento. Por consiguiente que nadie espere de mí que obedezca a las ordenes de '¡media vuelta!' y comience a decir justamente lo contrario de lo que decía hasta 1990 a los ciudadanos de la RDA...

No tengo culpa en aquello por lo que me juzgan. Si de algo se me puede juzgar es por mi parte de responsabilidad en la derrota de la RDA, pero por eso no me va a juzgar ningún tribunal. Si está ya todo decidido y me va a tocar recibir el nuevo milenio tras las rejas, la cárcel no será el lugar donde entierre mis esperanzas. Y no me refiero a las esperanzas de que se resuelva mi caso en el tribunal europeo de derechos humanos de Estrasburgo, sino a las esperanzas de una sentencia justa de la historia para con la RDA, para mí, mis acusadores y jueces".


Fuente: La Haine
 

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