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Andalucía :: 25/06/2012

"Nuestra intención es ir más allá y contruir un frente de la izquierda soberanista andaluza"

Boltxe.Info
Boltxe entrevista a Nación Andaluza y conversa con Carlos Rios, su coordinador nacional

Carlos Ríos es el coordinador Nación Andaluza (N.A.), una organización política independentista y socialista, cuya meta es lograr la liberación nacional y social de Andaluzía. También es miembro de la Comisión Territorial del Sindicato Andaluz de trabajadores(SAT) de Granada.

ació en el seno de una familia trabajadora y se crió en el barrio obrero de “la Chana” en Granada donde aún sigue viviendo. Comenzó a militar cuando era más joven en “Jaleo!!!”, movimiento okupa, antirepresivo...

Dice que las señas de identidad de Andaluzía son ocultadas y agredidas por el españolismo, mediante tácticas de alienación colectiva y a través de la imposición de la castellanización en su cultura.
He escrito un par de libros compartidos con otras manos "La identidad andaluza en el flamenco" con la colaboración de Lola Ros y "La memoria desmontable" con José Herrera. Trabaja en la docencia de forma intermitente.

¿Qué análisis de clases hacéis en Andaluzía?

Para entender la estructura de clases en la Andalucía actual, hay que analizar el proceso histórico en que se conforma la misma. Andalucía padece históricamente una estructura social con unas desigualdades socioeconómicas caracterizadas por su amplitud y por ser crecientes. La ausencia de poder político, una estructura económica de carácter neocolonial y la alienación cultural del Pueblo Trabajador Andaluz han sido causas y consecuencias de esta situación.

La conquista de Andalucía por parte de los reinos del norte peninsular favoreció la conformación de grandes propiedades entregadas a la nobleza. Esas grandes propiedades han sido uno de los elementos que, secularmente, han determinado la formación de una burguesía terrateniente, heredera física y sentimentalmente de la nobleza conquistadora. Y a su vez de un amplio proletariado. Históricamente el proletariado andaluz responde a lo que conocemos popularmente como jornaleros.

Pero no podemos culpabilizar totalmente a la conquista castellano-aragonesa de nuestro país de esta situación. Las desamortizaciones realizadas en el siglo XIX, para financiar al Estado español y salvarlo de sus recurrentes quiebras económicas, pusieron en venta buena parte de las tierras comunales que fueron a parar a las manos de la burguesía. La única que tenía suficientes capitales para poder comprar tierra. De esta forma se confirmaba la gran propiedad como elemento característico de la estructura económica andaluza. Junto a esta circunstancia el ascenso de la lucha de clases en este periodo ayuda también a la conformación de un pacto tácito de las clases dominantes andaluzas con el Estado español, y su sostenimiento como estado-nación burgués. De esta forma la posibilidad del nacionalismo andaluz de base burguesa queda definitivamente abortado a cambio de que el Estado defienda con la aplicación de la violencia el status quo construído a partir de la conquista. No es casualidad que el duque de Ahumada cree la Guardia Civil a mediados de este siglo (en 1844) para, según los estatutos fundacionales del cuerpo, estar «siempre disponible para proteger a las personas y a las propiedades y acabar con el bandolerismo». La gran propiedad frente al proletariado agrícola. Una gran propiedad que sigue existiendo, y de hecho ha aumentado sus dimensiones desde 1900 hasta hoy.
Por otra parte hemos de destacar también la existencia de una burguesía mercantil radicada sobre todo en el bajo Guadalquivir nacida al calor del «Comercio con las Indias» (es decir del saqueo americano). Una burguesía mercantil extranjera (ya que las clases dominantes andalusíes fueron en su inmensa mayoría desposeídas y «laminadas» por los conquistadores) cuyas rentas o bien retornaron al lugar de origen o se utilizaron para comprar tierras con el objetivo de equipararse a la nobleza conquistadora. Es decir la repercusión de la conquista americana fue escasamente beneficiosa para el Pueblo Trabajador Andaluz, mientras la burguesía seguía extrayendo riquezas hacia Europa o se situaba entre la casta de «señoritos» que secularmente han gobernado Andalucía.

En cuanto a la industrialización, hemos de destacar que fue un proceso fallido. A pesar de que los primeros altos hornos de la Península se instalaron en Marbella, el proceso industrializador duró poco. La fallida industrialización andaluza fue víctima de la división estatal del trabajo instalada en el siglo XIX. Andalucía estaba destinada a continuar su papel como territorio conquistado. Por lo tanto solo cabían actividades conformes a una economía de colonia, es decir actividades extractivas. Aquí se sitúan la agricultura de la que ya hemos hablado, la minería concedida a multinacionales inglesas y sobre todo francesas o la propia producción de mano de obra andaluza para la emigración. Los miembros de las clases poseedoras (también en su mayoría ubicados en Andalucía de forma más o menos reciente) insertos en la actividad industrial prefirieron ir acomodando sus inversiones a la compra de tierras y a los hábitos productivos de sus colegas. Conforme al papel agrario que se le iba a otorgar a Andalucía.

En todos estos procesos podemos ver dos elementos comunes que permanecen hasta hoy. Por una parte el excedente producido por la economía andaluza siempre se redirige hacia el exterior o hacia el engrandecimiento del poder de las clases dominantes. No existen ni instrumentos político-económicos ni una pequeña burguesía suficientemente desarrollada que posibiliten una redistribución mínima de la riqueza generada en Andalucía en beneficio del Pueblo Trabajador Andaluz. En consecuencia cuando el Pueblo Trabajador Andaluz tomó la vía de redistribuir los mismos usando la violencia revolucionaria no solo las clases dominantes sino el Estado español en toda su amplitud responde a esta osadía con contundencia. En segundo lugar conforme el sistema económico capitalista penetra en la estructura económica andaluza aumenta nuestra dependencia como pueblo y crecen las desigualdades sociales entre una burguesía cada vez más poderosa, pero también más ajena al Pueblo Trabajador Andaluz, y este Pueblo cada vez más empobrecido y que sufre peores condiciones materiales.

Pero es necesario observar lo ocurrido en las últimas décadas para comprender la dialéctica de la lucha de clases en Andalucía. Hemos visto cómo esta situación social explosiva cristalizó en un poderoso movimiento popular y nacionalista en los años 70. El ascenso de la lucha social en Andalucía se acompañó de la reivindicación nacional. La emigración de trabajadores/as andaluces/zas había llegado a suponer más de dos millones de andaluces emigrados según la estadística oficial. La clase obrera andaluza se encontró en los «tajos» de Barcelona, de Dusseldorf o de Lieja. Cuando Europa empieza a devolver andaluces/zas a causa de la crisis del petróleo esos sectores obreros vuelven al país con un grado de conciencia mucho más elevado. Lo que ayuda a explicar la intensidad de las movilizaciones vivida en esa etapa.

Pero tanto la reivindicación nacional como la lucha social fueron hábilmente cabalgados por el régimen borbónico y sus secuaces políticos y sindicales. Los Pactos de Antequera, firmados el 4 de diciembre de 1978, fueron una reproducción a escala andaluza de los Pactos de la Moncloa. Unos pactos que firmaron desde Alianza popular hasta el PTE. Y se recondujeron los procesos hacia los cauces establecidos por el continuismo con el franquismo. Aplastamiento de la clase obrera andaluza y continuidad en los mecanismos fundamentales de poder, en pueblos y ciudades. En buena parte para los hijos o nietos de los «señoritos» que habían organizado y pagado el golpe de estado franquista y que habían mandado durante el franquismo.

Desde finales de los 70 se produce un proceso basado fundamentalmente en la desmovilización, para el que se utiliza las fuerzas regionalistas (Partido Andalucista) y la izquierda del régimen (PSOE, PCE, UGT y CCOO). A partir de ahora estos serán los agentes encargados de gestionar el conflicto social. Entre ellos destaca el PSOE, compuesto de elementos de la pequeña burguesía pero también de muchos trabajadores que los aparatos van «a ir quemando», traicionándolos y engañándolos constantemente, hasta que se marchen a casa.

El régimen actual, basado en el estatuto andaluz de la dependencia, no ha alterado ningún elemento de la realidad que heredamos del franquismo. Ni siquiera el boom del ladrillo de principios de siglo XXI ha diferenciado esencialmente del desarrollo turístico actual del vivido en la costa malagueña en los 60 y 70. La lucha de clases ha perdido intensidad teniendo muchas dificultades para desbordar al sistema.

Esta continuidad en las estructuras explica que aún hoy, se produzcan ocupaciones de fincas, como la que está llevándose a cabo desde hace unos meses en Palma del Río por el Sindicato Andaluz de Trabajadores/as. Andalucía sigue siendo ese país dependiente y colonial, donde la desigualdades sociales campan a sus anchas y la polarización de la riqueza sigue siendo la tónica dominante.

¿Qué es el Movimiento de Liberación Nacional de Andaluzía? ¿Podrías explicarnos un poco cómo estáis organizados y cuáles son vuestros objetivos? ¿La Andaluzía independiente por la que estáis trabajando es una Andaluzía socialista?

El Movimiento de Liberación Nacional Andaluz (utilizamos sobre todo el término Izquierda Soberanista Andaluza) se caracteriza por ser un conjunto de organizaciones políticas, asociaciones, colectivos... que luchan por la liberación social y nacional de Andalucía. En esta definición tan abierta podemos encontrar organizaciones políticas como el Colectivo de Unidad de los Trabajadores (CUT), Andalucía Comunista o Nación Andaluza. Organizaciones juveniles como Jaleo!!! o Juventud Independentista Revolucionaria Andaluza (JIRA). Espacios liberados como los Centros Andaluces del Pueblo o el Sindicato Andaluz de Trabajadores.

Se han hecho diversos intentos de estructuración de la izquierda soberanista. Desde las Juntas por la Autodeterminación de principios de los 90 hasta la reciente Mesa de la Izquierda Soberanista Andaluza (MAIS).

La MAIS es el órgano de coordinación de la izquierda soberanista vigente en la actualidad. Creada hace poco más de un año la forman Andalucía Comunista, Jaleo!!!, JIRA, Red Roja Andalucía y Nación Andaluza. Así como personas a nivel individual. La MAIS es un nuevo intento de coordinar las organizaciones que luchamos por la liberación de Andalucía. En este proceso, las organizaciones que componemos la Mesa ya hemos apostado públicamente por profundizar esta coordinación como respuesta a la situación actual que está sufriendo Andalucía. Nuestra intención es llegar más allá en este proceso de unidad para construir un frente de la izquierda soberanista andaluza. Y seguimos hablando con organizaciones y colectivos. Aspiramos a seguir sumando fuerzas para consolidar un verdadero Movimiento de Liberación.

La Mesa Andaluza de la Izquierda Soberanista reivindica la ruptura con el actual régimen monárquico y autonómico nacido de la constitución de 1978, la soberanía nacional y popular como instrumento para construir un futuro mejor para nuestro pueblo y la negación del capitalismo.

Después de todo lo dicho, es evidente que no podemos hablar de una Andalucía libre si no es una Andalucía socialista. El propio grito del nacionalismo revolucionario «¡Viva Andalucía libre!» emana de un momento álgido de la lucha de clases en Andalucía; el Trienio Bolchevique andaluz. Este grito tiene su origen en una manifestación obrera en la ciudad de Córdoba en el año 1919. Entonces unos jornaleros portaban una pancarta que rezaba «¡Muerte a los caciques! ¡Viva Andalucía libre!» Dicho lema generó mucho revuelo en la prensa de la época. Blas Infante lo defendió y adoptó como santo y seña de su nacionalismo andaluz. Hoy esta pancarta sigue siendo plenamente vigente en la Andalucía de principios de siglo XXI.

Algunos movimientos independentistas andaluces que existieron durante la transición española hablaban de Al Ándalus, vosotros habláis de Andaluzia, ¿es lo mismo?

Al Ándalus forma parte de nuestra historia como pueblo. En sus 781 años de existencia Al Ándalus ha aportado muchos elementos a la cultura andaluza actual. En la modalidad lingüística andaluza, en la toponimia, en la gastronomía, en la música popular, en nuestras ciudades... Al Ándalus forma parte de nosotros y nosotras como una etapa histórica que ha conformado la formación social andaluza.

Por supuesto, no buscamos una «vuelta a Al Ándalus». Para empezar porque es materialmente imposible volver a un periodo histórico pasado. Y tampoco practicamos ningún tipo de esencialismo.

Pero observamos y luchamos por aprender de nuestra historia independientemente del discurso de la historiografía españolista oficial. Esta pretende mostrarnos Al Ándalus como algo ajeno al pueblo andaluz, pero no lo es.

Desde ese punto de vista, por ejemplo, en contraste con la visión que se ofrece del Pueblo Andaluz como pueblo históricamente desahuciado podemos afirmar a Al Ándalus como el último periodo en que esta tierra disfrutó de soberanía política, constituyendo uno de los Estados del Mediterráneo occidental más avanzados. O también podemos hablar del ejercicio de resistencia continuada planteado por los moriscos tras la conquista de Granada en 1492. Una resistencia que durante tres años (1568-1571) puso en jaque al ejército más poderoso de la época, el de Felipe II. Entonces la rebelión de la Alpujarra no podemos sino verla como un episodio de resistencia popular andaluza. Frente nuestra historia está esa falsa imagen de una Andalucía sumisa, dependiente y españolista que nos quieren imponer desde los centros imperialistas de Madrid, Bruselas y Washington.

Nuestra visión de Al Ándalus se plasma, por ejemplo, en las luchas que hemos desarrollado contra las distintas «Tomas» que se celebran en muchas ciudades andaluzas. Estas fiestas, impuestas por el poder como una forma de «celebrar» la conquista de nuestras ciudades por la nobleza castellana constituyen una ostentación de Andalucía como nación ocupada militarmente por el imperio español. Se pasea y ondea el pendón de los reyes de Castilla y Aragón, se jura por España y por sus «reyes católicos». Nosotros nos hemos negado a estas celebraciones y llevamos más de veinte años denunciando y contestando dichas celebraciones. Como andaluces/zas y como revolucionarios y revolucionarias.

Reivindicáis el «andalú» como vuestra lengua, ¿nos podrías explicar un poco en qué consiste y como planteáis esta reivindicación?

Fundamentalmente el andalú es la lengua en la que la mayoría del pueblo andaluz se comunica y expresa cotidianamente. El andalú es objeto de marginación por parte de los poderes establecidos, que lo identifican con gentes poco instruidas, en una evidente asociación de andalú con Pueblo Trabajador Andaluz. En la marginación del andalú se plasma la situación colonial de Andalucía, de la que hasta su expresión lingüística más genuina es considerada «un subproducto». El andalú no tiene un poder político verdaderamente autónomo que lo defienda y promueva. Expresiones lingüísticas andaluzas como el ceceo o el heheo, y en menor grado el seseo, sufren una estigmatización brutal que no tienen mayor justificación que nuestra situación como pueblo colonizado. Cuando exista un verdadero gobierno autónomo, es decir soberano para decidir sobre los problemas y cuestiones de nuestro país, una de las cuestiones a tratar será normalizar el andalú como un elemento legítimo de la cultura andaluza.

El andalú es una plasmación de la plasticidad de la cultura andaluza. Parece ser que la resistencia a hablar castellano no ha sido el único caso en este país. Históricamente, las gentes que habitamos entre el estrecho de Gibraltar y Sierra Morena nos hemos negado a asumir tal cual las imposiciones lingüísticas de todo origen, transformándolas y adaptándolas a una forma propia de entender el lenguaje. En pleno siglo II es conocido que Adriano, emperador romano nacido en el valle del Guadalquivir, era objeto de mofa en Roma por su forma de hablar latín no adecuada a la ortodoxia romana. En el siglo X Al-Zubaydi se queja en su obra Defectos del habla del vulgo del uso que el pueblo hace de la lengua romance de Al Ándalus, alejándose del «correcto uso» de la misma. Por ello el 23 de noviembre de 1925 se celebró en Andalucía «la cruzada del bien hablar», por nuestra resistencia lingüística inconsciente a lo que se considera «lengua española».

Nosotros planteamos la dignificación del andalú como la necesidad de reconocer al andalú como la lengua utilizada a diario por casi más de 8 millones de habitantes en este país. También el reconocimiento de todas las variantes dialectales del andalú como igualmente válidas, seseante, ceceante y heheante. Como el rechazo a un invento artificial llamado «andaluz culto» que pretende eliminar aquellos rasgos diferenciadores del andalú con respecto al castellano.

En esta línea hay compañeros y compañeras de la organización que plantean la necesidad de una norma ortográfica para alcanzar un andalú escrito. Aquí tenemos diversidad de opiniones en el seno de la organización, respetando todas las posturas que estén por la dignificación y reconocimiento del andalú.

¿Existe una cultura andaluza? ¿Cómo se desmarca de esa «culturilla española» que nos quieren vender?

La cultura andaluza existe. Es un hecho. Es una cultura popular, fuertemente arraigada en pueblos y barrios. La «culturilla» o cultura española es en buena parte una deformación interesada de la cultura popular andaluza, para ser utilizada como proyección de cara al exterior de lo genuinamente español.

Esta deformación fue practicada especialmente durante el régimen franquista. Aunque contrariamente a lo que se piensa, durante la II República Española ya comenzó a despegar una industria cinematográfica en la que el andaluz aparecía tipificado conforme a los tópicos al uso. Pero es verdad que fue el franquismo quien desarrolló esta práctica en toda su amplitud, primero como una forma de ofrecer algo de espectáculo que mitigara los dolores producidos por la carnicería del nacionalismo español durante la Guerra Civil, luego como una forma de atraer al turismo y sus divisas que el ministro Fraga supo utilizar hábilmente.

En este proceso frente al flamenco se desarrolló un nacional-flamenquismo chusco y superficial. Mientras otras expresiones musicales andaluzas como los trovos alpujarreños (emparentados con el repentino cubano y los bertsolaris vascos) fueron ignorados. Y el andalú se reprodujo distorsionado y limitado a escasos elementos de la variante seseante, manipulando esta y olvidando al resto de variantes dialectales. Hasta las formas de construcción se modificaron, y pasamos de casas mediterráneas con anchos muros y patios, ideales para reservar a sus habitantes del frío en invierno y el calor sofocante en verano, a vivir en unos edificios fríos en invierno y cálidos en verano. Desaparecieron las casas de vecinos con patios comunitarios para la socialización cotidiana y nos han dejado los bloques de pisos para desarrollar una vida individual.

¿En qué sectores encontráis más eco y sois más fuertes? ¿En qué regiones?

Aparte de nuestra implantación entre la clase obrera andaluza, como organización independentista y revolucionaria, uno de los sectores donde más se ha desarrollado el proyecto de la izquierda independentista ha sido en la juventud. La juventud andaluza ha asumido como suyas las tareas de la liberación de Andalucía y me atrevo a decir que en la última década las organizaciones juveniles independentistas son las que movilizan a más jóvenes repartidos por toda Andalucía.

Como organización también hemos tenido históricamente una implantación más concentrada en los entornos urbanos medianos y grandes. Entornos en los que ha calado más fácilmente un proyecto histórico relativamente nuevo como el de la izquierda soberanista.

Ahora estamos observando cómo el proyecto independentista está comenzando a asentarse en el medio rural. La propia dinámica del Capital está motivando la búsqueda de un proyecto político revolucionario pero con profundas raíces en nuestra tierra. En esta búsqueda muchos compañeros y compañeras están encontrando respuestas a la Andalucía actual en la izquierda independentista.

¿La juventud andaluza está movilizada? ¿Se identifica con la idea de una Andaluzía independiente?

A la mayoría de la juventud andaluza le queda un largo camino por andar hacia la movilización social. El trabajo para su desmovilización es continuo. Los medios de comunicación, la des-educación, los hábitos de ocio basados en el hedonismo... Todos los caminos establecidos desde el sistema conducen a la juventud a la pasividad. Sin embargo cada vez más sectores de la juventud andaluza se movilizan y participan activamente en política.

Como comentaba antes, la juventud que es políticamente activa ha asumido la idea de la independencia y el socialismo para Andalucía con naturalidad y dinamismo. Hasta el punto que tenemos conocimiento de que organizaciones españolistas como el PCE están usando en actos públicos carteles de la organizaciones juveniles independentistas andaluzas o la arbonaida, nuestra bandera nacional con la estrella roja de la liberación popular, como formas de conectar en lo simbólico con los sectores más combativos de la juventud andaluza.

Existe el Sindicato Andaluz de Trabajadores, ¿tenéis relaciones con él? ¿Cómo veis el trabajo que está realizando? ¿Hay otros sindicatos con los que trabajéis?

Los y las militantes de Nación Andaluza somos parte del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT). Participamos en el proceso de constitución del mismo y trabajamos en él codo con codo con el resto de compañeros y compañeras.

Consideramos que el SAT está realizando un trabajo fundamental en estos momentos en que la clase obrera esta sufriendo un ataque brutal por parte de la burguesía. La reivindicación de un sindicato andaluz de clase ha sido una reivindicación constante para Nación Andaluza, y celebramos que se iniciara en 2005 el proceso de constitución del mismo. Son malos tiempos para el trabajo sindical, ya que el terrorismo patronal está imponiendo el miedo en los tajos. El Pueblo Trabajador Andaluz está pasando momentos muy duros. Hemos visto revitalizarse fenómenos como la emigración temporal a Francia o a Suiza que parecían en franco retroceso hace unos años. Aunque siempre hubo miles de andaluces/zas en los caminos de la vendimia francesa. Incluso en los momentos de mayor opulencia del «ladrillazo».
El SAT es además un sindicato con una fuerte carga sociopolítica, que le confiere un espíritu revolucionario excepcional dentro del panorama sindical andaluz. Esto le permite desbordar la lógica del régimen con actuaciones basadas en la acción directa y la movilización militante. No obstante su continuo crecimiento puede generar en un futuro próximo tendencias a convertir al SAT en un sindicato al uso. Luchamos por mantener la identidad combativa del Sindicato Andaluz de Trabajadores.
También tenemos militantes trabajando en el sindicato USTEA, dedicado al ámbito de la enseñanza.

En Andalucía siempre han sido muy importantes las luchas de los trabajadores agrícolas, del proletariado agrícola, ¿todavía tienen fuerza? ¿Han hecho últimamente algunas acciones? ¿Cómo están organizados?

El movimiento jornalero se ha organizado tradicionalmente en base al asamblearismo y la organización horizontal. Desde que los jornaleros andaluces nutrían las filas anarquistas de la CNT hasta la constitución del Sindicato de Obreros del Campo (SOC), a mediados de los 70, las formas de organización han sido siempre asamblearias.

En la actualidad el SOC se encuentra integrado en el SAT. De los sindicatos que se integraron en el proyecto del SAT es el más numeroso. Por lo tanto en la actualidad ese proletariado agrícola forma parte del SAT, ahora organizándose conjuntamente los campos y ciudades andaluces. Sigue siendo un movimiento vigoroso y con altos índices de activismo político que han dado lugar a fenómenos tan interesantes como el de Marinaleda.

El pasado mes de marzo el SAT ocupó una finca en Palma del Río. Una finca llamada Somonte que forma parte del patrimonio del Instituto Andaluz de Reforma Agraria (IARA). Una institución creada por la Junta en los 80 que se suponía iba a servir para repartir tierras y crear puestos de trabajo. Treinta años después hay más de una decena de fincas del IARA que el gobierno cipayo de la llamada Junta «de Andalucía» quiere vender a empresarios privados para cuadrar su presupuesto privatizando unas tierras que son del Pueblo Andaluz. Una de ellas es Somonte. Desde marzo Somonte está ocupada por militantes del SAT. Y a pesar de que han sido desalojados por la Guardia Civil, la finca ha vuelto a ser ocupada y ahora mismo está siendo trabajada por sus legítimos propietarios, los trabajadores de la comarca.

¿Qué análisis hacéis de las últimas elecciones en Andaluzía? ¿Qué papel juegan los partidos españoles (IU, PSOE y PP) en Andaluzía?

Las última elecciones en Andalucía han sido continuistas. Han confirmado la línea que venimos experimentando desde hace décadas. Y no podía ser de otra forma teniendo en cuenta el panorama político andaluz.

Como decía más arriba, desde el 4 de diciembre de 1977 se inició una lógica de desmovilización social y política, desplegada principalmente por la izquierda del régimen, que llega hasta nuestros días. Dentro de esta lógica, el PSOE se ha mostrado como el partido más eficaz para implementar las políticas del Capital en nuestro país. La política combinada de infiltración de las lógicas neoliberales y de «limosnas» sociales en la, cada vez más, desestructurada economía andaluza se ha mostrado como la política más útil en la estructura social de Andalucía. El PSOE es un partido que lleva más de tres décadas gobernando esa administración colonial llamada «Junta de Andalucía» y que ha dado muestras de corrupción y podredumbre hasta sus más altas esferas. Pero a pesar de ello ha conseguido de nuevo un gobierno en esta legislatura, con el apoyo desde el minuto cero de IU.

El conglomerado Izquierda Unida por su parte ha facilitado una nueva legislatura cómoda para el PSOE. IU ha mostrado su carácter de fuerza socialdemócrata así como su descarado oportunismo político. La fuerza principal de IU, el PCE, ha jugado históricamente un activo papel en la desmovilización social y la institucionalización de las luchas. Ahora que la necesidad es agudizar las contradicciones en un país como Andalucía, que constituye uno de los eslabones débiles de la Unión Europea, Izquierda Unida ha apostado por co-gestionar el gobierno de retroceso social que va a suponer la pareja Griñán-Valderas. Por lo pronto la legislatura ha comenzado con nuevos recortes sociales y una Junta al borde la quiebra técnica que el gobierno PSOE-IU pretende salvar.

En este sentido es de destacar el papel del Colectivo de Unidad de los Trabajadores (CUT) del reelegido parlamentario y alcalde de Marinaleda Juan Manuel Sánchez Gordillo. La CUT vuelve a optar por proporcionarle a IU el semblante de izquierda coherente a cambio de nada. La CUT es, a niveles simbólicos, la escasa reputación que le queda a Izquierda Unida entre la clase trabajadora. Aunque más allá de ese nivel simbólico su capacidad de influenciar en el devenir del gobierno autonómico, incluso ahora que hay gobierno PSOE-IU, parece muy reducida.

Por último tenemos al Partido Popular, que ha mantenido un ascenso modesto, fruto de su visualización persistente como la cara más arcaica y retrógrada del capitalismo en Andalucía.

¿Veis alguna posibilidad de confluir en algún momento con IU? ¿Y con otros partidos de izquierda, si los hay?

Con el aparato de Izquierda Unida es imposible mientras IU continúe siendo una fuerza política institucional y españolista.

Otra cosa bien distinta son sus bases, entre las todavía quedan luchadores/as consecuentes, y con los que antes o después habrá que construir un proyecto político para una Andalucía libre y socialista.

¿Qué pensáis de la lucha del pueblo vasco y de los otros pueblos sin Estado oprimidos por el Estado español?

Para nosotros y nosotras la lucha del Pueblo Trabajador Vasco ha sido siempre una referencia imprescindible. En Euskal Herria se han dado unos procesos de movilización social y política de gran interés, excepcionales en el mundo desarrollado y que han de ser para todas las personas revolucionarias objeto de observación y estudio. Por supuesto somos solidarios con la lucha por su liberación social y nacional de vascos, canarios, catalanes, gallegos...

Tenemos el convencimiento de la necesidad de que los diferentes movimientos de liberación que se dan en el Estado español busquen puntos de coincidencia. Momentos y batallas en las que luchar juntos contra España y el Capital. Por supuesto manteniendo un respeto escrupuloso por los procesos y necesidades particulares de cada pueblo.

¿Qué papel tiene la mujer en Andaluzía?

La formación social andaluza se caracteriza por ser de tipo patriarcal. Desde este punto de vista la mujer obrera andaluza sufre una triple opresión como mujer, como miembro de la clase obrera y como andaluza.

La mujer andaluza es el eje central de la vida doméstica. Sobre ella recaen las tareas de la reproducción de la prole, pero también de la propia cultura popular andaluza que la mujer transmite de generación en generación. La beatería propia de festividades como la Semana Santa ejercen una especial exaltación de lo femenino a través de multitud de vírgenes que se adoran en los pueblos y barrios andaluces. Sin embargo, la mujer en Andalucía sigue estando en una situación de supeditación con respecto al hombre. Todo lo que a la mujer andaluza se le concede en lo simbólico, se le niega en la vida real.

En el imaginario colectivo el imperialismo ha unido la cultura popular andaluza a rasgos con un marcado carácter de género como la sensibilidad o la pasión. Unos valores que son también, curiosamente, asociados por todos los imperialismo a los pueblos que somete. Es decir asociados al subdesarrollo. Y junto a estos valores también ha asociado algunos de los empleos característicos que las emigrantes andaluzas desempeñan en los lugares de destino, como, por ejemplo, empleada de hogar.
La mujer andaluza es además víctima de un engaño. A generaciones de jóvenes andaluzas se les ha estado vendiendo la incorporación al mercado de trabajo como una «liberación». Lo cierto es que esa «liberación» se está plasmando en peores trabajos y peor pagados para mayor beneficio de la patronal. Además por las propias características de la economía andaluza, atrasada y de carácter extractivo, la mujer ocupa un papel subalterno y en sectores como la agricultura es excluída cuando por su edad deja de «rendir» mientras a los hombres se les siguen dando jornales cada campaña.

En la actualidad sobre los hombros de la mujer andaluza está cayendo gran parte del peso de la crisis. En Andalucía, donde los núcleos familiares abarcan muchas veces tres generaciones, recae en la mujer el cuidado de los miembros enfermos (abuelos, padre o hijos), pero también el sostenimiento de unas familias en las que el paro está haciendo mella. Hoy uno de cada tres trabajadores andaluces está en paro y el 19,7% de los hogares andaluces tienen a todos sus miembros en paro. La mujer andaluza, como eje de la vida doméstica, es la que se ve obligada a solventar estas circunstancias críticas a costa de su trabajo y su salud.

Bueno, pues sólo nos queda desearos suerte en la justa lucha del pueblo trabajador andaluz en su lucha por la independencia nacional y el socialismo y agradeceros tanto el tiempo que nos habeis dedicado, como la solidaridad que nos consta teneis hacia Euskal Herria. Eskerrik asko

 

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