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Estado español :: 08/05/2019

La batalla de Reinosa

Movimiento Antirrepresivo de Madrid
1987, El año de las barricadas y los tricornios rotos

El 11 de marzo, Enrique Antolín, militante del PSOE y presidente del Consejo de Administración de Forjas y Aceros de Reinosa, S.A., tras planear los últimos 463 despidos, quiso recoger sus cosas y marcharse rápidamente. ¿Su nuevo destino? Consejero de Obras Públicas del Gobierno Vasco. Pero los obreros estaban alerta y trataron de impedirlo. Tanto él como el Comité de Empresa tuvieron que trasladarse al búnker (edificio de control de calidad) quedando retenido junto a otros directivos. La concentración de más de 3000 personas en solidaridad con la acción impedían su salida.

A las 8 de la mañana del día 12, el ministro de los GAL y de la guerra sucia José Barrionuevo envía 30 guardias civiles de la UEI (Unidad Especial de Intervención) para asaltar la fábrica y liberar a Antolín. Los obreros hicieron sonar las sirenas llamando a la gente del pueblo.


Un trabajador contó que: “A las 8 y media se produjo el tiroteo. Entraron con unos bates de madera dando a diestro y siniestro. Primero golpearon al ingeniero y los trabajadores que estaban guardando las fuentes radiactivas de cobalto e iridio que se usan para detectar defectos en las piezas, después a todo cristo. Entraron allí como fieras echando espuma por la boca.”

Antolín fue rescatado por los guardias y sacado de Reinosa. Mientras, en el interior de la fábrica, en sus cercanías y extendiéndose por el pueblo, la brutalidad de la Guardia Civil estaba originando la respuesta de toda la población.

Los despidos planteados en las cuatro principales empresas de la comarca del Campoo (Reinosa), se suman a los despidos de años anteriores, en total miles los puestos de trabajo directos perdidos.

A la indignación que provoca este panorama, se añadía la represión más brutal. El pueblo se echó a la calle enfrentándose a la Guardia Civil. Fue tal la rabia que, aunque dispararon fuego real, la gente no se amedrentó. Los guardias fueron acorralados y golpeados en calles sin salida, las piedras les llovían de todas partes. Grupos numerosos de ellos acabaron rindiéndose y entregando las armas; a otros les fueron arrebatadas. Muchas armas aparecieron destrozadas en varios lugares del pueblo; una pistola y un subfusil permanecieron en lugar desconocido.

La revuelta duró meses. En mayo, muere en un hospital el trabajador y miembro de CCOO Gonzalo Ruíz, como consecuencia de la inhalación de humo tóxico lanzado por la Guardia Civil mientras trataba de refugiarse en un garaje.

Barricadas, piedras y tornillos contra helicópteros, tanquetas, porras y balas. El 3 de julio se aprobó el expediente de regulación de empleo que supuso el despido de los 436 trabajadores.

Los trabajadores de Forjas perdieron la batalla, pero la clase obrera ganó una importante lección.

 

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