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"El gobierno se enfrentó a las movilizaciones contra el G8 con una lógica militar"
Entrevista a Luca Casarini, portavoz de los Tute Bianche.
Por Benedetto Vecchi, publicada en Il Manifesto, Italia, 3 de agosto de 2001.

"Cuando ves un coche blindado de los carabinieri que se te viene encima, o escapas o reaccionas de la misma forma que si tuvieras un arma apuntándote. Nosotr@s, en Génova, en Via Tolemaide, construimos barricadas para proteger nuestra integridad. Durante tres horas tuvimos que reaccionar contra los ataques de la policía, nosotr@s y much@s otr@s. Carlo murió defendiéndose de los ataques de los carabinieri. Al mismo tiempo, estaba allí, junto con miles de hombres y mujeres, para afirmar que otro mundo es posible".

Luca Casarini, portavoz de la red de centros sociales del nordeste, figura carismática de los Tute Bianche, uno de los "centros impulsores" del Forum Social de Génova (FSG), no se anda con medias tintas a la hora de hablar de las jornadas de Génova.

Luca Casarini: Hay una diferencia abismal entre quien construye una barricada para defenderse y quien decide suprimir militarmente un movimiento amplio, articulado como es éste, contra la globalización económica. El primero afirma su derecho a cambiar una realidad que produce miseria y explotación. El segundo defiende al G8, un organismo ilegítimo que pretende decidir sobre el mundo ignorando los deseos y las esperanzas de una vida mejor que albergan quienes lo habitan. Lo que hemos presenciado en Génova es el fin de la mediación política entre los movimientos y las instituciones. Pienso en el mes en el cual el FSG ha tratado directamente con el gobierno: durante este tiempo, la oposición de centro-izquierda no ha dicho nada significativo. O pienso en la implosión de un partido como el DS...

Hablar de muerte es triste, después de lo que ha sucedido a Carlo. Sí, en Génova ha muerto la izquierda institucional. Intenta imaginar cuan embarazoso ha sido para el centro-izquierda, que preparó la reunión del G8 y después se encuentra cara a cara con las imágenes de palizas brutales y de Carlo muerto sobre el asfalto. Tartamudean y enmudecen. Aún así, la preparación de la cumbre del G8 fue cosa suya. Nos enfureció leer las declaraciones de Luciano Violante, afirmando que el FSG debió marginar a los violentos de la zona roja [...]

Hemos intentado analizar la cuestión del gobierno mundial. Hemos hablado sobre la lógica imperial del gobierno del mundo. Todo ello significa una erosión de la soberanía nacional. No su fin, sino su erosión y reconducción hacia un sistema global, imperial. En Génova, hemos visto que esta lógica se manifiesta en forma de guerra. Cómo enfrentarnos a esa forma que adopta esta lógica imperial, es una cuestión para la que no estábamos preparad@s.

Il Manifesto: Me parece que los Tute Bianche también han llegado a su fin.

LC: ¿Fin? Es un poco fuerte decirlo así. Agotados quizá, sin duda hemos concluido una fase. Los Tute Bianche fueron un experimento que buscaba volver a hacer de nuevo legítima la idea de conflicto. Piensa en el FSG. Ahí estamos l@s católic@s y nosotr@s, Arci y Cobas, Rete Lilliput, Drop the Debt y la Fiom. Una mezcla potente. Nosotr@s funcionamos como un centro propulsor sin que ello significase que nadie impusiera sus prioridades. Como Tute Bianche hemos recorrido un largo camino, interrogándonos sobre lo que hemos realizado. Una experiencia positiva, pero que ahora me parece inadecuada para confrontar el sistema imperial que tenemos enfrente, en el que la política es la continuación de la guerra, y no al revés, como escribiera Karl von Clausewitz. Piensa en los Balcanes, en Palestina, en África.

Mucha gente prevee que en otoño se abrirá una fase delicada para las luchas sociales [...]. Muchos factores me llevan a afirmar que la fase de la desobediencia civil está agotada. Ahora es necesario pasar a la desobediencia social. Es necesario constatar el estado de crisis de todos los componentes del FSG, lo que no debe significar la parálisis, sino reconocer los límites de sus formas de análisis, sus perspectivas y su agenda política. Que se sigan creando foros sociales en todas las ciudades es positivo; que se formen alianzas, fundamental. Aunque yo prefiero pensar no en alianzas, sino en un proceso social por el cual el movimiento se convierta en un polo de atracción para todo tipo de figuras y realidades sociales que nos son distantes. Piensa en lo que ocurrió en Génova con abogad@s y médicos voluntari@s. L@s abogad@s eran por supuesto demócratas, aunque alejados del FSG; pero tras discutirlo mucho, decidieron ponerse camisetas con la inscripción "Unión de abogad@s demócratas", y unirse a las manifestaciones. Est@s mism@s abogad@s discutieron con otr@s abogad@s de Génova cuando arreciaron las agresiones policiales, para escribir un duro documento sobre la actuación del gobierno, que dirigieron a la Unione delle Camere Penali. O bien piensa en la experiencia de l@s enfermer@s y médicos que socorrieron a la gente golpeada, y que finalmente fueron golpead@s ell@s mism@s por las fuerzas del orden. Se trata dos ejemplos positivos del tipo de redes que se van constituyendo, atraidas por la temática del movimiento. Y lo hacen partiendo de su trabajo específico, que ponen a disposición del movimiento.

Esto no significa que todo vaya sobre ruedas. Nos encontramos frente a una realidad difícil, dura, que ha de ser comprendida y analizada de nuevo. No se trata de fascismo, sino un cambio en la forma del Estado que ratifica una transformación profunda de los modos de producir riqueza y subjetividad. Y todo ello, a escala global. Pienso en lo que ocurrió en las calles de Génova: parecía más un "riot" (una revuelta) que una manifestación. Esto necesita ser comprendido, analizado. No hablo del Black Bloc obviamente, sino de quienes tuvieron que ejercer resistencia. El llamado Black Bloc es un fenómeno que no debe ser criminalizado. Pero nosotr@s pensamos de otra forma. Pensamos en un proceso social de transformación, mediante el cual la "red de redes" se convierta en un polo de atracción que favorezca el nacimiento de otras redes sociales.

IM: Pienso que tiene sentido afirmar que después de Génova, nada es como antes. Para ti, ¿qué ha cambiado?

LC: Te propongo volver sobre las jornadas del viernes 20 y el sábado 21. O mejor, a la foto que el semanal Carta, y también vosotr@s, Il Manifesto, publicásteis. Se trataba de una foto de Tano D'Amico que mostraba que ya en Via Tolemaide, mucho antes de que Carlo fuese asesinado, los carabinieri habían desenfundado sus pistolas para apuntarnos. Ello da testimonio de una lógica militar, que es la manera en que el gobierno se enfrentó a las movilizaciones contra el G8. Los carabinieri cargaron con violencia. Nosotr@s resistimos y yo reivindico esa resistencia como un acto político. Sin embargo, si nosotr@s adoptásemos la lógica militar de enfrentamiento, ello supondría una locura y un suicidio político. En Génova estaban todas las fuerzas del orden, el ejército, los servicios secretos de los ocho países más poderosos del planeta en términos económicos y militares. Nuestro movimiento no tiene forma de medirse con este poder militar. Nos destrozarían en cuestión de meses. Debemos por tanto encontrar una tercera vía, que dé testimonio del rechazo a la globalización económica, pero también de gestos simbólicos tales como destruir un banco.

IM: Hay quien sostiene que Via Tolemanide fue una trampa en la que caísteis...

LC: ¿Ha habido ingenuidad por nuestra parte? Quizá. Pero yo la veo de otro modo. Como Tute Bianche, habíamos suscrito un pacto con el FSG, y lo respetamos. En la reunión preparatoria de la jornada de "desobediencia" (viernes 20), en ningún momento ocultamos nuestra intención de violar la zona roja. Dejamos bien claro qué instrumentos utilizaríamos. No llevaríamos palos ni instrumentos de ataque. Ni tan siquiera vestíamos los monos blancos, una decisión que tomamos tras discutir largamente entre nosotr@s en el Estadio Carlini. Creo que fue una decisión acertada porque cuando te sumerges en una realidad reticular como es este movimiento, el elemento importante no es la reivindicación de una pertenencia, sino la "contaminación" entre grupos diferentes que a pesar de todo mantienen un objetivo común. Si en Génova fuimos ingénu@s, entonces ésta fue nuestra ingenuidad: mantenernos fieles al pacto, respetando a quienes piensan de forma diferente a la nuestra pero que querían que nos mantuviésemos fieles a un objetivo. Si finalmente se trató de una trampa, fue tendida para golpear a todo el movimiento.

En el pasado, hay quien ha escrito que los Tute Bianche jugábamos con trampa. Que nuestras confrontaciones con la policía eran una burla. Hay quienes llegaron al extremo de afirmar que estábamos de acuerdo con la policía. Nunca ha sido así. Hace dos, tres años que nos dedicamos a pensar largamente sobre cómo trabajar el conflicto sin que éste se tornase destructivo. Decidimos utilizar nuevas técnicas: dábamos a conocer públicamente lo que pretendíamos hacer, advirtiendo siempre de que si la policía cargaba nos defenderíamos con escudos y protecciones acolchadas. Esa era nuestra regla porque considerábamos esencial crear conflicto y consenso sobre los objetivos que nos marcábamos. En Génova, esperábamos que las cosas fuesen más o menos igual que siempre. Pero nos engañaron. Recordemos los encuentros del FSG con Scajola y Ruggiero: éstos no respetaron ninguno de los acuerdos a los que llegamos. La policía utilizó armas de fuego, aunque afirmaron que no lo harían. El derecho a manifestarnos, que Ruggiero reconocía como inalienable, fue aplastado bajo las ruedas de los carros blindados policiales.

IM: ¿Y ahora, qué?

LC: Para mí es esencial volver a comenzar, partiendo de lo que ha sido llamado el "laboratorio Carlini". Experiencia intensa. Me ha enseñado mucho. Por ejemplo, cómo construir un espacio público donde la multitud no sea solamente una palabra, sino una construcción compartida, una construcción política de l@s "desobedientes".

(Indymedia Barcelona)

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