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Estado español :: 24/04/2014

Los peligros del fascismo "obrerista"

Voces de Pradillo
En el marco de las Marchas de la Dignidad, existió presencia de un grupo fascista que no fue a tiempo identificado y rechazado

El 22 de Marzo, en el marco de las Marchas de la Dignidad, existió presencia de un grupo fascista que no fue a tiempo identificado y rechazado de la protesta. Hacía escasos meses que se había distribuido por internet un manifiesto de “La Bandera Negra”, en el que llamaba a la creación de una república, la defensa de los trabajadores, la organización asamblearia y la autogestión. Pero ¿quién es y qué política defiende realmente este grupo?

Como en múltiples ocasiones anteriores, en momentos de gran depresión económica y social, el fascismo intenta arraigar su mensaje racista y populista mediante su introducción en las plataformas de lucha colectiva, como asociaciones estudiantiles o vecinales, en protestas populares o incluso en centros sociales. Para ello no duda en enmascararse con nombres recurrentes, como el caso de La Bandera Negra, que toma su nombre del antiguo Grupo Bandera Negra de las Juventudes Libertarias. Sin embargo, detrás de sus falsas palabras y declaraciones “obreristas” está la creación y promoción directa por parte del líder ultraderechista Ricardo Sáenz de Ynestrillas. Fundador de diversas organizaciones fascistas, Ynestrillas ha gestado también este grupo que se reclama “autogestionario” y “revolucionario”, y distribuye sus comunicados en su blog personal. Este insigne fascista y criminal se une a la línea de aquellos que desean romper conla imagen militarista y agresiva que se les asocia.

Copiando la estrategia de Amanecer Dorado en Grecia, Alianza Nacional ha creado un banco de alimentos y también La Bandera Negra dice estar repartiendo comida entre los indigentes del centro de Madrid. Igualmente, se suman al carro de la lucha antirrepresiva y aseguran tener dos detenidos como consecuencia de las actuaciones policiales del 22 de Marzo, cuya representación legal es a cargo del propio líder fascista. Pero Ynestrillas no se ha vuelto un activista social de la izquierda, sino que retoma esa corriente de José Antonio Primo de Rivera que reclamaba un falangismo “obrerista” y crítico con la burguesía. Este giro a la inversa no es nuevo, pues el propio Benito Mussolini provenía del Partido Socialista Italiano y utilizó los discursos de contenido social para consolidar un régimen autoritario de brutal represión interna. El líder del fascismo británico y amigo de Adolf Hitler, Oswald Mosley, también procedía del Partido Laborista y explicaba esta estrategia basada en la necesidad de crear “un vehículo del fascismo para la lucha de los parados”. Entonces como hoy, el lobo se disfraza de cordero.

En su propaganda, La Bandera Negra ofrece enlaces con organizaciones europeas de similar corte, grupos de Italia, Alemania o Inglaterra que comparten las ideas de una Europa nacionalista, que imponga cuotas de inmigración y acelere las deportaciones. Debajo de su palabrerío ambiguo que apela a la rebelión social de los trabajadores, estos grupos no proponen tocar ni uno sólo de los privilegios de la clase dominante a la que defienden. Su ideario y difusión de textos formativos en internet están basados en personajes como Ramiro Ledesma, fundador e ideólogo del nacional-sindicalismo falangista; Ernst Jünger, un oscuro intelectual de derecha alemán que mantuvo una relación de amor-odio con el gobierno nazi; o Leon Degrelle, fascista francés protegido y asilado por Franco en España, y que fue inspirador de los nazis españoles.

Otro ejemplo similar es el de Respuesta Estudiantil, un grupo universitario que dice luchar por los derechos educativos, pero que es en realidad un instrumento de captación de jóvenes para las organizaciones ultraderechistas. El pasado 5 de Abril, Respuesta Estudiantil realizó una manifestación en Toledo con presencia de delegaciones de otras partes de Castilla, con asistencia de miembros de Alianza Nacional. De hecho, no es casual que el logotipo de la asociación estudiantil sea casi idéntico al de Baluarte, grupo de matones del partido fascista.

Ejemplos recientes como el de Amanecer Dorado en Grecia, ratifican que el fascismo avanza si no se le combate. Intentarán rellenar las fisuras del sistema capitalista y cubrir los espacios que dejen libres los movimientos sociales emergentes desde el inicio de la crisis-estafa. Mientras La Bandera Negra y Respuesta Estudiantil se infiltran en manifestaciones y asambleas contra los recortes en educación, la vieja guardia fascista aglutina fuerzas y busca las herramientas para expandir en la población sus políticas xenófobas, homófonas, machistas y autoritarias. El año pasado, La Falange, Nudo Patriota Español, Alianza Nacional y Movimiento Católico Español fundaron La España en Marcha, un pacto que sellaron con la acción conjunta del asalto a la librería La Blanquerna durante los actos de conmemoración de la Diada en Madrid. Hasta ahora el trato policial y judicial con los agresores parece ser exquisito, en contraste con las palizas, montajes y peticiones desmesuradas de sanción que sufren los activistas sociales de izquierda. Su abogado es el presidente y fundador de Alianza Nacional, Pedro Pablo Peña, quien no tiene reparo en defender la violencia fascista desde el estudio de televisión de la infame Intereconomía.

Por otro lado, Democracia Nacional, que en principio pertenecía a la coalición antes mencionada, está preparando su alianza estratégica con el partido político Soluciona, probablemente con vistas a su presentación a las elecciones europeas.

El fascismo de corte “obrerista” es un peligro latente que no debiera ser ignorado en cuanto a su asociación con los elementos más abiertamente nazis. Sus raíces de totalitarismo opresor son ocultadas con barnices de cooperación social e interés por los desfavorecidos. El falangismo de Primo de Rivera, al igual que el manifiesto fundacional de La Bandera Negra, consideraba a los ciudadanos competentes para decidir sobre tareas administrativas y municipales, y era crítico con el parlamentarismo, con la intención de trascender la clásica división entre izquierdas y derechas. Pero es preciso recordar que tenía como intención imponer una sociedad totalitaria, donde las mayorías no pudiesen cuestionar los “valores eternos” de la “nación imperial”, pues consideraba a la gente inculta para decidir sobre el destino de dicha nación. La armonía la impondría un jefe “que no obedece al pueblo, que debe servirlo, pues es otra cosa bien distinta; servirlo es ordenar el ejercicio del mando hacia el bien del pueblo, procurando el bien del pueblo regido, aunque el mismo pueblo desconozca cuál es su bien”.

El primer paso para combatir esta lacra es abrir bien los ojos en cada uno de los espacios sociales que se han ido creando como respuesta a las políticas de austeridad, en las plataformas, en las asambleas, en los centros sociales. Es imprescindible estar alerta en estos tiempos de carnaval en que los nazis se disfrazan de demócratas y los fascistas de activistas por el cambio social.

 

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