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Estado español :: 29/11/2013

IU entra en el poder judicial. ¿Vamos hacia el tripartidismo?

Manuel Medina
Algunas reflexiones sobre el itinerario político de Izquierda Unida

Quienes sueñan con un poder judicial "independiente" y neutro en relación con todo aquello que acontece a nuestro alrededor fantasean con una quimera inexistente. El poder judicial forma parte de la superestructura del Estado. Y el Estado es un instrumento de aquellas clases sociales que lo dominan. Esto ha sido así desde que la sociedad humana se dividió en grupos sociales con intereses contrapuestos. Las clases socialmente hegemónicas requirieron de un instrumento represivo que les sirviera para preservar sus intereses. Para satisfacer esa necesidad aparecieron los ejércitos, la policía, la administración estatal, la judicatura, etc. El poder judicial es, pues, una expresión más de los intereses económicos dominantes en una sociedad dada. Y mientras las clases sociales existan seguirá siendo así. Eso no significa, sin embargo, que en alguna circunstancia excepcional algún gozne secundario del aparato judicial deje de cumplir la función que se le ha adjudicado. Cuando se produce esa eventualidad, el sistema está suficientemente entrenado por siglos de experiencia para proceder al "engrase" de la pieza "averiada" o a su sustitución si corresponde.

Viene a cuento esta reflexión porque la pasada semana, como suele suceder cada vez que reglamentariamente corresponde, los dos partidos que se turnan en el control del gobierno y de sus instituciones - no del poder, que es otra cosa diferente - procedieron al reparto de sus representantes en un órgano denominado "Consejo General del Poder Judicial" (CGPJ). Controlar esta institución no cambia nada esencial en la orientación del aparato judicial. Este, independientemente de cuál sea el partido que domine sus órganos rectores, seguirá cumpliendo la función que le otorgaron quienes diseñaron la Constitución y la estructura del Estado monárquico durante la llamada "Transición". Es decir, la de proteger los intereses y privilegios de las clases hegemónicas. Si en alguna época esto ha quedado expresado con nítida claridad es en la que actualmente estamos viviendo.

En el curso de los últimos años, los efectos de la crisis económica del capitalismo han servido de detonante para la agudización de las contradicciones sociales. A decenas de miles de personas se las ha privado de sus hogares por imperativo de los intereses bancarios. Varios millones de asalariados han sido arrojados a la calle al llamado de las grandes patronales. La propia Constitución ha sido sometida a una fulminante modificación por expresa imposición de la gran banca europea. En ninguna de estas circunstancias las supremas instituciones de la judicatura actuaron en contra de estas disposiciones evidentemente injustas y que afectaban gravemente a la vida de millones de personas. No podían hacerlo porque no son ni neutrales ni independientes.

EL JUEGO PARTITOCRÁTICO

Sin embargo, que una organización política u otra domine en el seno del CGPJ sí es importante en el escenario del juego partitocrático que caracteriza en la actualidad a la vida política en el Estado español. De que la mayoría de los miembros del CGPJ sea proclive al PSOE o al PP dependerá que una u otra organización pueda defender mejor o peor sus posiciones, intereses partidarios o corruptelas dentro de las instituciones. En el marco de un aparato del Estado en el que todas las instituciones que lo componen están seriamente resquebrajadas por la corrupción política, controlar las decisiones del poder judicial se convierte en una tarea esencial para los partidos que se turnan en el gobierno. Eso es lo que explica, y no otras razones, la ferocidad mostrada por el binomio PP - PSOE a la hora de repartirse influencias en el seno del Consejo General del Poder Judicial. El significado que tienen tales pactos y repartos es evidente: los jueces que investigarán los numerosísimos casos de corrupción que afectan a los partidos políticos del sistema están gobernados por una institución a cuyos miembros los nombran los propios partidos investigados.

IU SE ABRE UN HUECO EN LA INSTITUCIONALIDAD DEL SISTEMA

No obstante, en la presente legislatura una novedad ha venido a añadirse al escenario de las peleas cainitas - pues de hermanos institucionales se trata - en el prorrateo de las poltronas del Poder Judicial. Izquierda Unida, que reiteradamente se ha rasgado las vestiduras abjurando y reabjurando del ignominioso reparto mediante el cual el bipartidismo ha impuesto su control sobre el Poder Judicial, ha terminado también entrando de lleno en ese mismo juego. En el saqueo del botín que se ha convertido el asalto al Consejo General del Poder Judicial, la coalición que dirige Cayo Lara ha obtenido un representante. El peso del que dispondrá IU en esa institución es, pues, absolutamente insignificante. Sin capacidad operativa alguna, su representación queda ridículamente capitidisminuida en una "asamblea" compuesta por 20 vocales.

Pero, en cualquier caso, lo esencial de este paso de IU no es, ni mucho menos, el peso con el que contará en esa institución del sistema monárquico, sino la relevante significación política que tiene su presencia en la misma. Valdría la pena que hiciéramos algunas breves consideraciones al respecto.

HITOS DE UNA TRAYECTORIA

Con cierta aparente ingenuidad, días atrás, en un artículo titulado "Asaltar el palacio de invierno" y publicado en el digital Rebelión, el profesor Rafael Escudero se preguntaba sorprendido por las razones que han llevado a esta fuerza política a entrar en el espurio pacto que tanto había criticado en el pasado. Ignoramos si el profesor Escudero conocía esas razones o al menos las intuía. En cualquier caso, la interrogante del Sr. Escudero nos da la oportunidad de hacer un repaso a algunas de ellas.

La historia de IU - y del PCE - durante las últimas décadas ha sido una historia de renuncias encubiertas. La dirección de ambas formaciones creyó que la estabilidad de la llamada "sociedad del bienestar" iba a proyectarse indefinidamente en el tiempo. Las clases sociales en el capitalismo - pensaban - habían perdido su estructuración clásica y ello les obligaba a cambiar de presupuestos ideológicos. La clase trabajadora - según esa visión - había dejado de ser el sujeto principal para que se pudieran producir transformaciones sociales. La revolución en el sentido histórico del concepto había perdido todo su sentido. Los cambios ahora debían de ser "graduales" y necesariamente ejecutados dentro de los marcos institucionales de la propia "democracia" burguesa.

Estas concepciones - relativamente nuevas en la historia del marxismo español pero viejísimas en el movimiento obrero internacional - provocaron un corrimiento ideológico no solo en IU y en el PCE, sino también en la socialdemocracia española y en los sindicatos CCOO y UGT. El desplazamiento fue, en general, hacia posiciones de derechas. El PSOE simplemente se adscribió a la práctica neoliberal del momento. Los dos grandes sindicatos siguieron también por esa senda que compartieron con los sindicatos europeos. Y las direcciones del PCE e IU creyeron encontrar la oportunidad para ocupar el espacio expedito abandonado por la socialdemocracia.

Cuando se produce la crisis económica y el tsunami del 15 M ocupa las calles del Estado español, a Izquierda Unida estos nuevos fenómenos la sorprenden con el paso cambiado y al PCE en almoneda. Decenas de miles de personas en todo el Estado se echan a la calle, ante la sorpresa y desconfianza de la izquierda histórica. Hay quienes, incluso, desde sus filas llegan a interpretar aquel movimiento espontáneo de masas como "una conspiración del poder". No es el caso de IU, que en una tentativa de oportunismo electoralista trata de incorporarse al movimiento. Algunos de sus representantes se integraron, incluso, en sus asambleas. Pero, en no pocos casos, la aparición de sus principales líderes en las movilizaciones del 15M fue ruidosamente contestada por quienes las integraban, al interpretar éstos que esa organización política también formaba parte del sistema al que de manera confusa trataban de combatir.

ATRAPADOS EN SUS PROPIAS CONTRADICCIONES

Desde esas fechas a ahora, IU ha quedado atrapada en una dramática contradicción entre lo que quiere aparentar ser y lo que realmente es. Desea aparecer ante los trabajadores, los jóvenes y los movimientos sociales como una formación revolucionaria que realmente quiere transformar esta sociedad. De ahí que en sus eslóganes electorales empezaran a reclamar en las últimas convocatorias electorales una confusa y difusa "rebelión" social que concluía, justamente, cuando terminaban aceptando sumisamente y por "imperativo legal" los recortes impuestos por el PP.

Pero por otra parte, IU es consciente de que la dimensión exclusivamente electoral de su oferta no debe provocar temor en los sectores más moderados, potenciales desertores de las urnas del PSOE. Esa es una de las razones por las que la dirección de la coalición se sitúa de manera equidistante en relación con las luchas radicales protagonizadas, incluso, por integrantes de esa misma coalición, como es el caso de las ocupaciones de tierras y supermercados a cargo de los jornaleros andaluces, encabezados por los dirigentes campesinos Sánchez Gordillo y Cañamero. "Estoy de acuerdo con el fondo, aunque no con la forma", llegó a declarar sibilinamente a la prensa el coordinador de IU, Cayo Lara, en relación con el tema.

Asimismo, los dirigentes de la coalición juegan con una intencionada ambigüedad a la hora de enjuiciar políticamente al régimen monárquico resultante del pacto constitucional del 78. Se declaran republicanos, pero simultáneamente Cayo Lara manifiesta que "al socialismo es posible llegar a través de la constitución monárquica". Al igual que hace el PSOE, IU confiesa tener un corazón republicano, pero en su práctica política es incapaz de distanciarse de la monarquía.

Desde el punto de vista histórico y político, el enjuiciamiento del proceso de la denominada "Transición" es clave. Y no solo para entender cómo la burguesía española logró enlazar su dominio desde el régimen franquista hasta la monarquía juancarlista, sino también para establecer cuáles deben de ser hoy los objetivos políticos prioritarios en la lucha de los sectores populares y los movimientos sociales que se están gestando. La dirigencia de Izquierda Unida, una parte de la cual fue protagonista principal de aquella fraudulenta operación, ha eludido realizar una valoración abierta, sincera y pública sobre aquellos pactos. Flirtean con el equívoco cuando algún diputado de la coalición, como Alberto Garzón, habla de "los errores" cometidos durante la "Transición", mientras que otros, como Willy Meyer, expresan su orgullo por haber defendido aquel infame contubernio realizado a espaldas de la voluntad de sus propias bases. La dualidad de este posicionamiento no es inocente. Lejos de evidenciar posicionamientos ideológicos antagónicos en el seno de la organización, no tiene otro propósito que ampliar el espectro de apoyo a la coalición, sumando a los que piensan de una manera y su contraria. Este tipo de técnicas electoralistas, que en estos treinta últimos años han llegado a imponerse como "naturales", forma parte hoy de la mercadotecnia electoral de las "democracias" burguesas occidentales.

¿ENTRE ESCILA Y CARIBDIS?

De IU no se puede decir siquiera que haya emprendido una singladura tenebrosa entre Escila y Caribdis. El rumbo político de Izquierda Unida y del PCE está muy bien definido. Sus objetivos nos lo han adelantado con la experiencia andaluza. Para una formación cuyas aspiraciones están circunscritas a la ocupación de un definido espacio electoral, su horizonte político no puede llegar nunca más allá de la próxima esquina. Y desde la perspectiva electoralista de IU no hay otra esquina más que la del PSOE. Todos sus esfuerzos estarán encaminados a ese fin, aunque en el curso de la trayectoria necesiten encubrir y travestir sus propósitos. Entre otras razones, porque por experiencias pasadas los dirigentes de la coalición son conscientes de que los electores suelen preferir el original al duplicado.

Con su "puesta de largo" institucional en el CGPJ, pues, la coalición Izquierda Unida ha tratado de adelantarnos la inauguración de una nueva etapa en el régimen político de la monarquía: la del tripartidismo. Otra cosa será que las eventualidades electorales y circunstancias no calculables permitan o no que esta se consolide.

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