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Estado español :: 22/11/2011

Minería de uranio en Salamanca

Comité antinuclear de Salamanca
Un regalo envenenado

En las últimas semanas se están intensificando las noticias sobre la petición de permisos de explotación de uranio en el oeste la provincia de Salamanca. En concreto se ha dado a conocer la solicitud de licencia, por parte de la empresa australiana Berkeley, para extraer mineral de la mina Retortillo/Santidad. Al mismo tiempo se anuncia el “regalo” de 150.000 euros a los ayuntamientos afectados. Igualmente se promete la creación entre 150 y 200 puestos de trabajo. Y es que, en tiempos de crisis los cantos de sirena suenan muy bien.

Pero, en la minería de uranio, no es oro todo lo que reluce. La energía nuclear está siendo cuestionada como nunca en la historia a raíz de la catástrofe atómica de Fukushima y es percibida por la opinión pública de los países democráticos como una industria que produce gravísimas consecuencias a corto, medio y largo plazo. Todavía hoy, relativamente olvidada por la prensa, varios reactores de esta central siguen expulsando material radioactivo y su combustible nuclear sigue su proceso de fisión descontrolada 8 meses después del terremoto y el consiguiente tsunami.

Esta mortífera industria tiene su primer eslabón en la explotaciones de uranio como los yacimientos de Retortillo, Villavieja de Yeltes o Saelices el Chico. De hecho, la propia actividad minera del uranio está plagada de riesgos, tanto para la población, como para los propios trabajadores. Berkeley no es una ONG y busca beneficios en la bolsa australiana, por lo que su regalo de 150.000 euros a las localidades afectadas no puede entenderse como un acto de caridad o de altruista solidaridad. Esta empresa sabe que su industria es sucia, contamina y tiene mala prensa, por lo que no escatima esfuerzos a la hora de comprar voluntades y acallar las conciencias.

La explotación de uranio -aparte de un atentado paisajístico en un valioso ecosistema- supone la remoción de millones de toneladas de rocas y la liberación a la atmósfera de minerales radioactivos que contaminan el aire, el agua y el suelo de una amplia zona circundante. Existen estudios que apuntan un incremento de enfermedades graves -entre otras, leucemias, y tumores en general- en el radio de acción de unos 25 km en torno a este tipo de explotaciones de uranio. En estas zonas hay una radiactividad natural en forma de gas radón que se libera muy lentamente al medio ambiente, pero que con la actividad minera es liberada a un ritmo muy superior lo mismo que sucede con otros materiales contaminantes.

Habitualmente se prometen cientos de puestos de trabajo en este tipo de actividades nocivas para el medio ambiente y la salud. Luego en la práctica las cifras suelen ser menos generosas. En cualquier caso, los puestos de trabajo beneficiarían temporalmente a unos pocos, lo que sí está claro es que el aumento de la radiactividad y sus riesgos potenciales sobre la salud de las personas, amenazan al conjunto de la población durante décadas.

 

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