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Pensamiento :: 31/05/2020

La vieja España no nos ofrece nada

Julio Diaz
Es un error hablar de la burguesía española como un todo y no hacer distinción entre los distintos proyectos que representan cada una de sus fracciones

La confrontación entre diferentes sectores de la burguesía española está en la base del intento de golpe de estado institucional que se está desarrollando en estos momentos, impulsado por su sector más reaccionario y decadente social y económicamente. Su modelo de golpe ya no es el del 23F; el suyo es el perpetrado en Brasil contra el PT que llevó a la cárcel a Lula y a la destitución de la Presidenta Rousseef, elevando a la presidencia al ultraderechista Bolsonaro. Un golpe palaciego orquestado desde altas instancias del poder económico, que capilariza su accionar en un amplio espectro social e institucional transversal a la sociedad que, usando todos los medios a su alcance –incluida la guarimba violenta del barrio de Salamanca- va desde la judicatura al lumpen, y del generalato a los clásicos tenderos cabreados que nombrara Brecht para señalar a los fascistas.

Por ello, es un error hablar de la burguesía española como un todo y no hacer distinción entre los distintos proyectos que representan cada una de sus fracciones. Dentro de la burguesía española hay sectores con intereses económicos y políticos muy diferentes, y con cargas ideológicas muy distintas que conforman bloques muy dispares, que normalmente forcejean entre ellas pero que, en ocasiones, se enfrentan con toda la violencia que les caracteriza.

En cualquier momento, pero mucho más en situaciones de profunda crisis económica e institucional, saber interpretar los intereses de cada uno de los sectores sociales que se expresan en el tablero de la lucha de clases, es una necesidad de primer orden para cualquier Partido Comunista con voluntad de realizar análisis capaces de trascender e influir en el desarrollo de la lucha de clases, pues sin conclusiones acertadas en este sentido, se muestra imposible montar una correcta política revolucionaria con una acertada política de alianzas sociales.

Este texto solo pretende ser un primer esbozo, pues fundamentalmente, le falta investigación estadística que confirme las bases materiales de las afirmaciones que realiza; pero más adelante se buscará el tiempo para corregir esa carencia que, aunque nos impide ir más allá en nuestras conclusiones, no nos imposibilita a trabajar con unas primeras hipótesis que, como siempre, habrán de contrastarse con la realidad para acabar confirmándose.

Por el lado de nuestra clase antagónica, que es la que entramos a visualizar ahora en estas líneas, tenemos por un lado:

Una oligarquía centralista, deudora al franquismo de su privilegiada posición económica y con un poso ideológico profundamente reaccionario. Ellos son España y el resto la antiespaña; ellos, como afirmara el personaje galdosiano de Fernando Garrote saben que “Dios es español”, y por el carácter sagrado de su obra tienen que exterminar a los enemigos de “Españñña”. Sus vínculos seculares con la Iglesia Católica tienen raíces inquisitoriales, actualizadas en el Opus Dei y similares, y bajo la consigna “Santiago y cierra España” se siguen concibiendo como los herederos directos de la misión mariana de ser el dique de contención absolutista que ayer nos defendió de la Reforma y la Ilustración, y hoy lo hace de los marxistas.

Son rentistas y señoritos que con título o sin él, coinciden en el tiempo, como anillo al dedo, con una burguesía con aspiraciones aristocráticas que, tras el abrazo de Vergara que concilió a burgueses liberales y carlistas hace casi dos siglos, llevan todo ese tiempo sangrando al Estado que los representa, y trazando una tupida red de apesebrados, parásitos y vientres agradecidos que, con amplios tentáculos de penetración y control de los aparatos del estado (funcionariado, judicatura, militares, cuerpos represivos, caciquismo provinciano –diputaciones-…), son la amplia base social que, bandera en mano, se moviliza orquestadamente estos días contra el que, sin ningún rubor, denominan gobierno ilegítimo.

Frente a ellos, otro sector de la oligarquía, que ha estado más marcado por su mayor peso en el proceso monopolista de internacionalización del capitalismo español y menos vinculado, en la actualidad, con las raíces ideológicas del franquismo, la conferencia episcopal y, lo que podemos convenir en llamar, la cosmovisión carlista de la Historia que, tan legítimamente, representa el otro bloque burgués de más rancio abolengo que someramente acabamos de definir.

Este bloque liberal, que interpreta correctamente el único capitalismo posible, versus otro que, caminando en contra de la Historia, pretende defender, con sus salvajes uñas y dientes de hienas fascistas, “su” mercado. Ésta es una fracción del bloque oligárquico-burgués que se siente perfectamente representada por las empresas que, como las del IBEX 35 que lo hacen en un 60% de media, extraen la mayoría de sus ganancias de la inversión en el extranjero, y saben de la necesidad de buscar una posición privilegiada en las estructuras internacionales del actual sistema de dominación, fundamentalmente la UE, para mantener sus beneficios. No conciben proclamas proteccionistas, ni mucho menos la aplicación de políticas que, por ir en contra del desarrollo global del capitalismo internacional, les enfrente con determinados organismos internacionales y los grandes monopolios que dominan la economía occidental. El suyo es un capitalismo globalizado, profundamente neoliberal, sin traba ideológica alguna para deslocalizar su inversión y su accionariado, que no pierde el tiempo en batallar con trapitos de colores en contra del desarrollo inevitable del capitalismo.

Son dos modelos sin síntesis posible, y con un ganador temporal inevitable que es la oligarquía que nada a favor de la Historia para sobrevivir y no se refugia en un proteccionismo ideal para tratar de frenar los procesos de concentración y centralización que ahogan el capitalismo internacional en su fase de desarrollo imperialista.
Unos son los carlistas del siglo XXI, los cachorros salvajes del fascismo español que se niega a enterrar el hacha de guerra que levantaron contra la clase obrera en 1936, y que tanto privilegio les has otorgado durante los últimos 80 años de dictadura del capital. Los otros son el Banco de Santander, ACS, Movistar, Repsol…que saben muy bien cuál es el escenario de la lucha de clases hoy, y miran al horizonte sin las anteojeras de la otra burguesía que, lo único que aun impide reconocerse como un cadáver, es que todavía no huele a podrido.

Así se escribirá la Historia, que nadie le quepa la menor duda, que será contra esa oligarquía internacionalizada, que protagoniza con más fuerza el proceso de centralización y concentración del capital, con la que la clase obrera se verá las caras para acabar derrotándola definitivamente. Pero mientras llega ese momento, la lucha de clases es compleja y requiere interpretarla científicamente usando la totalidad analítica del materialismo histórico, para no llevarnos sorpresas desagradables como ha ocurrido en Brasil.

CONCLUSIONES BÁSICAS

La socialdemocracia es la elegida por los sectores más avanzados de la oligarquía para gestionar la crisis actual y ayudarle a salir reforzada de este escenario que, sin que nadie se lo esperara, se ha acelerado a causa de una crisis sanitaria sin precedentes. Esta situación aun hace más imprescindible la gestión socialdemócrata que engañe al pueblo trabajador, y trate de evitar su organización y lucha contra el poder político de la burguesía.

El gobierno socialdemócrata de coalición no caerá por el empuje de la ultraderecha, a lo más, se alterará la aritmética parlamentaria por presiones de la CEOE y el Ibex para, sacar a Podemos del gobierno si este partido se opusiera a algunos de los planes de ajuste que, inevitablemente, se empezarán a aplicar a partir del Otoño.

La conducción revolucionaria de este proceso, necesita de una táctica que diferencie la posición frente a cada uno de estos bloques, y tenga la inteligencia política de no caer nunca en la trampa de comportarse como aliado involuntario de ninguno de ellos, o acudir al socorro del gobierno socialdemócrata.

La lucha contra el fascismo, es una lucha anticapitalista que no se puede deslindar de ella y de sus protagonistas: las masas obreras y populares.

Solo si el pueblo se organiza y construye instancias unitarias de base desde las que defender sus intereses, se levantaran la necesarias estructuras de contrapoder obrero y popular que enfrenten a la ofensiva los ataques de la oligarquía y sus gobiernos, en cualquiera de sus versiones posibles.

Como siempre, Tu lucha decide

 

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