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Pensamiento :: 10/08/2006

Imperialismo y procesos electorales

Antonio J. Torres - La Haine
"La fiesta de la democracia", con esta conocida y mil veces repetida frase se suelen expresar los grandes medios de comunicación de masas occidentales y los políticos al servicio del imperialismo, sean de la tendencia que sean, ante aquellos procesos electorales que dan la victoria a algún candidato del imperialismo.

Lo malo es cuando esa "fiesta" de esa "democracia", que no es más que la superestructura acorde con el modo de producción capitalista en su fase actual, se transforma en pesadilla, cuando pierden sus candidatos, aquellos a los que los imperialistas han designado y ha programado para ganar. Surgen los reproches, las insinuaciones sobre la falta de limpieza de los comicios, cuando no se opera de forma fraudulenta, o se recurre al miedo, al chantaje velado, o a la amenaza directa para asegurar la victoria de los candidatos del imperialismo.

Concretamente, en este año 2006, han tenido lugar unos procesos electorales que han puesto en evidencia, una vez más, que la democracia burguesa occidental no es más que la forma que adopta el imperialismo en su dominación sobre los pueblos y la clase obrera. Tres han sido los ejemplos más claros de las diferentes varas de medir del imperialismo cuando estos procesos electorales no benefician a sus candidatos, cuando no contribuye a perpetuar su dominación, o cuando menos pone límites claros y evidentes a su poder; se trata de los casos de Palestina, Bielorrusia y más recientemente México. Por supuesto, de estos procesos electorales no se han derivado procesos revolucionarios de transformación social, pero, como se ha señalado antes, han puesto unos límites o impedimentos a la dominación imperialista en unos casos (Palestina y Bielorrusia), y han demostrado sus mentiras y su hipocresía, en el otro (México).

Palestina: el chantaje de la ayuda internacional

En enero tuvieron lugar las elecciones palestinas bajo la expectación que producía la participación en ellas de Hamas y de otras organizaciones palestinas tradicionalmente abstencionistas. Los resultados no dejaron lugar a dudas: Hamas consiguió 76 de los 132 escaños que componen el Parlamento palestino, frente a los 43 de Al-Fatah; ninguna de las formaciones políticas restantes que concurrieron a las elecciones consiguió superar los 5 escaños, la más significativa de todas ellas fue el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) que sólo consiguió 3 escaños.

Los observadores internacionales tuvieron que admitir la limpieza de los comicios. Al-Fatah sufrió un duro castigo debido a la corrupción extrema de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), y a la connivencia clara de importantes miembros de su cúpula dirigente con el imperialismo norteamericano y los estados imperialistas de la Unión Europea.

La reacción de los estados imperialistas occidentales ante la victoria de Hamas no se hizo esperar cuando la dirigencia de Hamas se reiteró en no aceptar los acuerdos de Oslo, y sobre todo, en no reconocer al Estado de Israel. El miembro de Hamas Jaled Mashal declaraba: "son inútiles vuestros intentos de obligarnos a renunciar a nuestros principios y a nuestra lucha". La respuesta del imperialismo occidental ha sido el chantaje, haciendo depender su ayuda económica, sobre todo la norteamericana y la de la Unión Europea, o a la vuelta de la corrupta dirigencia de Al-Fatah, estrangulando económicamente al nuevo gobierno palestino y haciendo que caiga por falta de fondos; o a la renuncia de los principios antisionistas que llevaron al poder a Hamas. Como no consiguieron sus objetivos, se intentó la vía del enfrentamiento entre palestinos, echando a pelear por las calles palestinas a las milicias armadas de Hamas y Al-Fatah, pero tampoco consiguieron nada, así las mentes más recalcitrantemente sionistas e imperialistas, con la excusa del secuestro de un soldado israelí por parte de milicianos de Hamas, bombardearon Gaza sin piedad, y, al tiempo la emprendieron con el sur del Líbano y la guerrilla patriótica chiíta libanesa Hizbollah. El objetivo del último ataque devastador israelí sobre Gaza no era más que derrocar al Gobierno legítimo de Hamas, un auténtico estorbo en los planes de dominación colonial del sionismo y del imperialismo norteamericano.

Por supuesto, Hamas no es ninguna organización revolucionaria, no pretende cambio social alguno, es clerical, reaccionaria, pequeñoburguesa, y nacida bajo el patrocino del Estado de Israel para debilitar a la antigua OLP, nacionalista, laica, y con una nutrida representación izquierdista en su seno. Pero, en este contexto, Hamas ha demostrado una coherencia antisionista y antiimperialista evidentes. No han claudicado al imperialismo, a pesar no solo del chantaje económico, de importantes dimensiones, sino también de las más brutales agresiones por parte del Ejército israelí, no por nada, Hamas cuenta con el apoyo crítico y condicional de los marxistas-leninistas del FPLP, la tercera fuerza política del Parlamento palestino.

Bielorrusia: el fantasma del comunismo recorre de nuevo Europa

En marzo de este año tuvieron lugar las elecciones presidenciales en la antigua república soviética de Bielorrusia. El Presidente Alexander Lukashenko obtuvo el 83% de los votos, la oposición apoyada por Occidente se repartió el 17% restantes. Rápidamente, la prensa occidental comenzó a difundir un presunto fraude cometido por Lukashenko, a quien se acusaba de ser "el último dictador comunista de Europa", tras Milosevic. La editorial de El País del 21 de marzo de este año lo dejaba bien claro: "Bielorrusia es la última dictadura de Europa. Lukashenko se ha convertido en un político odiado por su gente, que sufre las penurias de una economía en declive, con un Estado que controla el 80% de la propiedad y mantiene el aparato policial de la época soviética". Conviene retener el dato que nos proporcionaba El País sobre que el 80% de la propiedad está manos del Estado bielorruso.

La máquina del imperialismo empezó a funcionar como ya ocurrió en Georgia, Kirguizistán y Ucrania fabricando una nueva "revolución de color" contra otro "tirano" producto de tantos años de "dictadura soviética". La OSCE (Organización de Seguridad y Cooperación en Europa) calificó en un principio los comicios como fraudulentos. Lukashenko fue acusado de intimidar a sus oponentes y a la población en general. Se le acusó concretamente de la desaparición de varios oponentes políticos, el caso más famoso fue la supuesta desaparición de Tamara Vinikova, que acabó apareciendo en Londres, como si nada. En realidad, la oposición a penas si ha denunciado casos importantes de violaciones de los derechos humanos, como mucho se ha hecho eco de las acusaciones que provienen de la prensa occidental. Sin embargo, Lukashenko es atacado implacablemente por la oposición sobre todo en cuestiones de política económica, otro dato muy a tener en cuenta.

Nada más conocerse los resultados, la oposición levantó un campamento en Minsk, capital de Bielorrusia, con el que se pretendía presionar a Lukashenko y conseguir su caída, a imitación de lo que ocurrió en Ucrania. Se pretendía seguir el modelo georgiano y ucraniano de grandes demostraciones populares pacíficas de rechazo. La "revolución de color" no tuvo lugar en Bielorrusia, fracasó. Sin embargo, y desde Occidente, puede parecer extraño e incluso sospechoso que un candidato presidencial obtenga el 83% de los votos, como insinuaba el mismo editorial de El País antes citado: "Los resultados oficiales son sonrojantes. Lukashenko ha obtenido el 82,6% de apoyo por sólo el 6% del líder de la oposición, Alexander Milinkevich, quien ha acusado a su rival de conservar el poder de forma ilegal y ha pedido la repetición de los comicios". Sin embargo, si echamos un vistazo a la realidad Bielorrusia no es tan extraño, como se nos indica en un artículo aparecido en el periódico británico The Guardian (23/03/06), y que también nos vendría a explicar por qué fracasó la "revolución de color" en Bielorrusia: "Bielorrusia no ha dado un paso atrás hacia la época comunista, sino que constantemente desarrolla la economía de mercado. Pero ese mercado está orientado prioritariamente a servir y suplir las necesidades de la mayoría de la población del país y no de la minúscula clase de nuevos ricachones, ni de sus consejeros occidentales, ni de traficantes de dinero lavado. A diferencia de Georgia o Ucrania, los funcionarios del gobierno de Bielorrusia no se enriquecen sobre el empobrecimiento de la población. El hecho de que en Bielorrusia no existe un clima de corrupción total ni entre los funcionaros estatales, ni la policía, es una de las causas principales por la que la ola de las llamadas revoluciones de colores no ha podido rodar hasta Minsk". Es curioso, el candidato prooccidental georgiano Mikhail Saakashvili, el de la "revolución rosada", obtuvo el 97% de los votos, en este caso, nadie sospechó nada, nadie acusó a Saakashvili de fraude, ¿por qué?

A día de hoy, ni la OSCE, ni ningún gobierno occidental, ni la prensa imperialista han aportado aún datos que confirmen o insinúen la evidencia de un fraude electoral en Bielorrusia. Sin embargo, las acusaciones contra Lukashenko siguen ahí, y seguirán, ya que Bielorrusia se está ganando su "lugar de honor" en el denominado "eje del mal", sobre todo desde que la pretendida unión entre Rusia y Bielorrusia esté en punto muerto. Bielorrusia cada vez está más cercana en todos los sentidos a Cuba socialista, a la Venezuela bolivariana, a la Siria antiimperialista y a la República Islámica de Irán, con quienes se está estrechando los vínculos comerciales especialmente, mientras se aleja de la OTAN, la Unión Europea y los Estados Unidos.

Occidente considera a Bielorrusia un mal ejemplo por impedir la expansión de las multinacionales occidentales en su territorio, por mantener cierta planificación económica dentro de un potente control estatal de la economía, ya que las empresas socialistas soviéticas en suelo bielorruso no pasaron en masa a manos privadas, pero, sobre todo, por mantener su soberanía e independencia.

Por cierto, en Bielorrusia las estatuas de Lenin siguen en pie.

México: el fraude invisible de las nuevas tecnologías y los medios de comunicación

Si en Bielorrusia no se ha conseguido demostrar el fraude electoral, en el caso mexicano ocurre lo contrario: ha habido fraude, existen pruebas, pero en este caso los medios de comunicación del imperialismo prefieren mirar para otro lado, cuando no se retrata la cuestión como una mera pugna personal por el poder del candidato del socialdemócrata PRD (Partido de la Revolución Democrática) Andrés Manuel López Obrador.

En estas elecciones se enfrentaban por un lado el candidato conservador, Felipe Calderón, delfín del que aún hoy es Presidente de México, Vicente Fox, y por supuesto de la vieja oligarquía mexicana y los EEUU, y por otro, el reformista de izquierda, el anteriormente nombrado López Obrador. Calderón apuesta por el neoliberalismo, y por atraer la inversión extranjera sin restricciones ni límites. López Obrador pretende reconstruir el maltrecho capitalismo nacional mexicano no oligárquico, apuesta por un trato de igual a igual con los inversionistas extranjeros, y por una redistribución de la riqueza nacional más justa y equitativa. Como podemos comprobar, López Obrador no es un revolucionario, ni siquiera es un nacionalista antiimperialista tipo Hugo Chávez, como el mismo López Obrador dice: "un gobierno cercano a la gente", sin más.

Según científicos de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) el fraude consistiría en que el resultado final de los cómputos por distritos no es producto de la voluntad popular, sino de la aplicación de un algoritmo para favorecer al aspirante oficial conservador, Felipe Calderón. Los matemáticos de la UNAM dijeron que como resultado de este sesgo cibernético el comportamiento de los números carece de explicación lógica, matemática y racional. A López Obrador un algoritmo dentro del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) del Instituto Federal Electoral (IFE) le quitó cientos de miles de votos que le fueron trasladados a Calderón. Observaron además que en los estados donde ganó la coalición "Por el bien de todos" (de López Obrador) la votación para la elección presidencial siempre fue menor a la realizada para diputados (500) y senadores (128), mientras en el caso de Calderón fue a la inversa.

Al fraude informático se ha de sumar:

1.La publicación 3 días antes de las elecciones de propaganda en un periódico norteamericano a favor de Calderón, lo que viola el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales de México.

2.Violación de los sellos en diversos distritos (Yucatán, Zacatecas, Veracruz, etc.), respecto a paquetes indebidamente abiertos.

Ciertamente, varias guerrillas mexicanas afirmaban en un manifiesto conjunto ("Manifiesto a la Nación"): "En la actual coyuntura electoral el autonombrado gobierno del cambio ha puesto al servicio de la oligarquía las instituciones republicanas (IFE, TRIFE, etc.), así como las dependencias del gobierno federal y sus programas asistenciales para consumar un fraude de estado, con base en una estrategia instrumentada y manipulada por el dúo-polio de los medios de comunicación, a fin de mantenerse en el poder, ocultar el saqueo de la nación y profundizar el proyecto neoliberal.".

A diferencia del caso bielorruso, ningún gobierno sospecha de la victoria electoral de Calderón, ni por supuesto EEUU, que está detrás del fraude, ni la Unión Europea. El Presidente español del "talante", Rodríguez Zapatero, reconoció la falsa victoria del derechista Calderón, apoyado durante la campaña electoral por el ultra español José María Aznar.
López Obrador ha sido víctima de una auténtica conspiración organizada por la vieja oligarquía mexicana, amiga de los EEUU, profundamente antidemocrática, que ha utilizado los potentes medios de comunicación, Televisa y TV Azteca, para desprestigiar a López Obrador, e influir, descaradamente, en el proceso electoral. Cuando la manipulación informativa no dio los resultados previstos se recurrió a la manipulación informática de los votos.

Qué reaccionaria ha de ser la vieja oligarquía mexicana, y sus socios gringos, que no han permitido la victoria de un candidato que lo último que pretendía era derrocarlos, sino más bien redistribuir la riqueza para que justamente el poder de la vieja oligarquía se mantuviera sin sobresaltos sociales que la pusieran en peligro.

En conclusión, todos estos ejemplos nos vienen a demostrar la fragilidad de la superestructura política democrática-burguesa del capitalismo. Vemos como esa superestructura no se sostiene porque la propia estructura actual del capitalismo en su fase imperialista no la puede sostener en su afán de dominación. Si en los años 30 del siglo pasado en Europa se recurrió al fascismo como dictadura omnímoda de la burguesía, o después de la II Guerra Mundial se fomentara los golpes de estado militares en los países del denominado "Tercer Mundo", en la actualidad, el imperialismo encuentra nuevas formas, quizá no tan violentas, o por lo menos en apariencia, de imponer su poder y su dominación sobre los pueblos y la clase obrera, recurriendo, salvo casos excepcionales a la conquista militar, como el imperialismo norteamericano (Afganistán e Irak) en su locura de dominación unilateral, que, por otro lado, está demostrando su rotundo fracaso.
La democracia burguesa occidental imperialista no es más que una caricatura.

Antonio J. Torres, "Antón"

 

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