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Pensamiento, México :: 08/01/2012

Reforma y Revolución. Abajo, una izquierda revolucionaria anticapitalista, es posible

Chk García
Contra el revisionismo anarquista y de izquierda.

-De social-democratas y social-revolucionarios
-Del revisionismo anarquista anti-industrial
-De la izquierda y sus revisionistas.
-Reforma y Revolución
-La otra izquierda
-La izquierda revolucionaria anticapitalista y las elecciones.

Nota. Debo aclarar de entrada que no soy un estudioso ni del marxismo ni del anarquismo. Mi acercamiento al marxismo se ha dado en las aulas de la universidades donde me he formado, en principio como historiador y posteriormente, como antropólogo, gracias a lo cual he tenido a bien tomar excelentes cursos de materialismo dialéctico e histórico. Por otro lado, aunque al mismo tiempo, mi acercamiento al anarquismo se ha dado en la participación que he tenido al interior de movimientos sociales, tanto campesinos e indígenas, como estudiantiles. De manera autodidacta he bebido de ambas corrientes de pensamiento. El punto de conexión entre ambas lo he encontrado en Sartre y su crítica de la razón dialéctica, lo mismo que en el pensamiento cosmogónico indígena latinoamericano. Para muchos mi pensamiento es ecléctico, y en cierta manera lo es porque ha sido la praxis filosófica y política la que me ha llevado a la reflexión sobre la historia, el pensamiento y la cultura humanas. Sin embargo, no lo es, si por eclecticismo se entiende, como decimos en México, tomar de chile, de dulce y de manteca para sostener argumentos de dudosa veracidad.

También debo aclarar que la discusión aquí expresada lleva un ánimo constructivo, sin ningún afán de contraponerse con nadie. Sino más bien de encontrar puntos que puedan unirnos.

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-De social-democratas y social-revolucionarios

Es sabido que los conceptos de izquierda y derecha surgieron dentro de la lucha parlamentaria en la Francia Revolucionaria (1792). A la derecha del presidente se situaron los Girondinos, que pretendían restaurar la legalidad y el orden monárquico; a la izquierda se situaron los Montañeses, que al grito de "libertad, igualdad y fraternidad" pugnaban por un estado revolucionario. 50 años después, el uso de esos conceptos seguía vigente. En la primera internacional anarquistas y marxistas se enfrascaron en un debate por la izquierda del que salieron "triunfantes" tanto los marxistas como los anarquistas, los marxistas porque se quedaron con el referente de las "Internacionales" de trabajadores, los anarquistas, porque al ser expulsados de la izquierda se plantaron desde entonces como una corriente autónoma, lo cual a la larga también ha sido un triunfo.

Hacia la segunda internacional dos corrientes se encontraron enfrentadas: los social-democrátas y los social-revolucionarios. Sin embargo, ninguna de los dos corrientes era "pura", ni en sentido ideológico, ni en cuanto a su pertenencia de clase, pues lo mismo en tales tendencias militaban burgueses que obreros, de derecha o de izquierda. Este enfrentamiento puede explicarse a partir de lo que Lenin llamó las dos revoluciones: la revolución socialista y la revolución democratico-burguesa. Entre los social-democrátas lo mismo había quienes postulaban la necesidad de las dos revoluciones, que aquellos que sólo postulaban la necesidad de una, la democrático-burguesa, a partir de la cual, mediante la lucha parlamentaria podría avanzarse en una revolución socialista gradual. Estos últimos eran considerados reformistas, mientras que los primeros se autoerigieron como revolucionarios. Para Lenin, como socialdemocráta y social-revolucionario, las dos revoluciones eran imprescindibles, al tiempo que la revolución socialista debía ser la continuación de una necesaria revolución burguesa que rompiera con el todavía vigente orden feudal. Esta misma situación de división se encontraba entre los social-revolucionarios. Los había aquellos que proclamaban la necesidad sólo de la revolución democratico-burguesa, mientras que otros se inclinaban solamente por la necesidad de una ruptura radical hacia la revolución socialista. Dentro del espectro de la izquierda, la división entre reformistas y revolucionarios sigue aun presente.

Hay una cuestión interesante, que está en relación a las divisiones al interior de la izquierda, incluso desde la primera internacional, nos referimos por supuesto a la cuestión de la "dictadura del proletariado" como Estado de transición hacia el socialismo. Lenin, siguiendo el manifiesto comunista de Marx y Engels, comenzó a difundir la necesidad de la dictadura del proletariado. Para darse una revolución escencialmente política, como lo es la revolución democrático-burguesa y avanzar hacia la revolución socialista, decía Lenin, había que tomar el poder del Estado. Sin embargo, esto no parecía posible hacia principios del siglo XX, al menos por tres razones, en primer lugar, porque el proletariado obrero todavía era una minoría social; en segundo lugar, porque no existía una alianza entre proletariado y campesinado, que para entonces estos últimos eran la mayoría de la población; y en tercer lugar, por la concepción teórica errónea de que el campesinado era una clase pequeño-burguesa contrarrevolucionaria (un saco de papas, decía Marx). De tal manera, que no había de otra más que impulsar la toma del poder por parte de una supuesta vanguardia proletaria, imponer una dictadura y avanzar así hacia el socialismo. Eso era lo que pensaba Lenin, y así se siguió reivindicando cuando menos hasta la revolución cubana y china, las cuales demostraron que el campesinado tenía un enorme potencial revolucionario. Sin embargo, la necesidad de la dictadura proletaria se siguió tomando como verdadera a contraposición de lo que otros consideraban también como necesario, la lucha parlamentaria. Hoy, sin embargo, debemos reconocer que ninguna de las dos propuestas es suficiente para romper con el capitalismo, porque de hecho, ninguna de las dos lo hace, y en eso muy bien que tenía razón Bakunin en la primera internacional

Del revisionismo anarquista anti-industrial

Hace apenas unos días, distintas organizaciones anarquistas insurreccionalistas anti-industriales y anti-civilización han expresado en varios comunicados, una dura crítica al izquierdismo, dentro del cual entra todo un amplio espectro de agrupaciones revolucionarias y reformistas -todas las cuales están presentes dentro del espectro de la izquierda desde la segunda internacional. Dicha crítica pretenden hacerla desde fuera de la izquierda, lo cual es una postura válida, porque como hemos dicho, los anarquistas, o al menos la tendencia bakuninista, quedo fuera del espectro de la izquierda desde la primera internacional. Sin embargo, esa crítica también ha dado de palos contra otras tendencias anarquistas, que sin ser marxistas o reformistas, también se encuentran dentro del espectro de la izquierda. Esta postura de los compañeros insurreccionalistas es a todas luces revisionista (más adelante regresaremos sobre este punto) porque pretenden afirmar y de hecho así lo han expresado, que su tendencia anarquista anti-civilización y anti-industrial es la evolución del anarquismo del siglo XIX y XX, lo cual, por decir lo menos, es pecar de soberbia. Analizando sus textos y buscando entre sus fuentes hemos encontrado que su principal sostén teórico para criticar al izquierdismo, y autonombrarse anti-industriales es Ted Kazcynski, mejor conocido como "el unabomber".

Hay una polémica en cuanto este personaje dado que según su propio hermano, Ted Kazcynski habría sido parte de un experimento de psicología conductista por parte de la CIA. Experimento para el que su propia madre habría dado consentimiento de su ingreso dados algunos problemas de personalidad que manifestaba (en 1959 a la edad de 17 años). Su participación en tal experimento, como conejillo de indias, sin embargo, no significa, mecánicamente, que los explosivos colocados por él en aviones y universidades desde 1978 y hasta 1995, hayan sido parte de una operación de guerra sucia (psicológica) interna por parte de la CIA, puesto que de hecho, si el mismo se recluyó en las montañas de los bosques de Montana desde 1971 es posible que se haya debido a la prescencia de períodos de lucidez mezclados con períodos de esquizofrenia. En esa conciencia anormal es que se lanza contra la sociedad industrial y contra los izquierdistas, contra la sociedad industrial por lo que le hicieron, contra los izquierdistas porque posiblemente así se lo inculcaron en el experimento del que fue parte. En fin, no queremos entrar en esa polémica, porque no es su praxis terrorista la que nos interesa analizar, sino su texto más conocido, La sociedad industrial y su futuro. El peligro del izquierdismo ante el debacle de la sociedad tecno-industrial. Mismo que fue publicado en 1995 en el Washington Post y el New York Times, supuestamente a cambio de detener su actividad terrorista. Cosa que sucedió pues pronto vendría su detención y encarcelamiento, el cual se mantiene hasta la fecha.

Kazcynski sostiene que el sistema tecno-industrial capitalista necesita ser revolucionado y de ninguna manera reformado, porque toda reforma es insuficiente para detener la destrucción de la naturaleza. Al mismo tiempo, define que esa revolución no ha de ser una revolución política, sino sistémica porque su objetivo no es derribar gobiernos sino las bases económicas y tecnológicas de la sociedad actual -a la que nunca se refiere como capitalista sino sólo como industrial. En este punto Kazcynski tiene razón, porque de muchas maneras el materialismo dialéctico e histórico de Marx y Engels ha sido reducido al marxismo y particulamente al leninismo, como teoría y práctica de la lucha por la toma del poder del estado, como si la revolución política fuera el fin y no el medio para revolucionar al sistema de opresión -lo cual además, según lo visto antes, sería una posición socialdemocrata revolucionaria -reformista (que no es la de nosotros).

Lamentablemente, pasado ese punto, el análisis de Kazcynski sigue una ruta francamente subjetiva pues afirma que la izquierda no es un movimiento ni una ideología, sino "estereotipos psicológicos", rasgos de personalidad basados en un presunto sentimiento de inferioridad y una sobresocialización: baja autoestima, sentimientos de impotencia, tendencias depresivas, derrotismo, culpa, autoaborrecimiento, etc. En las caracterizaciones psicológicas que realiza -que claramente no se sustentan en instrumentos analíticos propios de la psicología social científica-, va deslizando, sin embargo, argumentos ideológicos pro-imperialistas y pro-capitalistas por demás discutibles, tales como los izquierdistas "odian América y occidente porque [éstos] son fuertes y exitosos", o "el izquierdista es antagonista al concepto de competición porque, interiormente, se siente como un perdedor", o "los izquierdistas odian la ciencia y la racionalidad". Esta última, es particularmente una franca provocación, porque si algo es el materialismo dialéctico que no sea el anarquismo, es precisamente una filosofía con fundamentos científicos.

Por otro lado, aunque al mismo tiempo, también desliza afirmaciones conductistas del tipo "los movimientos izquierdistas tienden a atraer gente que está buscando satisfacer su necesidad por el poder", o "alguna gente es más «manipulable» que otra", o "la gente varía en la susceptibilidad a los anuncios y a las técnicas de mercado", o "es el comportamiento humano el que tiene que ser modificado para encajar en las necesidades del sistema". Son afirmaciones que ciertas, o no, dejan entrever una forma de pensamiento que de muchas maneras es totalitarista y utilitarista de la conciencia humana, lo cual no tiene nada de libertario o anarquista.

En este sentido, también es importante destacar que en el trasfondo de su análisis existe una supuesta teoría de la historia y por tanto del cambio social. Veamos por ejemplo lo que el llama el quinto principio de la historia: "La gente no elige conscientemente y racionalmente la forma de su sociedad. Las sociedades se desarrollan a través del proceso de evolución social que no está bajo el control racional humano", o el segundo principio "una sociedad es un sistema en que todas sus partes están interrelacionadas, y no puedes cambiar permanentemente ninguna parte importante sin cambiar también todas las otras". Su visión teleológica de la historia es evolucionista e idealista. Qué es la elección histórica sino un atributo inherente al humano a la que no se puede renunciar, porque incluso renunciar a ella es una elección. Qué es el trabajo sino un proceso de construcción y auto-construcción recíproco por el que producimos y nos reproducimos más allá de cualquier poder natural que pueda incidir en los procesos de avance y retroceso de la evolución social. De igual manera, si para cambiar el sistema hay que cambiar sus partes, no hay argumento para afirmar que el sistema no puede cambiarse, porque de hecho, si se cambia la totalidad del sistema, tendrán que cambiar sus partes. O que tal este argumento biologicista de la cultura: "Los revolucionarios deben tener tantos niños como puedan. Hay una fuerte evidencia científica de que las actitudes sociales son en una extensión significativa heredadas." ¿dónde están las pruebas para sustentar tal afirmación relativista y generalizadora?. Pero sigamos adelante.

Después de hacer un largo recorrido psicologista, Kazcynski nos da su receta para revolucionar el sistema, a saber:

"En primer lugar, tenemos que trabajar para aumentar la tensión social dentro del sistema así como incrementar la probabilidad de que se colapse o sea debilitadolo lo suficiente para que una revolución contra él sea posible. En segundo lugar, es necesario desarrollar y propagar una ideología que se oponga a la tecnología y al sistema industrial. Tal ideología puede convertirse en las bases de una revolución contra la sociedad industrial siempre y cuando el sistema se debilite lo suficiente. Y tal ideología ayudará a asegurar que, siempre y cuando la sociedad industrial se colapse, sus restos sean hechos pedazos irreparables, por lo que no podrá ser reconstruida. Las fábricas deben ser destruidas, los libros técnicos quemados, etc."

aunque más adelante pareciera que se desdice

"el sistema industrial no se colapsará puramente como resultado de una acción revolucionaria. No será vulnerable al ataque revolucionario a no ser que sus propios problemas internos de desarrollo lo lleven a dificultades muy serias. Por lo que si el sistema se colapsa lo hará también espontáneamente o a través de un proceso que es en parte espontáneo pero ayudado por los revolucionarios".

Su idea pudiera parecer muy convincente pero para nosotros no lo es puesto que el sistema no va a colapsar por sí sólo, al menos no dentro de los próximos 50 o 100 años. Y la razón principal para ello es que todavía quedan amplias zonas del planeta que devastar, que saquear, que dominar. Mientras haya espacio que conquistar dentro de la tierra, habrá capitalistas e imperialistas que van a guerrear por conquistarlo, tal como ahora hacen. Los que ahora habitamos el planeta no vamos a vivir ni 50 ni 100 años, es qué sólo nos queda esperar a que el sistema colapse para que seamos libres, sólo nos queda reproducirnos para asegurar nuestra supervivencia, tal como dice Kazcynski. No. Definitivamente, para nosotros, esa estrategia no es correcta. De hecho su método nos ha recordado al evolucionismo unilineal y al positivismo del siglo XIX e incluso al leninismo bolchevique del que tanto reniega y si no nos creen, lean lo que afirma hacia los párrafos 180 en adelante. Dice Kazcynski: "los revolucionarios no deben esperar tener una mayoría de personas a su lado. La historia está hecha por minorías activas y resueltas, no por la mayoría, que rara vez tiene una idea clara y consistente de lo que realmente quiere." Claro, no hay que esperar que la mayoría de la gente se encuentre convencida para iniciar un cambio social, la pasividad es reprochable, pero el voluntarismo de las sectas también lo es. O que les parece su idea de vanguardia (sectaria), que tanto critican algunos anarquistas: "pero será más ventajoso a largo plazo el mantener la lealtad de un pequeño número de personas inteligentes y comprometidas que despertar las pasiones de una multitud poco pensante e inconstante que cambiará su actitud tan pronto como alguien venga con un truco de mejor propaganda." Y un poco más adelante, afirma: "los revolucionarios deben incluso evitar asumir poder político, sea por medios legales o ilegales, HASTA que el sistema industrial tenga la suficiente tensión hasta un punto peligroso y haya probado ser un fracaso a los ojos de mucha gente [...] que cualquier apuro será visto como resultado del fracaso del sistema industrial y no de la política de los revolucionarios". Es decir, que los revolucionarios anti-industrialistas kazcyinskianos quieren destruir el sistema tecno-industrial, pero no quieren que la gente los asocie a esa destrucción, a ese triunfo.¿por qué? entonces ¿para qué construir y difundir una ideología anti-industrial? ¿por qué pretenden destruir el sistema tecno-industrial pero desdeñan el cambio de mentalidad de la gente, es este imposible? ¿quién construye los sistemas sociales, las vanguardias, las minorías? ¿para qué conformar una vanguardia revolucionaria, para tomar el poder político en el momento conveniente, o sólo para destruir las máquinas como hicieron algunos obreros en plena revolución industrial? Preguntas sin respuesta, pero sigamos adelante.

Casi al final sigue deslizando sus argumentos pro-imperialistas y pro-capitalistas: "Te gustaría especular sobre lo que Iraq o Korea del Norte harán con la ingeniería genética." ¿what? Es sabido que ni Iraq ni Korea del Norte tienen grandes investigaciones en ingeniería genética, pero si cambiamos ingeniería genética por energía nuclear o armas bioquímicas, entonces, es claro que Iraq y Korea del Norte son un "peligro", tanto que Estados Unidos ya ha arrasado con Iraq (8 años después de publicado el texto de kazcynski) y continúa amenazando con invadir o desestabilizar Korea del Norte, arguyendo dichas especulaciones. Y en otro lugar, apunta: "las peligrosas naciones dictatoriales como China, Vietnam y Corea del Norte continúan progresando, a la larga los dictadores pueden dominar el mundo." Vaya revolucionario que resultó Kazcynski!! Uno, bastante anticomunista y pro-imperialista, tanto que afirma que el TLCAN (México-EU-Canadá) y el GATT "son probablemente perjudiciales a medio y corto plazo, pero a largo plazo tal vez pueden ser ventajosos porque fomentan la interdependencia económica entre naciones [...] si la economía está tan unificada que el colapso en cualquier nación principal lleve al colapso en todas las naciones industrializadas" eso si que es pragmatismo "revolucionario".

Sería largo detenerse en cada párrafo de los 232 que tiene el texto de Kazcynski. Así que vayamos a las conclusiones, que es donde Kazcynski se lanza completamente contra el izquierdismo, tal como lo había anunciado antes.

Dice Kazcynski: "Cuando en Rusia los bolcheviques eran intrusos, se oponían vigorosamente a la censura y a la policía secreta, defendían la autodeterminación de las minorías étnicas, etc; pero tan pronto como tomaron el poder, impusieron una censura implacable y crearon una policía secreta más dura que ninguna de las que existiera bajo los zares y oprimieron a las minorías étnicas al menos tanto como lo hicieron estos. En los Estados Unidos, hace un par de décadas cuando eran una minoría en nuestras universidades, los profesores izquierdistas eran los que proponían vigorosamente la libertad académica, pero hoy, en aquellas universidades donde han pasado a ser mayoría, se han visto preparados para quitar al resto la libertad académica. (Esto es «corrección política»). Lo mismo ocurrirá con los izquierdistas y la tecnología: la utilizarán para oprimir a los demás si alguna vez cae bajo su propio control". "El izquierdismo es una fuerza totalitaria. [...] su verdadero motivo no es conseguir las ostensibles finalidades del izquierdismo; en realidad está motivado por el sentido de poder que obtiene luchando por una finalidad social y luego vomitarla. Muchos están motivados también por la hostilidad, pero ésta probablemente resulta en parte de una necesidad de poder frustrada. Consecuentemente, no está nunca satisfecho con lo conseguido, su necesidad por el proceso de poder le conduce siempre a perseguir algún nuevo fin. [...] muchos izquierdistas del tipo sobresocializado no pueden perseguir el poder de la manera en que lo hace otra gente. Para ellos el impulso por el poder sólo tiene una salida moral aceptable, y esa es la lucha para imponer su moral a todo el mundo [...] El izquierdista está orientado hacia un colectivismo a gran escala.Enfatizamos la obligación del individuo de servir a la sociedad y la obligación de la sociedad de cuidar del individuo. Tiene una actitud negativa hacia el individualismo. A menudo usa un tono moralista. Tiende a estar por el control de armas, la educación sexual y otros métodos psicológicos de educación «ilustrada», por el planteamiento, la acción afirmativa, el multiculturalismo. Tiende a identificarse con las víctimas. Tiende a estar contra la competición y la violencia, pero encuentra excusas para aquellos izquierdistas que usan la violencia. Le gusta mucho usar tópicos corrientes de la izquierda como «racismo», «sexismo», «homofobia», «capitalismo», «imperialismo», «neocolonialismo», «genocidio», «cambio social», «responsabilidad social». Puede que el mejor diagnóstico es la característica de tender a simpatizar con los siguientes movimientos: feminismo, derechos de los homosexuales, minorías étnicas y discapacitados, derechos de los animales, corrección política. Cualquiera que simpatice con fuerza con TODOS estos movimientos es casi con certeza un izquierdista."

Este último párrafo es revelador. Por un lado, es importante hacer notar que en ningún párrafo de su largo texto critica a la derecha, a los conservadores, o a las multinacionales, que son las que dominan el mundo de lo tecno-industrial, es decir, que para kazcynski el mayor peligro en este momento de crisis no son aquellos que tienen el poder sino aquellos que quieren tomarlo: los izquierdistas, que además no se refiere a todos, por ejemplo no crítica a los marxistas clásicos, aquellos que promueven la lucha de clases y la conciencia de clase al interior de la clase obrera, sino que crítica a una izquierda que se distingue por su diversidad, que organiza movimientos sociales bajo causales culturales, que no reivindican la revolución socialista, ni comunista por haber sido parte de un proceso que se vio marcado por la derrota de la izquierda revolucionaria en muchos países, la ampliación del marco de "libertades" establecidas por el Estado, tales como la defensa, promoción y respeto de todas las "libertades" consignadas en la constitución (derechos humanos, derechos civiles, etc.) a partir de las luchas emprendidas por la izquierda democrática o institucional, el fin de las dictaduras y el debilitamiento del Estado-Nacional a partir de la la puesta en marcha de un sin fin de reformas neoliberales mismas que no fueron pensadas en el pentágono sino en prestigiosas universidades norteamericanas, y el "empoderamiento" de la sociedad civil, a lo que habría que sumar, la crisis del marxismo-leninismo, la caída del muro de Berlín (1989) y del bloque soviético. La izquierda que Kazcyinski considera un peligro es la que identifica en los movimientos sociales que enarbolan demandas, como el antiracismo, el antisexismo, la antihomofobia, el feminismo, el anti-imperialismo, el anticapitalisto, el anti-colonialismo, y que incluso no reivindican la toma del poder del estado, pues también comparten parte de la filosofía anarquista. En este sentido, más allá de que consideremos erróneo o parcial el análisis de Kazcynski, es interesante hacer notar que así como él, también hay marxistas y anarquistas que siguen negándose a comprender que se ha operado un cambio cultural en la izquierda y en la sociedad en general. Que la izquierda de hoy no es la misma de ayer, que por tanto, llendose al terreno psicologista de Kazcynski, los tipos de personalidad de los izquierdistas del siglo XIX no son iguales a los de finales del siglo XX.

De la izquierda y sus revisionistas.

El problema de no reconocer ese cambio cultural,se debe, parece ser, a que el paradigma de lo que es la izquierda se ha mantenido inamovible desde finales del siglo XIX y ese es un tema pendiente de resolver. Hay compañeros que incluso siendo comunistas de viejo cuño han optado por no disputar el ámbito de la izquierda ante la ocupación que de ella ha hecho la derecha, el estado, los capitalistas, los oportunistas y los revisionistas. Nosotros estamos de acuerdo en ese punto de vista, sin embargo, también creemos que antes de desechar el viejo paradigma tenemos que construir uno que aglutine y defina a quienes luchamos contra el estado, contra la dominación, contra el capital y para eso tenemos que analizar con mayor profundidad el tema, para lo cual habría que volverse a preguntar tres cosas de vital importancia, bajo el entendido de que efectivamente se ha operado un cambio cultural en la sociedad. En primer lugar ¿qué es la izquierda y quién es de izquierda? ¿qué es la revolución y quién es revolucionario? ¿qué es la reforma y quién es reformista? No pretendemos resolver el punto pero si pretendemos arrojar argumentos para continuar debatiendo estos puntos. Veamos.

Desde la derecha se afirma que hoy el mundo necesita una "izquierda moderna". Quiénes a sí mismos se ven como esa izquierda moderna no son sino revisionistas, pues ensalzan una postura o tendencia ideológica por encima de otras desconociendo abiertamente los procesos históricos, teóricos y prácticos que han desembocado en esa postura, para incluso vaciarla de su contenido revolucionario, lo cual claramente es una posición oportunista, reformista y hasta posmoderna. Los que se autollaman o se identifican como la "izquierda moderna" no sostienen sino una vieja posición que data del siglo XIX, son social-democrátas parlamentaristas burgueses de derecha. Es decir, no son de izquierda, ni dentro del viejo paradigma, pues no sostienen la necesidad ni de una nueva revolución burguesa, ni de una revolución socialista (comunista o anarquista), ni tampoco podríamos considerarlos dentro del nuevo paradigma de izquierda que intentamos construir. Tampoco, obviamente, son anticapitalistas.

Por otro lado, hay quienes afirman que lo de hoy es el "socialismo del siglo XXI". Sin embargo, quienes esto proclaman, lo proclaman desde arriba, desde el poder del Estado o desde posiciones cercanas a él. Lo hacen, además, sin sostener la necesidad de una revolución social, burguesa o socialista, sino desde una posición revisionista, reformista, parlamentaria y electorera, pues ha sido de esta manera como han llegado al poder. Lamentablemente esta si es una posición de izquierda, o al menos lo es dentro del marco de la segunda internacional y el viejo paradigma de izquierda. No es, sin embargo, una posición de izquierda revolucionaria anticapitalista, a pesar de que por necesidades geoestratégicas se muestre como una izquierda anti-imperialista. A esta izquierda nosotros la dejaríamos fuera del nuevo paradigma de izquierda que necesitamos. Son una izquierda institucional y centrista, con la que no necesitamos alianza porque son pragmáticos y traicioneros (y para muestra tenemos la entrega que el presidente Chávez ha hecho de guerrilleros de las Farc-Ep a Colombia).

Dentro del espectro de la izquierda vieja hay un conjunto que podríamos caracterizar como de "izquierda clásica" dentro de la que se encuentran una gran variedad de agrupaciones y movimientos que se reivindican marxistas, marxistas-leninistas, marxistas-leninistas-estalinistas, marxistas-leninistas-maoístas. Sin embargo, al interior de este conjunto de organizaciones y movimientos no hay una posición compartida, ni tampoco gozan de la amplia simpatía con la que contaron en el siglo XX, lo cual parece deberse, al revisionismo, el centrismo, el oportunismo y el dogmatismo que permea entre sus filas. Son, no obstante, una posición firme que incluso, dentro de su perspectiva de izquierda revolucionaria clásica, están manteniendo feroces guerras populares contra el estado y el capital, y por la revolución socialista. Algunos de estos grupos recientemente han realizado una declaración conjunta donde expresan claramente que la unidad internacional de los comunistas exige la derrota del revisionismo, el oportunismo y el centrismo, siendo este último el que promueve la conciliación ideológica y de clase entre los distintos grupos que se disputan el poder del Estado, y más claramente, promueve la reconciliación entre marxistas y revisionistas. En este sentido, en la medida en que la "izquierda clásica" no es homogénea, puesto que en su seno se siguen reproduciendo las viejas disputas presentes desde la época de la segunda internacional, podríamos afirmar que definitivamente no todos los que en ella militan entrarían dentro de un nuevo paradigma de izquierda, sino solamente aquellos que se definan sin cortapisas como anticapitalistas y que han definido no seguir reproduciendo las viejas formas de la política tradicional que tanto han desprestigiado a la izquierda revolucionaria.

-Reforma y Revolución

Las tres tendencias de la izquierda vieja a las que nos hemos referido antes (la izquierda clásica, el socialismo del siglo XXI y la izquierda moderna) tienen algo en común que no podemos perder de vista: TODAS buscan hacerse del control del Estado, lo cual como hemos dicho no se plantea la izquierda multicultural -para usar un término utilizado por kazcynski. Sin embargo esta izquierda multicultural se encuentra, al igual que la izquierda clásica, dividida en dos, a saber: entre aquellos que se plantean reformar el estado por vías parlamentarias, concientizar a la clase política, empoderar a la ciudadanía, etc. (esta izquierda multicultural reformista es a todas luces revisionista); y de otro lado, aquellos que luchan contra el estado, que luchan contra los partidos, que luchan contra el capitalismo, que luchan contra la política tradicional. El EZLN y los movimientos generados en torno suyo, pueden ser un buen ejemplo de esta izquierda multicultural que ha transitado del reformismo al anticapitalismo. Ese cambio se expreso claramente en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, a la cual de manera particular estamos adheridos.

En la coyuntura actual ese tránsito es decisivo para la conformación de un nuevo paradigma de izquierda. Los indignados españoles, por poner otro ejemplo, aun no han encontrado las vías de ese tránsito. En primer lugar porque surgieron en una coyuntura electoral -de la que además salio triunfadora la derecha radical, lo cual también se debió, a todas luces, al desprestigio y revelación de la izquierda socialdemocrata, como una corriente de derecha que de izquierda no tiene más que el nombre. En segundo lugar, porque no se han encontrado los puntos de acuerdo que puedan aglutinar una izquierda revolucionaria, más allá de dogmas, oportunismos y revisionismos.

Sin embargo, la pregunta obligada para avanzar en ese tránsito, estamos hablando dentro del espectro de la izquierda multicultural, porque la izquierda vieja no se lo pregunta, es ¿qué es más importante, que es más necesario, tomar el poder del Estado, o transformar las relaciones sociales desde abajo? La respuesta no es fácil, básicamente porque el Estado y el imperialismo, conforme la polarización social avance, harán sentir cada vez con mayor fuerza su presencia, la cual se expresa en militarización, guerra sucia, control de población, y políticas neoliberales. Sin embargo, aun aceptando que es imprescindible tomar el poder del estado, las preguntas que le siguen son, ¿tenemos la capacidad, tenemos las fuerzas para tomar el control del Estado? Mi respuesta es no, no la tenemos. Más aun, mi respuesta a la primera pregunta es que en la coyuntura actual lo más importante no es hacerse del control del estado. Porque habiéndolo conquistado, nuestras fuerzas las hemos de poner en defender la posesión del estado y no en revolucionar la sociedad. El caso de Bolivia es paradigmático en ese sentido, y también el de Cuba, porque si bien es cierto que en los primeros años de la revolución el mayor impulso se puso en transformar la sociedad, posteriormente tuvieron que atrincherarse, ante los embates imperialistas, y fue "necesario" establecer la dictadura de la vanguardia proletaria, lo que trajo consigo un estancamiento revolucionario, igual que en la exURSS o en Corea del Norte. Si tanto renegamos del rumbo que ha seguido la revolución cubana debemos pues plantearnos con seriedad no pretender hacernos del poder del estado.

Ante ese panorama, pudiéramos estar de acuerdo con Kazcynski cuando afirma la importancia de coadyuvar a producir una mayor tensión social, nos parece que en esa línea se están moviendo distintas organizaciones anarquista de corte insurreccional. Nos parece una estrategia acertada. Aunque francamente no sabemos en qué puede desembocar. Hay quienes afirman que esas acciones desembocaran en una mayor represión, nosotros no nos creemos ese cuento porque la represión va aumentar independientemente de que nos rebelemos o no nos rebelemos contra el poder del estado y el capital. Así que en todo caso, lo que nosotros decimos, y no lo hemos oído de la boca de quienes realizan acciones insurreccionalistas, es que hay que tener modestia de nuestras propias fuerzas, es decir, que el momento de crisis actual requiere de una amplia insurrección social multitudinaria y en todas partes, no nada más de la insurrección de una minoría como propone Kazcynski o proponía Lenin. De otra manera, lo que sí vamos a lograr es que ante el caos de la guerra civil el imperio gringo nos invada con tropas, formalmente, como sucedió en Afganistan e Irak y recientemente sucedió en Libia y está sucediendo en Siria.

Hasta aquí hemos intentado identificar posiciones. Hemos planteado a lo largo del texto varias preguntas que no hemos respondido y que enseguida intentaremos responder, a saber: ¿qué es la izquierda y quién es de izquierda? (nos referimos, por supuesto, a una izquierda nueva) ¿qué es la revolución y quién es revolucionario? ¿qué es la reforma y quién es reformista? ¿cómo vamos estallar una insurrección? ¿con qué fuerzas contamos? ¿qué puntos programáticos nos van unir? No son preguntas fáciles. Tan sólo plantearlas es riesgoso. Pero no por ello detengamos esta reflexión.

Notas para definir un nuevo paradigma de izquierda ("la otra izquierda")

Decir quién es de izquierda y quién no, puede sonar autoritario, hasta para los autoritarios encubiertos que se esconden en la izquierda. No obstante hacer ese planteamiento es necesario. Para guardar las apariencias, podríamos decir que dentro de la izquierda vamos juntos pero no revueltos, porque nosotros somos otra izquierda.

¿quién es de la otra izquierda y qué es la otra izquierda?

Es de la otra izquierda quien asume una posición anticapitalista sin medias tintas, es decir, que no enarbola la necesidad de una revolución burguesa, pero tampoco enarbola el reformismo, ni el parlamentarismo, ni la partidocracia, ni la democracia electoral, ni el social-capitalismo de estado.

La otra izquierda no es, ni debiera pretender ser, una ideología, puesto que de hecho, al ser la diversidad su característica más sobresaliente, ha de ser la cultura y no la ideología lo que nos una. Una cultura libre va de la mano de la otra política como medio de construcción de un nuevo sistema social, justo y libre. La otra política es anti autoritaria, anti-dogmatica, anti-corporativista, anti-dominación, anti-clientelar, anti-estatista, etc.

La otra izquierda no es revisionista, no pretende ser la nueva moda, ni olvidar las enseñanzas de quienes han luchado por la revolución social, tanto desde dentro, como desde fuera de la izquierda. La otra izquierda es incluyente y no sectaria, incluyente porque pretende integrar dentro de sí a todos los revolucionarios anticapitalistas que luchan, no por una revolución, sino por muchas revoluciones, porque son muchas las revoluciones sociales que hacen falta para avanzar en la liberación total. La otra izquierda no es sectaria, puesto que reconoce las luchas que otros dan, sea que las den desde el reformismo o desde el anarquismo, es decir, no se cree poseedora de una verdad única, ni la vanguardia de la revolución.

¿Quién es reformista y qué es la reforma?

Es reformista quien pretende realizar reformas al sistema o al estado como forma de llevar adelante un cambio gradual de las instituciones. Es decir, pretende humanizar el capital, ciudadanizar el estado, minimizar las penurias, etc.

Las reformas son todas aquellas medidas puestas en marcha desde las altas esferas del poder con el objetivo de ir "mejorando" el sistema. El reformismo es una ideología política que pretende poner en marcha cambios institucionales, más que sociales, con el objetivo de coadyuvar en el mejoramiento de los sistemas sociales a partir del principio de menor gasto máximos rendimientos.

¿Todos los reformistas son oportunistas y revisionistas? Parece ser que sí.

¿Quién es revolucionario, qué es la revolución?

Revolucionario es quien trabaja por la revolución social. La burguesía en su momento fue también revolucionaria, hoy es conservadora. Pero la burguesía nunca fue de abajo, siempre fue de arriba, por eso su revolución social sólo "revolucionó" el sistema de dominación y no acabó con él. Los revolucionarios de hoy, los que proponemos en principio la necesidad de una revolución anticapitalista, somos de abajo, siempre hemos sido de abajo, por tanto, nuestra revolución social debe pretender acabar con el sistema de dominación. Lo cual como hemos dicho antes, no vamos a conseguir con una sola revolución, así que es nuestra obligación es siempre ser revolucionarios.

La revolución social es la transformación contínua de las relaciones sociales. La revolución social burguesa fue ante todo una revolución política, puesto que una clase desplazó a la otra. La revolución social anticapitalista que estamos proponiendo también será una revolución política, pero no ha de serlo en sentido tradicional, para desplazar a la clase que hoy se encuentra en el poder, no. La revolución social anticapitalista al ir contra el sistema de dominación va contra su estructura (clases), va contra su ideología (individualismo), va contra su modo de producción actual (el capitalismo), va contra sus normas, sus valores, sus ritmos, sus leyes. Va por la liberación humana, animal y de la naturaleza.

¿cómo vamos estallar una insurrección?

La izquierda clásica propone llevar adelante una insurrección de las masas dirigidas por un partido. Ese partido casi siempre estaba dirigido por un líder. Esa idea para muchos está vigente, pero lo de hoy son las multitudes sin líderes. Las multitudes tienes más fuerza organizativa, creadora y revolucionaria que las masas. Las masas son un subproducto capitalista. Las multitudes somos producto de la necesidad de la transformación social, eso es lo que nos une. Para estallar una insurrección exitosa tenemos que confiar en el poder de auto-convocatoria de las multitudes. En las multitudes, por su estructura, están presentes los individuos, están presentes las series, están presentes los grupos y hasta los colectivos. Las multitudes somos todxs. Para estallar una insurrección exitosa necesitamos de todxs. Para que la insurrección sea anticapitalista, los revolucionarios anticapitalistas tenemos que estar ahí y obrar en consecuencia para que nadie copte la insurrección, tal como ha sucedido en Egipto o en Tunez.

En esa insurrección actuaremos con medios pacíficos y medios violentos. Cada uno de acuerdo a sus circunstancia y a sus posibilidades.

¿con qué fuerzas contamos?

Contamos con nuestras propias fuerzas y puesto que como decía Marx, la revolución sólo será obra de los propios explotados, siendo los explotados el 99%, nuestras fuerzas son incomensurables, tanto que aun no descubrimos su poderío.

Las fuerzas anticapitalistas están presentes en el anarquismo y en la izquierda, hace falta no obstante definir que puntos programáticos nos van unir. Nosotros seguimos creyendo que la Sexta Declaración de la Selva Lacandona es un buen principio, sin embargo, exige una reactualización, para clarificarla plenamente como revolucionaria y anticapitalista.

¿qué puntos programáticos nos van unir?

Esa es la tarea más urgente. En lo particular nosotros venimos repitiéndolo en cada artículo y no sabemos por qué nadie apoya que urgentemente nos pongamos a trabajar en un Programa de Lucha que nos una y nos respalde.

En México, la guerra civil está tan próxima como una insurrección multitudinaria. Sin Programa de Lucha los revolucionarios anticapitalistas no vamos a poder actuar como uno solo y no vamos a tener la capacidad de incidir en el rumbo de la insurrección.

Parece ser que cada minoría -al estilo kazcynskiano, trabaja en su propio programa, en su propia ideología y en su propia preparación. Ese aislamiento, sectarismo, revisionismo, dogmatismo, va significar nuestra derrota.

Hay tiempo. Es importante repensar nuestra estrategia. Hagámoslo conjuntamente

La izquierda revolucionaria anticapitalista y las elecciones

Al momento de concluir este ensayo, leo el artículo escrito por Immanuel Wallerstein publicado en LaJornada el 7 de enero de 2012 y que se llama "La izquierda mundial después de 2011".

Dice: Wallerstein respecto a la coyuntura electoral, casi casi con dedicatoria para México.

Concuerdo mucho con quienes argumentan que obtener el poder del Estado es irrelevante para (y posiblemente hace peligrar la posibilidad de) una transformación de más largo plazo del sistema-mundo. Como estrategia de transformación, se ha probado muchas veces y ha fallado.

significa que esa participación electoral en el corto plazo sea una pérdida de tiempo. El hecho es que una gran parte del 99 por ciento está sufriendo agudamente en el corto plazo. Y es este sufrimiento de corto plazo su principal preocupación. Están intentando sobrevivir, y ayudar a sus familias y amigos a sobrevivir. Si pensamos en los gobiernos no como agentes potenciales de transformación social sino como estructuras que pueden afectar el sufrimiento de corto plazo mediante sus decisiones en torno a políticas públicas, entonces la izquierda mundial está obligada a hacer lo posible por conseguir decisiones de los gobiernos que minimicen las penurias.

Trabajar por minimizar las penurias requiere de la participación electoral. ¿Y qué pasa con el debate entre quienes proponen el mal menor y quienes proponen respaldar a genuinos partidos de izquierda? Ésta se vuelve una decisión de táctica local, que varía enormemente de acuerdo a varios factores: el tamaño del país, la estructura política formal, la demografía, la localización geopolítica, la historia política. No hay una respuesta estándar, ni pueda haberla. Ni tampoco la respuesta de 2012 va a ser válida para 2014 o 2016. Para mí, por lo menos, no es un debate de principios sino una situación táctica que evoluciona en cada país.

Es interesante que Wallerstein se pregunte, al igual que nosotros, si es realmente irrelevante, o no, que nos propongamos, como izquierda amplia, obtener el poder del Estado. Interesante, también es que su respuesta, contraria a la nuestra sea que, la estrategia de transformación a largo plazo del sistema mundo ha fallado en varias ocasiones y que por tanto tenemos que apostar a las elecciones y al parlamentarismo, para intentar minimizar las penurias que va ocasionando el neoliberalismo. Definitorio es, que Wallerstein diga que este no es un debate de principios sino un debate táctico.

Dado el marco del análisis que antes hemos expuesto es claro que Wallerstein es reformista. Más aun, lo peor no es eso. Lo peor es que Wallerstein olvide, como muchos otros, que las elecciones no son el fin sino el medio, no para transformar la sociedad, ni hacerla más justa, libre y "democrática", sino sólo el medio para tomar poder del estado, o al menos para disputarlo desde dentro y poner en marcha "políticas sociales adecuadas". El problema está en que esa táctica ha fallado incluso en muchísimas más ocasiones que la estrategia de transformación a largo plazo que muchos hemos adoptado, e incluso podríamos afirmar que no ha fallado puesto que el proceso, a largo plazo, ha seguido su curso y no se ha demostrado su equívoco.

Otra cosa es, y en eso le damos la razón a Wallerstein, la discusión sobre las tácticas que necesitamos poner en marcha, no para tomar el poder del estado, sino para avanzar cualitativamente en el proceso de liberación mundial. Tal como lo hemos planteado aquí, la estrategia pasa por la construcción de un Programa de Lucha, mientras que las tácticas son de carácter autónomo. Cada guerrerx, cada grupo, cada colectivo, cada serie debe estar en posibilidad de de decidir libremente como va accionar en pos de la revolución anticapitalista que nos hemos propuesto realizar.

Libertad a los presos políticos!!

Salud y Revolución para este 2012

Gracias.

Enero 2012

www.noticiasdelarebelion.info

tos de Chk García en: www.chkgarciablog.co.nr -- Provocando palabras, Destruyendo pesadillas

 

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