"Nadie le dice a nadie lo que tiene que hacer"
Entrevista al colectivo Wayra, proyecto de pedagogía no directiva. "Desde que nos unimos el grupo hace ahora dos años no hemos parado de evolucionar y reflexionar y se ha ido uniendo gente que participa en nuestros diferentes proyectos".
Pregunta.- ¿Qué es el colectivo Wayra?
Respuesta.- El colectivo lo formamos un grupo de personas interesadas en la educación libre. Nos juntamos hace mas o menos dos años y empezamos a desarrollar proyectos relacionados con este tipo de educación; primero fue un grupo de debate, luego un grupo de crianza y finalmente arrancó el espacio educativo. Desde entonces no hemos parado de evolucionar y de reflexionar, y se ha ido uniendo gente que participa en los diferentes proyectos.
P.- ¿En qué consiste la pedagogía no directiva? ¿En qué se diferencia del sistema educativo actual?
R.- La no directividad es un concepto que tiene diferentes interpretaciones. Nuestro punto de vista es que las personas adultas que están con las niñas no tienen metas u objetivos de hacia donde debe ir el aprendizaje o el desarrollo de una niña, si no que tratan de no obstaculizar el desarrollo autónomo de su personalidad. Esto se traduce en que nadie le dice a nadie lo que tiene que hacer, ni mediante ordenes, ni chantajes, ni “motivación”. Realmente, es el tipo de relaciones de respeto que queremos entre todas las personas, no solo entre niñ@s y adultos.
Entendemos que esta idea es radicalmente opuesta al sistema educativo; en éste se tiene una idea muy clara de cómo se quiere moldear a la niña y se llevan a cabo toda clase de intervenciones y presiones sobre ella para lograr esas metas. Se dirige su vida.
P.- ¿Cómo es un día en el espacio educativo del colectivo? ¿Qué diferencia supone para los niños respecto a una guardería o un colegio convencional?
R.- La verdad es que no hay dos días iguales. No tenemos rutinas prefijadas ni actividades programadas; solo tenemos un espacio común donde encontrarnos y relacionarnos. A lo largo de la mañana van llegando las familias (a la hora que les apetece) y cada cual se dedica a lo que le apetece. Hay deferentes espacios (una sala “tranquila”, otra de “expansión” y el exterior) y materiales a los que los niños y niñas pueden acceder según sus necesidades e intereses. Bastante a menudo salimos de estos espacios para ir a la piscina, la biblioteca, a comprar fruta… También hay un día por semana que lo dedicamos a reunirnos para tomar decisiones o para reflexionar sobre la marcha del proyecto; tanto estas reuniones como cualquier actividad de Wayra (incluida la asistencia) son voluntarias.
P.- ¿Cuál es el papel de los educadores? ¿Y el de los padres?
R.- Quizá este sea el punto mas peculiar de nuestro proyecto. En principio no dudábamos de la necesidad de diferenciar estos roles, pero con el tiempo y la reflexión hemos ido difuminándolos. Nos dimos cuenta de que la figura del educador o del acompañante es un reflejo de la figura del maestro tradicional. No impone contenidos ni comportamientos, pero se autoerige en responsable de la educación del resto de las personas, aunque sea para fomentar su autonomía.
Por otro lado, el hecho de que las familias de los niños tuviesen vetada la permanencia en el espacio nos pareció también una imposición artificial e innecesaria. Entonces nos dimos cuenta de que lo importante es que cada persona, sin importar edad, se relacione desde su ser y no desde un rol preestablecido y que entre todas nos apoyemos en nuestros procesos de desarrollo. En la práctica, nos aseguramos de que haya un número suficiente de adultos para asegurar que las niñas estén bien, pero esas personas no tienen porque ser siempre las mismas, ni tienen un rol especial.
Si que tenemos el compromiso, entre adultos (aunque está abierto a los niños), de observar y atender a los procesos que suceden en el espacio para después poder reflexionar sobre las necesidades que tenemos como personas y como grupo.
P.- ¿Qué experiencias educativas os han influido a la hora de crear Wayra?
R.- Por un lado el rechazo a las que hemos sufrido… Pero antes de formar el colectivo, el compañero del que partió la idea inicial hizo un viaje por el estado visitando proyectos de educación libre. A ese viaje y a los proyectos que visitó les debemos mucho. Paideia fue quizá uno de los que mas influyó en un inicio, aunque nuestro proyecto es actualmente muy diferente. Además las lecturas de los Wild, Summerhill, Ferrer i Guardia y muchos otros “clásicos” nos han hecho siempre reflexionar. Escuchar a Pedro García Olivo fue también muy… impactante. Pero sin duda es la reflexión, tanto sobre la teoría como sobre el día a día, lo que nos hace crecer.
P.- ¿Cómo se financia el proyecto?
R.- Pues intentamos autogestionarnos lo máximo posible. No tenemos formulas fijas. De momento estamos en un espacio cedido por el ayuntamiento, por lo que no pagamos ni alquiler ni gastos; no es una situación ideal, pero es lo que hemos podido conseguir… Para material y cosas que vayan surgiendo cada familia estamos poniendo un bote de 20€ mensuales, que podemos aumentar o reducir según notemos que falte o que sobre. Como la atención a los niños es compartida, en este momento no tenemos que pagar a una persona “liberada” para esa tarea. El resto de tareas nos las repartimos como podemos, aunque hay diferentes niveles de participación e implicación.
P.- ¿Con qué problemas os habéis encontrado para ponerlo en marcha?
R.- El camino está lleno de obstáculos y dificultades, aunque también de ayudas y oportunidades. Encontrar un lugar y adecuarlo fue una tarea complicada, y seguro que volveremos a encontrarnos con ella. También la autogestión es compleja, pero eso es algo que enriquece mucho. En general no nos podemos quejar, van surgiendo pequeños conflictos de relación, de organización, de recursos… pero nos los tomamos como situaciones de las que aprender.
P.- ¿Creéis que es un modelo que puede extenderse? ¿Qué pasos habría que dar para montar un proyecto similar?
R.- No creemos que la experiencia concreta de Wayra pueda repetirse en otro contexto, y no creemos que sea necesario. Por suerte, los proyectos de educación libre que van surgiendo están condicionados por las características de su entorno, pero sobre todo por las personas que los forman. Creemos que esa es la clave y lo que sí consideramos deseable para todo el mundo: que cada familia, cada comunidad o colectivo, tome las riendas de su propia educación (y de todos los ámbitos de la vida, a ser posible), y que la desarrolle a su manera; dejando de lado las estandarizaciones y deshaciéndose de la cómoda costumbre de delegar en un poder superior. Animamos a todo el mundo que tenga la inquietud a que se lance, que no se conforme, que se organicen como puedan para que la educación de sus hijos y de si mismos no esté controlada por otros.