lahaine.org
Estado español :: 28/07/2025

El desmoronamiento de los salarios en el Estado español

Miguel Ángel Cerdán
El IPC subió entre el año 2002 y el 2023, según el INE, un 56,5 %. Ello indica que el salario medio ha perdido un 15 % de poder adquisitivo y el más común nada menos que un 30 %

Las cifras suelen tener el vicio de la tozudez y la virtud de la verdad. No engañan. Y las cifras de nuestro país, de España nos dicen, según el Instituto Nacional de Estadística, que los salarios reales han disminuido en España desde el año 2002. No es que hayan aumentado poco, es que en el 2023, descontada la inflación, habían disminuido respecto al 2002. Y si atendemos a diversos aspectos de la cesta de gasto con la que se calcula el IPC, como vivienda, educación o transporte, es decir el comprarse o alquilar una casa, el pagar la carrera de los hijos e hijas y el comprarse un coche, lisa y llanamente se habían derrumbado.

En el año 2002 el salario medio bruto era de 19.802 euros anuales. En el año 2023 ese salario era de 28.049 euros. Es decir, se había dado una subida del 41,65 %. En el año 2002 el salario mediano, que divide la gráfica entre salarios más altos y más bajos, era de 15.829,61 euros anuales nos dice el INE. En el 2023 ese mismo salario mediano era 23.349 euros, con una subida del 47,5 %. Y el salario más frecuente, es decir el que cobran mayor porcentaje de españoles, se situaba en el año 2002 en 12.503 euros brutos anuales, para alcanzar en el 2023 la cifra 15.784,85 euros, con una subida del 25 %. Parecen subidas importantes, ¿verdad? Sin embargo, si lo comparamos con la inflación llega la verdadera realidad.

El IPC subió entre el año 2002 y el 2023, según el INE, un 56,5 %. Ello indica que el salario medio ha perdido un 15 % de poder adquisitivo, el mediano un 9 % y el más común nada más y nada menos que un 30 %. Para entendernos y ponerlo en perspectiva: el salario mediano debería ser superior en 4.207 euros anuales y el salario más común en 3.900 euros al año para ser similares a cómo lo eran en el año 2002, para tener esa capacidad adquisitiva. Para ser más concreto, sería en 14 pagas mensuales, unos 300 euros más al mes. Se dice pronto, ¿verdad? Como también se dice pronto que donde más se ha reducido la capacidad de compra de los salarios es en aquellos más frecuentes, lo que indica a las claras que nuestro país ha apostado decididamente por "competir" en base a mano de obra barata, lo más barata y peor pagada posible.

Pero es que el IPC, para su cálculo, se compone de diversos ítems. Y sí, es cierto, con el Smartphone y el Whatssap y la wifi, las telecomunicaciones han bajado. Y alguna ropa también. Sin embargo, la cosa cambia cuando nos fijamos en otros ítems que componen la llamada cesta de la compra. Así, los alimentos y las bebidas no alcohólicas han subido un 86 % entre el 2002 y el 2023. Ello indica, con las cifras vistas, que para poder comprar en el supermercado lo mismo que en el 2002, el salario mediano debería ser casi un 45 % superior y el más frecuente un 60 %. Para entenderlo gráficamente: el salario mediano debería ser 13.000 euros superior al actual, es decir 900 euros más al mes, y el más frecuente 9.350 euros más al año. No sé ustedes, pero a mí se me queda mal cuerpo cuando me doy cuenta, con cifras, de la enormidad del timo al que estamos sometidos. Para comprar o alquilar vivienda las cifras serían, para ser equivalentes a las del 2002, de un 30 y de un 45 % para el salario medio y más frecuente, lo mismo aproximadamente para comprar coche y para pagar la carrera de los hijos. Y es que entre el 2002 y el 2023, el IPC en vivienda ha subido un 68,9 %, en Transporte un 68,8 % y en Enseñanza un 72,7 %. Para entendernos, y sin ser exhaustivos con las cifras, para poder acceder a lo mismo que se accedía en el 2002 a aquellos coches y viviendas, un salario medio debería ser superior en 8.400 euros anuales, y un salario más frecuente en 7.000 euros. En definitiva, en 14 pagas, 600 y 500 euros mensuales más. Y ojo, esto no para mejorar; esto simplemente para seguir como hace más de 20 años.

La cuestión es, ¿cómo han conseguido que traguemos con esto? Porque la monserga de la moderación salarial repetida de forma reptiliana por medios de comunicación, académicos y demás creadores de opinión, no es suficiente.

¿Qué ha pasado? En primer lugar, como muy bien dice Peter Turchin en su magnífica "Final de partida. Élites, contraélites y el camino de la desintegración política", se rompió el contrato social no escrito, y "los salarios de los trabajadores se vieron presionados a la baja por diversas fuerzas que modificaron el equilibrio entre la oferta y la demanda de la mano de obra. La mano de obra se vio inflada..." En definitiva, se aumentó de forma notable "el ejército de reserva" del que hablaba Engels para presionar a la baja los salarios. Y es que está todo inventado. Se abarató además el despido y se inmovilizó a los sindicatos. Esto último se logró mediante el reparto de dádivas y sinecuras y convirtiendo a las centrales sindicales en la "cara b" del poder político. Al mismo tiempo, se impuso la hegemonía del neoliberalismo por medio de la superestructura, y se difundió el lema de que la codicia era buena, y de que "uno es dueño de su destino". Esto último implicaba que si uno estaba en paro o no llegaba a fin de mes era por culpa suya, por no haber estudiado lo suficiente, por no haber sido lo bastante espabilado en invertir en criptomonedas, en comprar casas para especular o en acciones, en definitiva por no haber hecho las suficientes "dominadas", como popularizó ese personaje. Patético, ¿verdad? Como también resulta patético que se admita el aumento brutal de las plusvalías por parte de los empresarios pero que ello se difumine con esa ideología de que invertir en bolsa te convierte en un pequeño Bezos. Las risas de Buffet y de toda la élite de Wall Street deben ser inmensas en sus reuniones y brindis.

Todo esto llegó, como bien señala Turchin, con "el declive de las instituciones sociales que alimentaban la vida social y su cooperación. Entre estas se encuentran la familia, la Iglesia, el sindicato, las escuelas públicas, las asociaciones de padres y de vecinos". Es decir, se fomentó el individualismo extremo. Y triunfó dicho fomento. A costa claro de un deterioro no sólo económico sino también psicológico entre los trabajadores. Hoy en España estamos a la cabeza de Europa en consumo de cocaína y de ansiolíticos. Y no es casualidad. Y en Estados Unidos, como han demostrado basándose en Case y Deaton diversos autores como Andrew Oswald, se ha disparado el nivel de "angustia extrema" entre la clase trabajadora. De ahí que en Estados Unidos esté disminuyendo la esperanza de vida entre los trabajadores. Se dice pronto, ¿verdad? Pero también se dice pronto que exactamente lo mismo pasará en breve en España, de hecho está pasando. La ruptura del contrato social tiene estas consecuencias, una ruptura que sólo se puede solucionar desde abajo y no desde el apoyo a unas contraélites que sólo buscan un lugar en el Sol.

 

Contactar con La Haine

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal