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Estado español :: 25/05/2006

Okupando en buena hora

Alasbarricadas.org
Una okupación es siempre una buena noticia. Dos okupaciones, doble buena noticia. El sábado 13 de Mayo se realizaron ocupaciones públicas en Bilbo y Gasteiz. No es la generosidad de quien reparte migajas, sino la generosidad de quien tiene esperanzas en un mundo mejor y las pone en práctica.

Las acciones, llevadas a cabo por las Asambleas de Jóvenes de los barrios de Alde Zaharra en Bilbo y Errota en Gazteiz, pretendían recuperar inmuebles en los que construir gaztetxes, espacios abiertos y autogestionados para dinamizar la vida política y cultural de sus respectivos barrios.

En ambos casos se parte de experiencias anteriores, en Gasteiz los jóvenes vecinos de Errota han reocupado la lonja que fue desalojada hace un año por la Ertzantza tras una brevísima ocupación, y en el caso de Bilbo han inagurado el "gaztetxe II" tras un diagnóstico del barrio y sus necesidades.

Las recuperaciónes se realizaron en vísperas de la jornada de concentraciones convocadas anónimamente en múltiples localidades del estado español, en las que se hacía un llamamiento a salir a la calle en protesta por las políticas urbanísticas. La incidencia fue desigual, oscilando entre las pocas decenas de personas en algunas localidades, a las miles en Barcelona y Madrid. En esta última la concentración se transformó rapidamente en manifestación, que recorrió las calles céntricas de la ciudad y en la que los cuerpos represivos estuvieron presentes con una actitud agresiva llegando a golper y a cargar contra los manifestantes.

La okupación lleva décadas siendo una respuesta al problema de la especulación y la vivienda. Ahora que miles de personas se echan espontáneamente a la calle porque la situación se está haciendo cada vez más insoportable para quienes aspiramos legítimamente a una vida digna y sin servidumbres, conviene revisar algunas de las claves de la okupación.

Propaganda por el hecho, o predicar con el ejemplo

Entendemos que las manifestaciones contra los precios de la vivienda expresan más un estado de malestar que verdadera fe en que el gobierno vaya a hacer nada.

Si las manifestaciones contra el precio de la vivienda han surgido casi espontáneamente es porque hay mucha gente que está más que harta de la enorme losa sobre nuestras vidas que es tener un techo al que llamar hogar y la certeza de que están abusando de nosotros. Nos están explotando.

Solución inmediata, vender cara la propia piel.

Independientemente de que alguien deposite su fe en futuras repúblicas milagrosas, o en cualquiera de los partidos y partidillos políticos que ofrecen sus múltiples y discutibles proyectos para el futuro, lo único cierto es que existen soluciones inmediatas al problema de la vivienda.

La cuestión es tomar nuestra vida en nuestras propias manos sin esperar a que cambie el mundo antes, en empezar a cambiarlo desde ya nosotras y nosotros mismos sin depositar nuestra fe en intermediarios políticos como quien pone el dinero en el banco a la espera de intereses. A esto se le llama acción directa. Cuanto más se practiquen soluciones así, más fácil será hacerlo y superar la resistencia de los poderes e instituciones a que tomemos nuestra vida en nuestras manos. A eso se le llama propaganda por el hecho: una okupación es más elocuente que mil discursos porque consiste en predicar con el ejemplo.

Algunas soluciones sólo requieren un poco de imaginación y valentía (compartir pisos, formar comunas) mientras que otras suponen un enfrentamiento directo contra el poder: la okupación, huelgas de alquileres y de hipotecas. Hay que advertir que estas últimas acciones pueden suponer el desencadenamiento de la represión por parte del poder. Un poder que cada vez reprime más cualquier cosa que se salga de sus normas cada vez más estrictas.

Superación del egoismo autista

Si bien una okupación puede reproducir los esquemas individualistas de la vivienda en propiedad, la mayoría de okupaciones tienen un enfoque comunitario y social. Quien haya compartido piso en sus tiempos de estudiante sabe que siempre cabe profundizar en la vida comunitaria: hay quienes no comparten ni las tarteras y hay quienes ponen bote común hasta para las compresas y siempre, siempre es posible profundizar y mejorar la convivencia. La experiencia de los pisos compartidos suele ser una experiencia positiva y de enorme libertad (y desahogo) sobre la que pende, amenazador, el momento terrible de "sentar la cabeza" que la sociedad y las buenas costumbres exigen, esas mismas que aceptan hipotecas de décadas, servidumbre resignada, matrimonio por la iglesia y cien bobadas más en las que nadie cree ya.

Sabemos que las comunas, al compartir gastos y tareas, facilitan mucho la vida. Entonces se plantea la pregunta: ¿por qué no? ¿por qué limitar cosas buenas a una edad? ¿por qué sólo los estudiantes? Está claro que algo así merece planteamientos serios, que es otra forma de "sentar cabeza" vendiendo mucho más cara tu piel. La okupación es un paso más allá en estos planteamientos, un paso revolucionario que desafía el derecho de los especuladores a convertirnos en sus siervos de por vida.

Generosidad.

La okupación no sólo acaba con barreras innecesarias entre las personas que habitan un edificio fomentando una mayor vida social entre ellas. A menudo, las okupaciones abren sus puertas al vecindario y responden a uno de los principales problemas de la vida social colectiva: el proceso de convertir a las personas en consumidores.

Aquí no se trata sólo de que cada palmo cuadrado tenga un precio exorbitado, sino que las pocas infraestructuras con fines sociales que existen suelen estar fuertemente dirigidas (dinamizadas) con el fin de ofrecer una serie de opciones limitadas en las que el "ciudadano-consumidor" no tiene opción a determinar ni desarrollar sus propios intereses sin la mano paternal de los "dinamizadores". Seamos sinceros: nuestros intereses no siempre coinciden con los de quienes nos gobiernan o sacan tajada de nosotros.

Una de las claves de las okupaciones como centros culturales es la autogestión: la propia asamblea de okupas, las personas interesadas, deciden qué es lo que quieren hacer con los medios disponibles, sin tener que responder a planes de presupuestos municipales ni a injerencia externa alguna, haciendo las cosas ellos mismos y haciendo posible para otros colectivos que participen como iguales en el funcionamiento del proyecto.

Eso es un ejemplo de generosidad en un momento en el que nos están amenazando con dejarnos sin pensión después de matarnos a trabajar para pagar la dichosa hipoteca; pero no es la generosidad de quien reparte migajas, sino la generosidad de quien tiene esperanzas en un mundo mejor y las pone en práctica.

http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/2831

 

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