Frente a la trivialidad de la "policrisis", la consistencia de la "crisis estructural del capital"

Es un lugar común que el mundo en el primer cuarto del siglo XXI se enfrenta a múltiples crisis multifacéticas que amenazan a toda la civilización mundial y al futuro de la propia humanidad. El desorden del mundo contemporáneo es tan omnipresente que la ideología dominante ha acuñado una sola palabra para describirlo: «policrisis». El origen de este concepto se atribuye al teórico social francés Edgar Morin (junto con Anne Brigitte Kern) en 1999, y ha sido promovido enérgicamente en los últimos años por el historiador de la Universidad de Columbia Adam Tooze. En 2023-2025, organizaciones internacionales como el Foro Económico Mundial, el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publicaron informes en los que se referían a la policrisis como el principal reto de nuestro tiempo.
Sin embargo, cualquiera que quiera saber qué es la policrisis y de dónde viene --más allá de representar crisis entrecruzadas y aceleradas, cada una con sus propias causas, pero hoy entrelazadas-- se encuentra inevitablemente con un muro en blanco. Lo mismo ocurre cuando se plantea la cuestión de las soluciones concretas a esta policrisis global: no se ofrecen soluciones. De hecho, la vacuidad del concepto de policrisis no es accidental, sino intencionada, a lo que el concepto debe su importancia primordial en la ideología recibida. En el libro de Morin y Kern, Homeland Earth, la policrisis se introdujo como una categoría diseñada para negar la idea de que fuera posible «destacar un problema número uno al que todos los demás estarían subordinados», o incluso construir una jerarquía de problemas críticos en el mundo. Más bien, las numerosas crisis que componen la policrisis se consideran como algo que nos llega desde todas las direcciones, sin que ninguna de estas crisis individuales sea más importante que otra.
El capitalismo está prácticamente ausente en el marco reaccionario de la Guerra Fría/posguerra fría de Morin. Si hay un problema singular en su perspectiva, es la «tecnociencia», que, sin embargo, se concibe de manera tan amplia que define toda la civilización moderna y todos los aspectos de nuestra existencia, de modo que no hay escapatoria (excepto en el ámbito del «espíritu», al que se refiere como la «primera resistencia») (Edgar Morin y Anne Brigitte Kern, Homeland Earth [Cresskill, Nueva Jersey: Hampton Press, 1999], 73-75; Edgar Morin, «Ante la policrisis que atraviesa la humanidad, la primera resistencia es la del espíritu», Le Monde, 24 de enero de 2024).
Tooze, el principal defensor del concepto de policrisis en la actualidad, ocupa ahora una cátedra en Columbia y ha escrito varios artículos para New Left Review. Es columnista del destacado órgano de la Nueva Guerra Fría Foreign Policy y ha «colaborado» con el Consejo Nacional de Inteligencia de EEUU, que forma parte del aparato de seguridad nacional estadounidense. Según explica Tooze, destacar el concepto de policrisis supone rechazar la idea marxista de que podemos explicar la actual era de catástrofes como consecuencia del capitalismo («Adam Tooze», Wilson Center, wilsoncenter.org).
En este sentido, Tooze escribe:
Para frustración de sus numerosos críticos, el concepto de policrisis carece de la respetable genealogía intelectual y el coraje analítico que un buen teórico crítico esperaría. Para mí, esa es precisamente la razón por la que me parece adecuado para nuestro momento. En su falta de especificación, el concepto de policrisis sirve como recordatorio de la indeterminación, la incertidumbre y la complejidad que hemos perdido entre la nueva y audaz certeza del «capitaloceno»... La policrisis está poco especificada. Es una teoría débil. Pero quienes la critican en nombre de una mayor claridad o una teoría más sólida subestiman la magnitud del caos en el que nos encontramos. (Adam Tooze, «Polycrisis and the Critique of Capitalocentrism», Chartbook 343, Substack, 6 de enero de 2025, adamtooze.substack.com).
Por lo tanto, Tooze insiste en que la ventaja del concepto de policrisis es que constituye una «teoría débil». De hecho, debido a lo que él denomina su «falta de especificación», difícilmente puede considerarse una teoría. La ventaja de este concepto, entonces, para quienes buscan reificar el sistema con el fin de impedir toda comprensión, es que desvía la atención de cualquier consideración sobre las relaciones sociales fundamentales (es decir, el sistema de acumulación de capital basado en clases) que están en la raíz del desorden mundial. Tooze se deleita en crear diagramas de flujo de policrisis que consisten en numerosos significantes de crisis que flotan libremente con flechas que apuntan en todas y cada una de las direcciones, sin ningún centro, presentando así una receta perfecta para la parálisis (Adam Tooze, «Defining Polycrisis--From Crisis Pictures to the Crisis Matrix», Chartbook 130, 24 de junio de 2022).
Si nos fijamos en el Foro Económico Mundial, el Banco Mundial y la OCDE, vemos que el concepto de policrisis se presenta de la misma manera vacía, refiriéndose a un conjunto de crisis desprovistas de toda determinación, estructura y agencia. Basándose en el Informe sobre riesgos globales 2023 del Foro Económico Mundial, el escritor Simon Torkington divide las diversas crisis que podrían engendrar la policrisis en cinco categorías: crisis económicas, medioambientales, geopolíticas, sociales y tecnológicas. De ellas, solo las cuatro últimas fuentes de crisis han contribuido a la policrisis presente en la última década. El sistema económico mundial en sí mismo (que representa al capitalismo) no se considera una fuente de policrisis. De hecho, aunque el panorama de riesgos globales está dominado por una policrisis que consiste en «múltiples crisis que se producen al mismo tiempo», la noción de capitalismo, la principal categoría teórica para conceptualizar la economía mundial, no aparece en el Informe sobre riesgos globales (Simon Torkington, «Estamos al borde de una «policrisis»: ¿hasta qué punto debemos preocuparnos?», Foro Económico Mundial, 13 de enero de 2023, weforum.org).

El informe del Banco Mundial Pobreza, prosperidad y planeta para 2024 se titula Caminos para salir de la policrisis. A pesar de que todo el marco del informe se organiza en torno al concepto de policrisis, los lectores no encontrarán más que una definición muy vaga del mismo, y ninguna «salida». Se nos dice que una «policrisis» se deriva de «las perspectivas de crecimiento lento y los altos niveles de deuda, que aumentan la incertidumbre, la fragilidad y la polarización». En otro punto del informe, se añaden los «riesgos climáticos». En la definición más concreta que se ofrece de este concepto amorfo, «policrisis se refiere a crisis múltiples e interconectadas que se producen simultáneamente, y cuyas interacciones amplifican el impacto global». En una página, se nos dice que la realidad de la policrisis exige que se aborden prioridades como la pobreza mundial mediante el desarrollo económico. De lo contrario, se buscan en vano programas positivos. No hay ninguna referencia al capitalismo ni al capital como relación social dominante en el informe sobre la policrisis del Banco Mundial (Banco Mundial, Poverty, Prosperity, and Planet Report 2024: Pathways Out of the Polycrisis, xxiii-xxvi, 4, 190).
La OCDE analiza la policrisis en su informe de 2025 sobre Estados frágiles. En él se nos dice que «la creciente prevalencia de las policrisis --una confluencia de retos globales-- afecta de manera desproporcionada a los países afectados por conflictos, que ya se enfrentan a importantes vulnerabilidades» y soportan «el peso de las crisis en cascada». Esto, según se nos dice, requiere un «cambio de paradigma» en el que el análisis no se centre en la fragilidad frente a la estabilidad, sino en localizar lugares dentro de un «espectro de fragilidad» dinámico y promover la «resiliencia» relativa como respuesta. Lo que falta aquí es cualquier indicio de teoría social y análisis social reales. El capitalismo en general no se menciona ni se considera relacionado con tales policrisis, aunque el «capitalismo autoritario» y el «capitalismo clientelar» se consideran problemas (OCDE, States of Fragility 2025, 29, 172, 177).
Por el contrario, las explicaciones fundamentales de las crisis económicas, sociales y ecológicas generales están presentes en el análisis marxista contemporáneo. El filósofo marxista István Mészáros planteó por primera vez la cuestión de «la crisis estructural global del capital», que abarca la economía mundial, el medio ambiente planetario y el Estado democrático liberal, en la tercera edición de su obra Marx's Theory of Alienation (La teoría de la alienación de Marx), publicada en 1971 (y en su conferencia en memoria de Isaac Deutscher, «The Necessity of Social Control» -La necesidad del control social-, ese mismo año). Este análisis se desarrolló en su monumental Beyond Capital (Más allá del capital), de 1995. La relación entre la crisis estructural del capital y la emergencia medioambiental planetaria fue teorizada por John Bellamy Foster, Brett Clark y Richard York en The Ecological Rift (La brecha ecológica), de 2010.
Es a estos análisis de la crisis estructural del capital, explorados en cada número de MR durante los últimos sesenta años o más, y no a nociones vacías como la policrisis, a los que debemos recurrir hoy si la humanidad quiere llevar a cabo la reconstitución revolucionaria de la sociedad en su conjunto, que es una necesidad absoluta en el siglo XXI (István Mészáros, Marx's Theory of Alienation [Londres: Merlin Press, 1971]; István Mészáros, The Necessity of Social Control [Londres: Merlin Press, 1971]; István Mészáros, Beyond Capital [Nueva York: Monthly Review Press, 1995]; John Bellamy Foster, Brett Clark y Richard York, The Ecological Rift [Nueva York: Monthly Review Press, 2010]).
----
* John Bellamy Foster editor de la Monthly Review. Brett Clark editor de la Monthly Review.
monthlyreview.org. Traducción: Antoni Soy Casals para Sinpermiso.







