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Estado español :: 28/06/2006

La Universidad, antiutopía reaccionaria

Tupac
Europa ha venido a salvarnos, como con la subida de precios tras la entrada del Euro o como cuando aumentamos el gasto militar a cambio de recortar nuestros derechos laborales (¡qué chollo!) por medio del referéndum de la constitución europea. La nueva se llama Plan de Bolonia.

Acostumbrados estamos quienes paseamos por esta Universidad (y por todas) a encontrarnos stands de bancos, ETT"s y hasta del ejército; acostumbrados estamos a ser acosados y engañados por los pasillos debido a que una organización tan poco sospechosa de ilustración como el BSCH de Emilio Botín prima a sus trabajadores por cada cuenta bancaria que consigan abrir; a que monten bancos dentro de la propia universidad los mismos a los que pedimos hipotecas a 40 años para ejercer nuestro "derecho a la vivienda"; sin embargo, aún hay quien se traga el mito de la Universidad utópica, ese bonito cuento de hadas del espacio-universalista-donde-imparten-un-desinteresado-y-doctísimo-saber.

Desde que éramos pequeños, desde que pisamos por primera vez la escuela, nos fueron enseñando todos sus dogmas, toda la historia escrita por los vencedores, desde el mito de la "Transición democrática" (lavado de cara de las estructuras económicas del franquismo) hasta el disparate pedagógico y lingüístico de que hablar en andaluz es hablar mal. Desde siempre, nos fueron inculcando esa historia sesgada; obviaron la filosofía, enseñando sólo el más burdo idealismo platónico, cuando no la religión o la metafísica; desligaron y aislaron la literatura de su contexto socio-histórico.

Si educar es, etimológicamente, enseñar a pensar, ellos no nos educaron. A lo sumo nos instruyeron, lo justo en edad para poder decir que el trabajo infantil está casi erradicado en el Estado español. Nos separaron en itinerarios (profesionales, científico- tecnológicos y humanísticos) para adaptarnos a las exigencias del mercado, anularon nuestra curiosidad innata. La escuela se fue perfeccionando como el mejor método de control social.

Los pocos elegidos que, finalmente, y con un nivel cultural que raya el de una revista de prensa rosa, decidimos ir a la universidad, nos encontramos con un apestoso negocio que, en coincidencia con los intereses del Estado, y en lugar de tratar de formarnos, nos convierte en meras piezas dentro del mismo engranaje económico que nos mantiene hipotecados y precarizados de por vida.

Pero que nadie se preocupe, porque, una vez más, Europa ha venido a salvarnos, como con la subida de precios tras la entrada del Euro o como cuando aumentamos el gasto militar a cambio de recortar nuestros derechos laborales (¡qué chollo!) por medio del referéndum de la constitución europea. La nueva se llama Plan de Bolonia. ¡No se lo pierdan! Observen la maravilla que, a menos que nos movilicemos de inmediato, nos espera detrás de la esquina:

Aumentará el precio de los créditos (eurocréditos), que, además, al ser comunes a toda Europa, ayudarán a liquidar mejor la diversidad cultural y regional de Europa, como parte del proceso de instalación de un pensamiento único (pensamiento cero).

Ya no habrá licenciaturas ni nada de eso (quita, quita). Ahora tendremos Grados y Posgrados. Si haces un grado, no sabrás mucho más que si buscas el nombre de la materia escogida en la enciclopedia. Y el posgrado, que equivaldrá en conocimientos a las actuales licenciaturas, será tan caro que sólo podrán hacerlo los hijos de los ricos. Sus contenidos serán financiados y decididos por empresas privadas.

¿Humanidades? Fuera. Cierre de titulaciones. Mejor ingenieros, para hacer nuevas urbanizaciones con piscina y campo de golf, que es lo que beneficia a los empresarios, oligarcas y especuladores que controlan Europa y el mundo y que están detrás de todo esto. Pero ¿cuál es su táctica? Introducir las reformas poco a poco (y por decreto, cosa que, por lo visto, no es incompatible con eso que llaman "democracia"), prolongarlas en el tiempo para que sea más difícil rebelarse y unirse contra ellas.

Debemos atacar. Si no es por nosotros, por nuestros hijos. Infórmate en tu delegación, en los carteles que veas por el pasillo. Vale la pena traspasar la pasividad inducida y arrojar nuestro repudio organizado contra este mundo de pesadilla que han diseñado para nosotros.

Revista ActivaMENTE

 

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