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Estado español :: 07/04/2009

La educacion y la crisis

José Luis Carretero
la crisis y la educación no son dos universos separados. Son vasos comunicantes desde toda suerte de perspectivas: culturales, económicas o financieras.

¿Tiene algo que ver la crisis del sistema-mundo capitalista que estamos viviendo con las últimas derivas del sistema educativo? ¿Hay algún nexo entre las decisiones políticas de las administraciones educativas y el proceso de descomposición social efectuado en los últimos decenios que ha dado lugar a la crisis?

Empecemos por el principio. La crisis que vivimos no es únicamente financiera. Es una crisis sistémica global (cultural, financiera, económica, ecológica, etc.) con una génesis concreta: la evidente situación de sobreproducción a que se llega en los años 70. Se produce más de lo que se puede vender, dadas estas relaciones sociales. Así pues, una gran cantidad de capital se convierte en excedente, no tiene donde aplicarse. La crisis, pues, es inevitable, y sólo ha podido ser conjurada estos últimos decenios mediante tres estrategias concluyentes, que han tenido sus efectos, también, en el mundo educativo.

La primera ha sido la apertura de un negocio nuevo donde la sobreproducción no sea un problema. Es decir, la deriva hacia la especulación de los capitales sobrantes, la llamada financiarización de la economía. Si la producción no da bastantes réditos, moveré mi dinero a otro sitio que sí los dé: la Bolsa, la especulación inmobiliaria, etc. Sólo hay un problema: en puridad, el valor no se crea en estos negocios, así que los mismos están sostenidos en el vacío. Conforman una burbuja virtual cebada por un crédito expandido más allá de lo prudente y que, tarde o temprano, ha de estallar. He aquí la crisis. No es ajena a esto, por supuesto, la mutación social que ha dislocado la educación española, generando una preferencia por determinadas titulaciones ligadas al mundo especulativo y vaciando las aulas de otras titulaciones más ligadas al universo de la producción. Tampoco es ajeno a este aspecto el hecho del evidente desprestigio de determinados valores tradicionales como el esfuerzo sostenido, la inteligencia abstracta, la cultura general, etc.

La segunda estrategia la conocen bien los trabajadores de la enseñanza: presionar en el proceso de trabajo para aumentar la rentabilidad empresarial, lo que se ha conseguido, básicamente, con un gigantesco proceso de precarización de las condiciones laborales de los colectivos afectados. Profesores, maestros, PAS, todos conocen las condiciones en que se trabaja en la actualidad: la interinidad eterna en la enseñanza pública, los contratos fijos discontinuos o por obra en la privada, las congelaciones salariales como la efectuada por la CAM este año respecto de los conceptos que dependen de ella, el aumento de las horas lectivas y ratios de alumnos por aula, los procesos de desmantelamiento de las bolsas de transporte de los docentes, etc.

Y hay una tercera estrategia. Meter en el mercado capitalista sectores que anteriormente no lo estaban, hacer rentables para el capital privado actividades que no lo eran por conformar una suerte de propiedad social: las privatizaciones. Así, la privatización de la sanidad, la educación o las pensiones de la Seguridad Social cobran sentido como yacimientos donde aplicar el capital sobreabundante. Hay que hacer negocio con la educación para mantener el proceso de expansión continuada de un sistema que degrada la naturaleza y las condiciones de vida de las poblaciones a pasos agigantados para garantizar la riqueza superflua de unos pocos. Por supuesto, en eso la CAM es realmente una campeona nacional. Con el presupuesto en gasto educativo medido en porcentaje del PIB regional más bajo del Estado (el 2,9%), Madrid dedica el 91,5 % del crecimiento de su gasto educativo a la enseñanza privada y concertada, lo que supone que ha doblado en cinco años el dinero de las transferencias corrientes para nuevos centros concertados y cedido más de 50 parcelas de suelo público a empresas y particulares. No es extraño que, así pues, de cada 10 nuevos alumnos madrileños, ocho vayan a la educación privada y sólo dos a la pública.

Así pues, la crisis y la educación no son dos universos separados. Son vasos comunicantes desde toda suerte de perspectivas: culturales, económicas, financieras, etc. No es posible algo así como una solución para la enseñanza madrileña sin una solución para la degradación del sistema capitalista. Y la única solución global posible es el derrocamiento y superación del sistema mismo. La construcción de otro mundo, donde la solidaridad, la libertad y el respeto a los límites ecológicos de la vida sean conceptos a tener en cuenta. Y, por tanto, la misma enseñanza los tenga en cuenta.

Avanzar hacia ese mundo, lejos de ser imposible, se ha vuelto obligado. Es la misión que nos corresponde.

José Luis Carretero Miramar es profesor y autor de Contratos temporales y precariedad (Solidaridad Obrera, 2007) y El bienestar malherido (Solidaridad Obrera, 2008).

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