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Estado español :: 28/04/2005

Todos los días 1º de Mayo

Crespo - La Haine
Orígenes. Evolución histórica hasta la actualidad. Cuestiones metodológicas. Reflexiones acerca del 1º de Mayo. "Para nosotros la tendencia del progreso es la del anarquismo, esto es la sociedad libre sin clases ni gobernantes, una sociedad de soberanos, en la que la libertad y la igualdad económica de todos producirían un equilibrio estable con bases y condición del orden natural". Luis Lingg

Orígenes:

La idea del 1º de Mayo la tuvo la Labor Unión de Norteamérica hacia el año 1884. Un año después, esta asociación acordó celebrar una huelga general el Primero de Mayo de 1886 con el objetivo, corto plazo de alcanzar la jornada de 8 horas, y medio de plazo, de ir preparando el caldo de cultivo para la revolución social. Los obrerxs norteamericanos recogían el legado de la lucha por la reducción de la jornada que había sido plasmada ya en el Congreso de la I Internacional en Ginebra (Suiza) en el año 1866.

La convocatoria de la huelga del 1º de Mayo de 1886 en Estados Unidos se saldó con una represión desmedida por parte de las autoridades norteamericanas. Solamente en la ciudad de Chicago, la huelga fue secundada por más de 50.000 obrerxs. Las autoridades y la burguesía se dieron en seguida cuenta de que la agitación estaba tomando un cariz peligroso para ellxs. La policía comenzó a perseguir a lxs manifestantes y a ametrallar a lxs obrerxs durante las celebraciones de los mitin. En protesta por la represión, los anarquistas consiguieron reunir una concentración de 15.000 personas en la misma ciudad de Chicago. Cuando lxs trabajadorxs convocados ya comenzaban a dispersarse, los policías comenzaron a reprimir a los concentrados una vez más mediante los medios más violentos que tenían a su disposición. En ese instante, un artefacto explosionó entre los policías. Era la respuesta de algunos de lxs manifestantes a una represión brutal y desmedida. Los mecanismos del real cambio revolucionario se ponían en práctica: huelga salvaje y guerra social. La violencia como legítima herramienta de lucha en manos del movimiento obrero.

8 anarquistas fueron detenidos por aquel incidente. Se trataba de algunos de los mejores oradores y propagandistas que habían participado en las huelgas generalizadas. Las detenciones fueron totalmente arbitrarias, y los juicios se caracterizaron por una falta absoluta de pruebas. A pesar de ello, el jurado actuó influido por el prejuicio de que aquellos hombres eran enemigos del Estado. Sin prueba alguna que los relacionara con el artefacto que había causado la muerte de varios policías, firmaron sentencia de muerte para cinco de ellos y cadena perpetua para los otros tres. Un año después, el día 11 de noviembre de 1887, los anarquistas condenados en aquella farsa morían ejecutados en la horca, uno de ellos había muerto antes de su ejecución optando por quitarse la vida él mismo.

Las ejecuciones provocaron una reacción de protesta a nivel internacional. Todos los primeros de mayo desde entonces serían aprovechados por los anarquistas, y por todos los obreros en general para recordar a los seis mártires que habían sido ajusticiados víctimas de los prejuicios y de la represión policial. El 1º de Mayo pronto se convertiría en un día reivindicativo, el día de los "mártires de Chicago", en el que toda la clase obrera aprovecharía para reivindicar su mayor pretensión del momento, la reducción de la jornada laboral a ocho horas, la jornada laboral oscilaba en esa época entre las 10 y las 16 horas. El motivo no era la mera reducción de jornada, que algunos obreros deseaban, no tanto por tener una vida más cómoda para poder disponer de más tiempo para cultivarse como seres humanos, sino además de conseguir que con la reducción de jornada se consiguiese emplear a los miles de parados que se morían en la miseria.

Los anarquistas, para lograr esta reducción, repudiaban los métodos legalistas que pretendían emplear los socialistas. La reducción tenía que ser fruto de la agitación revolucionaria y no de la intervención legislativa, así mismo lo habían comprendido los obreros norteamericanos que habían emprendido las luchas del 1º de Mayo.

Los anarquistas abogaban por esa reducción, serían incluso sus máximos valederos, pero para ellos el 1º de Mayo no consistía únicamente en esa reivindicación, el Primero de Mayo era ante todo un día de conmemoración, no una fiesta, era una jornada para aplicar la llamada huelga general revolucionaria, tal y como el congreso antiautoritario de Saint-Imier había decretado, que estaba destinada a ser el instrumento que le sirviera al proletariado para acabar con esa sociedad capitalista que tanto detestaban, que los esclavizaba, y que se manchaba las manos de sangre, como había sucedido en Chicago.

Los obreros socialistas también se sumaron a la celebración de la jornada desde el comienzo, aunque sus pretensiones, en el mejor de lo casos -es decir, en el caso de los socialistas más radicales- se reducía a la reivindicación de la jornada laboral. Los socialistas temían que la huelga general sirviera únicamente para desgastar a los trabajadores, pronto la rechazarían como instrumento de lucha, aunque ello supusiera traicionar al proletariado anarquista, como hicieran durante la huelga general revolucionaria de 1902 en Barcelona. Por eso desde el primer momento trataron de que la reivindicación del Primero de Mayo no pasara de ser una «fiesta de los trabajadores» (de ahí surge la raíz de "día de..."), tratando igualmente de esconder en el olvido que aquella manifestación espontánea del sentir popular había nacido del violento asesinato a manos del Estado de varios compañeros anarquistas, de los "mártires de Chicago".

El gobierno asesino de los trabajadores de Chicago había sido el de una República federal, lo que para los anarquistas era la mayor prueba del antagonismo de clases en cualquier sistema político, incluido el que en ese preciso momento se consideraba «el más liberal del mundo», lo que suponía un cerrojazo a cualquier planteamiento reformista de lucha. Con el pasar de los años se repetirían estos acontecimientos (aunque en otras fechas) de forma casi idéntica en "Casas Viejas". Una II República española que, a sabiendas del golpe fascista que se iba a producir, se negó a entregar las armas al pueblo. Un ejemplo de que toda forma de gobierno (del signo que sea) es enemiga en sí misma del pueblo.

Evolución histórica hasta la actualidad:

El miedo de los anarquistas era precisamente que el planteamiento socialista y comunista de la lucha por las 8 horas acabara por convertirse en el fin último de la lucha proletaria. Los anarquistas tenían muy claro cuál era ese fin último que no podía supeditarse a una lucha por la mejora laboral: el comunismo libertario.

En el Congreso socialista de París de 1889 los socialistas europeos decidieron adscribirse de manera oficial al movimiento del 1º de Mayo, pero ya en este congreso se rechazaba de plano la celebración de esa jornada a través de la huelga general y a favor de la reducción de jornada. Para los socialistas se trataba de abandonar los puestos de trabajo por un día, lo que acabó por dotar a la jornada de un cariz festivo, pasándose en muchos lugares a llamarse el día de la fiesta de los trabajadores. Los socialistas consiguieron lo que la burguesía pretendía: pacificar el 1º de Mayo, frenar la huelga y convertir en una fiesta de merienda, pan y circo un día eminentemente revolucionario. Esta actitud acabaría por profundizar las divisiones entre los anarquistas y los socialistas europeos.

A pesar de las diferencias, los anarquistas tratarían de defender un movimiento obrero unido en favor de las ocho horas. En un folleto publicado seguramente por Ricardo Mella, titulado «el 1º de Mayo», el autor señalaba que

"Fomentamos el 1º de Mayo: entendiendo que el verdadero alcance del 1º de Mayo estriba en la acción solidaria de los trabajadores, en la unanimidad con que se manifiestan, en la agitación que promueven y en el espíritu revolucionario que los anima. Las ocho horas no son, en último análisis, más que la bandera a cuya sombra se agrupan los obreros por el momento para dar pronto la última batalla a la clase media y restituirse, por la Revolución, toda la libertad y toda la propiedad que diariamente les arrebatan el poder y el capital mancomunadamente»

En España, la unidad de los trabajadores en favor de la lucha por la jornada de 8 horas venía propiciada por el Pacto de Unión y Solidaridad creado en Barcelona en 1888, que ante todo suponía una unidad del proletariado, tanto de anarquistas como de socialistas, contra el capitalismo. Los bakuninistas aplaudieron la unidad de todos los trabajadores y consideraron que era un gran paso una unidad entre miembros de una misma clase por encima de las diferencias ideológicas; pero desde el principio, los sectores anarcocomunistas, especialmente los andaluces, se opusieron de plano a este pacto.

La primera vez que se celebró el Primero de Mayo en el Estado español, fue en el año 1890. Un año antes, en el Congreso de París de la II Internacional se había acordado la celebración de una manifestación universal para esa jornada de mayo. Como ya hemos dicho, mientras los socialistas, en base a los acuerdos de París, deseaban una jornada de lucha y reivindicación a través de los cauces legales, los anarquistas pretendían aprovechar para poner en práctica su temido instrumento de lucha: la huelga general (como había sucedido en Chicago). Uno de los periódicos libertarios de la época, El Productor, publicaba un manifiesto en el que se leía:

«La libertad no se pide; se toma [...]. La jornada de ocho horas no la obtendremos con pacíficas manifestaciones y con inútiles y serviles peticiones; la obtendremos imponiéndonos, y la imposición está en la huelga».

En la manifestación de Madrid predominó el criterio socialista, y la celebración del Primero de Mayo no pasó de ser un mitin y una concentración pacífica de trabajadores. Barcelona, en cambio, ciudad de gran tradición anarquista, vio como el paro era generalizado desde la mañana. La Huelga tenía como cometido forzar la reducción de la jornada de una vez. Al día siguiente, cuando lxs obrerxs no habían aún regresado a las fábricas, el gobierno decretó el Estado de Guerra. El día 12 de mayo los trabajadores regresaban a sus puestos después de que la jornada hubiera sido reducida en algunos sectores. Comenzaba entonces la represión, el periódico "El Productor" sería suspendido durante los dos meses siguientes, "La Víctima del Trabajo" y "El Jornalero" fueron suspendidos durante tres meses. En todos ellos se había realizado una exhaustiva defensa de la huelga general como táctica para el Primero de Mayo.

En 1891 todo cambió. El Pacto de Unión y Solidaridad se adhirió a la lucha del Primero de Mayo en su Congreso de marzo. No obstante, los trabajadores de "Las Tres Clases de Vapor" y todos los que no eran anarquistas se negaron a secundar la huelga. Son especialmente reveladoras de la posición de los socialistas las declaraciones hechas en sus periódicos por aquellas fechas :

«Cumplimos fielmente la palabra empeñada ante las dignísimas autoridades, ante el público, y ante nuestra humilde clase, de no mezclarnos en la huelga general» (El Eco de los Obreros Toneleros, 1890) ; «nada de huelgas [...], han sido, son y serán siempre una rémora a la felicidad de los obreros», la fiesta del Primero de Mayo tiene que ser simplemente la conmemoración de las conquistas del trabajo por el hombre, un día de fiesta y regocijo» (La Revista Social, 1892)2.

Ante esta posición, el anarquista y pedagogo, Ricardo Mella respondería de manera tajante:

"Cuando quieran sacarnos en ridícula y teatral procesión, cuando quieran obligarnos a pedir lo que os pertenece, enviad a paseo a esos fantoches que quieren figurar a la cabeza de las masas para darse tonos de jefes, de futuros diputados, de venideros ministros, y decidle que la clase obrera no necesita de nada de eso para imponerse y triunfar».

Lxs anarquistas siguieron empeñados en mantener las reivindicaciones para el 1º de Mayo, pero la falta de apoyo entre los demás sectores proletarios provocó una gran frustración entre los libertarios. Esa frustración se materializó al día siguiente cuando varios petardos estallaron en la ciudad condal.

En 1892, más de quinientos anarquistas -según algunos engañados por provocadores-, entraron en la ciudad de Jerez al grito de ¡Viva la Anarquía. Muchos de ellos fueron detenidos y ejecutados. En consecuencia, algunos anarquistas respondieron a la represión con la colocación de explosivos. El temor del gobierno de que la celebración del Primero de Mayo de 1892 acabara en un baño de sangre como consecuencia de la desmedida represión por los sucesos de Jerez, le llevó a tomar una medida defensiva y prohibir su celebración. Los anarquistas a pesar de ello intentaron hacer del 1º de Mayo una jornada de lucha y conmemoración, ya no sólo de los «mártires de Chicago», sino también de los de Jerez. La falta de apoyos fue total. Los socialistas supieron canalizar las movilizaciones y llevarlas a su terreno, transformando por fin el Primero de Mayo en una "fiesta de los trabajadores". La burguesía consistió en esto, y siempre vio con buenos ojos que fuesen los mismos socialistas los que anulaban la combatividad del resto del proletariado.

En 1893 el gobierno permitió las manifestaciones, los anarquistas y sus jornadas de lucha del 1º de Mayo ya no daban ningún miedo. Muchos de ellos, viendo el fracaso de la huelga general, habían optado por métodos más drásticos y dramáticos. Los anarquistas, viendo el cariz que tomaba la celebración del 1º de Mayo decidieron renunciar a su participación en la "fiesta". En un manifiesto titulado "A los Obreros" en referencia a la celebración del 1º de Mayo de 1896, se dice textualmente: "El Primero de Mayo ha perdido su carácter revolucionario, y por ello negamos a la fiesta nuestro concurso". En los años sucesivos la feroz represión contra el movimiento, que tuvo su culminación en los procesos de Montjuïc, acabó con el 1º de Mayo, que pasó a convertirse en una jornada de celebración socialista. Los anarquistas insistieron una y otra vez en sus críticas legalistas y se esforzaron por transformar el Primero de Mayo en una jornada revolucionaria, pero la batalla estaba ya perdida, y la jornada acabó por ser plenamente institucionalizada.

En el vacío revolucionario del Primero de Mayo, Mella añadiría una consigna de validez necesaria para las generaciones futuras: «Si como nosotros, creéis de alguna utilidad práctica la agitación de Mayo, no olvidéis que sólo por la huelga general, tan permanente como sea posible, se pueden obtener resultados prácticos, y que sólo por la Revolución que os reintegre todo lo que se os roba, podréis gozar de libertad y de justicia».

La URSS, y la Alemania de Hitler fueron los primeros países en hacer día oficial el 1º de Mayo denominándolo día Nacional del trabajo y posteriormente una Comunidad Europea repleta de gobiernos de derechas le dio la oficialidad. Se trata de apropiarse el día, cambiarlo y al fin y al cabo destruirlo. Eliminado así la posibilidad de que la clase obrera ejerciera lo que Estado y patronal más temían (y siempre habían temido): La huelga general revolucionaria.

En España la fiesta comenzaría a celebrarse en la época de la Restauración. También aquí dio la contradicción de festividad-día de luto y lucha entre socialistas y anarquistas. El sólido movimiento anarquista español dedicaba poemas y números especiales en sus publicaciones en su día de luto, mientras que las manifestaciones socialistas alternaban con meriendas familiares campestres, veladas culturales, verbenas. Por si parte los anarquistas se niegan a desfilar por considerarlo una rutina burguesa consentida por las autoridades.
Durante la dictadura de Primo de Rivera (1.923-1.931), que gobernó con el apoyo del PSOE y la UGT, las manifestaciones públicas estuvieron prohibidas y se persiguió duramente al movimiento anarquista.

El 1º de Mayo de 1.931, con la II República recién nacida, fue declarado nuevamente día festivo consiguiendo así el estado frenar cualquier intento de huelga y reconduciendo el 1º de Mayo a una jornada meramente festiva.

En 1.937 se prohíbe la fiesta en la España Nacional, calificándola de subversiva. El sindicalismo vertical subyuga cualquier expresión obrerista, aunque hay explosiones combativas como las de la Ría de Bilbao en 1.947 o los obreros de Cataluña en 1.951, que aprovechan la fecha para plantar cara a la dictadura.

El Régimen instaura el 18 de Julio como "Fiesta de Exaltación del trabajo nacional", que conmemora la reconstrucción de la patria, como fiesta interclasista de hermandad entre empresarios y obreros. FET-JONS y la Iglesia se encargan conjuntamente de los actos.

En 1.955 Pío XII introduce en el calendario religioso San José Obrero o Artesano el 1 de Mayo, que en contraposición al 1º de mayo obrero de lucha de clases, es una jornada evangélica. España se suma a esta fiesta que se adapta a los valores del nacionalcatolicismo y de nuevo Iglesia y Falange la organizan. Para conmemorar el 1º de Mayo se repiten a lo largo y ancho del territorio español la triste imagen, a la que lxs obrerxs se vieron obligados, de conmemorar junto con los patrones en una misa "el día de San José Obrero". Aquellos actos oficiales de San José Artesano encarnaban al trabajador humilde (sumiso), padre de familia ejemplarSe llevaban a cabo "demostraciones sindicales" de agradecimiento al caudillo. Franco hacía viajes por España inaugurando unos cuantos economatos, entregaba las medallas al mérito del trabajo y se hacían representaciones folclóricas y deportivas en el Bernabeu, etc...

Sin embargo la clase obrera se organizó y fue poco a poco recuperando los orígenes anarquistas el 1º de Mayo: la guerra social. Así el 1º de Mayo de 1.962 se celebró por el norte peninsular ardiendo en huelgas, y días después se declaró el estado de excepción en Asturias, Vizcaya y Guipuzcoa. El Régimen llevó a cabo una violenta represión a partir de ahora y hasta el final. A partir de entonces ni la ilegalización de CCOO en 1.967 ni la declaración de estado de excepción de 1.969 logran frenar los conflictivos Primeros de Mayo.

Con la llegada de la "democracia" se recobró la oficialidad festiva del 1º Mayo alejando de nuevo la posibilidad de la convocatoria de huelga ante las protestas de la CNT y el silencio cómplice de CCOO y UGT. A partir de entonces y hasta nuestros días, el modelo político postfranquista iniciado por el gobierno de Suárez, profundamente capitalista, parlamentario y monárquico (apoyado, entre otras organizaciones por el PCE) que implanta un modelo sindical (pactado con UGT y CCOO) con similares mecanismos que el sindicalismo vertical (elecciones sindicales, comités de empresa y subvención estatal); marcaría de nuevo la convocatoria de un 1º de Mayo festivo, de merendolas, pacifismo y carente de cualquier sentido revolucionario.

Cuestiones metodológicas.

Llegados a este punto se plantea una cuestión de difícil salida para quienes entendemos el 1º de Mayo de manera revolucionaria (como en sus orígenes). Estado, burguesía e izquierdismo se han encargado en institucionalizar esa fecha convirtiéndola en lo que "los mártires de Chicago" nunca quisieron: una fiesta. ¿Cómo plantearnos, tanto en la teoría como en la praxis, actualmente el 1º de Mayo?

No sobran motivos ni razones, a causa de este capitalismo globalizado que nos oprime condenándonos a una eterna precariedad, para seguir planteando la misma lucha -con la misma intensidad revolucionaria- que en sus inicios. La oficialidad y festividad del 1º de Mayo impide el objetivo deseado: la huelga revolucionaria (un nuevo ejemplo de cómo el estado sabe canalizar "democráticamente" las fechas combativas).

Pero no nos engañemos, aunque no fuera fiesta, la convocatoria que podrían tener las organizaciones revolucionarias de huelga, ante semejante contexto político-sindical, sería un auténtico fracaso. Por esos motivos muchos colectivos libertarios han decidido no organizar nada para dicha fecha y seguir con su intensa actividad cotidiana.

Por otro lado, existen otras organizaciones (que se autodenominan alegremente de clase) que han decidido apostar por un 1º de Mayo de claro corte festivo, continuando así con la tradición socialista y burguesa. Han convertido el 1º de Mayo en un fin en si mismo, algo que lxs revolucionarios que iniciaron y continuaron dicha fecha, siempre detestaron. Muchos colectivos que han estado ausentes durante meses reaparecen con un auténtico maratón festivo de actividades para el 1º de Mayo, no entendemos muy bien qué carajo celebran. El tiempo dirá cuanto tiempo volverán a estar en la sombra tras dicha fecha. Quizá la ausencia de una adecuada construcción socio-histórica mezclado con un reformismo galopante les ha llevado a ello.

El 1º de Mayo, para que sea digno y haga justicia histórica, dado este contexto, se puede entender como un recuerdo y homenaje a quienes dieron su vida para que las generaciones venideras gozaran de un mundo mejor. En un acto sencillo de rememoración de los hechos revolucionarios, de desmitificación del mismo; de un aprendizaje colectivo que propicie la reflexión y acción cotidiana para desembocar en los mismos objetivos que perseguían esxs revolucionarixs, para el presente y el futuro; una adaptación al contexto económico, político y social que nos ha tocado vivir.

En cualquier caso por respeto a ellxs (y a nosotrxs mismxs) no lo convirtamos en fiesta, no lo convirtamos en un fin en si mismo, en un globo que se hincha y que explota con total facilidad. Hagamos, en la medida de lo posible, que esas aspiraciones del 1º de Mayo revolucionarias, sean algo cotidiano y constante: que el 1º de Mayo (lo que realmente representa) sea todos los días.
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Bibliografía empleada para elaboración del artículo:

Humanismo y Acracia órgano de expresión humanista y libertario.

La anarquía a través de los tiempos de Max Nettlau.

Antología Documental del Anarquismo Español (Vol. 1) de Francisco Madrid y Claudio Venza; Madrid, Fundación de Estudios Libertarios «Anselmo Lorenzo», 2001.

La Ideología Política del Anarquismo Español; Madrid, Siglo XXI de España Editores S.A., 1976.

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crespez@hotmail.com

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"¡Mi defensa es vuestra acusación! Las causas de mis supuestos crímenes , ¡Vuestra historia! (...) Ya he expuesto mis ideas. Ellas constituyen una parte de mi mismo y si pensáis que habréis de aniquilar estas ideas, que día a día ganan más y más terreno, (...) si una vez más ustedes imponen la pena de muerte por atreverse a decir la verdad y los reto a mostrarnos cuándo hemos mentido digo, si la muerte es la pena por declarar la verdad, pues (pagaré con orgullo y desafío el alto precio! ¡Llamen al verdugo!".

Augusto Spies (Uno de los "martires" de Chicago)

 

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