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Andalucía :: 11/08/2015

No olvidar lo que nos trajo hasta aquí: La calle

Curro Moreno
En nuestras manos y nuestras calles está que quien gobierno lo haga obedeciendo a los pueblos y no a sus enemigos

El camino y las caras de la unidad popular

Con el lema “Toma la Calle” hace ya 4 años, millones de personas en todo el Estado español se lanzaban a las calles en multitudinarias manifestaciones que darían pie a las acampadas del 15-M. Una experiencia política fruto del hartazgo generalizado y la desconfianza en los partidos y sindicatos tradicionales que habían firmado la instauración del Régimen del 78.

En Andalucía el post-15M se tradujo políticamente en una alianza entre la parte activa que quedó de las acampadas, nuevos y viejos movimientos sociales como las PAH, los colectivos feministas y vecinales,  el sindicalismo alternativo con un claro protagonismo del SAT (recordemos las Marchas Andalucía en Pie del 2012), los centros sociales, la organización contra la represión, luchas ecologistas contra el fracking o el gaseoducto en Doñana, etc. Electoralmente asistimos a un gobierno de pacto entre IU y PSOE, que aplicó a rajatabla un programa neoliberal y que fue castrado cuando la parte más progresista intentó poner la parte del programa pactado en marcha (véase la Ley de la Vivienda o el viaje al Sáhara Occidental de Diego Valderas).

El pacto de gobierno dinamitó el auge de IU en Andalucía y tensó la cuerda internamente entre los sectores más pactistas y los más radicales, hasta el punto de provocar salidas importantes de la coalición de Izquierdas como en el caso de la CUT.

Y en todo esto apareció Podemos, que en Andalucía tuvo un marcado carácter propio en lo orgánico (diversos encontronazos y enfrentamientos de la dirección andaluza con la estatal) y en lo político (propaganda en la que se realzan los símbolos y personajes populares andaluces: Blas Infante, García Caparrós, el 4 de diciembre, etc.). Pero también apareció Ciudadanos, para desde un supuesto discurso regeneracionista, enseñarnos a pescar, todavía no sabemos el que, pero a pescar.

Como resultado de todos estos procesos resumidos aquí, nos encontramos con un Parlamento Andaluz en el que Podemos irrumpió con fuerza en su primera cita, con 15 escaños, representados no solo por personas del nuevo partido, sino también por gentes de los movimientos sociales y el sindicalismo alternativo, representado un germen de unidad popular que excedía al propio Podemos, aunque su marca fuera la que se puso en valor. IU veía reducida a 5 escaños su presencia institucional, el PSOE crecía, el PP se desinflaba y C’s entraba también con fuerza, demostrando que el régimen no caerá solo, sino que hay que derrumbarlo.

Tras esto vinieron las municipales. Las candidaturas de unidad popular en las que han confluido diversos movimientos y partidos o aquellas auspiciadas por Podemos, han obtenido resultados, más o menos favorables, aunque no suficientes para desbordar al régimen autonómico.

Los límites del poder institucional

La ilusión generada por el acceso a los ayuntamientos de candidaturas de unidad popular, formadas en gran parte por activistas participantes en las luchas habidas desde el inicio de la crisis o desde antes, choca ahora con la realidad.
En los sitios donde se han ganado las elecciones, nos encontramos, por un lado con ayuntamientos fuertemente endeudados, atados de pies y manos para hacer una política transformadora por la vía de los presupuestos.
Por su parte, donde se está en la oposición hemos de ver como las propuestas de las candidaturas de unidad son volcadas por los partidos del régimen ya sean viejos o nuevos (Ciudadanos). Caso de la propuesta de oficinas antidesahucios planteadas por la PAH y Jaén en Común volcadas por el PP y C’S.

A esto hay que añadir dos cosas nada despreciables: la primera, un marco legal profundamente adverso marcada por la nueva ley del régimen municipal que resta competencias y poder de decisión a los ayuntamientos (buena lectura del PP de la situación, anticipándose al acceso de este tipo de candidaturas a los Ayuntamientos). La segunda, el más que previsible desgaste de los gobiernos y las oposiciones de la unidad popular, fomentado sobre todo desde el lobby mediático ante un panorama cada vez más adverso para los intereses que éste representa. Unos intereses que son los de las grandes empresas como FCC, beneficiarias de décadas de privatizaciones de servicios municipales. La pequeña y gran patronal se sumarían gustosas a este guerra de desgaste.

Por último, el poder municipal alcanzado en Andalucía, aunque nada despreciable, sigue siendo insuficiente para desbordar al régimen autonómico. Aunque tejiendo alianzas entre ayuntamientos y oposiciones de unidad popular, junto con movimientos sociales y organizaciones de base y el contra-poder autonómico progresista como principales bases, se puede iniciar un proceso de acumulación de fuerzas que permita a la joven, frágil y dispersa unidad popular no venirse abajo, resistir y crecer.

Articular resistencias en el nuevo escenario

Tenemos que ver la situación como un puzzle en el que se encuentran muchos puzzles. Hay que articular el poder municipal entre sí, socializar las propuestas y unificarlas dándoles un sentido andaluz.
Hace poco Conil se declaraba municipio contrario al TTIP, ¿Nos imaginamos la fuerza de esta propuesta si se presentara a la misma vez desde gobiernos y oposiciones municipales de toda Andalucía? El potencial es mucho mayor del que pensamos, el enemigo lo sabe, nosotras parece que todavía no somos realmente conscientes de ello.

Por otro lado, es necesario articular los movimientos de base que se dan a nivel local con los poderes municipales. Los movimientos han nutrido de discurso y gente a las candidaturas de unidad, han marcado el paso y no hay razón para que deje de ser así. Es más, la clave del mayor o menor éxito de nuestro poder municipal depende de que así sea.
La calle tiene que marcar el ritmo de la política que entra y se desarrolla en el ayuntamiento, y no al contrario.

¿Por qué es esto una necesidad? En los escenarios que se nos plantean, hace falta pueblo organizado para garantizar el éxito y crecimiento de las políticas populares. Haya donde se haya alcanzado el gobierno, la deuda municipal ata de pies y manos al nuevo gobierno. Es necesario trabajo voluntario, del que la lucha y los movimientos son la mejor escuela, para sacar adelante nuestras políticas. Los primeros domingo verdes organizados por el Ayuntamiento de El Coronil son buena muestra de esto.

Donde estemos en la oposición será necesaria la acción directa, la organización y la desobediencia civil para poner en marcha las políticas sociales que los partidos del régimen nieguen en los plenos. Si el ayuntamiento no se pone en marcha para solucionar el problema de la vivienda, tendrán que ser las propias familias que lo necesiten junto con activistas y concejales quienes lo hagan.

Las experiencias de auto-gestión, muchas veces huérfanas en lo que a metodología de gestión se refieren, deben articularse con experiencias de economía social, cooperativa y solidaria, que pongan en funcionamiento todo el conocimiento militante con el más puramente económico, dando lugar a espacios productivos con unas relaciones laborales justas, no dependientes de la patronal.

Y por último hay que articular todo esto con el contra-poder autonómico existente, para que lo que entre en el Parlamento Andaluz sea la voz de las raíces del pueblo, que están en los municipios y sus luchas. Que sea una voz que ponga en cuestión el régimen andaluz, su marco legal, sus redes clientelares y sus bases económicas sociales y políticas, todas ellas hijas del Régimen del 78. En esta articulación multilateral residen las bases de un poder popular andaluz con un gran potencial transformador.

Pero me gustaría lanzar una pregunta que parece ser que a muchas les da miedo hacerse y que yo a día de hoy no se contestar. ¿Qué va a hacer y qué hacemos con IU? Su enroque parece cada día más fuerte, su presencia andaluza se reduce en el parlamento, pero han conservado muchos ayuntamientos en los que ya tenían el poder y han crecido en otros donde ya tenían oposición institucional y donde no, como el caso de La Carolina (Jaén).

No se puede obviar a la militancia de base que ha hecho eso posible, ni se puede obviar la gestión popular y progresista de IU en muchos ayuntamientos. Más tarde o más temprano habrá que romper esa barrera por el bien común de nuestro pueblo.

Sería también ilusorio excluir de este análisis los posibles resultados de las elecciones plebiscitarias en  Catalunya, que van a marcar un antes y un después en la configuración territorial del “Estado de las autonomías”, y las elecciones generales, en las que el baile de encuestas sigue sin dar una imagen certera de los resultados.

Pase lo que pase, sea Podemos gobierno u oposición, Grecia nos ha dejado clara una cosa: no se gobierna desde la neutralidad, se gobierna obedeciendo, y se obedece a quien tiene fuerza, una fuerza que nos da la unidad y la organización. En nuestra mano está que Andalucía sea un sujeto propio y de primera línea en la reconfiguración de estado que está por venir. En nuestras manos y nuestras calles está que quien gobierno lo haga obedeciendo a los pueblos y no a sus enemigos.

Como dice Theodoros Karyotis, sociólogo y activista griego “La extinción de la democracia en Europa debe complementarse por el fortalecimiento de las comunidades auto-organizadas a nivel local y el establecimiento de fuertes lazos entre ellos, junto con un giro hacia una economía basada en la solidaridad y las necesidades humanas, y la gestión y defensa colectiva de los bienes comunes. El contrapoder social de los oprimidos debe enfrentar el poder social del capital directamente en su espacio privilegiado: la vida cotidiana.”

 

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