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Estado español :: 30/01/2007

Sobre Ayaan Hirsi Ali: ¿la islamofobia es un mito?

Abdennur Prado
La visita a España de la holandesa de origen somalí Ayaan Hirsi Ali ha recibido una amplia cobertura. Para la prensa occidental su figura de gacela parece muy vistosa. Es el verdadero ejemplo de una africana bien colonizada, que ha aceptado la supremacía de occidente y responde siempre sumisamente a la voz de sus amos blancos. Seguro que en su "duro exilio americano" hará buenas migas con Condolezza Rice

Los medios escogen a los creadores de opinión y los sitúan en el centro de la escena. Desde que iniciase su "exilio americano", la promoción a la que está siendo sometida es espectacular. Ya en marzo de 2005, la revista Time la incluyó entre las 100 mujeres más influyentes del mundo, en la categoría de "líderes y revolucionarios". Aunque los bienpensantes no deben asustarse: en este caso se trata de una "revolucionaria neocon".

Ayaan se convirtió milagrosamente a la causa neoliberal el año 2005, cuando fue contratada por el American Enterprise Institute (AEI), uno de los think tank más comprometidos con la política exterior de la administración Bush, donde trabajan analistas tan conocidos como Richard Perle, Michael Rubin, Frederick W. Kagan o Christopher DeMuth. Ayaan fue contratada como "experta en Islam y Occidente; Islam en Europa; e Islam y mujer". Según figura en su web (http://www.aei.org) la AEI tuvo un presupuesto oficial de 38 millones de dólares el año 2005. 21 de sus 175 asalariados pasaron a formar parte de la administración Bush cuando este "ganó" las elecciones el año 2001.

En los numerosos artículos aparecidos estos días, Ayaan Hirsi es presentada como una "luchadora por la libertad’, una "abanderada del pensamiento crítico". Pero se trata de una defensora de las libertades muy particular, que considera que los atentados del 11-S fueron "una cuestión de fe", y rechaza todo análisis político de los acontecimientos. Una defensora del pensamiento crítico que se decanta por la teoría del choque de civilizaciones, y justifica las invasiones de Afganistán e Irak.

Se trata también de una "defensora de los derechos de las mujeres musulmanas" que ataca el multiculturalismo y pide a EEUU e Inglaterra que invadan su país de origen y establezcan un régimen colonial durante 50 o 60 años, "por lo menos". Claro que a esta ocupación militar ella la llama "pacificación", en una cita involuntaria de George Orwell Parece evidente que en todo esto nuestra "incansable luchadora por la libertad’ actúa como simple portavoz del "American Enterprise Institute", en cuya página web se defiende el intervencionismo militar en el Cuerno de África, como parte de la "guerra contra el terrorismo". Sin duda la contratación de Ayaan Hirsi Ali tiene que ver con estos planes ¡el pensamiento crítico ya no es lo que era!

Pero su tema preferido es sin duda el de "la opresión de la mujer musulmana", que es lo que más vende. Aquí su discurso se sitúa en la estela del peor orientalismo, la definición monolítica de "la mujer musulmana" como una pobre víctima de toda clase de injusticias, cuya única perspectiva de una vida digna consistiese en liberarse del islam. Una visión que niega la individualidad, la voz y la razón a las más de 500 millones de mujeres musulmanas que viven en el mundo, mujeres de diferentes continentes, ideologías, culturas, caracteres y nacionalidades. 500 millones de mujeres reducidas a un estereotipo en nombre de la "liberación de la mujer" y la "supremacía de occidente", como si todas ellas respondiesen a un patrón inamovible, grabado en el imaginario occidental como una realidad incuestionable. El cúlmen del absurdo, y sin embargo mucha gente intoxicada por los medios sigue creyendo que "el islam oprime a la mujer".

Su discurso es de una gran violencia ideológica, llegando a afirmar que islam y terrorismo son indisociables. Esta violencia parece justificada por su experiencia personal. Ayaan dice haber sufrido la ablación (auque el 2004 se reveló en la TV holandesa que su familia somalí lo niega), y culpa de ello al islam sin miramientos. Lo que nos oculta es que en la vecina Egipto, como en Etiopía, en Sudán y en otros países africanos, la ablación es practicada también entre cristianos. Si un cristiano español, malayo o libanés viera su religión atacada como retrógrada y salvaje porque los cristianos etíopes practican la ablación, sin duda opondría las mismas objeciones que nosotros. Se trata de costumbres que nada tienen que ver ni con el islam que predicó Muhammad ni con el cristianismo de Jesús de Nazaret. Pero semejantes sutilezas no parecen de su agrado.

Una de las misiones de este viaje de Ayaan a Europa es la negación de que exista islamofobia. Con lo dicho hasta ahora, no hace falta ser muy listo para darse cuenta de que Ayaan Hirsi Ali y el AEI tienen buenas razones para negar la existencia de la islamofobia. Para ella, los ataques sufridos por las comunidades musulmanas en la tolerante Holanda no son islamofobia, debe tratarse de actos de auto-defensa de los valores liberales ante una religión esencialmente terrorista. Dado que el pluralismo cultural es un mal, es lógico que los buenos ciudadanos se defiendan ante la amenaza que el islam representa para los valores de occidente. Unos valores que, por cierto, son al mismo tiempo "propios de occidente" y "universales". ¿En qué quedamos?

Ante el hecho evidente de que su discurso constituye una incitación al odio por motivos religiosos, se limita a contestar: "no existe tal cosa". La quema de la mezquita de Oslo no es islamofobia. El tiroteo contra una mezquita en Córcega no es islamofobia. El incendio de la madrasa en Amsterdam no es islamofobia. Las insistentes incitaciones a la expulsión de los musulmanes europeos no son islamofobia. El brutal ataque con bates de béisbol por un grupo neonazi contra una familia somalí en Dinamarca no es islamofobia, como tampoco deben serlo las tres agresiones consecutivas sufridas por una española conversa al islam en Tenerife, ni el caso del ciudadano que fue obligado a bajarse del avión por lucir una hermosa barba que lo hacía pasar por musulmán.

Tampoco las expulsiones de los trabajadores musulmanes del Aeropuerto Charles de Gaule tienen nada que ver con la religión, ni son muestras de islamofobia las manifestaciones contra la apertura de mezquitas en España, ni tienen nada que ver con el odio hacia el islam los incendios de las dos mezquitas de Annency, cuyos autores han sido condenados por un tribunal francés. Ni las profanaciones de las mezquitas de Carcassonna y Quimper, cuyos muros amanecieron con cruces gamadas y graffittis llamando a la "muerte al islam". En fin, tampoco son muestras de islamofobia las 182 agresiones recogidas por el Observatorio de la Islamofobia en Francia tan solo en el año 2004, y reconocidas como tales por el gobierno francés.

No: para nuestra valerosa defensora de las libertades "la islamofobia es un mito", una cortina de humo inventada por los islamistas radicales para eludir cualquier crítica del islam. Y si los musulmanes de la Unión Europea son discriminados en todos los ámbitos no es a causa de su religión, sino porque son unos perezosos maleantes merecedores de todas las discriminaciones y eso es por culpa de su religión, que les impide desenvolverse libremente en los paraísos de occidente. En cuanto a las miles de mujeres musulmanas agredidas o insultadas por cubrir sus cabellos con un velo, supongo que Ayaan Hirsi las considerará como buenas acciones tendentes a liberarlas de su servidumbre.

Pero claro, si a un judío le roban la cartera es un acto inequívoco de antisemitismo. Y si el ladronzuelo es un pobre morito, es un signo inequívoco de que los musulmanes son antisemitas, pues a los musulmanes se nos enseña a odiar a los judíos desde que nacemos, e incluso a desear que se repita el Holocausto. También en lo que concierne a Israel su discurso ha cambiado sensiblemente, pasando de ser una crítica del sionismo cuando era diputada de izquierdas en Holanda a ser una defensora acérrima del Estado de Israel.

Así, en los últimos meses no se ha cansado de elogiar las virtudes de la "democracia israelí", un país liberal y tolerante, donde las mujeres y los hombres son iguales Aunque unos (los judíos) sean "más iguales que los otros" (los moros). Pero supongo que este cambio sobre el sionismo no tendrá nada que ver con su trabajo en el AEI, sino más bien con la "evolución natural de su pensamiento crítico" desde la izquierda radical hasta su adhesión a la causa neocon.

En España, Ayaan Hirsi Ali y el AEI están estrechamente vinculados al PP. En marzo del 2005, Esperanza Aguirre le hizo entrega del Premio a la Tolerancia de la Comunidad de Madrid. El presidente del AEI Christopher DeMuth ha visitado España dos veces en un año, invitado por la FAES, con la cual tiene previsto celebrar un "seminario internacional conjunto" cada año.

DeMuth no es un personaje cualquiera: miembro de las administraciones de Nixon y Reagan en el pasado, fue el encargado por el Secretario de Defensa Paul Wolfowitz de realizar un informe sobre la respuesta estadounidense al 11-S. El 19 de mayo de 2006, DeMuth pronunció una conferencia junto a José María Aznar, quien hizo el elogio de Ayaan Hirsi Ali. Su primer libro, "Yo acuso", fue presentado en marzo del 2006 por Esperanza Aguirre. La somalí es ya una habitual de todos los medios de la derecha radical en España, y recibe elogios encendidos en la cadena COPE y Libertad Digital, donde es considerada por Federico Jiménez Losantos como "una de los nuestros".

Seguro que esta "luchadora incansable por la libertad’ encontrará miles de ciudadanos dispuestos a creer en su mensaje, y preferirán pensar que el islam es "una religión destinada a desaparecer" (palabras literales suyas) y que la islamofobia es un mito. Y esto hasta cierto punto es normal, ya que prácticamente ninguno de los actos islamófobos que hemos mencionado han merecido una sola línea en la prensa española. Esta es la cruda realidad a la que nos enfrentamos: el espacio mediático concedido a Ayaan Hirsi Ali en el último año es superior al de todos los actos islamofobos sucedidos en la UE en los últimos cinco años.

Según escribe un reportero de El País, "difundir estas ideas le cuesta caro." La frase denota un sentido del humor notable. Imagino que a alguien le cuesta caro el que Ayaan Hirsi Ali difunda estas ideas, pero no precisamente a ella.

Desde que la revista Time la consideró una de "las 100 mujeres más influyentes del mundo" su caché se habrá puesto por las nubes. Para la prensa occidental su figura de gacela parece muy vistosa. Es el verdadero ejemplo de una africana bien colonizada, que ha aceptado la supremacía de occidente y responde siempre sumisamente a la voz de sus amos blancos. Seguro que en su "duro exilio americano" hará buenas migas con Condolezza Rice.

* Abdennur Prado es presidente de la Junta Islámica Catalana. abdel@webislam.com


Para saber más de la misión de esta "abanderada de la libertad’ (en inglés):
http://www.aei.org/scholars/scholarID.117,filter.all/scholar.asp
http://www.aei.org/about/contentID.20031212154735838/default.asp

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