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Pensamiento :: 31/01/2012

“Marx, la crisis y los Grundrisse”

Marcello Musto
Esta vez va a ser un juicio final sin precedentes, toda la industria europea está arruinada, todos los mercados están saturados

En 1848 Europa es sacudida por numerosas insurrecciones populares inspiradas en los principios de libertad política y justicia social. La debilidad de un movimiento obrero que acababa de nacer, el abandono por parte de la burguesía de los ideales que al principio compartía con ella, la represión militar y la vuelta de la prosperidad económica, llevan por todas partes a la derrota de estas insurrecciones, de manera que la reacción vuelve a coger las riendas del poder. Marx apoya los movimientos revolucionarios a través del diario Neue Rheinische Zeitung: Organ der Demokratie, del que él es fundador y redactor en jefe. En las columnas de este periódico, Marx prosigue una labor intensa de agitación apoyando la causa de los insurgentes e incitando al proletariado a proclamar “la revolución social y republicana”.

Durante este periodo vive entre Bruselas, París y Colonia, pasa por Berlín, Viena, Hamburgo y muchas otras ciudades alemanas, estableciendo por todos estos lugares contactos para desarrollar las luchas en curso. Fue a causa de esta incesante actividad militante por lo que fue detenido primero en Bélgica y después en Prusia y mediante un decreto de expulsión, siendo Luis Napoleón Bonaparte presidente de la República, el gobierno francés le obliga a salir de París. Marx decide trasladarse a Inglaterra cruza el canal de la Mancha en el verano de 1849, con 31 años de edad, y se instala en Londres.

Convencido al principio de que no iba a ser más que una breve estancia, allí se quedará para el resto de sus días, como un apátrida.

CITA CON LA REVOLUCIÓN

Los primeros años de su exilio inglés están marcados por la más negra miseria y las enfermedades que provocaron la muerte de tres de sus hijos. Aunque Marx nunca conoció la abundancia, esta fase representa sin lugar a dudas el peor momento de su existencia. De diciembre de 1850 a septiembre de 1856, vive con su familia en un apartamento de dos habitaciones en el número 28 de Dean Street, en el Soho, uno de los barrios más pobres y más ruinosos de la capital. En otoño de 1856, el matrimonio Marx, sus tres hijas Jenny, Laura y Eleanor, junto con su fiel sirvienta Hélène Demuth considerara parte de la familia, se instalan en la zona norte de Londres, en el número 9 de Grafton Terrace, donde los alquileres eran más baratos. Después de la muerte del tío y de la madre de Jenny von Westphalen, su esposa, la doble herencia le permitió detener el círculo vicioso de la deuda, la recuperación en el monte de piedad de algunos vestidos y efectos personales, así como cambiar de vivienda.

El edificio en el que los Marx habitan hasta 1864 se encontraba en una zona de reciente urbanización, sin vías adecentadas que la unieran al centro y sumida por la noche en la plena oscuridad. Sin embargo, la familia vive en una verdadera casa, mínimo requisito para tener “al menos una apariencia de respetabilidad”.

Durante el año 1856, Marx abandona completamente sus estudios de economía política, pero el resurgimiento de la crisis financiera internacional cambia completamente la situación. En una atmósfera de gran incertidumbre, que se transforma en pánico general para acabar provocando quiebras por todas partes, Marx siente que hay que pasar a la acción y, en previsión de los desarrollos futuros de la recesión, escribe a Friedrich Engels: “no creo que podamos quedar como espectadores por más tiempo”3. Éste último, por su parte, está desbordante de optimismo y describe a su amigo el futuro escenario: “Esta vez va a ser un juicio final sin precedentes, toda la industria europea está arruinada, todos los mercados están saturados […], todas las clases acomodadas están siendo arrastradas a la ruina, va a haber una bancarrota completa de la burguesía, la guerra y la anarquía en grado sumo. Yo también creo que todo se cumplirá a lo largo de 1857”.

Al cabo de una década marcada por el reflujo del movimiento revolucionario y en el curso de la cual ellos no pudieron jugar un papel activo en el contexto político europeo, los dos amigos volvieron a intercambiarse mensajes de confianza en el futuro. La cita con la revolución, tanto tiempo esperada, parecía ya muy próxima y ofrece a Marx una prioridad urgente: retomar la redacción de su “Economía” y acabarla lo más pronto posible.

Traducción: José Mª Fdez. Criado
Equipo de traducción de Red Roja

 

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