Los crujidos del palacio y los ruidos de la calle


El gobierno quiere seguir haciendo más de lo mismo. La movilización popular podría ocuparse de impedirlo y abrir una alternativa diferente.
La gestión de Javier Milei muestra decisión de continuar en el mismo rumbo. En particular en lo que respecta a su acción en el campo económico. Lo manifestó el presidente desde la misma noche del domingo 7 de septiembre. Ratificó entonces la política fiscal, monetaria y cambiaria. Y encomió el accionar de varios de sus ministros.
Es comprensible. A Milei no le interesa hacer otra cosa. Ha venido a cumplir lo que considera una "misión" de suprema importancia: Reestructurar la sociedad argentina al gusto de los sectores más concentrados de la economía. Dejarles un Estado más servicial que nunca y un horizonte despejado en cuanto a las conquistas de trabajadores y pobres que las clases dominantes quieren anular desde siempre.
En el horizonte inmediato quiere proseguir con las desregulaciones y supresiones. Para luego darse al avance en el terreno de las reformas laboral, previsional y tributaria. Las que serían el eje conductor de la gestión en su segundo bienio.
La suerte adversa en los comicios e incluso la perspectiva de que el traspié se reitere y amplíe en octubre no van a disuadirlo. Si es necesario está dispuesto a inmolarse en el altar de la "libertad" para los poseedores locales y extranjeros del capital. Escuela austríaca y "anarcocapitalismo" al servicio de la acumulación del capital.
Llegó al gobierno para eso, cualquier otra cosa no forma parte de sus objetivos, ni siquiera como iniciativa táctica. Su derrota le ha costado miles de millones de dólares a las empresas argentinas, medido en el descenso de la cotización de sus acciones. El líder de La Libertad Avanza (LLA) buscará resarcirlas. Ha venido a facilitar sus ganancias y a enjugar sus pérdidas, en toda la medida de lo posible.
Los escarceos en torno a una autocrítica, las dudas sobre el papel de su hermana Karina, los primos Menem y los twiteros de "las fuerzas del cielo", son poco más que un pasatiempo. Lo mismo que las distintas "mesas" en las que no parece que vaya a discutirse nada muy sustancial. Y menos aún propiciar medidas innovadoras, aún dentro de la lógica de la ortodoxia económica.
Esas internas son fuegos artificiales que no alteran lo sustantivo de la situación. El presidente y sus colaboradores no están en posesión de un replanteo, sólo les queda continuar por el camino que seguían, con un respaldo cada vez menor y con el riesgo de chocar de frente con el descontento popular.
La calle
Como era de prever, la protesta en las calles desarrolló de inmediato un renovado dinamismo después del 7-S. El poder ejecutivo se encargó de alimentar los reclamos con una nueva ronda de vetos a leyes que pretenden morigerar en algo la acuciante situación.
La emergencia pediátrica y el financiamiento universitario cayeron en la volteada. Hasta la distribución de los Aportes del Tesoro Nacional, que con un mínimo de racionalidad integraría el toma y daca con los gobernadores que fueron sus aliados.
Movilizaciones del hospital Garrahan, un paro universitario y una importante marcha del mismo sector el miércoles próximo integran el panorama inmediato de las movilizaciones populares. En el campo sindical se notan movimientos de sectores de la dirigencia propensos a una actitud combativa.
Los líderes de aceiteros; Daniel Yofra, de metalúrgicos, Abel Furlan y de estatales, Rodolfo Aguiar, pronunciaron duros discursos en una actividad conjunta. Llamaron a luchar por el salario y a la unidad detrás de objetivos precisos. Y no se privaron de celebrar en voz alta la victoria electoral del peronismo, junto al presagio de una nueva derrota de LLA en octubre.
Qué aumenten su protagonismo sectores sindicales más amplios que el núcleo del gremialismo clasista puede resultar muy auspicioso si se sustenta en el tiempo.
El día después, mirado desde arriba
Ya se hizo claro que en el "círculo rojo" y sus inmediaciones comienzan el trabajo para el "posMilei". Lo ha explicitado el núcleo de gobernadores que se denominan "provincias unidas". El que incluye a distritos del peso de Córdoba y Santa Fe.
Hasta ayer aliados del gobierno, ahora hablan de una alternativa superadora de "centro" para los comicios de 2027. Así la "moderación" sería repuesta después de una ola de "extremismo" que de todos modos habrá sido beneficiosa para las grandes fortunas.
Un plan de contingencia interesante para el poder real podría ser la continuidad hasta 2027 del impulso de LLA para avanzar en reformas "de mercado" a como dé lugar. Para luego ser relevado por una derecha más "racional" que complete el sendero en la misma dirección, con mayores recaudos y reaseguros.
Claro que ese recorrido dependería de en qué condiciones quedará el gobierno si sufre un nuevo traspié electoral. Máxime si la dimensión del revés iguala o supera la del sufrido en la provincia de Buenos Aires.
Por ahora no hay medidas del gobierno que apunten con visos de eficacia a la reversión del resultado. Ni siquiera a acortar distancias en proporción significativa. Parece aplicable el refrán "no se puede esperar seguir haciendo lo mismo y obtener resultados diferentes."
¿Y desde abajo?
La conducta que con seguridad no debieran desplegar las fuerzas populares es la de sentarse en espera del conteo de las elecciones de octubre. Hay mucho en juego antes de esos comicios.
Que se contrarresten los vetos del poder ejecutivo es una parte. La presión callejera incidirá sin duda sobre los legisladores y legisladoras dubitativxs. Otro motivo para movilizarse es el de rodear de activa solidaridad a los conflictos en curso.
Cada cierre, cada despido, cada suspensión amerita resistencia. Cualquier triunfo en esas luchas será un paso más en la demostración de que nos encontramos frente a un gobierno frágil, vacilante, sin rumbo claro más que el de empecinarse en el ataque a los derechos del pueblo.
Además el oficialismo pierde en forma acelerada el dominio de la calle. Ya no alcanzan el "protocolo" ni el despliegue de policías y gendarmes en traje de astronautas blindados.
Al contrario. Ya antes de las elecciones bonaerenses el clima callejero cambió. Y el de los medios. Y las redes sociales. Por supuesto esa modificación se acrecentó después de las elecciones. Memes y canciones contra el gobierno se convirtieron en patrimonio masivo.
Hay indicios firmes de que Milei y sus colaboradores dejarán de ser la "maldición" que muchxs lamentaban con un dejo de desaliento. Hoy aparecen sobre todo como un desatino a superar. Estará en debate qué es lo que vendrá. Se trata de que los "dueños del país" no impongan sus "soluciones".
Para que esto último no ocurra se necesita una mayor politización de las luchas. La comprensión generalizada de que se requiere la disputa del poder en el conjunto social, no recluirse en el asunto propio. De la interpelación al poder económico, además de a la "casta" que le hace los trabajos sucios desde el Estado.
Con el actual presidente o con otro, los objetivos de los poderes fácticos son similares: Aplastar la movilización popular y el allanamiento del camino para más explotación, alienación y marginación. Se acercan batallas importantes. Habrá que librarlas con decisión, unidad e impulso hacia la construcción de una sociedad nueva.
huelladelsur.ar