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Andalucía :: 16/08/2020

Pensar a Blas Infante en el siglo XXI: Construir la tercera ola de andalucismo

Inma Manzano
Andalucía tiene su propia problemática. Su propia coyuntura, con unas características propias territoriales y estructurales diferentes a las de otros pueblos del Estado

Hemos sido muchas las personas hemos asistido a los actos homenaje al padre de la matria andaluza que han tenido lugar en diferentes puntos de Andalucía con motivo del 84 aniversario de su asesinato a manos de los fascistas sublevados. Asesinaron a Blas Infante en el kilómetro 4 de la antigua carretera de Sevilla a Carmona en la noche del 10 al 11 de agosto de 1936 no solo queriendo matar al hombre, sino también sus ideas. Creyeron que podrían acabar con el deseo de una Andalucía Libre y soberana, sin dependencia económica ni subordinación política.

Afirmar a Blas Infante es afirmar soberanía, autogobierno y dignidad. Es afirmar nuestra denuncia social y nuestra reivindicación política de Andalucía como sujeto político propio. Es denunciar del modelo extractivista al que está supeditado el territorio andaluz, denunciar la usurpación sistemática de nuestros recursos, de nuestros campos y agricutulra. Es denunciar la situación de injusticia en la que trabajan los jornaleros y jornaleras. Es hablar de antirracismo, porque como decía Blas Infante “en Andalucía no hay extranjeros”. Es hablar de una Andalucía despierta y consciente de sí misma. 

Hoy en día vemos cómo hasta el PSOE dice ser andalucista, o cómo el mismo Moreno Bonilla citaba a Blas Infante en su discurso de investidura sin complejo alguno. Es tal la desfachatez de quienes ni siquiera permiten que su familia y seres queridos den una digna sepultura a nuestro pensador, que con total cinismo lo llegan a citar en sus discursos. Realmente, es muy fácil coger unas palabras de aquí y de allá y sacar a Blas Infante de contexto. Huelga decir, que Blas Infante estaría con nosotros y nosotras ocupando fincas en manos de los bancos, denunciando a los señoritos, expropiando alimentos de grandes superficies que merman nuestra soberanía alimentaria, defendiendo a los trabajores y trabajadoras y luchando para que se cumplan los convenios. Y, sobre todo, haciéndole frente a quienes nos multan y encarcelan por luchar por una Andalucía próspera.

Decía el Blas Infante humanista que su “nacionalismo antes que andaluz (era) humano”. Es muy fácil para los que no reconocen a Andalucía como nación histórica utilizar esta frase según convenga. Es muy fácil coger unas palabras de aquí y de allá y sacar sus planteamientos de contexto, aun sabiendo que se equivocan, porque no por ser más humano que andaluz Blas Infante era menos nacionalista. Estamos hablando de un nacionalismo del Sur, propio de los pueblos oprimidos.

Blas Infante hablaba de un nacionalismo de la igualdad profudamente respetuoso con la diversidad. Un nacionalismo en igualdad con los demás pueblos y naciones, y nunca esencialista al modo alemán o italiano. Un nacionalismo humanista e internacionalista. El pensamiento andalucista de Blas Infante se presenta como revolucionario y nos sigue dando las claves para la liberación de Andalucía ante el imperialismo, ya sea europeo, estadounidense o español. Igualmente, podemos hablar de un pensamiento antiimperialista y antiglobalizador. El andalucismo infantiano se presenta como un baluarte fuerte, como un agente de resitencia ante los intentos globalizadores y de difuminación de la identidad de los pueblos, en nuestro caso de la identidad andaluza.

Se hace más necesario que nunca entender que Andalucía tiene su propia problemática. Su propia coyuntura, con unas características propias territoriales y estructurales diferentes a las de otros pueblos del Estado. Se escucha hablar de que se está levantando una nueva ola andalucista. Como apunta nuestro compañero e historiador Javier García Fernández, se trataría de la tercera ola andalucista. Según Javier García, la primera arrancaría con el nacionalismo hstórico que tuvo como fruto la Constitución de Antequera de 1883 y el pensamiento andalucista de la generación de Blas Infante hasta la llegada del fascismo; la segunda ola, sería la que tuvo lugar durante la transición: el 4 de diciembre, la consecuención de la autonomía, el reconocimiento de Andalucía como nacionalidad histórica, la aparición en escena de partido como PA o la CUT, etc.; y, una nueva y tercera ola, es la que estaríamos viviendo en la actualidad. Son momentos en los que la Andalucía rebelde consigue doblegar a la sumisa alcanzando logros históricos.Estamos ante una crisis bastante palpable del régimen del 78. La monarquía borbónica está en su peor momento y la fuga del rey emérito es un hecho. Del mismo modo, a los debates sobre república o monarquía se suman los debates territoriales, que se están poniendo sobre la mesa tomando una especial relevancia en lo que a asuntos de Estado se refiere.

Hemos de luchar por reconocernos como sujeto político, y seguir luchando por nuestra soberanía: soberaníaterritorial, alimentaria, cultural, económica y política. Y, teniendo presente la diferencia de las colectividades de la Andalucía que ansían, discutir después si estamos por un modelo federal, confederal e independiente. 

Es muy importante luchar por una Andalucía de pleno derecho, porque solo así podremos acabar con las escandalosas cifras de paro, con que nuestros pueblos sean los que tienen las mayores tasas de paro de Europa, sin olvidar que contamos con los pueblos con la mayor tasa de paro femenino, alcanzando cifras que superan la cifra del 70%.

Concibamos la reivindicación de una Andalucía libre y soberana como solución y no como problema. Hemos visto cómo la corrupción ha dejado nuestra sanidad totalmente devencijada, y hemos sufrido gravemente sus consecuencias. Cómo el paro ha subido en un millón de personas durante esta última crisis. Estamos viendo cómo el error de una economía altamente dependiente del sector servicios nos está sumiendo en la miseria. Orgullosos y orgullosas del legado infantiano, los andaluces y andaluzas, debemos desde la unidad entre colectivos y personas seguir trabajando por esa Andalucía Libre con la que soñaba Blas Infante, repetando, a pesar de las diferencias, sino unos máximos, sí unos mínimos con respecto a la concepción del territorio andaluz.

Así pues, andaluces y andaluzas, levantaos, que esta ola escriba con logros nuestra historia. Sigamos trabajando desde la diversidad y el respeto en pro de una Andalucía libre y soberana, igualitaria de hombres y mujeres libres, despierta y consciente de sí misma.

 

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