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Entrevista a Noami Klein: "Después de Génova el movimiento tiene que inventar creativamente nuevas formas de lucha"
De Manifesto, entrevista de BENEDETTO VECCHI

Habla Noami Klien, autora de "No Logo"

Ha regresado a Italia para participar en un encuentro de la fiesta nacional de l’Unità en Regio Emilia. Llevaba unos meses sin venir, desde que había presentado su libro “No Logo” en nuestro país (Ed. Baldini & Castoldi), uno de los mejores textos hasta ahora publicados sobre el “movimiento de movimientos”, es decir, ese archipiélago de asociaciones ecologistas y de otro tipo, grupos y sindicatos de base que se oponen a la “globalización económica”. Después se ha quedado en Italia, aunque no físicamente, como nos precisa, pero sí con la cabeza y el corazón en Génova. Naomi Klein es injustamente considerada una líder de este movimiento. Injustamente porque, como afirma con convicción, este archipiélago no tiene líderes. Encontrarla ha sido como retomar el hilo de un discurso iniciado hace unos meses en las páginas de este mismo periódico. Escucha con atención las preguntas y responde como si hablara con uno de su mismo bando. Ríe y su “sí” es divertido cuando le pregunto si la “tendencia machista” en el seno del “movimiento de movimientos” es una característica exclusivamente italiana. Pero el punto de partida es Génova. ¿Esperabas que a Génova las cosas fueran como han sido, con un muerto, las cargas y detenciones, los enfretamentos?

Llevo un año viajando y cada vez que he participado en una discusión pública sobre el movimiento contra la globalización económica, había siempre algún periodista que me preguntaba mi opinión sobre el uso de la violencia por parte de los activistas del movimiento. También me han preguntado lo mismo cuando he venido a Italia por primera vez, un mes antes de la movilización de Génova contra el G8. En los medios convencionales, a excepción de “Il Manifesto”, el único argumento afrontado era la posibilidad o no de incidentes. También el gobierno Berlusconi ha avivado el fuego, contribuyendo así a crear un clima en el que todas las fuerzas de policía se sintieran legitimadas a romper cabezas de manifestantes y a disparar, cosas que después sucedieron puntualmente.

La tragedia que se ha consumado en Génova debe, no obstante, convertirse en una gran oportunidad para discutir, no sólo sobre la violencia de la policía sino también sobre la responsabilidad del mundo cultural que ha permitido que Carlo Giuliani fuera asesinado: por haber callado o por haber contribuido a que se creara ese clima que antes he mencionado.

Sin embargo, durante las jornadas de Génova, se ha producido un cambio en el comportamiento de los medios de comunicación. Han denunciado a menudo la violencia de la policía.

Es cierto, se ha producido un cambio en la opinión pública. Hace dos años, en Seattle, la policía ha reprimido con fuerza las manifestaciones con la OMC, pero los medios han ignorado casi del todo las denuncias contra la brutalidad policial. Ahora, por fin, incluso diarios como el Wall Street Journal o el New York Times han criticado la actuación de la policía genovesa.

¿Una represión tan violenta como la que se ha visto en Génova es una característica sólo de la policía italiana o también se aplica a otros países?

Lo que hemos visto en Génova es la forma extrema de un fenómeno que se da en todas las policías del mundo. Por ejemplo, ha habido policías de Los Angeles que han adiestrado a los policías italianos y les han enseñado cómo reprimir una revuelta. Existe la propuesta de crear una fuerza de policía europea especializada en la gestión del orden público durante las cumbres internacionales. En octubre se celebrará una reunión mundial en La Haya para hablar de cómo gestionar el orden público de cara a las próximas movilizaciones del movimiento contra la globalización económica. Ahora ya se da cierto intercambio de información. Es, pues, un error pensar que el comportamiento violento sea una peculiaridad de la policía italiana. Estamos ante un fenómeno global.

Los hechos de Génova han significado la dramática pérdida de la inocencia de este movimiento. Creo que ahora el sentimiento predominante es una especie de decaimiento y todos se preguntan qué hacer y cómo...

Esta es una fase muy delicada para el movimiento de movimientos. Está los “moderados” que se han asustado mucho con lo ocurrido. Pero hay también algunos componentes “radicales” que preferirían crear un movimiento sólo de vanguardias. En cualquier caso, tanto si los “moderados” se retiran como si los “radicales” toman la iniciativa, el resultado sería siempre una reducción de la diversidad de posiciones y de sensibilidades políticas, que es la verdadera riqueza de este movimiento. Este es el escenario más peligroso ya que reforzaría además la tendencia machista del movimiento, la que lo reduce todo a un juego de guerra. Por eso, es fundamental que en el movimiento se pueda protestar de muchas maneras diversas. Y esto es importante de cara a las citas de Nápoles y Roma. De hecho, creo que el gobierno italiano se decidirá otra vez por la escalada de la violencia, como ha hecho en Génova. Sin embargo, estoy convencida de que hay muchas mujeres y hombres que no quieren que sea Berlusconi el que escriba el guión de las jornadas de Nápoles y Roma. Y también porque no hay nadie en el movimiento que esté planificando otra Génova. Nadie lo quiere. La FAO no es el G8.

Pero la OTAN es distinta de la FAO, ¿no crees?

Es esencial encontrar una forma de protesta que denuncie claramente dónde está la violencia. En el movimiento hay una larga historia que se ha dedicado a la experimentación de formas creativas de acción directa contra la máquina de guerra representada por la OTAN. Pienso en la presencia de las mujeres en el movimiento pacifista o en el antinuclear, y obviamente, siempre se han negado a enseñar los músculos.

¿Piensas que esta tendencia machista en el seno del movimiento es sólo un fenómeno italiano o se da también en otros países?

Sí, es un fenómeno típicamente italiano. Y éste es un nudo que hay que deshacer y que se da tanto dentro del movimiento como fuera. Si prevalece la lógica de que tiene razón el que grita más fuerte o el que da puñetazos sobre la mesa, será difícil que las personas no acostumbradas a estas formas machistas tomen la palabra y puedan expresar las propias ideas.

¿Qué opinas de algunas declaraciones pretenciosas por parte de algunos líderes antes y después de Génova? Estamos de acuerdo en el hecho de que eran provocaciones, pero hay que resaltar también la recepción que tienes algunas declaraciones, ¿no crees?

Creo que este movimiento ha de encontrar un nuevo estilo en la relación con los medios. Esto es indudable.

Después de Génova se la lanzado la consigna de constituir fórums sociales en todas partes y así será. Es una propuesta que nace de la convicción de que los forums sociales sirven para que “no se pierdan trozos de la red”. ¿Cómo juzgas esta propuesta?

Me parece buena porque intenta dar una respuesta a una pregunta que a mí me parece dirimente. Me refiero al hecho de que cuando se plantea la iniciativa de negociar con una institución de plantea el problema de la representación. Gran parte de las administraciones e instituciones están acostumbradas a parlar con personas que representan algo o a alguien. Por ejemplo, antes de las movilizaciones de Québec, el gobierno canadiense se puso en contacto conmigo para que hiciera de mediadora con el movimiento. Esto es absurdo, porque el movimiento no tiene líderes y seguidores. Pero las instituciones funcionan así, piensan que el mundo está organizado a su imagen y semejanza, es decir, piensan que es una pirámide con un líder y unos seguidores. En cambio, los forums sociales pueden constituir un intento de crear una red amplia que no tenga necesidad de figuras institucionales que la representen.

La zona roja es una metáfora de la suspensión del estado de derecho, pero hace que surja la crisis de la democracia real. En tu opinión, ¿cómo puede afrontar esta crisis el movimiento?

Ya lo está haciendo. Experimenta formas de democracia directa, constituyendo medios independientes, favoreciendo la participación, desarrollando formas colectivas de acceso a la información. Ha habido la cita de Porto Alegre, que ha empezado a poner las bases de un modelo participativo en el gobierno metropolitano. De todos modos, el movimiento corre un peligro: el de dedicar todas sus energías a las grandes movilizaciones y luego hacer frente a las consecuencias de esas mismas movilizaciones. Piensa en Génova y en los procesos que ha generado. Las movilizaciones de masa sirve, pero es mejor dedicar más tiempo a las iniciativas a nivel local para elaborar y experimentas alternativas a la globalización económica.

(Indymedia Barcelona)

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