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La ordenanza cívica de Sevilla es recibida con una cacerolada
Tras más de un año de lucha, el Ayuntamiento de Sevilla aprobó finalmente el pasado viernes la ordenanza cívica. Los vecinos de la ciudad hispalense la recibieron con una cacerolada de protesta en Plaza Nueva, donde se encuentra el ayuntamiento.
A la cuarta va la vencida. Eso debieron pensar los políticos sevillanos, que aprobaron el viernes en un pleno del Ayuntamiento de Sevilla la ordenanza cívica que regula los actividades que se pueden realizar en la calle, suponiendo un total recorte de libertades ciudadanas, con multas muy elevadas y con una política de control social que se viene repitiendo en multitudes de poblaciones andaluzas y del estado.
Sin embargo, la presión social y popular se ha visto canalizada a través de la “Plataforma contra la ordenanza” donde, integrándose múltiples colectivos políticos y sociales, se ha obligado a través de reuniones y movilizaciones en las calles de cientos de personas realizar hasta cuatro borradores de dicha ley municipal, consiguiendo reivindicaciones aunque sin borrar la carga represiva de la ley original.
Precisamente, se convocó una cacerolada a las doce de la mañana en frente del Ayuntamiento, donde se estaría aprobando la ordenanza, el pasado viernes 20 de junio. Con cacerolas y ganas de hacer ver su disconformidad con la ordenanza que se aprueba sin el consentimiento de la población, unas cien personas se unieron y, con sartenes, ollas, pitos e instrumentos de percusión, mostraron su rechazo a la ordenanza. A las doce y media, un compañero avisó a los manifestantes que ya había sido aprobada la ley, fiel al cuarto borrador presentado por la plataforma y negociado con los políticos.
Una más en la larga lista de las ordenanzas cívicas.
No es la primera vez que un ayuntamiento se pone las pilas en este asunto. Los consistorios de Valladolid, Caceres y Barcelona entre otras ciudades, ya han aprobado sus propias medidas. Bajo la cortina de humo del civismo y el respeto al medio ambiente, se han aprobado leyes que prohiben desde la prostitución o la venta ambulante, hasta el patinaje o el ocio en la calle, pasando por la imposición de un rotundo silencio a las organizaciones sociales, vecinales o sindicales, que ven como sus actividades y convocatorias son perseguidas.
En Leganés o Valladolid, estas ordenanzas tuvieron amplía respuesta de los vecinos que convocaron diversos actos de repulsa, consiguiendo en el caso de Leganés que el ayuntamiento cediera a la presión de renegociar dicha ordenanza.
